Capítulo 10 (Michael)

El calor envuelve mi cuerpo, pero no es ese calor peligroso, sofocante o asfixiante, sino uno cálido, pasional y familiar que recorre toda mi piel como si me envolviese en un profundo abrazo. ¡Un momento! No es mi imaginación, me están abrazando. Abro los ojos para encontrarme sobre el pecho desnudo de Dereck con sus dos brazos alrededor de mi cuerpo. La habitación se encuentra iluminada con los primeros rayos del sol de la mañana, la cabeza comienza a darme vueltas y mi sangre arde cuando los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente: los besos, las caricias, sentirle en mi interior. Por Dios, literalmente le dije que no podía vivir sin verle en mi vida, creo que he metido la pata, sé que amanecerá arrepentido y botándome a patadas de su lado.

Intento levantarme de la cama sin hacer mucho ruido para que no despierte, debo salir de este lugar lo más rápido que pueda y evitar el desprecio. Sin embargo, nada más moverme sus brazos me aprietan más a su pecho y posa tiernamente sus labios sobre mi frente mientras acaricia mi pelo.

—No piensas huir, ¿o sí? —Mierda, mierda y mierda, está despierto.

Poco a poco Dereck abre sus ojos permitiéndome apreciar la belleza de su hermoso color verde esmeralda, no veo en ellos ningún rastro de frialdad con la que suelen caracterizarle, sino una pasión y lujuria con la que nunca pensé que me miraría jamás. No se me ocurre nada que decirle, solo le observo como un completo idiota. Siento algo que nunca pensé que experimentaría al despertar junto a una persona: miedo, tengo pánico a que me desprecie y me aparte de su lado. Pero mi mayor temor es que me diga que se arrepiente de lo sucedido, que fue un error o que estaba equivocado.

Como si leyese mi pensamiento posa sus labios sobre los míos es un gentil y casto beso que coloca mi mundo patas arriba. No pienso, solo me dejo llevar por el tierno momento. Coloco la palma de mi mano sobre su mejilla y profundizo nuestro beso. En un ágil movimiento, Dereck me ubica totalmente sobre mí con su cuerpo entre mis piernas.

«¡Por Dios! Está desnudo completo.»

Siento el centro de su excitación latir contra mi muslo, es él quien lleva la voz cantante en este momento. Desliza su lengua y llena de besos los símbolos tatuados en mis brazos y pecho. Las cruces, aros y otros tatuajes en mi piel, incluyendo la cabeza de loco sobre mi brazo, queman más que el día que los conformé.

«Tan difícil creer que esto hombre fuese virgen hasta anoche.»

—Me encantan tus tatuajes— me mira con gesto malicioso—. Entonces ¿planeabas marcharte sin avisar?

—No sabía cómo reaccionarías luego de lo de la última vez y de mi borrachera de anoche. —Debo ponerme a la defensiva—. Además, debes saber que yo no paso más de una noche…

—Más de una noche con la misma persona. —Ríe—. Ya me lo han contado, lamento decirte que eso acaba de cambiar—informa mientras pasa su lengua por la zona que une mi cuello con los hombros, despertando un gran ardor que hasta el momento no me he percatado que tenía.

Con la yema de los dedos, toco la zona del ardor y me quedo helado, una mordida, me ha marcado. Eso significa que…

—¿Sabes lo que significa esta mordida? —pregunto un poco cabreado.

—Representa qué eres mío, a partir de ahora me perteneces, solo yo te puedo poseer.

—¡Estás loco! —grito, estoy molesto—. Sabes lo que dirán de ti cuando lleguemos, soy la maldita puta del pueblo. —Literal, he tenido un número de romances bastante amplios, sé lo que dicen a mis espaldas de mí y sé lo muy fácil que me consideran— ¿Eso es lo que deseas como pareja?

