Capítulo 9 (Dereck)
Son pasadas las doce de la noche cuando termino de explicar todo lo sucedido hasta al momento con respecto a los híbridos a Tobías y Marcos, Michael aun no regresaba a la habitación y ya comenzaba a impacientarme, jamás pensé que reaccionaría de esa manera. Tobías que está pendiente en como paseo la mirada del reloj de pared a la entrada y curva el borde de sus labios en una sonrisa que no puedo traducirle en otro significado que no sea el de un niño que acaba de realizar una travesura.
—Creo que deberíamos irnos todos a la cama de una buena vez, Marcos adelántate y así le hechas un ojo a Logan—sugiere el vampiro.
Cuando el aludido se marcha Tobías voltea toda su atención sobre mí
—Deberías darte un baño, Michael no demorará en regresar.
— ¿Cómo sabes eso? —Casi salto de mi silla ante las palaras, acto que solo aumenta la sonrisa de Tobías.
—El bar del hotel cerro hace unos cinco minutos—contesta como si fuese lo más lógico del mundo, se levanta y antes de cruzar la puerta a la habitación contigua me mira y revela algo que no esperaba—. Michael es una persona un poco complicada que prefiere parecer idiota antes que salir lastimado, por ello también creo que ha adoptado la política que no pasará más de una noche con la misma persona, pero, en el fondo, opino que es porque no ha encontrado a la persona que ponga su mundo de cabeza, hasta ahora.
Termina la frase y se marcha, no puedo evitar percibir en sus dos últimas palabras un significado más profundo que el que apreciaría cualquiera a simple vista. Tobías sabe de mis sentimientos, entiende lo que pienso, tal vez porque él también está enamorado de un lobo. Vuelvo a mirar la hora, doce y cinco minutos, tomaré una rápida ducha y si para cuando termine, el maldito lobo no ha regresado le iré a buscar, aunque tenga que traerlo cargado en brazos.
Comienzo a quitarme la camisa cuando siento la puerta de la habitación cerrarse de un fuerte golpe junto al sonido de algo caer al suelo. Me quedo con cara de idiota cuando descubro que lo que ha producido tal ruido ha sido Michael tirado de bruces en el piso. Me mira y con el dedo índice cerca de sus labios me indica que guarde silencio.
—¡Shhhhh! no hagas ruido que todos están durmiendo. —La risa histérica sale de él, está completamente ebrio.
«¡Madre mía!»
Me acerco para ayudarle a levantarse, pero no me permite tocarle, aleja mis manos de él removiéndose de un lado a otro como si fuera un niño pequeño. Si la situación fuese diferente me daría mucha gracia su actitud infantil. Utilizando cada una de sus extremidades vuelve a ponerse en pie, sin embargo, antes de que vuelva a caerse consigo agarrarle en contra de su voluntad y sosteniéndolo en brazos lo llevo a la cama. Sorprendentemente, aunque Michael también es un hombre y es bastante musculoso, no es tan pesado como se imaginaría a primera instancia.
—Me encanta tu pecho desnudo es sumamente sexy—informa mientras roza cada centímetro de mi abdomen con la palma de su mano enviándome corrientes eléctricas a todo el cuerpo.
— ¿Cuánto has bebido? ¿El bar entero?
—Perdí la cuenta luego de que el camarero comenzó a verse doble. —Luego de dejarle sobre el suave colchón forrado con limpias sabanas susurra contra mi rostro—. Era muy mono, de seguro que folla bien.
La ira me inunda, no me gusta la idea que observe a otros hombres o que los encuentre bellos y, sobre todas las cosas, no me gusta que imagine como sería un total desconocido a la hora del sexo; aunque sus siguientes palabras son las que hacen que mi enfado estalle.
— ¿Quizás debería pedirle una cita antes que nos marchemos? En un final, tú ni me haces caso.
«¡Por Dios! ¡Qué se calle o lo callo!»
—Vamos, necesitas un baño.
Intento contener al impulso de salir de la habitación y darle caza al supuesto camarero hasta arrancarle la cabeza. El pobre hombre no tiene culpa que Michael esté poniendo a prueba en mi paciencia, sin embargo, la parte más primitiva de mi ser ignora esta idea y solo quiere despedazar a esa persona que se ha atrevido a provocar lo que es mío.
«Mío.»
— ¿Será contigo? —Su sonrisa se expande al preguntar.
Prefiero no contestar a sus provocaciones o solo Dios sabe lo que soy capaz de hacer. Le llevo directo al baño y le coloco en el suelo mientras preparo el agua de la ducha a la temperatura adecuada, un baño frío sería bueno para quitar la borrachera, pero tampoco deseo que se congele y se resfríe por lo que dejo el agua a una temperatura tibia. Para mayor tortura mental ha sido un grave error apartar los ojos de Michael, aunque fuesen solo segundos. Cuando volteo le encuentro metido dentro del jacuzzi quitándose la ropa. El efecto de los tatuajes sobre su pálida piel le vuelven exquisito, sus grandes ojos azules solo resaltan en medio de su rostro, me observaba como si me estuvieran invitando a entrar con él. Siento mi boca resecar.
— ¿Qué haces?
Completamente desnudo, gira para tomar mi mano y acercarme a su cuerpo. Aun con el pantalón puesto entro al jacuzzi que ya comenzaba a llenarse de agua. Debo controlarme, sin embargo, la alarma en mi interior se dispara cuando siento la punta de sus dedos rozar el broche del cinturón. Siento como si se cortara mi respiración, lo único que deseo es agarrarme a su cuerpo y no soltarlo más. Una parte lógica de mi cerebro me dice que salga de aquí, ninguno de los dos está pensando con total claridad, sin embargo, ignoro a esa pequeña y ahora molesta voz.
