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Amanda

Acabo de llegar del trabajo a medio tiempo que tengo y Cristóbal ya está sobre mí.

—Estamos en un gran problema—frota sus ojos frustrado y mientras me saco mi abrigo y le dejo tirado en el respaldar del sillón él hace gestos con sus manos—. No sé porque aceptamos lo de la boda ¿En qué momento nos pareció una buena idea? Además no solo tenemos que ayudar a Ignacio, que por cierto no se me ocurre nada, estoy en un bloqueo creativo, sino que también a la otra pareja, a Elisa ¿No crees que les hicimos pasar un muy mal momento?

Lo dejo hablar, porque conozco a Cris lo suficiente para saber que cuando está nervioso necesita decir todo lo que su mente le permita. Me encamino a la cocina, con mi parlanchín amigo detrás.

<<Al menos ayudar a Elisa, aunque tú ya eres su amiga, en todo caso aquí estoy si necesita algo. Cómo sea. Tu almuerzo está en el horno, te espero, pondré alguna película de comedia romántica, de esas que te gustan.

Caliento el horno por diez minutos, pensando que tenemos una cliente mañana y debemos enfocarnos por ahora en ella , la gente no suele hacer fiestas los martes, pero en una ciudad tan grande siempre hay excepciones.
Mi enfoque se va al carajo cuando mi celular en la isla de la cocina vibra con un mensaje de Elisa.

Ayer, después de curar sus heridas y tomar su mano cuando lloraba de dolor, creo que las dos nos dimos cuenta que, aunque sonara cursi, hay una comodidad y paz entre nosotras, sin importar las circunstancias y el tiempo.

Ignoro el mensaje unos momentos para servir la lasaña que mi compañero de piso hizo, él es el único que sabe cocinar. Tomo mi plato y vaso de jugo y me siento a un lado de Cris

—¿Te das cuenta que ya es lunes y recién hoy te das cuenta en el lío que nos metimos?

—Oh cállate, al menos no me gusta la novia.

Tomo mi vaso escondiendo mi sonrisa detrás de él. El celular en mi pantalón vuelve a sonar, recordándome que tenía un mensaje de Elisa.

Novia fugitiva

14:04

Las ranas no son asquerosas, las arañas lo son.

¡Es que mira! ¿No es lo más tierno que has visto? <3

Rio al ver el video que me ha enviado de una pequeña ranita.

Badgirl

14:07

No negaré que sí está algo tierno, pero he visto cosas más tiernas.

Novia fugitiva

14:07

¿Qué puede ser más tierno que eso?

—¿No le dirás que ella cierto?-—él pestañea seguido sus pestañas, pone sus manos en sus mejillas y aguda la voz—. Eres más tierna que un sapo, Elisa.

Ruedo los ojos y le saco con mucha amabilidad el dedo medio. Respondo rápido el mensaje y me concentro en comer y ver la película. Ya terminé mi almuerzo y dejo el plato en la mesita cuando Cris me vuelve a hablar.

—¿Qué haremos para ayudar a Ignacio?

—¿Quieres la verdad o la mentira?

—La verdad.

Me encojo de hombros.

—No tengo idea.

—¿Vas a ayudar a Elisa?

— Eso me prometí.

Por el rabillo del ojo lo veo asentir y pasa su brazo por mi hombro. Me abraza y da un beso en la frente.

—Esa es mi bicho, siempre haciendo el bien.

Le correspondo el abrazo

—Lo sé, mi jirafa.

Pasamos molestandonos entre nosotros como siempre, no poniendo la suficiente atención en la tele, aunque de todas formas no importa porque la hemos visto varias veces. Le tiro del cabello y él también tira del mío, le pellizco y él me pellizca.

—¡Auch!

—Uy no seas dramático—veo en que parte está la película y me recuesto con mis pies en sus piernas—. Ya, shhh, viene la mejor parte.

Veo con rabia como el esposo la engaña y aplaudo cuando va enfrentarlo y darle lo que merece, me enfurezco de nuevo, le grito a la pantalla por lo ciegos que la chica y su mejor amigo son y para el final, cuando finalmente dejan de ser unos estúpidos malgastando tiempo, una idea viene a mí.

—Cris.

Él hace un sonido indicándome que me escucha aunque esté concentrado en la película, me ha dicho muchas veces que le empalagan las comedias románticas, pero yo sé que lo considera su gusto culpable.

—Tengo una idea para ayudar a Ignacio, pero no sé si te vaya a gustar.

👰  🤵  👰  🤵

Algunos odian los jueves, otros no, pero la verdad es que este día es mi favorito. El primer año cuando empezamos nuestro servicio, Cris y yo nos dimos cuenta que eran en exactitud los jueves los días que menos clientes teníamos al mes—cosa rara, porque siempre creímos que serían los miércoles—. Al principio lo tomamos como nuestro día libre junto al lunes, pero en una de las visitas que hicimos los dos como estudiante de Trabajo Social a una fundación contra el cáncer nuestro destino para ese día cambió.

