Capítulo 5
Maddox
Antes de que pueda abrir los ojos con los primeros rayos del sol de la mañana. Las alteradas voces envueltas en una discusión son las que provocan que mis ojos se abran. Los pasos ajetreados y los gruñidos molestos; recuerdo mi tiempo de guerra, la época en que por menos de eso ya estaba en pie listo para la pelea. Por lo que, no hay que sorprenderse cuando saco la glock que guardo junto a mi cama y me encamino hacia donde se escuchan los ruidos.
No voy a arriesgarme, no ahora que tengo la certeza de que me están buscando. Dereck, el jefe de los felinos del pueblo donde estaba Samson, poseía contactos militares y logró que le entregasen los expedientes de las personas que me estaban buscando. Samson me aseguró que habían llegado hasta el pueblo, pero con mi rastro borrado se marcharon, aun así, tanto mi instinto de supervivencia como mi entrenamiento me obligaron a estar alerta.
No me había puesto zapatos ni camisa; tan solo llevaba puesto los pantalones de pijama que suelo utilizar para dormir. No era la mejor armadura, pero al menos no me atraparían desprevenido.
Bajo hasta la sala principal y me escondo tras la puerta, presto atención con cada uno de mis cinco sentidos. Es entonces que me doy cuenta de que, la voz que no para de gritar es Christian, pero mas que asustado, suena como ira pura. Me asomo por el arco de piedra que conecta el pasillo donde me hallo con la enorme estancia y no logro detener mi sonrisa divertida al notar que el enojo del Dios de cabellos oscuros va dirigido a Samson, Declan y un pobre hombre en traje de médico.
Este último parece ser el más asustado de la situación, como si solo quisiera salir corriendo. Mira a todos lados inquieto, e incluso para mí, el temblor de su cuerpo es evidente. Por otro lado, Declan tapa sus labios con una de sus manos, como quien intenta ocultar una sonrisa; sin embargo, las comisuras de estos alzados y el brillo en sus ojos delatan toda la diversión que está sintiendo.
Samson parece ser el centro de la ira de Christian. Mi amigo se mantiene sereno y tranquilo, pero la ligera curva alzada que tiene su ceja izquierda delata su sorpresa para aquellos que le conocen. Por lo visto, ninguno de ellos parece acostumbrado a ver explotar al Dios de la anti vida; es irónico, pues yo lo veo a diario y no puedo evitar sentirme bien con ello.
Samson parece captar mi aroma y alza la mirada en mi dirección, su ceño se frunce más y noto sus ojos cargados de preguntas. No obstante, Christian luce demasiado enojado como para detectar mi presencia. El cambiaformas felino suspira, pasando los dedos por su tabique como si pidiera paciencia.
—ÉL es bueno para este trabajo, no puedo cambiarlo, yo...
—¡No me importa! —ruge Christian en enojo puro—. ¡Quiero que te lo lleves! No soportaré más a ese estúpido humano aquí.
Mi sonrisa se amplia y sé que quizás me haga lucir como un completo cabrón. Pero la situación me es demasiado divertida, haber llevado a un poderoso Dios a la histeria mediante pequeñas provocaciones. Han pasado varios días desde mi llegada; sin embargo, las peleas han sido constantes. Siempre pensé que Christian sería tranquilo y sereno, con una rabia fría. La sorpresa que me ha causado verle como un niño pequeño con rabietas ha sido agradable, solo necesita mano dura ¡No, no es eso! Solo necesita atención, porque a eso se resume todo, Christian necesita atención.
He visto su mirada cuando piensa que no observo, es distante vacía y solitaria. Recuerdo la historia que nos hizo Declan en el apartamento de Samson en Nueva York hace poco más de medio año. Christian había sido el primero, siempre solo; me pregunto cuanto tiempo pasó en la oscuridad hasta la llegada de Declan y, por lo visto, eso no resultó bien. Aunque fueron pareja la relación se rompió causando muchas guerras. Christian llevaba muchas vidas en sus manos, pero el echo de que hubiera seguido intentándolo te hace pensar que al rompecabezas le faltaba alguna pieza.
Pudo haber destruido a Declan y a todo el mundo, pero se detuvo por algo...
La discusión de ambos hombres vuelve a apartarme de mis pensamientos.
—Ese estúpido humano como dices, está aquí para cuidarte y vigilarte.
—¡Pues manda a otro! —Vuelve a rugir el Dios.
—¿A quién propones? —interroga Samson con fingida calma.
—A Reyes, a Castiel, a quien sea; incluso tú o este. —Señala a Declan y el rubio solo parece desear reírse más—. Estás rodeado de lobos, gatos y murciélagos ¡Manda a cualquiera! Todos serán mejor que ese imbécil.
—No hay nadie más. —Los ojos de Samson vuelven a alzarse en mi dirección—. Pero si me dices porque te molesta tanto ya me encargaré yo.
Y los oscuros ojos de mi amigo me prometen un buen regaño, peor del que él está recibiendo. Debe de ser alguna venganza, así que quizás sea mejor salir antes de que encuentren algo más para gritarme. Bajo la Glock y, mostrándome por fin, me recuesto con aire descuidado contra la piedra que conforma el arco de la entrada.
—Pequeño puerco espín —Sonrío como el escalofrío recorre a Christian al sentir mi voz, en verdad le enojo mucho—. No me digas que estabas emocionado por ver tu correa y viniste a buscarla; eso está mal mocoso, pídelo por favor y te la enseño.
