III. Partida

Capítulo #3.- “Hasta Pronto”

El silencio reinaba en la habitación, de la misma manera en lo que transcurrió al salir de la agencia. El rubio no entendía que habia pasado, pues una vez que entraron al Jeep, Manigoldo se habia sumido en el silencio, suponía que habia ocurrido algo grave en el trabajo.

Pero tambien temía preguntar por el que.

Así que, después de que entraron al apartamento aquel cortante silencio continuo lastimando a ambos. Por lo que el de orbes celeste decidió darse una ducha en lo que decidía que haría, o mas bien que podría hacer para animarlo.

El italiano por otro lado, después de su ataque de celos, recordó lo que debía hablar con su novio. ¿Pero como iniciar?

Aprovechando que este entraba a la ducha, saco una maleta y comenzó a guardar lo esencial, no se iría sin decirle. Claro que no, Fica no se merecía eso, aunque fuese por trabajo, le diría y encontrarían una manera de salir adelante, estaba seguro.

Sin mas, comenzó a abrir los cajones que guardaban su ropa. Abriendo uno en particular en donde guardaba su mas grande ilusión dentro de una cajita de cuero negra.

«Ni loco lo dejo aquí» no era que desconfiara de su rosa salvaje, nada de eso.

Pero debía asegurarse de ser el quien lo sorprendiera. Lastima que su trabajo le habia arruinado la oportunidad hasta quien sabe cuando. . . y temía, temía que en su tiempo de ausencia alguien mas se abriera un lugar en el corazón de Fica.

No tan grande como el suyo, de eso estaba seguro. Además, si Albafica quisiera estar con alguien mas, ya lo habria corrido del departamento y se hubiera comenzado a negar a sus besos. . .

Oh el beso frente a ese modelito.

Rió un poco, recordando la cara de sorpresa del moreno. ¿Y por qué no? Tambien la suya, si habia algo que le fascinada al italiano eso sin duda seria la forma en la que su bello novio groelandes llamaba su atención.

Como. . . la primera vez que se cruzaron.

«Si sigo pensando en eso. . .» Toco su pecho, un dolor comenzó a instalarse en el al pensar en alejarse de Fica.

Sin mas sacudió su cabeza, tratando de alejar esos pensamientos, ocultando la cajita de cuero en la maleta, cubierta por un par de calcetas y unos pantalones. En ese mismo instante el rubio salio del baño, con una toalla descansando en su cabeza, luciendo de pijama una camisa negra de tirantes y un short gris, dejando sus piernas al descubierto al igual que sus pies.

El azabache quien estaba de espaldas, no se dio cuenta y continuo haciendo su maleta, provocando la confusión y el miedo en el modelo.

— ¿Manigoldo? — Llamó, asustando al azabache. — ¿Por que estas guardando tu ropa? Oh ya veo, quieres que hagamos un viaje, perdón amor, pero no podemos irnos sin avisar

Cerro sus ojos para evitar mirar al contrario y darse cuenta de lo que ocurría, para acercarse y sacar un par de camisas de la maleta del italiano, temblando. . .

— Fica. . . — susurro el agente para detener la mano de su pareja. — Yo. . . bueno. . . Perdóname, no quería que te enterarás así pero. . .

— ¿Desde cuando?. . .

El italiano alzo las cejas, estaba confundido.

— Esta tarde en la agencia. . . ¿Para que celarme si ibas a abandonarme? — Empuño sus manos, y a pesar de mantener el rostro alzado, este se encontraba neutral

Pero esquivando las gemas grises de Manigoldo. Este avanzó un paso, mismo que el groelandes retrocedió, manteniendo la distancia entre ellos.

— ¡SOLO UN PENDEJO SERIA CAPAZ DE ABANDONARTE! — Exclamó para tomar el brazo del rubio, y atraerlo a si para envolver su brazo libre en la cintura contraria

Permitiendo que el modelo escondiera su rostro en el cuello del azabache. Calmando se al sentirse protegido por los brazos y la loción que tanto amaba del italiano. 

— ¿Entonces por que te vas? — pregunto para separarse del abrazo lentamente pero tomando con firmeza la mano del italiano

Permitiendo que las gemas grises se perdieran en el celeste del cielo que la mirada del otro representaba.

