Capítulo 21

Christian

«Extraño», esa era la mejor palabra que encontraba para explicar como me sentía en estos momentos. Todo era sumamente extraño.

Por primera vez en décadas, estaba rodeado de seres. Criaturas a las que sé que mis acciones les han causado daño de una manera u otra. Sin embargo, a pesar de cuanta sangre recaía sobre mis manos, no se dirigía en mi dirección ni una sola mirada molesta o cargada de reproche.

Estaba sentado en mi mesa, en la cena de ensayo antes de la boda de Reyes y Dylan que tendría lugar mañana. Casi habíamos sido empujados a este sitio al bajar del avión. No sabía como sería mi recibimiento, pero, sin duda alguna, esperé hostilidad por parte de los líderes del pueblo. En lugar de ello, si bien la actitud era cautelosa, no había muestra de odio en sus corazones hacia mí.

Algunas miradas curiosas, pero no odio ni deseos de sangrientas venganzas.

Incluso, en nuestra mesa estaba sentado Tobías, líder de los vampiros y pareja del alfa del pueblo. Reía y conversaba abiertamente con Maddox, de vez en cuando me sonreía y preguntaba algo, haciéndome partícipe de la conversación. Recuerdo que Castiel y Reyes habían hablado algo cuando nos visitaron en el castillo sobre una famosa apuesta que estaban realizando en baso a mi relación con Maddox, pero ahora no hay manera que recuerde en que bando se hallaba Tobías.

Solo había una persona mirándome con ojos cargados de rabia y celo; pero nada tenía que ver sobre mi pasado. Sino que se debía a un pequeño bebé dragón que no dejaba de revolotear sus alas a mi lado e intentaba de forma constante sentarse en mi regazo.

—¡No es justo! —se quejó Declan desde el asiento frente a mí —. Yo soy su abuelo, se supone que debe de venir conmigo.

Ese pequeño berrinche me hizo sonreír son poder evitarlo.

—Puedes tenerlo, sabes que no me gustan los bebés.

No obstante, sentía mis mejillas sonrojándose por la atención del pequeño y, de forma inconsciente, mis dedos buscaron sus blancas escamas para acariciarlas.

—Dado que vas a estar mucho tiempo por aquí, creo que lo mejor sería crear turnos para tenerlo —propone Declan con una seriedad que es casi divertido, no recuerdo la última vez que le vi tan celoso por algo.

Por otro lado, mis labios temblaron un poco al comprender el significado detrás de sus palabras. A diferencia de Samson, Declan da por sentado que iba a quedarme cerca de ellos ¡No! No de ellos, daba por hecho que me quedaría con Maddox.

Mis ojos buscan de inmediato al hombre a mi lado.

Toda su postura es serena, a simple vista podría decirse que se encuentra relajado y disfrutando de la fiesta. No obstante, el brillo de peligro en sus ojos y una pequeña línea de tensión entre sus cejas indica la intranquilidad y la rabia que recorre su cuerpo. Tobías le está comentando algo sobre cambiaformas atacados esta semana con sedantes; sin las dosis eran para simples humanos, por lo que ninguno sufrió efecto alguno con los sobrenaturales. El punto bueno es que los atacantes no conocían sus secretos; lo malo, es que todo indicaba que se trataba de los asesinos que han estado persiguiendo a Maddox y buscando pistas de su paradero.

El solo hecho de pensar que ahora Maddox está vulnerable por haber venido aquí provoca que la poca magia que queda en mi interior se encienda. Puedo sentir como se expande por toda mi columna vertebral. Mis dedos cosquillean debido al poder que ansia por salir, logro percibir como cada una de las sombras de esta habitación laten en mis oídos, esperando una sola indicación para alzarse. Sin embargo, las cadenas que reprimen mi magia evitan cualquier tipo de poder; las barreras que me colocaron son más fuertes que las que Declan poseía, por lo que ahora, tengo los mismos poderes que un simple humano.

Si algo pasara, no podré proteger a Maddox y eso me inquiera más que nada.

Estoy tan perdido en mi propia cabeza que no me doy cuenta de que me hablan hasta que siento los suaves dedos de Maddox acariciar mi mejilla. Todos en la mesa me miran, pero mis ojos solo están puestos en el humano frente a mí.

Luce preocupado, pero no por cualquier cosa que haya podido decirle el vampiro. Sus dedos bajan de mi mejilla hacia mi cuello, trazando pequeños círculos relajantes con su tacto y sé que, cualquier expresión que haya poseído hace unos instantes atrás, es la que le ha puesto inquieto.

—¿Estás bien cariño? —Las cariñosas palabras me desconcertaron por unos momentos. Mi boca abriéndose y cerrando buscando las palabras apropiadas.

