Ch II. Reunion

Feliz San Valentín <3

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Ch II. Reunion

No podían ver claramente puesto que era de noche, pero la arena del suelo y el frío de aquella noche les hicieron darse cuenta que ya no estaban en Ciudad Domino, es más, ni siquiera estaban en su época...

- ¿Qué hacemos ahora?- habló Yugi tratando de mirar a su alrededor, lo que le resultaba algo difícil por aquella obscuridad abismal- Ni siquiera sabemos por dónde empezar a buscarlos. Y aunque puedo sentir la presencia del faraón, es demasiado débil y no puedo precisar de dónde viene...

- Yo tampoco puedo sentir en su totalidad a Bakura- mencionó en murmullo. Se escucharon algunas voces y pasos acercándose- Mejor nos vamos de aquí antes que alguien nos vea- ambos chicos se apresuraron para esconderse, encontrando una especie de callejón que se formaba entre dos pequeñas casas. Se quedaron en silencio y esperaron ahí. Unos momentos más tarde, un par de guardias del faraón pasaron frente a ellos, pero afortunadamente pasaron de largo.

- Eso estuvo cerca- mencionó el pequeño tricolor mientras miraba hacia atrás al escuchar una débil respiración

- Sí, muy cerca- añadió Ryou- bueno, supongo que es mejor que...- miró a su lado, pero Yugi ya no estaba ahí- ¿Yugi?

- ¡Ryou!- le llamó alarmado, por lo que el albino se apresuró a buscarlo. Al encontrarlo, se sorprendió al darse cuenta de la persona que había encontrado; era Bakura, quien se hallaba con los ojos cerrados del dolor, con una profunda herida en su costado izquierdo y con una gran mancha de sangre en la pared y el suelo.

- Bakura!- se agachó a la altura de su yami, moviéndolo un poco- Bakura, ¿estás bien?- su yami abrió dificultosamente sus ojos, encontrándose con el lindo rostro de Ryou, lleno de preocupación

- ¿Ryou...?- habló en ronca voz, como si le resultara imposible hablar más claro-

¿Cómo llegaste aquí?

- No es momento para que te pongas a preguntar eso, tenemos que atender tus heridas

- Será mejor que primero nos vayamos de aquí. Deben estar buscándome...

- De acuerdo

- Mi caballo... está por allá- señaló una dirección y pronto Yugi fue por él. Entre los dos jóvenes ayudaron al ladrón a subir a su corcel y comenzaron a alejarse lentamente; Bakura apenas y podía sostenerse sobre el caballo, mientras que Yugi y Ryou caminaban a su lado.

A las afueras de la ciudad, escondida entre las dunas del desierto, se encontraba una pequeña cabaña de barro y piedra que era difícil de distinguir de la arena, con apenas dos ventanas y una puerta hechas de madera. Bakura bajó del caballo con la ayuda de los otros dos, ató al potro en un tronco y los tres entraron a la pequeña casa. El lugar consistía apenas de 3 habitaciones, en la primera había algunos barriles llenos de agua; unos recipientes hechos de madera que servían para beber el vital líquido; algunas mantas viejas y desgastadas; otros recipientes un poco más grandes que los anteriores que contenían algunas frutas y semillas; una cama hecha de madera y fibras; dos enormes baúles y algunos jarrones de barro decorados con llamativos colores; las otras habitaciones resultaban desconocidas, ya que había dos enormes pedazos de tela cubriendo las entradas a manera de cortina. Bakura se sentó en la cama, intentando recuperarse, después miró a los dos jóvenes

- Yugi- pronunció el mayor- ¿Puedes darle algo de agua al caballo?

- Enseguida- el tricolor tomó un recipiente, sacó algo de agua de un barril y salió apresuradamente

- Tengo que curar tus heridas- mencionó Ryou, yendo a donde estaban las telas y tomando una, desgarrándola en largas tiras. Tomó algo de agua con un recipiente y mojó uno de los trozos de tela en éste- Bakura, quítate la túnica

- ¿Para qué?