—Pasa la noche conmigo—pide el rubio mientras recorre con su lengua todo el camino desde la base de mi garganta hasta mis labios.
Juro que podría explotar ahora mismo si no paro esta locura.
—Detente—respondo un poco más brusco de lo normal a la par que le separo de mí, en cuanto observo su rostro contraerse a manera de dolor me siento del todo perdido. No quiero ser yo el causante de ese sufrimiento.
—Imbécil, eres idiota Dereck— insulta mientras que las lágrimas escapan de sus hermosos ojos azules, me siento una mierda—. Sé que no significo nada, que te doy asco, serías la burla si supiesen que has estado conmigo, pero ¿por qué me odias tanto? —Su voz se va apagando poco a poco—. Solo quería salvarte porque, aunque no puedo tenerte, no puedo imaginar mis días sin verte, yo…
No le dejo terminar la frase, me apodero de sus labios, a la mierda si es correcto o no, lo necesito y el también. Llevo días conteniéndome para no arrojarle en la cama cada vez que le veo, pero mi paciencia ha llegado a su límite. ¿Cómo continuar ignorando lo que tanto anhelo si, incluso por mi culpa, se vuelve un mar de lágrimas?
Termino de desnudarle fijándome en cada centímetro de su precioso cuerpo tintado, permito que me zafe el pantalón y luego de tirarlo fuera del jacuzzi ambos nos arrojamos en la espaciosa bañera. Con Michael sentado a horcajadas sobre mí siento como mi erección va en aumento, jalo ligeramente sus rubios cabellos hacia atrás para tener su cuello a mi total disposición, el cual lleno de besos y mordidas.
Con una de sus manos agarra mi excitado miembro y con rítmicos movimientos comienza a masajear arriba y abajo. Imito su gesto y disfruto ver su sonrojo ante la lujuria. Este hombre es pura provocación.
—Introduce un dedo en mi interior. —Sus palabras salen entrecortadas y jadeantes— Te necesito—ruega.
Con ambas manos separo su trasero y hago lo que me pide, poco a poco introduzco un dedo para empezar a moverlo, un suave gemido escapa de su boca y el poco autocontrol que me posee se pierde por completo. Chupo sus labios, primero uno y luego otro, le devoro, exploro su boca con mi lengua y su trasero con mis dedos.
—Eres tan perfecto, me encanta tu lado sexy, tu lado tierno, incluso tu lado peleonero—digo encajando suavemente mis colmillos en su hombro, le marco, ahora todos sabrán que es mío.
Todos verán mi esencia en él, nadie además de mí se atreverá a tocarle…y el que lo haga puede asegurarse muerto.
—Puedo ser eso y todo lo que tú quieras—responde dejándose llevar por el éxtasis que le produce mi mordida.
Agarra nuevamente mi miembro y muy lentamente lo introduce en su estrecho y apretado interior. Por Dios, la sensación es abrumadora, jamás pensé que esto sería tan bueno. No, me equivoco, es espectacular, sobre todo por ser Michael. Mi deseado lobo coloca sus manos en mis hombros y los utiliza para impulsarse arriba y abajo. Por instinto agarro lo más fuerte que puedo sus caderas para moverlo a un ritmo que nos complazca del todo a ambos. Al inicio su rostro muestra un poco de dolor, pero luego se transforma en placer puro.
Arriba y abajo, una y otra vez. La pantera que hay en mi interior ruge por dominarle. Con un ágil movimiento salgo de su interior, siento el quejido de Michael, pero solo dura el tiempo suficiente para recostarle las manos sobre el borde del jacuzzi y colocarme yo detrás de él. Tomo mi propio miembro y lo introduzco en su interior volviendo a embestirle, esta vez más fuerte y rudo hasta que ambos llegamos al orgasmo al mismo tiempo. Tomo su cabeza y la giro un poco hacia mi mientras yo me inclino hacia delante para callar su grito con un beso en el que disfruto de su cálido sabor, me encanta. Vamos disminuyendo el ritmo de las embestidas hasta tenerle del todo sobre mi, jadeante por el cansancio.
— ¿Qué te ha parecido tu primera vez? —suelto una ligera risa ante su pregunta.
—Ha sido espectacular y toda gracias a ti, ¿Te gusto? —pregunto temeroso de no haberle complacido como él se merece.
—Fascinante, creo que he perdido la borrachera.
Ambos reímos, me niego a pensar en lo que pasará después. Entre besos y caricias salgo de su interior provocando que el espeso liquido blanco gotee por todo su trasero. Cada uno baña y restriega el cuerpo del otro con cuidado y cariño. Me deleito abrazando al rubio entre mis brazos. De regreso a la habitación, las horas pasan y continúo saciándome del cuerpo de Michael hasta que cae dormido debido al cansancio. He perdido la cuenta de los besos y mordidas que he dejado por todo su cuerpo.
Prefiero no dormir, tengo miedo de despertar y que todo no haya sido más que un dulce sueño, por lo que me dedico a observar cada detalle del cuerpo de Michael mientras descansa y me doy cuenta de un hecho que me aterra, pero que a su vez me hace sentir vivo: No puedo dejarle marchar, me he enamorado perdidamente de Michael, o quizás siempre lo estuve y no lo admití hasta ahora. Creo que es la misma que sintió el alfa lobo cuando conoció a Tobías, he encontrado a mi pareja.
—Eres mío pequeño lobo. —Le susurró al oído, aunque sé que no es capaz de escucharme—. Por esta noche y las del resto de tu vida, te haré darte cuenta de ello, ahora me perteneces—digo mientras planto un tierno beso en la marca de mis dientes en sus hombros, ahora me pertenece y esa marca lo demuestra.
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