Así que ahora todos los jueves íbamos a hacerles compañía, tanto a niños, como adultos y abuelos. A veces llevábamos disfraces, o juegos, organizamos actividades con las enfermeras y enfermeros. Otras veces, cuando no tenemos el tiempo suficiente, sólo llevamos nuestra compañía y alguna historia. Los payasos Amanda y Cristóbal, así nos dicen.

Solo una persona nos acompañó en los primeros dos años.

Esa persona fue mi hermano.

Y esta vez, sería Elisa.

—Aún no me creo que tus padres te hayan dejado salir.

Estamos los tres esperando a la simpática enfermera Sol para que nos de el pase libre para entrar.

—Sí, bueno, cuando les dije que iría con un "grupo de cristianas" a rezar por los enfermos ellos mismos se ofrecieron a llevarme y traerme.

—Bueno, de cristiana no tengo nada y no sé rezar, pero créeme que no te vas a arrepentir de haber venido.

Elisa me sonrió y asintió, llevando sus manos detrás de su espalda entrelazandolas y meciéndose para atrás y adelante. Otra costumbre que he identificado.

Sé que está nerviosa, porque ella misma me lo digo por mensaje. Es evidente que no salía mucho de su casa desde hace tiempo, y las únicas amigas que tiene son de la iglesia. Ariana, de la que hablaba con más cariño, era su única real influencia con el mundo exterior y gracias a lo insistente que era había salido a unas pocas fiestas en su vida.

Claro que tampoco era tanto porque los mejores padres del mundo creen que su amiga es mala influencia.

—Ya pueden pasar chicos.

—¡Genial!

Le hago un gesto a Cris para que se adelante y luego de sonreír y asentir se va a un lado de Sol, haciéndola reír con alguno de sus tontos chistes.

—Te van a adorar.

Elisa detiene su balanceo y me mira confundida.

—¿Ah? Lo siento, estoy nerviosa, creo que llevaba años desde que les mentía a mis papás así. Además nunca he hecho esto y soy tan estúpida a veces que me da miedo meter la pata y que, no sé...Te enojes conmigo o me odies.
Abro los ojos algo sorprendida por la última frase, pero niego la cabeza y como ya se nos está haciendo nuestra costumbre, le tomo la mano

—Nunca te odiaría, jamas. Y son niños, te pedí que me acompañaras precisamente por eso, son los más fáciles de convencer, les das un dulce y ya te aman.

Ella ríe al ver cómo saco de mi bolsillo una paleta y se la entrego.

—Eres maravillosa Amanda, seguro esos niños te quieren mucho.

—Solo porque les doy dulces—le guiño un ojo y aún tomando su mano, caminamos hasta las puertas dobles—. ¡He llegado, enanos!

Tengo que soltar la mano de Elisa porque muchos de ellos vienen hacia mí para abrazarme. Cuando finalmente me sueltan, Naomí, una de las más pequeñas del grupo, me abraza por la cintura con sus delgados brazos y me mira con ojos de gato con bota

—¡Mandy, Mandy! ¿Nos trajiste algo hoy?

—¡Naomí!—su madre niega con la cabeza, divertida—¿No crees que está chica es toda una ambiciosa, Amanda?

—Pues claro, lo sacó de su mamá—ella ríe y yo módulo una pregunta sin que Naomí me vea, Andrea asiente, con una sonrisa, alejo un poco a Naomi de mí y me acuclillo, no solo dirigiéndome a ella, sino a los demás niños pequeños que miran con curiosidad a Elisa a un lado mío—¿Adivinen qué? No les traje un solo regalo, sino dos.

Sus ojos brillan y algunos dan saltitos y chillan bajito. Sonriendo en grande como solo suelo hacer en este lugar, miro a Elisa, y creo que eso solo hace darme cuenta que realmente me gusta esta chica. Su expresión es igual a la de los niños, brillante y emocionada, no veo lástima en sus ojos al ver cómo algunos ya no tienen cejas o cabellos, solo veo admiración.

Trago saliva pasando el nudo que tengo en la garganta y estiro mi mano para que se acerque más. Ella la toma.

—Elisa, estos son los niños más lindos del universo. Los niños más lindos del universo—señalo a mi amiga—. Ella es Elisa, una nueva amiga.

Me mira y señala su bolsillo, dónde tiene el dulce que le dí, yo asiento.
Se sienta de rodillas a mi lado y le sonríe a Naomi, que la mira con timidez.

—Hola linda—Elisa saca la paleta de su bolsillo y se lo extiende, Naomí sonríe, feliz por ver un dulce—. Espero que podamos ser amigas.

👰🤵👰🤵

Elisa

Estos niños son maravillosos, a pesar de que tienen que pasar por quimio o radioterapia y tal vez qué cosas más, muchos de ellos hablan entusiasmados y ríen iluminando todo el lugar.

Amanda también es maravillosa.

Estamos en una ronda con diez niños a nuestro alrededor, sentados sobre coloridas almohadas, en realidad el lugar en sí es colorido y ambientado para entretener y cuidarlos. Pero no le pongo especial atención a la decoración, mi atención está en Amanda. Está contándole una historia que tiene riendo hasta las enfermeras.