— Ven — indicó el azabache, sentándose en la cama, con el modelo entre sus piernas, apoyando su espalda en el pecho del italiano quien tomo la toalla y comenzó a secar las largas hebras rubias, aspirando ese aroma a rosas que este desprendía, tomando así el valor para decirle la noticia. — ¿Recuerdas el caso de las hermanas Haskell?

— Como olvidarlo, fue tu primer caso oficial — menciono, relajándose por las caricias en su cabeza

El italiano suspiro, dejando salir sus miedos.

— Asesinaron a Shoko, no hay rastro de sus hijos. . .

Ante la impresión no pudo evitar abrir sus orbes como platos a sabiendas de lo que significaba. 

— Kyoko por otro lado, se niega a hablar con alguien que no sea yo. . .

Mas silencio, uno con el miedo a la reacción y sin mas, veía su pesadilla cumplida cuando su novio se levanto y salio por la puerta.

Pero nunca espero lo que paso a continuación.

— Debes seguir con tu maleta — pronto el rubio volvió a entrar a la habitación, con su laptop en mano y sus ojos un poco llorosos. — Yo te buscare un vuelo y hospedaje

— Fica. . . — dijo para nuevamente estrecharlo en brazos «Descuida, no sera por mucho tiempo»

«Lo se, se que encontraras a esos niños, encerrarás a los malditos y. . . volverás»

Las palabras sobraban ante el resonar del universo en el interior de ambos enamorados. Una conexión forjada con la defensa de las rosas de uno y el inquebrantable  espíritu de quien se enfrenta a la muerte. 

Y de la misma forma transcurrió la noche, perdida en el silencio ante la incertidumbre del incierto destinó. Uno que convoco la llamada del vuelo.

El italiano miraba el pasillo que, en unos momentos lo llevaría al avión. Y a su lado tomando fuerte se su mano se encontraba el groelandes.

«Pasajeros del vuelo 417 con destino a Paris, Francia, favor de abordar el avión» 

— Es hora. . . — susurro el rubio para abrazar a su pareja

— Fica. . . — el modelo sentía las lágrimas en su hombro.

Este solo acarició esas hebras negras que amaba. Y beso su cabeza, tal cual lo habia hecho después de la noticia.

— Mírame — menciono, notando como el agente se negaba a separarse. — Mani, mírame

El de orbes grises se encontraba con las mejillas sonrosadas junto un pequeño rastro de lágrimas, uno que fue retirado con gentileza por el modelo, al besar las mejillas de su pareja, y después besarse.

Al separarse y aun con sus manos en las mejillas de su pareja hablo.

— Descuida, solo serán unos meses y yo estaré aquí esperando tu regreso

— Saldremos de esto Fica, y cuando regrese. . . — el italiano retiro las manos de su pareja y las beso. — Te haré una proposición, que espero que te cause la misma emoción que a mí

No iba a dejar que su despedida se convirtiera en un recuerdo amargo, a pesar de que el mismo, no quería abordar el avión. Y sin mas, el azabache soltó las manos del rubio para ir a ese jodido transporte.

Con lágrimas corriendo por los orbes de ambos, llevaron una mano a su corazón. Rogándole a este que ese sentir no desaparezca, para con el nuevo amanecer reencontrarse.

. . .

El de hebras rojizas abrazaba con fuerza su almohada, imaginando aquello que ocurría en el mundo de los sueños.

— June. . . amor mío. . .

Comenzó a besar a su "amada" cuando de repente, esta lo golpeo. Sin embargo el impacto termino por despertarlo.

— ¡OH VAMOS! — Exclamó este al descubrir que no estaba con esa chica

Si no es su apartamento, y termino por caerse de la cama debido al continuo golpeteo de la puerta.

— ¡¿QUE?! — Grito, pues apenas eran las 7:22 am

Pero el golpeteo seguía.

Apolo termino por rendirse para dirigirse a la puerta de su pequeña casa. Abriendo la puerta sin fijarse.

— ¡Uwaaa! — Rápidamente unos pálidos brazos rodearon su cuello, así como los sollozos incontrolables

El secretario apenas habia logrado reconocer al joven hombre.

