Capitulo 6

-Tu ya tienes una familia, no puedes simplemente desaparecer sin decirles nada.

-Si puedo, eso es lo que he hecho durante todo este año, como te dije, mi familia eres tu genoveva.-respondió christian-

-No estoy segura de esto, a demás sigues siendo un desconocido, no sabemos ni tu nombre por Dios, y yo no estoy dispuesta a involucrarme en problemas, que tal y me acusen de ladrona, o digan que yo te he secuestrado -respondió la mujer agitando sus manos en el aire en señal de negación-

-Bueno, lo único que recuerdo de esa noche, es que una de esas personas llamaba a un tal christian, yo le pregunté quien era, y me dijo entonces que christian era yo. Después de eso todo resulta borroso hasta que desperté

-Ay niño -dice genoveva con las manos en su cabeza- es una locura, y como pretenderás vivir conmigo en este lugar, es una pocilga, yo ya no tengo dinero mis hijos me lo han quitado todo y tu no mereces vivir en un lugar así, no en esas condiciones muchacho

-¿Tus hijos? , pensé que siempre habías vivido sola en este lugar

-Oh no querido, hay mucho que desconoces de mi -respondió la mujer sentándose en la cama- verás, hace mucho fui una mujer como muchas de esta ciudad, alguien elegante, rodeada de la alta sociedad de londres, con lujos y una enorme y hermosa casa a mi disposición, vestía con las mejores ropas y comía siempre los banquetes más exquisitos. pero un día, después de la muerte de mi precioso Hernest,  mis hijos decidieron que yo era un estorbo en sus planes, un fastidio para llegar a tener la fortuna completa. Optaron entonces por arrojarme a la calle y declararme como loca, decían que había sido yo quien le había causado la muerte a mi esposo, y desde entonces estoy destinada a vivir en este encierro, porque cualquier persona que me vea en la calle huye de mi creyendo que los mataré, algunos incluso me acusan de brujería, cuando en realidad no fui más que una victima de mi creación, lo que yo más adoraba en el mundo, mis hijos -contó la señora con tristeza-

-pero eso es injusto genoveva, debiste hacer algo cuando sucedió todo esto

-¿qué podía hacer yo? una pobre vieja sin amor, sin fuerza, con dolor y sin ganas de luchar

-Pero eran tus hijos, no pudieron hacerte esto

-Pero lo  hicieron, sin poder ellos lo hicieron.

-Pues entonces vas a volver por lo que es tuyo, algo haremos para que recuperes tu lugar

-Imposible, no hay manera, ahora mis hijos  son hombres con mucho poder,sería imposible hacer algo

-Para alguien normal sí, pero según tengo entendido, dijiste que yo soy un marqués, si es verdad que lo soy, hasta el último personaje de londres debe conocerme. Nos vamos a aprovechar de eso

-¿Cómo? no entiendo, ¿como podríamos aprovecharnos de eso?.

-Ya vas a ver genoveva, pero te aseguro que recuperarás lo que te pertenece.

Tal como lo dijo christian,  el plan se puso en marcha y semanas después christian y genoveva partieron hacia la antigua casa de la mujer. 

-¿Si dígame, que se le ofrece? -preguntó una de las mujeres encargadas de hacer el aseo en aquella gran casa-

-Señorita, buenos días -respondió el marqués- tengo una cita con el dueño de la casa

-que raro, el señor no me aviso  nada sobre una visita

-Dígale que el marqués de huntingdon ha venido a verle, y por favor ábrame la puerta y déjeme entrar, me resulta incómodo esperar afuera, a demás como puede ver, vengo acompañado, no querrá que su patrón le quiera llamar la atención por un mal servicio -dijo en tono arrogante tratando de fingir lo que no era, pues en realidad dudaba con toda sus fuerzas ser un importante marqués-

-¡¡¿¿el marqués de huntingdon??!! -respondió  con una gran sorpresa- claro que sí señor, ya mismo le informo al señor joseph que usted está aquí, pueden esperarle en el despacho si gustan. ¿Desean tomar algo?

-un café por favor -respondió el marqués-

-yo un vaso de agua -dijo genoveva-

-Claro que sí, en un momento les traeré lo que piden,tomen asiento, en un segundo el señor estará con ustedes -dijo abriendo la puerta del despacho la empleada-

Y así, tal como lo había planeado christian, fue. Tan pronto llegó el dueño de la casa, joseph, el hijo de genoveva, se llevó una gran sorpresa, primero, ver al marqués en su casa le llenaba de un orgullo enorme, para él era un privilegio que uno de los hombres  más importantes de todo londres visitara su hogar, segundo, el ver a su madre, la mujer a la que un día despojó cruelmente de todo lo que le pertenecía al lado de un hombre como christian, para él eso no era una buena predicción

-Que les trae por acá, madre, que haces con el marqués, pensamos que habías muerto, por qué desapareciste de esa manera -dijo el hombre fingiendo preocupación acercándose a abrazar a su madre-

-Aléjate de mi joseph -le respondió genoveva dando un paso atrás - no finjas a mor hacia mi porque lo he dejado de necesitar durante todo este tiempo

-madre pero de que hablas -respondió indignado el hombre-

-Que no tienes que hacer de cuenta que te importo, el marqués lo sabe todo, y tu y tu hermano me tendrán que devolver lo que me pertenece sin derecho a reclamar nada

-Pero madre, estás volviéndote loca, como puedes decir tal cosa

-señor -dijo el marqués-   ya ha escuchado a la señora, hay pruebas más que suficientes para despojarlo a usted de todo lo que tiene, y si no quiere irse directo a un calabozo es mejor que haga caso. Usted es conocedor del poder que tengo yo, y que a pesar de no ser hijo de un rey, puedo perfectamente arruinar su vida permanentemente. Así que sin decir más, porque creo que le ha quedado claro, le doy no más de un día para que tome todas sus pertenencias personales, me refiero a ropa y utensilios de aseo, y se vaya de aquí sin tomar nada más que eso. Nada, absolutamente nada de dinero le pertenece, por lo cual usted tendrá que comenzar de cero,y que no se me olvide, ni usted ni su hermano, pueden acercarse a su madre, de hacerlo serán enviados al calabozo

-Pero de que se trata todo esto -dijo el hombre terriblemente asustado- madre, como puedes permitir esto

-lo permito porque fue exactamente lo que hiciste conmigo, pero a diferencia tuya... -dijo pensando un poco- te daré el dinero suficiente con el que puedas conseguir al menos un cuarto y algo de comida, lo demás dependerá de ti. Ahora por favor,  sal de mi casa

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