- ¡Quítatela y punto!- el peliblanco no tuvo opción más que obedecer, dejando ver un orificio hecho en la túnica. Ryou comenzó a limpiar la herida con el trapo húmedo; en ese momento Yugi entró nuevamente

- Sólo con agua no vas a curarme

- Eso ya lo sé- respondió tratando de ignorarlo

- Yugi, hay algo de pomada antiséptica en aquel recipiente- dijo señalando uno de tantos

- Bien- el tricolor lo cogió y se lo dio a Ryou. El albino limpió la herida cuidadosamente y después aplicó la pomada en la piel de Bakura, para terminar vendándolo con los trozos de tela que había tomado. Bakura cerró los ojos y se quedó quieto de repente

- ¡Bakura!- dijeron Yugi y Ryou al mismo tiempo, evidentemente preocupados

- Estoy bien- respondió el ladrón con una sonrisa, abriendo los ojos de nuevo- Ryou, sabes bien que mis heridas no son realmente un problema para mí

- Bueno, sí... pero...

- Estoy bien- repitió- Ahora díganme cómo fue que llegaron aquí

- Nos ayudó Ishizu- respondió el tricolor

- Me lo suponía. Esa mujer siempre está metida en este tipo de cosas

- ¿Entonces?- dijo Ryou

- ¿Entonces?- dijo Bakura, como no entendiendo

- ¿Qué sucedió con el faraón?- Bakura puso un semblante serio y bajó la mirada- ¿Bakura?

- Fue Seth, de eso no hay duda - respondió al fin- ocurrió apenas hace unas horas...

—Bakura flash back—

La tarde comenzaba a caer en aquella ciudad, el sol comenzaba a ocultarse tras los enormes montículos de arena. Bakura y su amante, Atem, recorrían el mercado de la ciudad, buscando provisiones para su siguiente viaje. No solían quedarse mucho tiempo en un solo lugar, así que tenían varias chozas cercanas a las aldeas más importantes de Egipto, todas ellas ocultas entre la arena, y después de unos días regresaban a su hogar, oculto en un oasis. Ambos iban siempre con una larga túnica que cubría su cabeza que les llegaba hasta un poco más abajo de las rodillas para evitar ser reconocidos.

Después de comprar algo de comida, subieron al corcel negro de Bakura y se pusieron en marcha, Atem en la parte delantera y Bakura detrás de él, guiando al caballo. Era mucho más fácil recorrer el desierto de noche, ya que era más fresco, y a pesar de que no lograban ver mucho, el peliblanco no tenía problemas para guiarse.

- Bakura- le llamó el tricolor- ¿De dónde sacaste el dinero para pagarle al mercader?

- No preguntes cosas tontas, está claro que lo robé- Atem bufó molesto- tranquilo, no es que se los haya quitado a los aldeanos, se lo robé a un cobrador de impuestos

- Pero sigue siendo el dinero de los aldeanos

- Deja de quejarte, hago lo que puedo

- Disculpa- suspiró un poco y tomó la mano de Bakura, quien la apretó con fuerza. Ni siquiera habían salido de la ciudad cuando una fecha proveniente de algún lugar impactó contra el suelo, descontrolando al caballo, tirando a ambos y haciendo que el corcel se perdiera entre las casas de la aldea. Bakura levantó enseguida al tricolor y lo abrazó, desenvainando su espada y poniéndose en guardia. Pronto otra flecha fue dirigida a ellos, mas el peliblanco logró detenerla con su espada

- Bakura...- habló temeroso

- Descuida, todo está bien- las flechas siguieron atacándolos desde la obscuridad, Bakura apenas y podía detenerlas ya que no lograba ver de dónde venían, sólo podía saber dónde estaban gracias al sonido que hacían. Otra flecha fue hasta ellos, más específicamente a donde estaba Atem y, en su afán de protegerlo, Bakura recibió la flecha, incrustándose en su cuerpo. Cayó de rodillas al suelo, sujetándose el lugar de la herida

- ¡Bakura!- el tricolor se arrodilló frente a él, abrazándolo fuertemente

- Estoy bien, no te preocupes- hizo un intento por pararse pero le fue imposible, la herida había sido más profunda de lo que pensaba. Cuidadosamente retiró la flecha de su cuerpo y preparó su espada de nuevo, no quería perder lo más preciado para él y estaba dispuesto a dar su vida por su amado Atem.