— ¡¿Albafica?! ¡¿Que carajos?! — rodeo su cuerpo con sus brazos aun sin entender sus balbuceos

— Es que. . . — trato de hablar sin embargo. — Waaa ahhhh due-duele ahhhhh n-no qui-quiero waaaa

No podía hablar sin interrumpirse a si mismo con los llantos, sin mas el de orbes índigo alzo el rostro se su amigo. Mismo que se encontraba con la mejillas rojas al igual que la nariz y de sus gemas celeste no paraba de derramar lágrimas, trataba de sorber se los mocos, que tambien amenazaban con salir.

— V-ven — guió al modelo al sofá de su casa, para después correr al baño, tomando un royo de papel que fue impactado contra el rubio. — ¡Haré café, mientras límpiate que eres un asco!

«Vete a la mierda Apolo» pensó este, pero aun así comenzó a limpiarse

Mientras que en la cocina, el secretario comenzó a hacer suposiciones de lo ocurrido, así como el café que le prometió a la pequeña flor en su sala. Una vez estuvo listo el café se dirigió de vuelta «Seguramente se peleó con Manigoldo, o ese imbécil hizo alguna idiotez» pensaba este con las tazas en mano

— Aquí tienes — menciono entregándole la suya, mirando como parecía haberse calmado, no dejaba de llorar, pero al menos ya no sollozaba. — Ahora, ¿Me dirás por que llegaste a mi casa, temprano y además en mi único día de descanso?

— Si. . . es que. . . — Quizá Apolo necesitaba ser mas amable, pues de inmediato el rubio comenzó a sollozar de nuevo. — Ma-mani. . . ahhhhh waaaaaa s-se uwaaaaaa

El griego solo suspiro «Esta sera una larga mañana» pensó con una gotita cayendo de su frente

. . .

Después de tres horas en continuo llanto logro calmar al rubio, al menos lo suficiente para que esté logrará contarle con detalle lo ocurrido durante la noche y esa misma madrugada, pues según las palabras del modelo, no logro conciliar el sueño, por lo que estuvo despierto hasta la hora que debían alistarse para ir al aeropuerto.

— Bien. . . — el secretario de encontraba sentado, con los codos apoyados en sus rodillas a la par que su mentón era ocultó por sus manos. — ¿Por qué lo dejaste ir?

— Por qué. . .— el de orbes celeste se aferró a la almohada. — Sé que no se hubiera perdonado después el haber abandonado a esos niños, yo puedo sobrevivir sin el. . . Pero ellos. . .

El cielo en su mirada reveló su conflicto, motivo por el cual lo dejo ir.

— ¿Pero no te da miedo? ¿El que algo pueda ocurrirle?

— ¡Claro que sí! — alzó su voz, arrepintiendo se al instante para disculparse. — Perdóname, es solo que todo esto me tiene mal

El mayor solo negó con la cabeza, para sentarse en el mismo sofá que el modelo y abrazarlo, permitiendo que el de lechosa piel descansará en su hombro.

— Descuida salvaje — mencionó revolviendo sus hebras rubias

— Me aterra, recibir la llamada y que me digan que no volverá, pero. . . — un nuevo sollozo se escucho. — Confío en el, y sé que estará bien, es solo que es la primera vez que saldra del continente, y quién sabe por cuánto tiempo.

— ¿Cuánto a sido lo más que se a tardado? — pregunto Apolo

— Un mes. . .

— Bueno, como dices el nerd es rápido y ama su trabajo, no dudes que estará de vuelta más rápido de lo que crees — sonrió este, reconfortando a su amigo de la infancia, para después sentir el golpe del cojín

— ¡Solo yo le digo Nerd! — Exclamó, con un tierno puchero

Causando las risas del pelirrojo, y a su vez notando la hora.

«10:52 am»

— ¡No jodas! ¡Vas una hora tarde! — grito, sujetando el brazo del groelandes provocando casi su caída. — Báñate en friega, ¡Aún puedes! ¡Yo te traigo ropa, es más! ¡COSE LA MÍA PARA QUE TE ENTRE!

Sin más, recibió un nuevo golpe.