—¡Me importa una mierda lo que puedan decir! —Ahora el enojado parece él y yo me quedo helado ante su reacción—. Solo me interesa lo que pienses tú, solo te deseo a ti, además, tú tampoco tendrías muy buena fama al estar conmigo. —Sonríe, tiene razón, he escuchado todos los rumores que existen sobre su nacimiento maldito—. Entonces, ¿qué me dices? ¿Quieres estar marcado por este maldito?

—Idiota. —Jalo su boca hacia mí para besarle sensualmente los labios—. Tendrás que usar más que palabras bonitas para volverme tu pareja gatito.

A pesar de mis palabras no puedo apartar la sonrisa de bobalicón que se ha puesto en mi rostro.

—Por lo visto voy por buen camino.

Su sonrisa me llena, quiero decirle que me tome por completo, que me haga suyo, que no deseo otros labios en todo el mundo. No obstante, tengo miedo de salir lastimado por Dereck, siento una fragilidad que nunca he sentido en toda mi vida y ello me aterra. Dereck vuelve a besarme y me hace olvidar todas mis preocupaciones. Al diablo todo, solo le deseo a él aquí y ahora, pero el destino no juega a mi favor.

Unos golpes en la puerta interrumpen nuestro momento especial, siento la sangre quemar por mis venas y el gesto de Dereck me hace saber que tampoco está contento con la interrupción, tal parece que alguien saldrá muerto.
Los golpes cesan, pero antes de que podamos si quiera incorporarnos de la cama mi móvil comienza a sonar. Es Tobías. Dios, hace mucho no deseaba arrancarle la cabeza a un vampiro. Lástima que con este no puedo, Ryan me mataría.

—Siento interrumpir la luna de miel, pero debemos ponernos en marcha o Ryan hará que rueden cabezas.

—Necesito cinco minutos para una ducha.

—De acuerdo, los esperaremos en la recepción, por cierto. —Su tono de voz cambia del formal al bromista— ¿Quién diría que gritaras tanto? ¿No te duele la garganta? —pregunta antes de colgar.
Siento mi cara arder, maldita rata voladora, lo sabe todo.

—Será mejor que nos arreglemos, los chicos nos esperan en el lobby.

Intento no tartamudear.

—De acuerdo, te espero en el baño. —Mientras Dereck pasa por mi lado toma mi cintura y posa un delicado beso en mi mejilla provocando que mi corazón lata el triple de lo normal.

Diablos, estoy completamente jodido.
Tomamos una ducha rápida y, aunque sabemos que no debemos demorarnos demasiado, intercambiamos algún que otro roce y besos. Al salir recojo nuestras pertenencias en mi mochila y bajamos a encontrarnos con el resto de los chicos. Cuando llegamos, Tobías me miraba con una diversión descomunal, la cual solo fue en aumento cuando recuerdo las marcas de dientes que sobresalen de mi cuello, la cual no se ocultan del todo con mi camiseta negra de tirantes.

Hago caso omiso de sus ojos curiosos y es cuando me percato que no se encontraban en el recibidor ni Marcos ni Logan.

—¿Dónde está tu lacayo con el chico híbrido?

—Como sabes, le prometí a Logan que estaría bajo mi total protección, Marcos se encargará de cuidarle y mantenerle a salvo a partir de este momento, les he enviado al pueblo más temprano en la mañana para que pusieran en aviso a Ryan y cuidaran del chico.

—¿Y Marcos ha aceptado ser niñera? —No puedo disimular la burla.

—No le agrada mucho el mocoso, pero hará bien el trabajo. —El tono de su voz me hace pensar que conocía algo que yo no.

—¿Hay algún problema?

—Nada que interfiera con la misión, talvez solo algo de diversión para luego. —Se acercó y apartando un poco uno de los tirantes de mi camiseta examina las marcas en mi cuello—. Será interesante cuando regresemos al pueblo.

Sentí el brazo de Dereck tocar mi cintura con firmeza.

—Será mejor que nos marchemos ya si queremos llegar temprano a casa—sugirió este último.

