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Amanda


Encima de mi cama, el vestido de novia se extiende por completo, aún con la mancha de vómito en la falda.

—No sé qué haré con él.

—Siempre puedes quemarlo.

Elisa cree que bromeo y se ríe bajito, yo también me rio con ella, a pesar de que lo digo en serio.

—Sí, bueno, me refiero a cómo me lo llevaré, no puedo quemarlo porque tengo que casarme.

Me quedo estática en mi lugar, dejando de ver el vestido, sino directamente a ella con el ceño fruncido.

—Creí que—ella alza sus cejas, en espera—. No sé, corriste de tu boda, no pensé que quisieras seguir con eso—ella se cruza de brazos y encoge sus hombros, evitando mi mirada.

—Sí, bueno, le dije a mi suegro que se fuera a la mierda, pero creo que por su hijo consentido aceptará cambiar la fecha.

—¿Él, tu prometido, te hizo eso?

Elisa abre los ojos alarmada y agita las manos negando con la cabeza.

—¡No! Para nada, León puede ser egoísta a veces, pero es buena persona. Nunca me tocaría ni un pelo, créeme—suena sincera, así que solo la miro, esperando que hable—. Además, eso no es nada, no volverá a pasar.

Suspiro y niego con la cabeza, porque su voz se rompe con la última frase y todos sus gestos me hacen pensar que ese "no volverá a pasar" es mentira. No digo nada al respecto, porque es un tema delicado y no olvido que somos unas extrañas después de todo.

—Bueno, solo recuerda que tienes una amiga—ella me sonríe y asiente, más cómoda—¿De qué necesitabas hablar?

Ella mueve a un lado la falda y deja un espacio para que nos sentemos. Cuando me recuesto, ella se sienta de lado cruzando sus piernas. Trago hondo.

—Sé que no nos conocemos, pero no quiero volver hoy a casa, y no tengo dinero para un hotel, ni siquiera mi teléfono. Entonces quería preguntar si puedo quedarme por la noche—sonrío de lado mirando lo nerviosa que esta jugando con sus pulgares— Si no puedes no importa, yo puedo volver en un taxi, lo entiendo, no te conozco, no me...

Lo rápido que habla cada vez me marea más, así que tomo sus manos, apretandolas.

—Puedes quedarte a dormir, solo tenemos dos habitaciones pero el sofá se repliega. Y yo misma te acompañaré a tu casa mañana, te ayudaré con el vestido.

Esta vez es ella la que aprieta mis manos, sonriendo agradecida, con sus ojos miel brillando de alivio.

<<Tienes una bonita sonrisa.

Elisa abre la boca, atónita por mi repentino halago, en tan solo unos segundos sus mejillas se vuelven muy rojas y lleva sus manos a ellas.

—Gracias, tú tienes unos ojos preciosos.

Está vez, soy yo la que se sonroja.

Controlate Amanda, se supone que ella se va a casar.

Vuelvo en mí y carraspeo, haciendo algo más de espacio entre las dos.

—Sí, bueno, gracias.

Elisa asiente, tirando su cabello para atrás, toma unos segundos mirando la tela blanca y esta vez vuelve a tener esa duda en sus ojos.

—No sé si sea buena idea, pero necesito llamar a mi madre. Decirle que estoy bien.

A pesar de que intuyo de que si su prometido no es el de las heridas—aunque aún no lo descarto— sus padres son la causa de tal daño, asiento y saco de todos modos mi celular del bolsillo trasero. Lo desbloqueo y se lo entrego.

—Puedo dejarte sola mientras hablas.

—No, quédate, solo será un minuto.

Me recuesto en la pared y la miro marcar el número, sé que está nerviosa porque hace los mismos gestos que en la iglesia, se tira el pelo para atrás, mueve la pierna que cuelga de la cama en un tic. El celular suena varias veces y escucho una voz contestar al estar todo en silencio y el volúmen alto.

—¿Aló?—no contesta—¿Aló? ¿Quién es?

Elisa mira nerviosa el vestido de novia frente a ella y muerde su labio. Cómo creo que necesita un apoyo, estiro mi brazo y vuelvo a tomar su mano. Me sorprendo de lo expresivos que son sus ojos, reflejan la duda, miedo y agradecimiento en ellos.

—Mamá, soy yo.

Siento que he viajado al pasado en los años de cuando era una adolescente y el único apoyo que tenía era mi hermano.

Apenas la madre de Elisa escucha la voz de su hija, grita, se altera y grita aún más, exigiendo que vuelva de inmediato a su casa, que cómo se atreve a hacer tal cosa, que la dejó en ridículo a las dos familias. Y lo peor, que ya vera que pasara cuando vuelva.

No quiero que vuelva. Creo es lo más humano pensar que no quiero que Elisa vuelva cuando es claro que ella sufre en su casa.

Luego de que Elisa ignorara todos sus gritos y exigencias, ella le dice que volverá mañana en la mañana y corta la llamada. Esta temblando y se abraza a sí misma. Me hace recordar a mí y tal como hacia mi hermano, abro los brazos.

—Hey—le llamo la atención y ella me observa a mí y luego a mis brazos durante un rato. Estoy por bajarlos cuando Elisa se acerca y me abraza.

No sé cuanto tiempo pasa que nos quedamos así, pero es como si la conociera de toda mi vida y no desde hace unas pocas horas. Se siente correcto, como si un espacio vacío en mi vida se llenara.

Seguro estoy alucinando.

—¿Estas lista?

Siento frío cuando Elisa se remueve de nuestro abrazo y me suelta, secando las pocas lágrimas en sus ojos con la tela de la manga, la observo, dudosa de dejarla sola acá. Pero luego de que se levanta de la cama y le sonríe a Cris antes de pasar la puerta, yo también me levanto.

Tomo el abrigo que está en mi escritorio desparramado y me lo coloco, viendo a mi amigo alternar la mirada entre el pasillo y yo.

—¿Por qué me miras así?

—¿Qué fue eso?

Trago saliva y estiro mi manga—. Problemas.

• | • | •

Se me hecho a perder el computador y no puedo corregir los capítulos :(((

como sea, aquí otro capítulo más corto de lo usual, porque estaba media bajoneada, perd0n.

Espero que aún así les guste.

¿Qué piensan de la situación de Elisa?

Honestamente, ella es hasta ahora mi personaje favorito que alguna vez haya creado desde Rian, mi bebé de la otra novela que tengo publicada.

(Guiño spam guiño)

Voten, comenten y besitos tristes porque el próximo capítulo igual lo es 😗

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