13
Elisa
Soy un verdadero desastre.
Han pasado tres días y no hemos hablado del beso que nos dimos el domingo.
Más bien, besos.
Muy buenos besos. Deliciosos.
¿Deberíamos hablar sobre eso? Es decir, ayer Amanda vino durante solo un rato después de que mi madre fuera a la iglesia y mi padre fuera a trabajar. Y no pasó nada. Quería tanto que me besara.
Dios, está tan mal, pero se siente tan bien.
De solo pensar que mis padres me descubran me pone de los nervios.
Llevo mucho tiempo fantaseando con los labios de Amanda, esperando su mensaje y creo que debería controlarme más, porque el plato que estoy secando se resbala de mis manos y mi madre a mi lado chilla del susto.
—¡Lo siento, lo siento!
Ella me mira con reproche y niega la cabeza moviendo lado a lado su rubio y muy largo cabello. Se agacha acomodando su larga falda, hago lo mismo, ayudando a recoger con cuidado los trozos.
—Has estado muy distraída estos días ¿Ha pasado algo?
El miedo me llena el cuerpo de golpe y uno de los trozos se me clava en la palma. Ahogo un quejido de dolor y suelto los pedazos, viendo la herida y la sangre comenzar a salir.
—¡Elisa! Dios santo ¿Qué te pasa?—las arrugas se le acentúan cuando frunce el ceño—. Ven.
La sigo al baño y la veo sacar el kit de primeros auxilios. Se detiene unos segundos al ver que ya casi no quedan algodones, pero niega con la cabeza y saca unas vendas.
—Pon la mano en el agua.
Su voz es autoritaria y le hago caso, imaginándome que es otra persona la que me está ayudando y no mi madre con ese tono. Limpia mi herida e intento evadir su mirada. Esta haciendo eso de analizarme y me incomoda. Entonces, cuando esta vendando la herida, habla con ese otro tono de voz. El que usa cuando me va pedir algo.
—¿Sabes que ya nadie habla de lo que pasó?
No, y tampoco me importa.
—¿En serio? Que buena noticia.
Se me hace imposible que un poco de sarcasmo se filtre en mis palabras y ella lo nota, porque alza sus perfiladas cejas, incrédula. De todas maneras me ignora.
—Sí, bueno, estaba pensando en que podrías volver. No te he visto rezar. Estoy segura que ir te ayudará.
—Rezo todos los días.
No lo hago.
—Eso es bueno...
El silencio se extiende entre las dos, como suele hacerlo constantemente desde el día de la fallida boda.
Estos tipos de silenciosos y situaciones ya las he pasado. Y siempre suele ser así: casi no nos hablamos, yo no lo hago por estar resentida y avergonzada de la paliza que me dan, luego mi madre me pide ir a la iglesia y rezar, pedir perdón por mis pecados. Y le sigo la corriente porque sigue siendo mi mamá, la mujer que me solía cantar cuando tenía pesadillas. Y la amo, a pesar de todo.
Y también porque no tenía alguna razón para llevarle la contraria.
Pero ahora se me está haciendo tan difícil querer seguirle la corriente sabiendo que hacerlo solo me mata desde adentro.
—León va a venir a cenar el domingo. Así que por favor arréglate bien ese día. Y vas a pedirle perdón.
Esta vez sí levanto la cabeza y le pongo atención.
—¿Pedirle perdón?¿Por qué debería?
—¿Cómo que por qué? Por el escándalo que hiciste ese día ¡Saliste huyendo, Elisa!
La miro incrédula—. Porque llegó una chica diciendo que me estaba engañando, mamá.
Ella ríe falsamente y sonríe.
—Y él te digo que era mentira ¿Por qué deberías creerle a una tipa cualquiera que te dice eso?—trago, desviando la mirada —. Además, si fuera verdad, debes entender que los hombres tienen necesidades.
El impacto de sus palabras me tiran para atrás y resisto unas inmensas ganas de gritar.
Quiero salir de aquí, necesito salir de aquí. O si no, tal vez termine muerta o esclava de una vida que no quiero.
Pero me quedo quieta, porque debo ser inteligente y no impulsiva, no hoy.
—Ohhh, entiendo—asiento con una sonrisa como si estuviera de acuerdo con ella.
—¿Lo haces?
—Ajá.
Ella sonríe y sale del baño—. Muy bien, acompáñame mientras lavo.
Lo hago y me quedo sentada, pensando en cómo haré para convencerla con mi idea y cuánto tiempo necesitaré para salir de aquí.
—¿Mamá?
—¿Qué pasa, mi niña?
Trago saliva, nerviosa—. Quiero conseguir un trabajo.
La escucho bufar y deja la taza a un lado, para girarse a verme, negando.
—¿De nuevo con esa idea? Ya te dije que no.