Tobías sonrió ante este acto de posesividad y luego los tres nos encaminamos hacia mi camioneta que aún se encontraba aparcada en el estacionamiento del hotel, tanta tranquilidad en los alrededores me intranquilizaba, hay algo que no me gusta en el ambiente.

Subimos todos a la camioneta, yo en el asiento del conductor, y nos ponemos en marcha a casa; no más salir del estacionamiento noto como un gran auto color negro viene siguiéndonos los talones, aumento la velocidad para permitir que el auto avance delante de nosotros, pero este no camina, solo nos persigue. Trato de perderlo en el tráfico y no lo logro. Todos se han dado cuenta de ello y están en alerta.

De repente un móvil comienza a sonar dentro del auto y mis pelos se erizan al percatar que no es el mío, miro a Tobías con la esperanza de que contestase a la llamada, pero este niega con la cabeza, ambos miramos a Dereck y la mirada en su rostro confirman mis sospechas, saca un teléfono celular en la cajuela, le reconozco, es el mismo móvil de donde lo llamó Erick cuando huíamos de Los Ángeles. Con decisión, Dereck contesta la llamada y pone el altavoz para que todos escuchemos. Una voz fría y siniestra que me provoca nauseas se oye desde el otro lado de la línea

—Hola pequeña pantera, te prometí que virarías a mí por tu propia voluntad y ahora conozco los medios necesarios para que esto ocurra, nos vemos pronto.

La llamada se cae y no puedo evitar sentir el terror a lo largo de mi cuerpo.

—¿Eres una pantera? —siento a Tobías preguntar desde la parte de atrás de la camioneta.

—¡Como si es un maldito elefante! ¿Qué quiere decir que regresarás con él?

Soy irracional, lo sé, todos me observan sorprendidos, nadie espera que reaccione así, estoy celoso. Celoso, preocupado y molesto. No me gusta el rumbo que está tomando la situación.

—¿Acaban de decir que soy una pantera y solo te interesa saber si voy a regresar con los híbridos?

—¡Sí! — grito, me equivoqué no estoy celoso, estoy muy muy celoso—. Me importa más que tenga que volver a ir a rescatar su lindo culo de Erick a que sea una pantera. Cómo que tu vida es más importante que ese pequeño detalle.

Siento a Tobías reír a carcajadas, Dereck va a responder algo cuando unos disparos llegan del automóvil negro que nos persigue, el problema es que los disparos vienen todos dirigidos al conductor, en otras palabras, a mí.

—¿Por qué me disparan a mí si te quieren a ti?

Dereck me observa con horror como si hubiese entendido algo de lo que aún no soy consciente, mira a Tobías y este tiene la misma expresión, pero no es momento para explicaciones.

—Déjame conducir a mí—exige mi gatito.
—Olvídalo, si cambiamos ahora solo lograremos que nos alcancen. —Acelero a todo pedal como si estuviésemos en las películas de rápido y furioso.

La camioneta no nos pierde la marcha, no sé en qué momento los tenemos al lado, escucho el sonido de un disparo y mi brazo comienza a arder, no digo nada, solo preocuparía más al chupasangre y a Dereck. Aprieto mis labios con fuerza para no soltar un quejido. Necesito utilizar todas mis fuerzas en esta labor, mi brazo no solo duele, sino que también quema. Como si un hierro caliente se estuviese pegando sobre mi piel.
Para nuestra sorpresa el auto que nos persigue comienza a disminuir la marcha y en el primer desvió que encontramos les perdemos por completo. Luego de media hora de asegurarnos de que no nos persiguen más nos armamos de valor para detener el auto.

—¿Qué ha sido todo eso? —pregunta Tobías desconcertado.

—Chicos…—digo casi en un susurro.

—No tengo la menor idea, han desaparecido tan rápido como han llegado, no me cabe duda que se tratan de los híbridos—responde Dereck a la pregunta de Tobías.

—Chicos…

—Debemos marcharnos nuevamente antes de que vuelvan, nosotros tres no podríamos contra un ejército de ellos.

—¡Chicos! —grito para hacerme escuchar—. Creo que me han disparado.

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