Otra flecha dio en el mismo punto que la anterior; el arquero que los atacaba debía ser el mejor como para dar en el mismo punto dos veces ¡Y en la obscuridad! Esta vez Bakura ya no pudo sostener su espada y la dejó caer. Algunos sujetos se acercaron a ellos, juzgando por sus ropas pertenecían al ejército del faraón, tomaron a Atem por los brazos y le obligaron a soltar a Bakura, arrebatándole a éste el anillo del milenio también; Bakura irremediablemente cayó, no pudiendo hacer otra cosa más que mirar cómo aquellos sujetos se llevaban al tricolor, quien gritaba con todas sus fuerzas su nombre, tratando de zafarse y llegar hasta él de nuevo...

—End flash back—

- Cuando desperté seguí en el suelo- explicó Bakura- me retiré la flecha, cogí mi espada y traté de llegar hasta mi caballo, pero la herida era lo suficientemente grave como para sólo dejarme caminar unos pasos hasta aquel callejón donde me encontraron

- Por dios- Yugi se cubría el rostro con sus manos- espero que Atem esté bien

- Lo está. Seth no puede lastimarlo, no todavía

- ¿Por qué? ¿Qué tiene ese Seth en contra del faraón?- esta vez preguntó Ryou, sentándose al lado de Bakura

- Ya te lo dije, Seth es el hijo del rey Aknamkanon. Seth es el hijo de la esposa del faraón, mientras que Atem nació en brazos de una simple esclava. Ambos nacieron el mismo día, pero dado el parecido que Atem tenía con el faraón, éste se vio obligado a cambiar de lugar a los bebés, haciendo pasar a Atem como el hijo de su esposa y Seth como el hijo de la esclava. Su esposa murió apenas al dar a luz, mientras que la esclava nunca se enteró que el hijo al que criaba no era suyo; el faraón asesinó a los parteros que estuvieron presentes en ambas situaciones para evitar que se supiera la verdad. Después Aknamkanon se aseguró que Seth alcanzara un puesto entre sus guardianes y le contó todo a su hijo legítimo, alimentando el odio de éste hacia Atem

- Pero hay algo que no me queda claro- expresó Yugi con duda- Si se supone que el faraón y Seth eran los únicos que sabían, ¿Cómo fue que te enteraste tú?

- Un ladrón tiene sus medios

- ¿No sería más fácil para Seth matar al faraón y quedarse con el trono?- cuestionó Ryou

- Aunque lo deseé no puede hacerlo. Hace unas semanas nos enteramos que el padre de Atem fue atacado por una enfermedad y murió de manera repentina que no le permitió dejarle el trono a Seth, por lo que, técnicamente, Atem sigue siendo su sucesor. Si mata a Atem no podrá quedarse con el trono, más bien el poder se distribuiría entre los guardianes de los artículos del milenio. La única forma que se me ocurre para que Seth se quede con el poder, es obligando a Atem a renunciar al trono y a cedérselo a él; lo que le resultará algo difícil porque no creo que los demás guardianes estén de acuerdo con eso. Así que por el momento, no puede hacerle daño a Atem

- Pero eso no garantiza que no esté sufriendo- añadió el tricolor con trono triste

- Es verdad, por eso, en cuanto sane mi herida, iremos por él. No tardaré más de dos días, y un día más en llegar a la ciudad donde está el palacio. Sólo espero que Atem pueda resistir hasta entonces- Bakura volvió a bajar la mirada, como rogando a los dioses que cuidaran de su tesoro por unos días- Pero no podemos ser negativos, sé que puede hacerlo- dijo levantando la mirada, portando una forzada sonrisa en su rostro

- Tienes razón él estará bien- corroboró Yugi animado

- Bakura, cambiando de tema un poco, ¿Puedo preguntarte algo?- pidió su luz

- Claro, ¿de qué se trata?

