Capítulo 11
Eric se fue al camping y Amy permaneció en casa con sentimientos encontrados. Le dolía que él la hubiese persuadido de no ir, y aunque estaba consciente de sus limitaciones, hubiese preferido estar a su lado.
Pasó horas pensando en qué estaría haciendo Eric, pero no la llamó en ningún momento. Ella intentó pasar el día lo mejor posible: adelantó su tarea, estudió, leyó un libro, y en la noche luego de cenar con su mamá, se fue a su habitación a ver una película.
Eran casi las doce de la noche cuando recibió un mensaje de un número que no conocía:
“Solo quería decirte que Astrid y Eric están juntos. Quien avisa es una amiga”.
Amy leyó el mensaje varias veces, pues no podía comprender bien lo que veían sus ojos. Se angustió de inmediato y temió que fuera verdad. ¿Fue por esa razón por la que Eric le pidió que no fuera? ¿Sería cierto?
Tomó su teléfono y lo llamó, pero estaba apagado. Sintió un dolor profundo, pero intentó no desesperarse. Tal vez solo le estuvieran gastando una broma. A pesar de ello, no pudo pegar un ojo en toda la noche.
El domingo Eric fue a verla, y Amy lo confrontó, le mostró el mensaje y él lo negó rotundamente.
—Eso no es cierto, Amy —le aseguró tomándola por los hombros.
—Eric, puedo soportar de ti cualquier cosa, menos la traición y tu lástima. Dime la verdad.
—Te estoy diciendo la verdad, mi amor. No pasó nada en el camping. Mi teléfono se averió y me acosté temprano. Puedes estar segura.
Amy creyó en él, hasta el lunes que volvió a la escuela. Los chicos la miraban, algunos con pena, y otros se reían. Una joven que se sentaba cerca de ella en Matemáticas, le dijo con mucha vergüenza que había visto a Astrid besar a Eric en el camping.
—Lo siento —se disculpó la chica—, varios la vimos. No me alegro de decirte esto, Amy, pero eres buena persona y no me gustaría que te engañaran. Eric se separó de ella cuando le dio el beso, pero luego durmieron juntos en la misma tienda.
Amy tenía lágrimas en sus ojos, todavía no podía creerlo, aunque sabía que Willa siempre la había tratado bien. Continuó caminando por el corredor, hasta que llegó al área de los casilleros. Varios muchachos se habían dado cita allí y se reían. Pronto Amy descubrió cuál era la causa de su interés: alguien había pegado en su casillero una foto de Eric y Astrid durmiendo juntos en la misma tienda.
Amy sintió que perdía todas sus fuerzas. No solo había pasado por la humillación más grande de su vida, sino que Eric había traicionado su amor.
Amy no había pegado un ojo en toda la noche, y cuando despertó, solo una taza de café alivió un poco la migraña que tenía. Le sorprendió que Eric la llamara a las nueve para invitarla a Winterthur con él. Ella solo le pidió que fuera a casa de su amiga, pues tenía que hablarle y acto seguido le pasó la dirección por mensaje.
Estaba sola, pues luego de que Eva la dejara más tranquila, se fue a dormir al apartamento de Dirk, con la promesa de llevarla a casa de su madre después en el coche. Así que cuando Eric tocó a la puerta, Amy sabía que se trataba de él.
Abrió la puerta y se encontró con sus ojos turquesa, un poco perplejos, ya que no entendía lo que estaba sucediendo. Amy dejó la puerta abierta y le pidió que pasara adelante. Ni siquiera le había dado un beso y por su expresión, Eric temió que le sucediera algo.
—Amy, ¿estás bien? —le preguntó con el ceño fruncido.
—No —contestó ella con sequedad—. Lamento mucho haber confiado en ti de nuevo. Me traicionaste, Eric.
Él la miró extrañado.
—¿Qué dices? ¿Esto es por lo que sucedió hace trece años? —estaba confundido.
—También. Es por todo.
Eric se puso de pie y comenzó a caminar por la estancia, sin entender ni una palabra.
—Amy, te he dicho muchas veces que no te traicioné —le respondió abrumado—. Sí, Astrid me besó, pero la aparté de inmediato. Luego se las ingenió para colarse a mi tienda y dormir a mi lado. Alguien tomó la foto para hacerlo parecer otra cosa, pero no sucedió nada.
Amy se rio.