—Solo escúchame, por favor—le suplico y parece obtener efecto porque ella se cruza de brazos, alzando las cejas—. Sería de medio tiempo y no trabajaría los sábados y domingos. Mi papá no se enteraría porque estaría en el trabajo.
—¿Y para qué quieres trabajar? Te damos una casa, ropa, comida. Y pronto será León el que lo hará también.
Evito cualquier expresión que la disguste.
—Lo sé, y agradezco a Dios por eso todos los días—no soy de mentir, pero la frase parece ablandarla, porque sonríe—. Pero pronto es el cumpleaños de León y me gustaría tener mi propio dinero para hacerle unos regalos. Además podría hacerles unos a ustedes también.
Me siento patética durante toda la conversación, parezco una adolescente de 16 años pidiendo permiso a sus padres cuando ya tengo 20.
Pero me conformo, porque parece surtir efecto y convencerla.
—Don Arturo estaba buscando a alguien para contratar como mesera en su cafetería. Puedes hablar con él—me estoy parando para abrazar, eufórica, cuando me señala con un dedo—. Y ninguna palabra a tu padre, si Arturo te contrata tienes que decirle eso.
Trago saliva y asiento, un poco nerviosa—. Lo haré, te lo prometo.
👰🤵👰🤵
Amanda
Para mí, los días se dividen en cuatro: días buenos, días muy buenos, días malos y días muy malos. En los días malos me cuesta levantarme de la cama. Y en los muy malos, ni siquiera hago el intento.
Hoy es uno de esos.
Muy pocas veces pido un día en mi trabajo, pero me siento tan mal que tuve que hacerlo. Ni siquiera he tomado mi celular y contestado los mensajes de Elisa. Solo me quedo mirando la foto que está en mis manos, llorando en silencio.
Cris abre con suavidad la puerta y se queda allí unos segundos. En la mañana solo le dije que no iría a trabajar porque me sentía enferma, pero cuando ve mis lágrimas y el marco, la comprensión destella en sus ojos.
Se acerca y deja el bol en la mesita de noche, haciéndome a un lado y sentándose. Toma la fotografía y se la queda viendo, en sus ojos veo un pequeño reflejo de lo que siento.
—Lo extraño.
No aguanto más y rompo en sollozos, Cris deja la foto en la mesa y arrastra a su pecho, acariciando mi cabello.
—Respira, bicho.
Me quedo así por lo que me parece una eternidad, con la respiración entrecortada y aferrándome a mi amigo. Cuando finalmente logro calmarme, aunque aún con el pecho apretado, me separo de él y coloco mi cabeza en su hombro, sintiéndome pesada y cansada, sin nada de energía.
—Ya va a ser un año.
—Lo sé.
—¿Iremos a dejarle flores?
—Solo si te sientes lista—extiende su brazo al bol—. Cristal y los demás me pasaron algunas cosas para él ¿Quieres papas?
Tomo un hondo suspiro y asiento con un sonido, mientras saco.
—¿Eres consciente que eres la familia que me queda?
Cris no mira al frente ahora, sino a mí.
—Lo sé, y tú también eres mi familia. No te dejaré sola. Lo juro.
Quiero decirle que Alex, mi hermano, también me prometió que no irse, pero al final no logró su promesa.
Así pasamos el día entero, ni siquiera miro mi celular o prendo la computadora, solo es Cris y yo viendo películas en Netflix. Y llorando mientras como basura.
Ya cuando es muy tarde y llega la noche, Cristóbal se despide de mí con un beso en la frente. La tele aún sigue prendida, pero ahora sin mi amigo distrayéndome, los pensamientos en mi mente se dejan fluir. Y en vez de ir a los destructivos como suelo hacer, pienso en Elisa.
Cuando la acompañé a aquella casa, me repetía a mí misma una y otra vez que no la besaría. Que eso solo me confundiría más, tal vez incluso a ella. Que después de todo, está comprometida y ella debe decidir si hacer esto o no. Ser sincera conmigo. Eso es todo lo que quiero.
Y eso mismo le iba a decir, pero verla allí, tan magnífica como las mismas estrellas, como todo el bendito universo, viéndome como si me conociera de toda la vida y no desde hace unas semanas, como si supiera todos mis secretos y errores pero aún así los aceptara, yo solo... Agh, el sentimiento en mi pecho es inexplicable.
Elisa es inexplicable.
Me duermo pensando en sus besos, en sus ojos y en que estoy jodida, porque estoy segura que me enamorare de ella.
° ° °
Me encanta como van cayendo cada vez más y más :)
Capitulo actualizado antes para avisar que no podré actualizar mañana y tal vez tampoco el domingo como me gustaría :((( perdón.
Pero bueno, les compensaré. He estado leyendo un montón de gay stuff, sooo, sí, probablemente vengan capítulos altos en azúcar.
Como sea, lean heartstopper, esta en webtoon.
besos, sean felices :*
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