- Sobre lo que...- su rostro enrojeció- Lo que pasaba cuando... se apoderaban del cuerpo de Yugi y los míos- el tricolor se sonrojó también

- ¿Eh?

- Pues eso que pasaba a veces... cuando...- el albino no podía seguir hablando, le resultaba tan vergonzoso- En estos últimos meses... cuando dominaban nuestros cuerpos...

- No recuerdo haber hecho algo así. Quizá algo de nuestros poderes se filtró desde nuestros artículos a los suyos sin que nos diéramos cuenta; y como ya teníamos energía de más, por algunos momentos sus cuerpos imitaban lo que nosotros hacíamos. Pero díganme, ¿Qué clase de cosas hacían?- los dos chicos se sonrojaron aún más; dejando que Bakura adivinase lo que pasaba y también se sonrojara levemente- Bueno, no hablemos de eso. Mejor dime Ryou, ¿Cómo has estado en estos meses?

- Yo...- sus ojos se humedecieron repentinamente al recordar lo dolorosa que había sido su vida en casi un año, completamente solo. Se arrojó a los brazos de su yami y comenzó a llorar como nunca en su vida; Bakura sólo lo abrazó cariñosamente y acarició sus cabellos, tratando de reparar el daño que acababa de hacerle a Ryou al preguntar.

En tanto Yugi miraba con cierto desprecio a Bakura, no sólo le había arrebatado a Atem, sino que ahora también se le veía muy amistoso con Ryou, y él ya no deseaba perder a más personas. Extendió una manta en el suelo y se sentó en ella, mirando de vez en cuando a los otros dos. Después de un largo rato, las lágrimas de Ryou cesaron y éste se durmió en brazos de Bakura, aún con signos de tristeza en su rostro. El mayor le cubrió con su túnica y se lo acomodó en brazos a modo de que pudiera apreciar mejor su rostro.

- Yugi- habló lo más bajo posible para no despertar a su luz- ¿Qué le pasó a Ryou?

- Fueron sus padres- habló serio- Desde su último paquete donde le dijeron que tenía una hermana de un mes, ya no le han llamado o mandado algo, ni siquiera dinero, por lo que Ryou ha tenido que arreglárselas solo

- No pensé que tú permitirías que se sintiera solo- exclamó, ganándose una mirada interrogadora por parte del tricolor- Te gusta, ¿No es así?- Yugi se ruborizó de nueva cuenta

- Después que ustedes se fueran- comenzó a explicar- Yo no hacía otra cosa más que llorar, porque extrañaba a Yami, pero Ryou,... Ryou me dio ánimos, me dijo que siguiera adelante... y poco a poco comencé a necesitar que él estuviera conmigo. Casi un mes después, Ryou comenzó a cambiar, ya no sonreía como antes y pasaba la mayor parte del tiempo en casa. Quise animarlo del mismo modo que él lo había hecho conmigo, mas pronto comenzó a ignorarme, a tal grado que me lastimaba. Poco después comenzaron a pasarnos esas cosas extrañas, y la primera vez que Ryou me besó en tu papel fue que me di cuenta de que me había enamorado de él. Y aunque nunca he podido decírselo, adoraba ese breve instante de consciencia que tenía antes de ser dominado por Atem, en el que lentamente se acercaba a mí y me decía que me amaba...- el peque retiró algunas cristalinas lágrimas que habían logrado escapársele de sus amatistas orbes- Disculpa...

- No te preocupes- acarició un poco la mejilla de Ryou y la besó cuidadosamente, y después lo estrechó más contra su cuerpo- Yugi, deberías dormir en la cama también, yo puedo quedarme en el suelo

- No, está bien. Estás herido y necesitas descanso, a mí no me importa quedarme aquí

- Por lo menos coge una o dos sábanas más, las noches aquí son demasiado frías

- Lo sé- se levantó y tomó otras tres mantas, una para Bakura y Ryou y las otras dos para sí- Buenas noches- dijo antes de acurrucarse en el suelo, cubriéndose de pies a cabeza

- Buenas noches- respondió. Extendió la túnica de modo que alcanzase a cubrirlos a ambos, luego extendió la sábana para poder cubrirse y lentamente se quedó dormido.

