Una taza de café estaba a un lado de la laptop de Chaeyoung.

La pelinegra se encontraba bastante interesada leyendo un e-mail que Momo le había enviado hace poco. En el escrito, decía que Momo había encontrado a un pequeño que quería conocerla, y que debía ir urgentemente al lugar donde daba sus clases esa misma tarde.

Chaeyoung se arregló un poco, y salió camino al lugar. Agradeció a todos los santos que se le hizo rápido el camino, al ser Domingo, las calles estaban algo vacias.

La sala de Chaeyoung era la única que tenía las luces encendidas, debido a que nadie trabajaba ese día. Se escuchaba música dentro, y la bajita no tardó en entrar allí, viendo que Momo se encontraba sentada algo lejos de un pequeño niño que mantenía su cabeza abajo y movía sus piecitos al ritmo de la canción.

Momo se levantó para abrazar a Chaeyoung con ánimo y su característica sonrisa coqueta. Pero Chae no pudo evitar sentir curiosidad por el niño de la sala.

—Él es Han, tiene la misma fobia que tú hace unos años.— Chaeyoung le miró, sintiendo como su corazón se oprimía con tristeza.

—Lo encontré vagando por mi ciudad, estaba sólo. Lo llevé al centro de la policia pero en su expediente salía que vivía en un hogar de menores, y por lo que me dijo, estaba asustado y no quería volver. Le compré ropa y se quedó en mi casa para que pudiera calmarse y tratar de comer algo. Pero pensé que tú podías ayudarlo.

Chaeyoung jamás le desearía, ni a su peor enemigo, todo lo que ella pasó. Y ahora sólo quería ayudar a ese pequeño. Se acercó lentamente, sin hacer mucho alboroto. Momo simplemente no pudo aguantarse las lágrimas cuando vio la expresión de Chaeyoung, como si se viera ella misma reflejada.

—Hola, mi nombre es Chaeyoung.

—H-Hola.

—Mira, sé que tienes miedo, pero puedes confiar en nosotras. Yo te ayudaré, con pequeños pasitos... Como pingüinos, ¿Ok?

Este capítulo es demasiado cute weon.