8
Amanda
Llevo desde ayer, luego de que regresara de acompañar a Elisa a su casa, mirando mi celular a casa hora en espera de una llamada o un mensaje.
Cada vez que pienso en Elisa, el pecho se me aprieta.
No hay que pasar demasiado tiempo con ella para darte cuenta de que es toda una constelación en un cielo infinito lleno de estrellas, unas más brillantes que otras, Elisa es la constelación más brillante.
Y por eso mismo, por experiencia propia, temo que la extingan.
—Mirando tu celular de esa forma no harás que mágicamente te llame—entrecierro los ojos, Cris estaba recostado en el otro sillón, usando su celular. Volví a mirar el teléfono
—Tengo un mal presentimiento Cris—esta vez si me observa, atento a mis palabras—. Estoy a punto de levantarme y ver si esta bien. Nadie se merece pasar por eso.
Mi amigo se levanta hasta estar enfrente de mí en cuclillas y toma mis manos.
—Sé que esto te está afectando de una manera personal, y que quieres ayudar. Es normal. Pero necesito que pienses antes de actuar, porque puedes ser muy impulsiva y eso a veces puede ser malo. Lo sabes.
Se me hizo un nudo en la garganta y no pude evitar desviar su mirada. Asentí justo cuando mi celular empezó a sonar por una llamada entrante. Nos quedamos mirando por unos segundos y luego de que Cris soltara mis manos y me pasara el dispositivo, respondí con mi voz algo aguda por los nervios.
—¿Hola?
—Amanda—mi espalda se tensa y asiento hacia mi amigo, afirmando que en efecto es ella. Él se para y se retira, dejándome algo de espacio.
—¿Estás bien?
El silencio se apodera de la línea por unos segundos, pero se rompe por completo al escuchar el sollozo de Elisa.
—Lo siento tanto por tener que llamarte, de verdad que sí, ya haz hecho mucho por mí, p-pero—balbucea y no logro comprender lo que dice, pero al oír su respiración acelerada, me doy cuenta que quizás esté comenzando a tener un ataque de pánico o ansiedad.
—Elisa, necesito que te concentres en mi voz—más respiraciones entrecortadas y sollozos, esta vez se escuchan más lejanas—¿Elisa?
—S-sí, te escucho.
—Bien, mantén tu teléfono cerca, solo escúchame—no dejo que responda y sigo hablando mientras camino con prisa dónde Cris—. Voy a contar y tú vas a hacerlo conmigo ¿Puedes?
Escucho su sí a través del teléfono y mientras cuento y escucho como Elisa con esfuerzo intenta contar, le hago señales con mi mano que saldré y lo llamaré luego. Tomo el polerón que tiene tirado en la cama y salgo de la casa, tomando mis llaves y dinero.
—No puedo respirar—escucho al otro lado su respiración forzosa, bajo las escaleras lo más deprisa y seguro posible.
—Sigue contando, tú puedes, lo sé. Estoy yendo para allá pero necesito la dirección.
Ella me la dice con esfuerzo y agradezco a la suerte o destino el que un taxi pase justo afuera de mi departamento, le doy las individuales, mientras Elisa sigue contando, seguimos así por unos minutos.
—¿Te sientes mejor?
Se me aprieta el pecho al escucharla sollozar entrecortado.
—Me duele.
Intento no maldecir y cierro los ojos, calmando cualquier demonio interno que esté intentando escapar.
—Lo sé, pero ya pasará, concéntrate en mi voz, estoy por llegar.
De nuevo agradecida de que no quede a más de diez minutos, veo como estamos entrando a la calle donde vive Elisa, y después de pagar con apuro, salgo corriendo a la entrada, golpeando la puerta aún con el teléfono pegado a mi oído.
—Elisa, estoy aquí ¿Puedes abrirme?
Ella no contesta, pero escucho el movimiento a través del teléfono y aprieto mis labios al oírla maldecir y gruñir mientras llora.
Finalmente después de una agónica espera la puerta se abre, y entiendo que su llanto no es solo de tristeza, sino de puro dolor.
A un costado de su blanquecino rostro, el morado se extiende y resalta, su labio tiene una pequeña costra que sé no dejará cicatriz, pero cuando se mueve a un costado para dejarme pasar, me doy cuenta que no es el único daño que debe haber en su cuerpo.
Paso a su lado, sonriéndole, pero ella baja la cabeza y cierra la puerta.
—Siento tanto haberte llamado así, no era mi intención que eso pasara, no tenías que venir tan deprisa, estoy bien.