— Me reporte enfermo pendejo

— ¡Manigoldo! ¡Sal de ese cuerpo en este instante! — exclamó, acomodando sus brazos en cruz, logrando su objetivo al escuchar la melodiosa risa del modelo

«Mas te vale volver pronto italiano, no sé cuánto me dure la paciencia con su rosa salvaje» 

— Ahora qué lo pienso. . . — recordó el secretario. — ¿Por qué no fuiste con alguno de tus amigos? Eh quita esa mirada, que no te estoy corriendo, solo me da curiosidad saber.

El modelo se sentó, cruzando sus piernas, para después estirar una mano hasta su rodilla. — Vida laboral — habló, para luego estirar la otra mano. — Vida personal. Lo peor que puedes hacer es mezclar ambas

— Pero sí yo trabajo contigo — alzó sus cejas con desconcierto

— Si, ¿Pero desde cuándo y en donde nos conocimos? Encima, comenzamos a trabajar en el mismo lugar a diferente tiempo y en puestos diferentes. Podré tener una buena relación con los otros modelos, pero eso no quiere decir que sean mis amigos, solo son conocidos que competimos entre nosotros por un mejor sueldo.

— Entiendo, no lo había pensado de esa forma, al menos en la agencia trabajo bien y me llevo bien con los otros secretarios, nunca eh tenido problemas. — revolvió su cabello un poco confuso

Albafica solo negó con la cabeza.

— No digo que este mal, solo mantener una distancia prudente de los demás

— Pfff — Apolo comenzó a reírse, causando el desconcierto en el rubio, quién lo golpeó con un cojín. — Lo siento — se disculpo entre risas. — Es solo que fue como verte en la escuela de nuevo, me dijiste lo mismo cuando me encargaron a mi hacer el proyecto

Sonrió de manera lastimera, recordando aquella ocasión.

— Un proyecto que hubieras echo solo de no haber sido por mi gran y bondadoso corazón — movió su cabello, para después guiñarle un ojo al pelirrojo

— Si. . . Sobre todo bondadoso — nuevamente una gotita se asomó por su sien, para después volver a ser golpeado con el cojín. — Si vuelves a pegarme no me hago responsable — advirtió para después recibir otro golpe, por lo que molestó tomo otro cojín para comenzar una pelea

Una que se vio terminada por el golpeteo de la puerta, asustando a ambos.

— ¿Llamaste a alguien?

— ¿Tú no esperabas a alguien?

Preguntaron al unisono, negando ambos en el acto, hablando de nueva cuenta al mismo tiempo.

— Tengo dignidad, no pienso dañar mi imagen de insensible

— Soy antisocial, a lo mucho sería el repartidor pero no eh pedido nada

— ¡Espera! — exclamó Albafica. — Si no has llamado a alguien, y yo tampoco. . .

— ¿Entonces? — interrumpió Apolo

Ambos intercambiaron miradas, para después el pelirrojo comenzar a avanzar, seguido del groelandes a su espalda. Ambos llegaron a la puerta y con cuidado se asomaron por la ventana. . . En realidad fue el rubio, quién era más discreto al momento y logro ver a la persona detrás de la puerta.

— ¡Es una chica rubia! — exclamó entre susurros hacia su compañero. — Me vas a tener que disculpar pero esas botas no le quedan al conjunto, si se hubiera puesto un pantalón de tiro alto de mezclilla y unos botines blancos le quedaría, ya que combinaría con su ombliguera verde limón

«Rubia, usa ombliguera y trae botas» pensaba el griego

— ¡Mueve idiota! — jaloneo al modelo para después voltear lo y sujetarlo del cuello de su camisa. — Es mi vecina, y mi Crush, ni se te ocurra hacer alguna estupidez

Golpeó las manos que lo retenían para devolverle la mirada severa. — Idiota tu trasero — se dió la vuelta, caminando hacia el cuarto del pelirrojo. — Abrele a tu amorcito, yo estaré bien tranquilito

«Este imbécil» haría algo, estaba seguro, pero no podía dejar a June afuera, por lo que tomando aire abrió la puerta.

— ¡Apolo! ¡Buenos días! — saludo la bella muchacha de hipnóticos ojos azules

— Buenos días June — se hizo a un lado para recibir a la chica. — ¿Que te trae por aquí está bella mañana?

— B-Bueno. . . — está se sonrojo un poco.

