Capítulo 17 (Ryan)

Ahí estaba, justo como decía la nota. Varios kilómetros al norte del pueblo un gran edificio en ruinas se alza ante mí, su apariencia se asemeja a la de antiguo hospital abandonado. No entiendo como nunca investigamos esa zona, ni siquiera conocíamos de su existencia, por lo visto alguien se tomó el trabajo suficiente de despistarnos.

El silencio reina en el ambiente, como si no hubiese más personas además de mi en toda la redonda, este hecho provoca que dos ideas surquen por mi cabeza: la primera, que el escritor del mensaje nos jugó una broma pesada y esto no es más que una pérdida de tiempo para despistarnos de alguna pista real, y la segunda opción, que no me han engañado y estoy caminando directo a una trampa. Por el olor a muerte y sangre que rodeaba el hospital, sospecho que la segunda hipótesis es la más probable, aunque eso también tiene un lado bueno: «¡Tobías está aquí!».

Poco a poco vuelvo mi forma humana sin dejar de prestar atención a todo lo que me rodea. Por suerte, antes de marchar, tomé de mi camioneta unos pantalones para cuando cambiara de nuevo no tener que pasearme desnudo. Camino a la entrada del edificio, ya como un humano.

En su interior, el hospital es lo más parecido que he visto en mi vida a un antiguo sanatorio mental «Muy acorde a la ocasión», pensé por unos segundos. Manchas de sangre cubren cada centímetro de la estancia y, para mi horror, son frescas. La sensación de ser observado recae sobre mi cuerpo, no por uno ni dos, sino por muchos pares de ojos. Estoy rodeado, pero nadie me ataca, tan solo se esconden en las penumbras permitiéndome el paso.

«¡Bien! Si desean que avance, eso haré».

Luego de recorrer la primera planta completa, encuentro unas escaleras que conducen al segundo piso, comienzo a subir por ellas, puedo sentir cada una de mis pisadas crujir sobre los antiguos tablones de madera del suelo. Dos hileras de habitaciones se extienden a lo largo un estrecho pasillo. Reviso en varias y lo que encuentro me espanta: camillas con cintas, camisas de fuerzas, aparatos de electroshock, entre otros utensilios utilizados en los psiquiátricos. Es como la escena ideal para filmar una película de terror.

A medida que voy avanzando, un olor conocido invade mis fosas nasales, un dulce olor que he añorado estos últimos días, pero algo no está bien. Salgo corriendo tras el rastro antes que se desvanezca, no soy consciente de en qué dirección voy ni los giros que estoy dando, solo que sé debo encontrarlo.

El ligero aroma me lleva justo al frente de una gran puerta metálica resguardada por cadenas y candados.

- ¡Tobías! -grito con todas mis fuerzas, pero ningún sonido llega del interior.

Me concentro lo más que puedo en mis instintos lobunos para tratar de percibir si mi chico se encuentra dentro de la habitación. Al inicio no logro detectar nada correctamente, los olores y sonidos que provienen del otro lado de la puerta me llegan dispersos; no obstante, eso cambia luego de unos minutos. Puedo sentir su aroma mezclado con una gran cantidad de sangre.

La adrenalina se apodera de mí, comienzo a golpear la puerta y a dar empujones contra ella, para un humano normal puede que fuese imposible romperla de esta manera, pero para un licántropo es solo cuestión de tiempo para que se venga abajo.

Cuando logro romper todas las cadenas, entro finalmente a la habitación. La estancia se halla totalmente a oscuras con excepción de un foco que ilumina una pequeña silla en el centro del cuarto.

- ¡Tobías! -vuelvo a gritar.

Mi chico está amarrado con grandes cadenas a la silla, viste solamente sus usuales pantalones de cuero, el resto del cuerpo se encuentra desnudo y la sangre fluye de su blanquecina piel. Salgo corriendo hacia su lado sin demora, como es un vampiro no se notaba su respiración y su piel generalmente se hallaba fría, sin embargo, cuando poso mi mano sobre una de sus heridas, un pequeño gemido en forma de queja se escapa de sus labios. Está vivo, solo que inconsciente.