Elisa mira mis zapatos mientras habla en todo momento, temblando, aún agitada por el ataque que tuvo unos minutos antes. No sé mueve a parte de eso. Ignoro sus disculpas totalmente innecesarias y tomo su mano, causando que de un respingo. Ese simple movimiento la hace quejarse de dolor y arrugar el rostro.
—Lo siento, lo siento, no quise asustarte.
Finalmente sube la mirada y me observa, negando con la cabeza y apretando mi mano.
—Gracias por venir.
Le sonrió de lado, encogiendo mis hombros y quitándole importancia.
—Para eso están las amigas—esta vez si me devuelve la sonrisa y me alegro por al menos lograr que sonría y sus temblores disminuyan, así como su respiración—¿Dónde está la cocina?
Evito preguntar por sus padres, porque no quiero incomodarla o que vuelva a tener esa mirada vacía que tenía al llegar. Así que dejo que me guíe, consciente de su leve cojera al caminar y apretando mi mano libre en un puño, tragandome la impotencia de hacer nada.
Cómo dueña en su casa, me tomo la confianza de pedirle que me deje ayudarla y la acompaño al sillón en la sala al lado de la cocina, la ayudó a recostarse, viendo como no aguanta el dolor y se le escapa una lágrima. En un acto inconsciente, limpio esa lágrima con mi pulgar, inclinando mi cuerpo hacia ella.
Observa con atención mi acto y luego a mí, sorprendida. Sus labios se entreabren y llaman mi atención, los relame y quedo estática, con mis dedos aún rozando su piel. Trago saliva y me alejo. Sus mejillas se tornan de ese adorable rosa y sonríe con nervios.
Control Amanda, control, no es un buen momento.
Luego de que me señale dónde está el baño y traiga el kit de primeros auxilios junto a un paquete de hamburguesa congelado, vuelvo a estar frente a ella, solo que esta vez me siento en el suelo a su lado para estar menos incómoda.
Saco una crema que sé es para los golpes y unto un poco en mis dedos. Elisa cierra sus ojos cuando acerco mis dedos al moretón y aprieta la mandíbula por el dolor. Intento esparcir la crema lo más suave posible, odiando esto.
—Mis padres llegarán cuando empiece a anochecer—ella abre los ojos viendo mi reacción, yo solo me tenso y asiento, concentrada en mi tarea—. Yo... te llamé porque quería que estuvieras conmigo hasta que ellos lleguen. No puedo casi moverme y tengo que echarme esa cosa—señala la crema—. Pero no puedo hacerlo sola. Aunque la verdad, también lo hice porque disfruto de tu compañía y es justo lo que necesito ahora. Eres la única que sabe de lo que pasa acá
Detengo el algodón con desinfectante para su labio a medio camino y alzo las cejas. Su expresión es honesta y me sonríe
—Me iba a quedar aunque no me lo pidieras—su sonrisa se hace más grande a pesar de su herida—. Y también me gusta tu compañía.
👰🤵👰🤵
Elisa
Mi situación no es la mejor, pero al menos puedo contar con mis manos las veces que me golpearon.
A los 16, fueron tres, a los 17 una, al igual que a los 18 y 19. Y ahora a los 20 dos veces.
Pero en ninguna de esas tenía una amiga a mi lado que me ayudara y me impidiera hundirme hasta el fondo. Todas esas veces fue mi madre quien estaba junto a mí, llorando mientras curaba mis heridas, como si no fuera ella la causante.
—No puedo creer que te guste la pizza con piña.
Rio entre dientes al ver cómo Amanda saca la lengua con asco viendo mi mitad de la pizza que hemos ordenado. Doy un mordisco al trozo y lo saboreo.
—Deliciosa—relamo mis labios y el estómago se me retuerce por un momento cuando me fijo que la mirada de ella está en mis labios.
—Eso parece.
Me trabo con la pizza y toda sonrojada, carraspeo y tomo un trago de agua, intentando no ahogarme con ella. Amanda desvía la mirada a la pared, repitiendo mi gesto y logro avistar un pequeño sonrojo.
Sonrio.
Un largo silencio se extiende, con tensión en él, Amanda toma los vasos y la caja ya vacía. Giro mi cuerpo para seguir su caminar, pero la espalda me duele al mínimo movimiento y los ojos se me cristalizan por el dolor.
