capítulo nueve.
—¿Qué rayos hacemos aquí, Bang? —el omega dijo un poco cansado.
Había pasado una semana desde lo del beso.
No lo habían hablado explícitamente.
Sus acciones seguían siendo iguales, o bueno, los besos, abrazos y caricias se agregaron al menú.
El punto es que estaban en una situación un poco confusa.
Felix quería conocer más a Chan, y Chan quería que el omega se sintiera cómodo.
—¡Shhh! No quieres que nos ataque un alce ¿o si? —el alfa hizo reír al omega que se pegó un poco más al alfa, sus manos estaban entrelazadas y sus cuerpos cerca el uno del otro.
Los abrigos los mantenían a salvo del frío de esa noche, la luna, las estrellas y la linterna de Chan eran su luz que los llevaba a donde sea que el alfa los llevaba.
Este tenía una mochila grande que se escuchaba cada que caminaba.
La pijama debajo del abrigo de Felix demostraba que Chan lo sacó a la fuerza de la cama a las once de la noche.
—La luna se ve hermosa esta noche, pero ¿qué hacemos?
Chan se detuvo frente a un árbol y se paró frente al omega.
—Me comentaste que nunca habías podido patinar en un lago congelado porque tenías miedo que por la cantidad de personas se rompiera el hielo. —el alfa habló rápido. Felix asintió confundido. —Justo ahora no hay nadie en el lago congelado más seguro para patinar.
Felix sonrió emocionado, dio un saltito.
Al llegar al lago, Chan le dio sus patines a Felix quien los tomó emocionado y se los puso.
La luz de la luna era brillante, hermosa y hacía que Felix se viera hermoso debajo de las estrellas.
Chan se puso sus patines y al ver al frente vio a Felix.
El omega reía feliz.
Patinaba rápido y practicaba su rutina.
Sus saltos eran altos y con control, cuidando de sí mismo para no caer.
Felix se veía radiante, con la luz de la luna bañándolo en esa dulce luz llena de vida.
—¡Chan! ¡vamos! —el omega se detuvo y vio a Chan.
Su cabello despeinado, sus ojitos brillando y una gran sonrisa en su rostro.
Chan se levantó.
Los dos patinaron por el frío lago, Felix daba vueltas por doquier y reía de vez en cuando al ver a Chan usar una roca como disco de hockey.
—¿Soy bueno organizando citas, no?
Felix se detuvo a ver a Chan.
—¿Esto es una cita cita? —Felix se acercó.
No había luz más que la hermosa luna alumbrando el gran lago.
La luz de la luna era suficiente para poder ver con claridad y frialdad el delicado rostro de Felix, sus pómulos marcados, sus pestañas largas, sus labios delgados y sus hermosos ojos azules.
—Si tú quieres que sea una cita, esto es una cita. —susurró Felix acercándose a Chan.
Chan sonrió y abrazó la cintura del omega.
—Me gustas mucho, Felix.
Felix sonrió y besó los labios del alfa, acariciando sus rizos que sobresalían del gorro naranja que usaba el alfa.
—Eres muy bonito. —Chan acarició el rostro de Felix.
—¿Solo bonito? Creo que también soy talentoso.
—Eres increíblemente talentoso, tú perteneces al mundo del patinaje, —el alfa se separó un poco y patinaron. —Eres delicado pero tan fuerte.
Chan sonrió y acarició la mano de Felix.
Después de un rato patinando se sentaron en la camioneta de Chan.
Conversaban acerca de cosas sin sentido, bromearon y de una forma u otra terminaron viendo las estrellas, la cajuela tenía cobijas que los mantenían cálidos, aún así el alfa le brindaba calor al omega al acurrucarse con él.
—Tengo miedo de perder la competencia de la próxima semana. —Felix susurró y se escondió en el cuello de Chan.
—Eres asombroso, Felix. —Chan acarició su espalda baja. —No deberías de tener miedo, no creo que haya otro patinador mejor que tú.
Felix rió y vio la brillante estrella arriba de ellos.
—¿Pero qué tal si sí lo hay? —Felix frunció el ceño. —¿Qué tal si pierdo?
—Si llegas a perder, que no creo que pase, entonces el próximo año ganarás. —Chan aseguró. —Eres talentoso, Felix, no dejes que tus inseguridades afecten tu juego. —Chan dijo con un acento sureño.
Felix rió por la mala imitación.
—¿Ahora montas caballos y tiene una granja?
Chan rió.
—Algún día compraré una granja, será divertido perseguir gallinas todo el día.
Felix sonrió.
—Me gustan las granjas, —Felix suspiró. —Mis abuelos maternos eran de Australia y tenían una granja y un viñedo.
—Casi no hablas de tu familia. —Chan soltó. —Pensaba que no te agradaba.
—Mi madre murió hace unos años y realmente mi padre tiene demasiado trabajo como para visitarme. —Felix hizo una mueca.
Chan besó la frente de Felix.
—Lo siento por lo de tu madre.
Felix se acurrucó más cerca de Chan.
—Fue hace demasiado tiempo, creo que lo he aceptado.
—Este gorro era de ella. —Chan acarició el esponjoso pompón en la punta.
Felix rió.
—Ella adoraba tejer en su tiempo libre, quiero decir ella era la mejor patinadora, ganó un olímpico en el 97'. —Chan vio asombrado a Felix. —Yo tenía seis años cuando la vi ganar, fue asombroso. —los ojos de Felix brillaron. —Ella se veía perfecta en el hielo, se veía feliz, parecía que volaba cada vez que daba un salto y caía a la perfección... Como si ella fuese la pluma de un ave. —Felix sonrió con cariño. —Quiero ser como ella.
Chan vio con cariño a Felix.
—Yo creo que ella debe de estar muy orgullosa de ti, eres muy talentoso, Lix.
Felix besó con cariño a Chan.
—Gracias, alfa.
꒰ ⛸️ ꒱
¡gracias por leer!
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