Capítulo 20 (Michael)

Finalmente, el momento había llegado, el instante para el que nos hemos estado preparando los últimos tres días es ahora.

Estoy frente a la guarida de los híbridos, oculto en la espesura del bosque. Debo andarme con cuidado, al estar transformado en lobo mi blanco pelaje puede llamar demasiado la atención. Gracias a Dios no estoy solo, algunos lobos, vampiros y cambiaformas me resguardan la espalda. Estamos distribuidos de forma tal que rodeamos la enorme casa. Hemos repetido la parte teórica de este plan miles de veces, hemos analizado todas las posibilidades con tal de alcanzar la victoria y, sin embargo, sigue existiendo un alto porcentaje de fallar, de algún error por el cual todos salgamos lastimados, aun así, estamos preparados para ello.

El ataque a los híbridos estaba planificado para ayer, no obstante; fue necesario esperar un día más debido a la llegada de algunos de nuestros amigos del pueblo, necesitábamos toda la ayuda posible. Ryan insistió en venir, pero Tobías no se lo permitió, el alfa era como el faro de luz y esperanza, no podíamos correr el riesgo de que resultara herido. Aun así, era difícil, es difícil saber que quizás muchos de nosotros termináramos heridos o muertos en este lugar mientras estábamos lejos de los seres queridos.

Niego con la cabeza, no puedo permitirme una mentalidad negativa, por lo menos no ahora.

Alzo la cabeza al sentirme observado y le veo, la emoción recorre todo mi cuerpo. En el último piso de la construcción puedo notar la figura de Dereck al otro lado de la ventana de cristal. No aparta la vista de mí y yo tampoco tengo valor para bajar la mirada. Sus labios están curvados en una sonrisa, pero no una sarcástica y cínica como la que me dedico hace tres días, sino que es dulce y anhelante, incluso sus ojos brillan a causa de ella.

«¿Sabe…sabe que soy yo?» Por supuesto, ni siquiera sé porque dudo de ello. Tiene tanta seguridad en que yo soy el lobo blanco que contempla como yo sé que es Dereck y no otro el que mantiene su fija mirada en mí.

Ya sabe que estamos aquí—le informo a Tobías a través de una línea telepática que hemos creado solo para esta ocasión.
El vampiro, al igual que yo, se encuentra oculto en alguno de los árboles que rodean la enorme casa blanca.

—¿Seguro que es él?

—No me cabe la menor duda. —Cada célula de mi cuerpo me lo confirmaba a gritos.

—¿Está solo?

Lo medito por unos segundos. Todo el maldito lugar apestaba a híbridos por lo que no puedo guiarme por el olfato, tan solo me queda mi visión. Sin embargo, esta última tampoco era un elemento fiable. Dereck se veía solo en la ventana, pero eso no significara que estuviera solo en la habitación. Ni siquiera la estancia en la que se hallaba estaba bien iluminada por lo que no podía detectar el movimiento de sombras ajenas al cuerpo de la pantera.

No estoy seguro, no puedo ver bien desde mi posición.

Silencio es lo único que recibo como respuesta. Tobías parece estar meditando sobre la situación. Todos nos encontramos en nuestros puestos a la espera de que el líder vampiro de la orden. Continúa siendo quien está a cargo de todo el operativo y a pesar de conocer de memoria el plan, nadie se atreve a dar un paso sin que el chupasangre lo indique.

Bien—me informa finalmente—. Prepárate junto a los tuyos, cuando vean la señal entran en acción.

Ahora soy yo quien no da respuesta, no es necesario que lo haga, Tobías sabe lo mucho que me preocupa esta misión, por hoy, el sarcástico Michael ha desaparecido, creo que nunca me he sentido tan preocupado y nervioso como ahora. Busco la mirada de mis compañeros a mis espaldas y con un movimiento de cabeza les pido que estén preparados. Entre los que me acompaña se encuentra Robert, debo admitir que su presencia me reconforta. Me alegro que haya dejado las diferencias a un lado y que los sucesos de nuestra vida personal no nublen su buen juicio: es un buen soldado, pero más importante, es un buen amigo.

Los minutos pasan y el silencio de la noche es todo lo que nos rodea, demasiado silencio. Me he dado cuenta que cuando se está cerca de los híbridos es un dato muy común. Observo la entrada trasera de la casa, es la misma puerta entreabierta por la que íbamos a acceder a la trampa de los híbridos hace tres días cuando Dereck nos detuvo. Sé que nuestros oponentes están ahí, ajenos a nuestra presencia, aunque a su vez a la espera a que vayamos por ellos. Si entramos ahora por esa puerta estaríamos perdidos, nos superan en números.

Es por ello que nuestro plan principal consiste en el elemento sorpresa. Para lograrlo nos dividimos en varios grupos. El grupo de Tobías y algunos otros vampiros distraerán a los híbridos con sus armas mientras que yo y el resto entraremos directo a atacar por la retaguardia con nuestras garras y colmillos. Y por fin llegó el momento, el primer disparo interrumpió el silencio de la noche.

El ruido de las balas y el rugido de los híbridos poco a poco fue llenando el pequeño claro. Las luces de la casa se fueron encendiendo una a una, aunque nuestros enemigos atacaban bien en la oscuridad necesitaban la luz inicial para saber a qué se enfrentaban. El sonido de la batalla llego desde la parte delantera de la casa. Alzo la mirada de nuevo a la ventana por la que vi a Dereck con anterioridad. Continua ahí de pie, no obstante, su semblante parece preocupado, se gira hacia atrás, como contemplando algo a alguien a sus espaldas, su ceño está levemente fruncido, el impulso me dicta que salga corriendo a buscarle, pero por el bien de todos sé que debo aguardar.