-Por favor despierta-pronuncio las palabras agitándolo suavemente-. Por favor.

La piel de su espalda se encuentra desgarrada por completo como si hubiese sido víctima de latigazos toda la noche. Su rostro no está mejor que eso, los arañazos recorren cada centímetro de sus mejillas y parte de su frente, aunque no parece estar desfigurado. Me asombró que, a pesar de todo el sangrado, ni una sola de las heridas se halla infectada, como si se hubieran tomado el trabajo de curarlo luego de tantos golpes. Iba a empezar a desatar las cadenas que lo sostienen a la silla cuando unas pisadas detrás de mí me sorprenden.

Giro rápidamente listo para atacar, solo esperando que mi oponente sea quien dé el primer paso, pero se queda en las sombras, mirando fijamente desde la oscuridad.

-¡Muéstrate! -exijo, mis garras ya comienzan a extenderse.

Escucho como camina muy lento, aunque con pasos decididos hacia la luz. Cuando logro contemplar su rostro finalmente iluminado mi cuerpo se relaja y bajo mis defensas automáticamente retractilando mis garras y colmillos, que ya comenzaban a salir.

- ¡Zack! -Suspiro aliviado -. Gracias a dios, rápido, ayúdame, tenemos que sacar a Tobías de aquí antes de que llegue quien le ha hecho esto, que bien que Michael te enviase antes.

-Michael no me envió- contesta, quizás más divertido de lo que la situación amerita, aún continua sin moverse de su lugar.

-Vamos, muévete y ayúdame ¿a qué esperas? -pregunto comenzando a perder la paciencia, pero el solo sigue mirándome fijo.

«¡No puedo creer que deje que su rencor y emociones le controlen incluso en un momento como este!».

- ¿Ryan? -La voz de Tobías suena casi que en un lamento.

Vuelvo a su lado como si mi vida dependiese de ello.

-Tranquilo cariño estas a salvo, Zack y yo estamos aquí para ayudarte. -Le aseguro a la par que le acaricio el pelo para consolarlo, no quiero que haga mucho esfuerzo en su condición actual.

-No...-le cuesta hablar-, No te fíes de él-dice finalmente, casi sin aire-. Está detrás de todo esto.

- ¿De quién hablas?

-De él-afirma con un gesto de cabeza hacia Zack, quien ahora muestra una sonrisa perturbadora.

Me pongo en pie y miro fijamente a mi hermano percatándome de detalles que no había notado hasta el momento: Sus ojos, antes de una tonalidad amarilla, son de un color rojo intenso similar a la sangre, sus colmillos se hallan extendidos y se ven más filosos que los de un lobo común, su tez está completamente pálida, y lo más importante, su olor, no era el típico de un licántropo, es algo nuevo, macabro, perturbador; huele a muerte y sangre, exactamente el mismo aroma encontrado cerca de los cadáveres de los meses anteriores.

-Todo este tiempo, has sido tú. -No pregunto, le afirmo.

Sus palabras irrumpen como un rayo en mi cabeza.

-Has tardado mucho en notarlo Ryan. -Se burla-. Debo admitir que te creía más listo.

Ignoro sus palabras, mi mente sigue enfocada y confundida en lo que acabo de descubrir. Ahora todo tiene sentido. Las presencias que sentí acechándome las últimas semanas y que noté al llegar a este hospital comienzan a rodear la habitación.

-Tranquilo, no temas. - Vuelve a burlarse Zack-, No te harán daño ni a ti ni a tu rata, ese placer está reservado para mí, ellos esperan a tus amigos.

La nota que nos enviaron es cierta después de todo, nos han preparado una trampa. Sabían que yo vendría sin duda alguna en busca de Tobías, pero ahora hay algo que me desconcierta más.

- ¿Qué eres?, ¿Qué te ha sucedido?

Zack camina hasta estar totalmente frente a mí.

-Me he hecho más fuerte Ryan-explica- Me he vuelto un híbrido.

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