—Oye, oye, tranquila—Amanda llega con rapidez frente a mí y con suavidad me ayuda a recostarme de nuevo en el sillón—. No puedo darte otra pastilla para el dolor, así que quieta ¿No quieres hielo? Cómo no te pregunte eso antes, que estúpida.
Muerdo la parte de adentro de mi mejilla intentando resistir la sonrisa. Amanda es adorable con su actitud, todas sus acciones me indican que es una persona como el oro.
Brillante y valiosa.
No me resisto y sonrio, ella queda algo desconcertada, pero intenta ocultarlo rodando los ojos. Eso la vuelve aún más adorable para mí, sobre todo por el contraste de su actitud con la ropa que lleva puesta. Es como ver la versión femenina de los personajes badboys en los libros juveniles, con la chaqueta de cuero negra que dejó en uno de los sillones, combinada con un top morado y unos jeans también negros que le quedan perfectos. Lleva un piercing pequeño a un costado de la nariz y tiene varios en sus dos orejas.
Me río al pensar en eso y Amanda me vuelve a dar esa mirada de extrañeza, solo que esta vez no la disimula y me pregunta.
—¿Cuál es el chiste?
—Eres una badgirl.
—¿Qué...? Mejor ni pregunto, seguro las pastillas te hicieron un efecto adverso.
—No me hicieron ningún efecto.
Ella hace un gesto con la mano, restándole importancia.
—Ya, ya, como tú digas.
A diferencia de la gran mayoría de veces que Amanda me ha dado la mano, yo extiendo mi brazo hasta su mano y las entrelazo.
—Gracias de nuevo por estar aquí, siento como si nos conociéramos desde toda la vida y puedo ser yo misma contigo.
—Gracias a ti por aparecer.
Las dos nos sonreímos y yo, inconscientemente me muevo para darle un abrazo, pero de nuevo el dolor me arremete todo el cuerpo y lanzo una maldición.
Creo que he maldecido más esta última semana que en todo el año, y eso que estamos en invierno.
Siento la mano de Amanda apretar la mía y coloca la otra mano en mi hombro. Su mirada es de pura angustia y ruego para que no me mire con lástima.
—Te llevaré a tu habitación. Vamos.
Luego de una caminata del demonio, me recuesto boca abajo en mi cama, explicándole que así me duele menos. Ella me indica que me quede quieta unos segundos mientras ella va por hielo y el botiquín con la crema.
Cuando llame a Amanda, lo hice en un momento de frustración, dolor y desesperación. El día anterior, cuando llegué a casa, luego de una gran pelea, vinieron los golpes, cuando terminaron estaba tan exhausta que lo único que hice fue poner mi mejor esfuerzo por levantarme del piso y caer dormida en mi cama. Cuando desperté, mis padres se habían ido, con una nota a mi lado, que decían que llegarían en la noche, como un castigo para mí. Intenté cocinarme algo para comer, pero me resigne y comí una manzana. Intenté curarme yo misma las heridas, pero el dolor era demasiado y terminé llamando a Amanda en medio de un ataque de ansiedad.
Era la única que podía y quería que me ayudara.
—Aquí estoy—alza su mano derecha mostrándome la crema, me doy vuelta para estar frente a frente a pesar del dolor, no me gusta darle la espalda—. Necesito que te saques el polerón.
Desvío mi mirada de ella y la vergüenza me llena el cuerpo, llevo puesta la misma ropa que el día anterior, el pensamiento de que una persona que apenas me conoce me vea en mis peores momentos no me reconforta y cuando ella se acerca al ver mi nerviosismo y con la delicadeza de una pluma me ayuda sacarme el polerón, agarro sus muñecas.
—Lo único que te pido es que no digas nada. No ahora. Por favor.
Mi voz suena desesperada y rota, y es que lo estoy, cada pieza quebrada de mí lo esta. Amanda se sienta junto a mí y desliza sus muñecas hasta juntar sus manos con las mías. Fija su mirada con la mía y acaricia con su pulgar mis nudillos. Esta vez el estomago no solo se me retuerce, sino que un escalofrío me pone la piel de gallina todo el cuerpo.
—No lo haré, solo te ayudaré a curar esas heridas, lo prometo.
Y asi como asi, le creo y dejo que me ayude.
• • •
Odio último año, siento que no tengo tiempo ni para respirar.
Cómo seaaaa, espero les guste el capítulo :D
¿Les esta gustando cómo va yendo la historia?
Estoy emocionada por lo que se vieneeee.
Anyways, comenten y voten mucho porque es la mejor parte de mi día.
Besitos estresados 😗✌️
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