—Creí que me había equivocado en el pasado cuando desconfié de ti. Ahora me percato de que estaba en lo cierto cuando terminé contigo. Siempre has jugado con la verdad, Eric. Esa vez, cuando regresaste del campamento, me asegurarte que no había sucedido nada con Astrid y olvidaste decirme que durmieron juntos.
—¡Amy, por favor! —exclamó exasperado—. Cuando desperté y la vi a mi lado me molesté mucho con ella, pero sabía que no había sucedido absolutamente nada entre los dos. ¿Para qué decírtelo? No quería hacerte daño y pensé que te ahorraría un disgusto. En ese momento ignoraba la existencia de la maldita foto y no tenía ni idea de que el asunto tuviera la repercusión que tuvo después —tomó aire antes de continuar—. Lo que no entiendo, Amy, es la razón por la cuál vuelves a sacar a colación todo esto. ¿Continúas sin creer en mí?
—No te creo ni una palabra —ella también se puso de pie.
—¿Pero por qué esto ahora? —repitió descolocado—. ¡Estábamos tan bien! Al menos pensé que si no creías del todo en mi palabra, pondríamos una piedra sobre lo que sucedió en el pasado.
—Eso pensaba yo también, hasta que volviste a traicionarme, Eric. ¡Me arrepiento tanto de haberme entregado a ti!
Él se acercó y la miró a los ojos, alarmado.
—Ahora sí que estás delirando. ¡Yo no te he traicionado, Amy! ¿Cómo puedes decir eso?
—Lo sé todo, Eric, así que ahórrate esta mediocre actuación. Sé que estás con Mayla. Los vi juntos. El brazalete que hallé en el sofá era de ella. Seguro que te acostabas con Mayla en el sofá como mismo hiciste conmigo.
—¡Eso no tiene ningún sentido! —Eric estaba rojo con un tomate.
—Sí lo tiene, era el brazalete de Mayla y no me dijiste nada para que no descubriera tu relación con ella. La misma Mayla me confirmó que se le había perdido en casa de su pareja y, para colmo de males, te escucharon decir que la presentarías con sus suegros, o sea, tus padres. ¿Sabes que estaba ayer en el teatro y los vi juntos?
—Espera un momento, ¿estabas en el teatro?
—Sí, y te vi con ella —dijo hastiada de la situación.
—¿Estabas allí y fuiste incapaz de ir a saludar y a aclarar las cosas? —él comenzaba a ponerse muy molesto.
—Te hice el favor de ahorrarte un escándalo frente a tus padres. Seré discapacitada, pero tengo sangre en las venas y me arrepiento con todas mis fuerzas de haber confiado en ti de nuevo —repitió ella, sin saber cuánto hería a Eric con esas palabras.
Él se quedó en silencio, pensativo. Se dejó caer en el sofá y se llevó las manos a la cabeza. Estuvo reflexionando por al menos cinco minutos, y luego se puso de pie otra vez.
—Dime algo, Amy —le dijo en voz baja—. ¿Crees realmente que después de todo lo que vivimos hace unos días yo sería capaz de traicionarte?
Amy permaneció callada, no sabía qué responder porque por un instante le pareció que se ofensa era sincera.
—Solo quiero una explicación —respondió ella por fin.
—No, no quieres una explicación, porque los términos en los que me has hablado esta mañana son demasiado ofensivos, para un hombre que está enamorado. En lugar de preguntarme, de acercarte a mí anoche, me has juzgado y condenado, Amy —continuó, cada vez más decepcionado—. En efecto, existe una explicación para todo lo que viste, pero no la mereces. No después de la manera en la que te has comportado conmigo.
Eric desapareció del lugar y dejó a Amy cada vez más confundida. Pensó en salir tras él, pero se arrepintió. Tal vez Eric estaba ganando tiempo para pensar en una buena explicación y lo que hizo fue fingirse ofendido para ganar tiempo. A pesar de ello, algo en su corazón la hacía sentir que eso no era cierto y que había manejado mal las cosas. Intentó no pensar en ello, puesto que las evidencias eran claras y demasiado importantes para que pasara por encima de ellas.
Eva llevó a Amy hasta Winterthur y le pidió que se serenara un poco. Su amiga seguía pensando que todo era una gran equivocación y le dolía mucho que, en lugar de aclarar lo sucedido, las cosas se hubiesen complicado más aún.
Amy se quedó en casa de su madre y se despidió de Eva. Se disculpó por haberle arruinado la velada en el ballet y por haber sido una pésima compañía durante el trayecto, ya que no había dicho ni media palabra. Eva le dio un abrazo, y le ofreció de nuevo su apoyo incondicional.