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Lejos de ahí, en el palacio del rey Aknamkanon, en lo más profundo de la edificación, dentro de sus calabozos... en la más alejada celda, se hallaba el joven príncipe Atem, vestido apenas con unos andrajos y con su hermoso rostro lleno de tierra. Nadie que lo viera en ese momento pensaría siquiera que se trataba de alguien de la realeza. Estaba acurrucado en una esquina al lado de su sencilla cama y de una silla de madera, junto a una mesa del mismo material. El tricolor no dejaba de pensar en su querido Bakura casi al borde de las lágrimas, deseando que estuviese bien y a salvo. Suspiró un poco y miró por la diminuta ventana de la puerta, donde apenas y podían entrar las luces de las lámparas de afuera. Escuchó unos pasos acercarse y se levantó de prisa, tratando de alejarse lo más posible de la puerta; los guardias abrieron las cerraduras, dejando entrar al causante de su encierro, el sacerdote Seth, quien alguna vez había sido uno de sus sirvientes más leales. Al entrar, los guardias aseguraron la puerta de nuevo para evitar que el prisionero escapara. Seth se aproximó a paso lento hacia Atem, dejando el tocado que usaba en su cabeza sobre aquella mesita y siguió su camino a donde estaba el tricolor.

- Vaya, vaya...- dijo el castaño con rastro de burla en sus palabras- nunca esperé verte de esa manera, ahora sí pareces hijo de tu madre- Por más que intentó hacerse el fuerte, Atem no pudo evitar que sus ojos se humedecieran

- ¿Dónde está Bakura?- habló por fin con voz desafiante

- ¿Y yo qué sé? Tal vez muerto por ahí...

- ¡Mientes, Bakura está bien! ¡Lo sé!

- Me da igual si está vivo o no, de todas formas no podrá salvarte esta vez- tomó al tricolor por el brazo y lo arrojó en la cama, subiéndose en él y apresándole las manos sobre su cabeza

- ¡¿Qué haces?! ¡Suéltame!- el tricolor hizo un esfuerzo por zafarse pero una bofetada por parte del ojiazul le hizo quedarse quieto. Se apoderó de sus labios salvajemente y luego bajó a su cuello, donde dio fuertes mordiscos- ¡¡Déjame!!- gritaba asustado Atem, dejando correr su llanto por todo su rostro. Seth bajó sus manos hasta la entrepierna del tricolor, apretando fuertemente su miembro- ¡¡No!! ¡¡Aahhhh!!-suplicaba el pobre príncipe mientras su cuerpo empezaba a temblar- ¡¡Bakura!!

- Te lo repetiré, ese ladrón no puede ayudarte esta vez- cogió la ya erecta hombría de Atem y comenzó a masturbarle con la mano- Nadie puede ayudarte. Todos tus soldados, sacerdotes, incluso los guardianes de la corte del faraón están convencidos de que eres un traidor al haberte ido con esa basura, los únicos que piensan que fuiste "secuestrado" son el pueblo y la servidumbre. Claro, Mahado e Isis siguen siéndote fieles, por eso tuve que encargarme de ellos- ni siquiera podía preguntar que había sido de los dos mencionados, ya que el llanto mezclado con los jadeos se lo impedía. Al sentir cómo liberaba su orgasmo en las manos del castaño, gritó desesperado y cerró los ojos.

- Bakura... ayúdame...- musitó entre sollozos, temblando aún más. Seth se lamió la mano para tragar aquel líquido, se levantó de la cama y cogió su tocado, cubriéndose la cabeza de nuevo, para luego ir a la puerta

- Ah. Antes de que lo olvide- se viró a verlo- Tú y yo nos casaremos muy pronto, y una vez que te haga mío, te asesinaré y podré quedarme con el título del faraón- rio perniciosamente y ordenó que abriesen la puerta- Nos vemos luego, hermanito- dijo con ironía y salió de ahí, dejando a Atem acurrucado sobre la cama, llorando y pidiendo ayuda a los dioses...

Continued...


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