Suenan los truenos a la distancia; el factor que siempre me recuerda que tan enojado logro poner al Dios de la nada. Y decir que todos piensan que es alguien indiferente y sin emociones; no, al contrario. Este niño es como dinamita a punto de explotar. Como prueba de ello el Dios lanza su puño cerrado contra una pequeña mesa que tiene al lado, provocando que esta se astille por completo y caiga al suelo hecha pedazos.
—¡Vete a la mierda! ¡A la mierda! —Sus pasos son acelerados saliendo de la habitación y no logro evitar la carcajada que sale de mis labios.
—Siempre tan enérgico en la mañana puerco espín.
Me burlo, pero ya Christian desapareció por los pasillos. Cuando miro hacia delante noto que Declan y Samson me observan con verdadera sorpresa.
Declan abre y cierra la boca sin saber muy bien que decir. La diversión de su rostro ha pasado a ser asombro y, algo más. Al final asiente, como si hubiese llegado a algún tipo de conclusión él solo.
—Voy a verle, me gustaría hablar con él.
Eso hace que Samson deje de mirarme y se fije en su pareja.
—No creo...
—Voy a ir, Christian no me es un peligro ahora y creo que le vendría bien terminar de desahogar su enojo; además, me gustaría comprobar algo.
Samson asiente y cuando Declan pasa a mi lado me da una palmada cómplice en el brazo antes de marcharse justo por donde lo hizo Christian segundos antes. Me adentro en la estancia para ver a Samson y el médico, este me señala una silla para sentarme, pero antes que lo haga, Samson me agarra del brazo.
—¿Qué estás haciendo? No quiero que lo enojes, él no es Declan.
Y eso me molesto, así que mi rostro se puso serio.
—Soy consciente de eso; él nunca ha sido Declan, no se parecen en nada. Si me mandaste aquí no cuestiones mis actos.
Samson me mira en silencio unos segundos y luego asiente. Aunque sigo mirando ese brillo de duda en sus ojos.
—Bien, revisemos tu venda; luego hablaremos.
Muevo la cabeza en señal de asentimiento y tomo lugar justo como el médico me dijo. Es hora de ir a la parte seria.
EL hombre no tarda en cortar las vendas que cubre mi ojo. El examen tarda casi media hora, mirando con una pequeña lámpara, realizando algunas pruebas visuales. Todo para decirme lo que ya yo imaginaba. Mi visión nunca volverá a ser la misma; aunque sorpresivamente aun logro ver, las palabras y algunas imágenes son borrosas luego de un tiempo. Quizás a la larga pierda por completo la vista. Ahora mi rostro también luce una enorme cicatriz dejada por la daga que utilizaron para atacarme; resalta en color claro sobre mi piel bronceada. Ahora solo pueden mandarme reposo e intentar no fijar la vista, algún tratamiento o algo que impida que pierda la vista por completo.
El médico guarda sus instrumentos de trabajo y Samson le pide que salga para que nos dé un tiempo a solas.
—¿Estás bien? —interroga con suavidad mi amigo.
—Lo estaré.
Asiente.
—Al menos estás vivo y, para mí, eso es lo más importante.
Sonrío.
—Estoy vivo por tu ayuda, nunca podré agradecerte lo suficiente.
—No tienes que hacerlo Maddox. —Abre el botón de la chaqueta de su traje para poder sentarse cómodamente a mi lado—. Siempre estuviste ahí para mí, apoyándome y escuchándome cuando lo necesitaba; así que déjame darte un consejo también, ten cuidado con Christian.
Niego con la cabeza, dispuesto a ponerme en pie. Pero la mano de Samson sobre la mía me detiene.
—Él es mentiroso, sabe manipular; no es bueno.
—ÉL es un niño, un mocoso que quiere llamar la atención. Mira entiendo porque tienes tus problemas con él; lo que hizo fue una mierda, te secuestró e intentó destruir a Declan. Pero ¿por qué le sigues mirando como si ocultara algo?
Samson aparta la mirada confirmando mis sospechas. Dejo que pasen unos segundos hasta que solo suspira.
—Pienso que no hemos visto su final; el día que acepté ir con él a cambio de salvar a Declan, en el bosque, vi su mirada. Como le miraba. —Los ojos de mi amigo observan al vacío, demostrando cuan perdido está en sus recuerdos—. Yo estaba preparado para odiar tanto a Christian, aunque visualmente se asemejaba a Declan —Gruñí, desgraciadamente yo no pienso lo mismo, aunque presenten rasgos similares, esos ojos, tan diferentes—. Sí, se que no los ves iguales. —Sonríe al entenderme—. Aun así, yo quería odiarlo y él no me dejó, porque cuando salvó a Declan lo único que vi en su mirada fue amor y devoción.
Esa declaración me deja petrificado unos segundos.
—¿Quieres decir?
—Estoy celoso Maddox; celoso de un Dios que esperó milenios para estar con Declan, que se enfrentó al destino por no separarse de él. Cuando estuvimos en el viejo hospital psiquiátrico declaró que jamás quiso matarlo, solo crear un mundo para ellos. —Trago en seco—. Estoy celoso de que Declan se dé cuenta de cuanto es necesitado y decida que prefiere eso.
¿Necesitado? Una curiosa palabra. Sin embargo, no lo diría ahora. Pues mi amigo no necesitaba más nervios. Tomo su mano y la aprieto entre las mías.
—No vuelvas a tus viejos hábitos destructivos, no lo arruines Samson. Solo recuerda, que él te eligió a ti y, quizás, ese sea el problema. Christian lo sabe.
Porque si todo esto que me dice Samson es cierto, significa que el Dios de la nada sigue enamorado y su corazón aún continúa latiendo.
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