«Haber veamos si mereces la pena» pensaba el modelo, dentro del cuarto con el celular un poco afuera, para atravesar del reflejo observar todo

— Y-yo me preguntaba s-si. . .

«¿Si quiero ser tu novio? Por supuesto linda» La ilusión del griego estaba por los aires  

— ¡Hay pero que pena! Necesito una mano con la reparación de mi carro.

Al fondo de escucho un golpe, aunque claro fue ocultó por la exclamación del secretario.

— ¡Descuida! ¡Yo me encargo! — ocultó tanto el golpe como el sonido de sus ilusiones quebrándose

Seguido de eso, fue abrazo por la rubia.

— ¡Muchas gracias Apolo! — exclamó, para después besar la mejilla del pelirrojo, seguido de eso salió de la casa.

Dejando a un embobado heleno, con la mano en su mejilla.

— Calienta boxer~♪ — canturreo Albafica saliendo del cuarto

— ¡Cállate! — exclamó el secretario con las mejillas coloradas

Después de el inconveniente, y por ambos sin ganas de cocinar, decidieron pedir una pizza. Algo que provocó un pequeño conflicto por la dieta del modelo, uno que lloro de nuevo para conseguir su valioso objetivo, pues sin la comida de su amado italiano lo único que podría ayudarlo sería una pizza de peperoni con tocino extra grande y un gran bote de helado de queso fresa junto con una buena tarde de películas de horror.

— ¡No jodas! — grito el heleno, cuando la novia apareció trepando las paredes.

— Pfff. . . — comenzó a carcajearse el rubio al ver caer a la protagonista de las escaleras, causando más miedo en su compañero

Y de la nada, el celular del de orbes celeste comenzó a sonar, verdaderamente asustando a ambos.

— ¡No cierto! Olvidé hablarle a Minos

— ¡¿Que olvidaste que?! — rápidamente el pelirrojo tomo de los hombros a su compañero, sacundiendo lo a los lados. — ¡¿Que esperas para contestar?!

Minos Enoksen, un temido y respetado abogado en toda Suecia, y en los estados en donde ha trabajado. Jamás pierde ningún caso, aliado de Manigoldo cuando se trata de poner tras las rejas al criminal.

Un hombre intocable al igual que firme. . . Que lamentablemente es el hermano mayor de Albafica.

— ¿B-Bueno? — contesto esperando la reprimenda

— Me enteré de que Manigoldo se fue. . . — «aqui viene» pensó el groelandes. — ¡¿Cuando pensabas llamarme?! ¡Tengo miedo que te suicides por ese imbécil!

— P-perd. . .

— ¡NADA DE PERDON! — El rubio alcanzo a separar el celular a tiempo antes de quedarse sordo. — Xander y Helge te aman, ¿Que hago yo sí pierden a su tío?

— No harás nada, por qué no me iré, no sé de dónde sacan que me voy a matar

— Quizá por melodrama tico— mencionó Apolo, quién rápidamente fue golpeado con el cojín

— ¿Con quién estás? — pregunto el albino tras el teléfono

— Ah con Apolo, no ire al departamento hay. . .

— Demasiados recuerdos — completaron el heleno y el groelandes mayor.

— En fin, ¿Vas a venir? — pregunto el menor

— Ya estoy en el aeropuerto, los niños están emocionados, escucha — el silencio estuvo presente por un momento antes de escuchar dos vocecitas al unisono. — ¡Tío! ¡Tío! Vamo a Ameica, vamo a Ameica!

— ¿Nos podes lecojer? — El rubio reconoció la voz del más pequeño de sus sobrinos

— Si Helge, mi pequeño amor, nos veremos en cuento lleguen e iremos a ese parque que tanto te gusta.

Y de manera interna, Albafica agradeció todo lo ocurrido en el dia. Puede que su novio se haya marchado, pero regresaría y por mientras, el disfrutaría del tiempo en calidad con su mejor amigo y su familia.

Haciendo valer las palabras de su fallecido padre. Unas que quizá predijeron aquello que pasaría después.

“A veces las personas te dejan, creyendo que están solos. Y somos humanos, es normal equivocarse y caer en el camino, ahí es cuando alguien te tenderá la mano. Es tu decisión que hacer después”

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