La chica bajó del auto y entró a la casa. Elizabeth la estaba esperando, pero cuando vio su rostro comprendió que algo le sucedía. Amy no quiso contarle mucho, tan solo dijo que había discutido con Eric y que no podía confiar en él. Se acomodó en el sofá y Mike fue a saludarla mientras Elizabeth se sentaba frente a ella, mirándola con gran preocupación.
—Amy, me preocupa verte así —le confesó—. ¿Por qué discutieron? Pensé que las cosas entre ustedes estaban mejor.
—Eric me traicionó en el pasado y ahora, mamá —fue lo único que le dijo.
—No sé que habrá sucedido ahora, pero creo en él cuando dice que en el camping no sucedió nada con esa chica.
El rostro de Amy estaba enrojecido por el disgusto.
—¡Sí, sucedió mamá! Eric me convenció de que no fuera al camping para poder estar junto a Astrid.
Elizabeth respiró hondo, y se dispuso a contarle algo que ella no sabía y que había prometido a Eric no decirle.
—Hay algo que desconoces, Amy.
—¿Qué? —la joven estaba demasiado alterada.
—Eric moría de deseos de que lo acompañaras al camping, incluso habló conmigo para que lo permitiera —le contó—. Yo tenía mis dudas, porque temía que te hicieras daño, pero finalmente accedí.
—Lo sé, pero él cambió de opinión para… —se mordió la lengua—. Tenía interés en Astrid.
Elizabeth negó con la cabeza.
—La detestaba, hija. Eric descubrió que Astrid y sus amigas planeaban algo contra ti. Fue un compañero del equipo de fútbol quien le contó. Ella estaba muy ofendida porque Eric no le hacía caso, por lo que quería desquitarse contigo.
Amy se quedó muda con lo que escuchaba.
—¿Desquitarse contigo? —repitió incrédula.
—Avergonzarte, hacerte pasar un mal momento —le explicó su madre—. No teníamos los detalles, pero pensaban apropiarse de la prótesis mientras estuvieras dormida, romperla y sabe Dios cuántas cosas más… —añadió con lágrimas en los ojos—. Cuando Eric lo supo comprendió que no podías ir o te pondría en riesgo. Pensó en denunciar a Astrid con el director, pero no tenía pruebas. Fue por esa razón por la que él no quería que tú fueras.
—¿Y por qué no me lo dijo?
—No quería que vivieras tus últimos meses en el instituto con miedo. Los exámenes finales se acercaban, el ingreso a la Universidad, y saber lo que esos muchachos podían intentar contra ti podía angustiarte demasiado. Eric confiaba en plantarle cara de una vez a Astrid cuando estuvieran en el campamento, y hacerle comprender que estaba perdiendo su tiempo con él.
—No puede ser, mamá —Amy negó con la cabeza—. ¡Astrid y Eric se besaron!
—Ella forzó el momento y Eric se apartó enseguida…
—¡Durmieron juntos! —arguyó, desesperada.
—Solo durmieron. Eric no se percató de que ella entró a su tienda. La foto por sí sola no demuestra nada. Lo cierto es que Eric te protegió todo el tiempo, y me hizo prometer que no te diría lo de Astrid para no hacerte más daño del que ya habías recibido. ¿Lo crees capaz de engañarte? ¿Con alguien tan mezquino como esa chica?
Amy se quedó en silencio, consternada ante el temor de haber actuado mal en el pasado y herido a alguien que amaba.
—¿Y por qué no me dijiste nada cuando nos separamos, mamá?
—Porque Eric me dijo que le dolía mucho que no creyeras en él y que no podía estar al lado de alguien que no le tenía confianza. Me dijo que en futuro tal vez tuvieran una oportunidad de estar juntos, pero que estaba demasiado herido como para rogarte por un perdón que no merecía.
Amy todavía no podía creerlo.
—Tal vez sí era culpable, e inventó esa historia para redimirse ante ti, mamá —comentó todavía incrédula.
—Sigues sin creer en él y eso me duele, hija. Por eso mismo no te lo dijimos, porque Eric temía que continuaras desconfiando de él a pesar de todo.
—Después de lo que sucedió ayer, es difícil que pueda creer en él. Ni en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro, mamá.
Elizabeth la observó en silencio, esperando a que Amy le abriera su corazón y le contara al fin lo sucedido. Aunque quedó muy confundida con todo lo que le narró después, ella seguía confiando en Eric y consideraba que la explicación tarde o temprano, se sabría al fin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top