Los minutos pasan y el ruido de los disparos y rígidos continua, mis fosas nasales comienzan a llenarse de olor a sangre y no estoy seguro de como sentirme con respecto a ello, luego de todo en la vida de mis compañeros la que principalmente está en juego. Por unos instantes la culpabilidad hace eco en mi mente, esto no estaría pasando de no ser por mi culpa, nada de esto estaría sucediendo si yo no hubiese buscado a Dereck o si hubiese evitado que me dispararan, sin embargo, no me arrepiento de ninguno de mis actos.

Es hora. —La voz de Tobías dentro de mi cabeza interrumpe el hilo de mis pensamientos.

La adrenalina invade mi sangre. Miro a mis compañeros y con un asentimiento de cabeza informo que ha llegado el momento. Comenzamos a correr todos en nuestras formas animales hacia la entrada de la casa. Mientras el equipo de Tobías ataca el exterior mi equipo atacará el interior y de esa manera yo podré llegar hasta Dereck y sacarle de ahí. Los híbridos están tan concentrados en el ataque dirigido por Tobías que no se esperan nuestra presencia por la entrada trasera, aun así, si nos toca enfrentarnos a ellos sabemos por experiencia lo que debemos hacer: ir directo a arrancarle su cabeza, tienen una capacidad de recuperación muy rápida por lo que esta es lo forma más eficiente de matarlos.

Tal como esperaba, a pesar de estar concentrados en las tropas delanteras, aún hay algunos de estos pálidos de ojos rojos y olor repulsivo vigilando esta entrada de la casa, no tengo mucho tiempo para fijarme en la estancia, pero por una rápida ojeada parece ser la cocina.

Me abalanzo hacia el cuello de uno de ellos para morder y desgarrar su garganta antes de que pueda dar la voz de alarma y llame al resto hasta aquí, la lógica es muy sencilla: si no hay voz, no hay gritos. Mi blanco pelaje termina recubierto por la sangre del híbrido, pero ni siquiera presto atención a ello, debo abrirme paso al interior de la casa y encontrar las escaleras que conducen a los pisos superiores.

Camino a paso rápido en mis cuatro patas hasta que por fin doy con las escaleras. En el momento que voy a subir siento un gruñido a mis espaldas, reacciono un poco tarde por lo que cuando quiero darme cuenta ya hay un híbrido sobre mi lomo con las manos enroscadas alrededor de mi cuello intentando asfixiarme.

«¡Mierda!» Me había distraído por unos segundos y ahora me estaba costando quitarme de encima al maldito apestoso. Mi respiración se comienza a entrecortar. Hay que admitir que esta nueva raza tiene un poder colosal y, al ser recién creados, su fuerza aumenta el doble. Mi visión se nubla un poco cuando un nuevo gruñido suena a mis espaldas.
Siento como el agarre de mi cuello se aliviana un poco hasta llegar a no sentir el abrazo asfixiador. Mis pulmones arden debido a la falta de aire, no obstante, consigo mantenerme en pie. Giro la cabeza para poder ver qué es lo que ha provocado que el híbrido salga de encima de mí. Mi mirada se encuentra con la de un gran lobo de pelaje marrón oscuro: es Robert. Está cubierto de sangre al igual que yo, sus colmillos alrededor de la garganta del híbrido que hasta hace par de segundos intentaba matarme. La pálida piel se desgarra y rompe bajo los colmillos del lobo como si fuese porcelana quebrándose.

¡Dios! Estos seres saben a basura—se queja, ni siquiera ahora mi amigo pierde su sentido de la diversión—. Sube en busca de tu cambiaformas, yo y el resto te protegemos las espaldas.

Gracias Robert. —Le miro unos segundos con temor y el lobo parece entenderme.

Nosotros estaremos bien, ve, no pierdas tiempo.

Asiento con la cabeza y subo las escaleras todo lo veloz de lo que soy capaz, ya he recuperado por completo mi respiración, el ataque del híbrido no quedo en nada más que una molestia pasajera.

A medida que subo por los pisos el ruido de la batalla se hace cada vez más fuerte en la planta baja. Todo lo contrario de donde me encuentro, es como si estuviera en otra casa completamente distinta a la de la batalla, según asciendo los sonidos se hacen cada vez más distantes y eso me perturba. Por unos instantes pienso que los dos pisos superiores de la edificación están completamente desiertos, sin embargo, sé que no es así. Dereck está arriba, esperándome.

Este último pensamiento me hace acelerar el paso, el deseo de encontrarle me puede. Por fin, llego a la última planta, las escaleras van directo a una única puerta en todo el lugar, debe ser la habitación en la que vi a Dereck desde los árboles. Al acercarme puedo sentir su olor y los latidos de su corazón desde el interior de la estancia. Siento como parte de mi juicio se nubla.

Quizás debí prestar más atención a lo que me rodeaba…

Quizás no debí dejar que mi anhelo por verle nublara mis sentidos…

Quizás debí prestar más atención a mis movimientos…

Quizás debí de haber recordado que estábamos en medio de una batalla en territorio enemigo…

Quizás y solo quizás, de haberle prestado atención a todos esos aspectos hubiese podido evitar el ataque que me lanzo al otro lado de la habitación justo al cruzar la puerta, hubiera visto a Erick venir a por mí y no habría vuelto a poner nuestras vidas en peligro.

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