Se nota que le gusta estar con todos ellos, porque no deja de sonreír a cada cuántos segundos y gesticular con sus manos, entusiasmada. Conozco muchas personas difíciles de leer, pero ella es tan transparente como el cristal, incluso sus ojos oscuros son capaces de mostrar la chispeza que contiene en ellos.

Se ríe por uno de los comentarios de los pequeños y borro mi sonrisa. Tiene una risa bellísima, no sé porque lo primero que pienso es en el sonido del agua caer, puro y relajante. No debería gustarme tanto. Su mirada se desvía hacia mí, se me eriza la piel y me sonrojo, riendo nerviosa.

Luego de que hayan pasado casi dos horas, vamos donde los adolescentes del grupo de pediatría, que están con Cristóbal bromeando y jugando Monopoly.

Rio entre dientes al ver cómo él le da de mala gana los billetes que le quedan a una chica de pelo muy corto con una gran sonrisa ganadora.

—Te lo dije, Cris. Cristal volvió a destrozarte en Monopoly.

Él rueda los ojos.

—Estoy seguro que hace trampa.

—O tú eres demasiado malo—la chica, Cristal, lo mira con burla y los demás que también están jugando se ríen—¿Y ustedes qué se ríen? También son un asco en Monopoly.

Nos acercamos más a ellos y veo como Amanda le hace una señal a su amigo, él asiente y se levanta.

—Este juego no debería ni existir.

—No es culpa del juego que no lo sepan jugar bien.

Todas las miradas se fijan en mí y Cris vuelve a rodar los ojos, bufando.

—¿Quién eres tú?—me pregunta Cristal.

Su tono de voz no es pesado, sino de real curiosidad. De todas formas, Amanda entrecierra los ojos y niega la cabeza.

—Se saluda primero. Modales, por favor.

—Ay, tengo cáncer, déjame en paz. Además no lo dije en mala.

Me río por la fiera actitud de esta chica y respondo su duda.

—Soy Elisa, vine con Amanda y espero venir seguido.

—¿Con Amanda?—esta vez es un chico el que se dirige hacia mí—. Vaya, la última persona que acompañó a nuestra Amanda fue…

Su voz se va apagando y baja la cabeza, rascando su nuca, dejándome muy confundida.

—Sí, sí, ya sabemos. Tenemos prisa chicos. Los veo el próximo jueves.

Nos despedimos con la mano y nuevamente estamos frente a un puerta, pero está vez Amanda luce nerviosa. Se gira hacia mí y respira profundo.

—Esta es nuestra última parada, sé que eres fuerte, pero intenta, bueno, no llorar. Al menos no demasiado.

—Ella lloró como un bebé.

Amanda lo mira con falso desprecio y lo señala con un dedo.

—Tú igual lloraste.

Rio y asiento.

—Daré lo mejor de mí.

La sonrisa que me da Amanda me desconcentra y olvido preguntar porque tengo que intentar no llorar, pero cuando abre la puerta, la garganta se me aprieta.

Aquí también hay niños pequeños, pero no lucen alegres y entusiasmados. Sus pieles están muy pálidas y se les nota tan cansados y frágiles, que siento que si los abrazo se romperán.

Vamos niño por niño, Amanda y Cristóbal conversan tanto con ellos como con las personas o persona que le acompañen. Padres, abuelos, hermanos, etc. Se nota que se conocen y que los dos mejores amigos vienen de hace un tiempo, porque bromean y hablan con mucha naturalidad.

Me presento con todos, aún con el nudo en la garganta y aguantando el aire cuando alguno de los niños tose y se queja y como su compañía se preocupa por él, viéndolo con ojos afligidos y tristes.

Me muerdo el labio ocultando un sollozo cuando el chiquillo sonríe pequeño y abraza a quién creo es su hermano mayor, dándole un beso en la mejilla.

Cómo ya se está haciendo tarde y se nos está acabando el tiempo, nos despedimos de todos y salimos del lugar en total silencio.

—¿Elisa?

—¿Mhm?

—¿Estás bien? 

Sonrio

—Esos niños son unos pequeños rayos de sol. 

—Lo sé, como tú ¿Vas a querer venir de nuevo?

—Siempre que sea contigo.

Amanda me da una de esas sonrisas amplias y bonitas que he descubierto solo ella tiene y eleva su mano. Choco mi palma con la suya, riendo.

—Claro, yo estoy más pintado que puerta de baño público.

• • •

Sí, bueno, este capítulo es más largo así que lo dividí en dos, porque no me gustan los capítulos largos en esta historia u.u.

Un poquito fome el capítulo pero es algo importante ¿Les gustó? ¿Qué habrá pasado con el hermano de Amanda? ¿Estará preso?

Para saber más, espera por el próximo episodio 💃

Prepárense que se viene lo bueno.


No se olviden de votar y comentar y si pueden, compartir 😗✌️

Besos ✨


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