No era novedad para nadie el hecho de que JiMin y JungKook estuvieran saliendo.

Y menos para los amigos del mayor.

Todos conocían a JiMin desde pequeño, desde ese día que había llegado temeroso a la escuela.

Pensaban que JungKook era una buena persona porque estaba ayudando a JiMin a salir de su problema a toda costa.

JiMin se veía mucho más feliz que antes.

Pero había una persona que no estaba del todo contenta con el resultado de las cosas, y ese alguien era Hoseok.

Un día, JiMin quiso ir a ensayar a la Academia, aunque no tuviera clases ese día y JungKook lo acompañó para que no se sintiera sólo en la gigantesca sala de ensayo.

Mientras el rubio bailaba a lo largo del piso, JungKook lo miraba de manera diferente y no podía apartar sus ojos de él. Y es que JiMin cambiaba totalmente cuando bailaba, por unos minutos dejaba de ser el pingüinito tímido.

Hoseok presenció esto, porque casualmente había tenido la misma idea que el menor, y al sentir una extraña presión en el pecho, se vio obligado a aceptar que siempre había visto a JungKook como algo más.

Pero eso ya no podía ser, porque JungKook sólo tenía ojos para JiMin y así sería siempre.

El castaño, se retiró con la intención de olvidar aquello, pero la presión en su pecho nunca se iba.