—¿Qué sucede si te encuentran aquí? ¿Estarás bien?

Ahora el confundido parecía Maddox.

—Estaré preparado, he planeado esto por meses en el castillo, no voy a ocultarme. Después de la boda iré a buscarlos, no huiré eternamente. Cada uno de los líderes en este pueblo me ofrece su apoyo, así que no será complicado.

Sin embargo...

—Pero yo no podré ayudarte.

Y quizás eso es lo que más me estaba inquietando. EL sentimiento de impotencia. De saber que en un solo parpadeo podría ayudar a Maddox y, por mi magia apresada, tenía que dejar su protección en otras manos. No quiero que nadie le cuide, quiero protegerlo yo.

Maddox parece comprender el verdadero significado de mis palabras, dado que tan solo se hecha hacia delante dejando un rápido beso en mi frente. Sus dedos jugando con mis cabellos, su respiración un poco más serena.

—Tú ya me estás ayudando.

Quiero protestar, pero una nueva mano sobre mi hombro me distrae. Alzo la mirada para notar a Declan a mi lado, ni siquiera me percaté del instante en que el Dios se había puesto en pie.

—¿Qué tal si damos un paseo antes de que los novios lleguen para iniciar el ensayo?

Quiero negar, no quiero salir del lado de Maddox ahora que el tema me ha dejado tan inquieto. Pero el brillo decidido y perseverante en los ojos de Declan me hacen asentir. Voy a ponerme en pie, sin embargo, la mano de Maddox sostiene mi muñeca. Su pose tensa de nuevo, sus ojos cargados de miedo, casi puedo olerlo y sentirlo: la duda le rodea. Eso me hace reír.

—No voy a huir en medio de la celebración para una boda. Ni siquiera yo soy tan cabrón.

La nueva carcajada viene de Declan.

—¿En serio Maddox? ¿Crees que ayudaría a Christian a escapar cuando solo quiero que se quede para ver si dejas de colarte en mi casa a intentar ponerme celoso e irritarme?

La ceja del hombre se alza, pero su preocupación parece haber desaparecido. Ahora solo luce divertido.

—Pórtate bien Declan o la próxima vez utilizaré a Samson de osito de peluche y sabes que él me dejará.

Todos en la mesa ríen debido a la expresión de horror de Declan y, antes de darme cuenta, me estoy inclinando hacia Maddox para depositar un rápido beso sobre sus labios. No recuerdo la última vez que demostré una emoción de manera pública, pero no me importa lo que el resto piense, la sonrisa que se deposita en los labios de mi humano es más que suficiente para hacerme feliz.

Le entrego al pequeño bebé dragón que aun dormía sobre mi figura y, acto seguido, sigo a Declan hacia la salida.

Ninguno de los dos habla. Tan solo nos apartamos de la estancia hasta salir a la zona del jardín donde se organiza el evento. El frío de la noche me envuelve, pero es como una caricia agradable para mi piel.

Tanto Christian como yo nos mantenemos en pie en medio del patio, con los ojos fijos en el cielo lleno de estrellas, rodeados de un cómodo silencio que no es necesario llenar con simples palabras. Me asombra reconocer la sensación como paz. Hace mucho tiempo no la experimento de esta manera, siempre necesitado de buscar algo más.

Permanecemos así varios minutos, luego, Declan me sorprende.

—Hace tiempo no te veía así, siendo sinceros, creo que es la primera vez que te observo de esta manera.

—¿Y cómo es eso?

—Feliz.

Aparto la mirada del cielo estrellado para centrarme en sus pupilas azules, no puedo evitar que el asombro me recorra, sobre todo cuando le escucho murmurar.

—Lo siento, debí esforzarme más por ti. Merecías que te devolviera todo porque tu estuviste solo para evitar que yo lo estuviera. Me alegra que por fin seas feliz. —Las palabras me cogen desubicado, mi voz tartamudea unos instantes y me doy cuenta de que, a pesar de lo mucho que esperé escuchar esas palabras en el pasado, no sé que responderle. Por suerte no es necesario, Declan prosigue—. ¿Ya se les puede clasificar como pareja?

Una sonrisa ilumina su rostro mientras el mío se sonroja.

—No lo sé. —No quiero mentir, ni siquiera sé si me quedaré, por lo que no puedo responder a eso aún.

Sin embargo, la voz de Maddox suena en mi cabeza una y otra vez pidiéndome que me quede con él. Si soy del todo sincero, cada vez encuentro menos motivos para negarme.

—Espero que lo sean, es divertido tenerlos por aquí.

Volvemos a estar en silencio varios segundos hasta que por fin me escucho preguntar.

—¿Cómo te uniste a un ser mortal sabiendo que su vida terminaría antes que la tuya?

Declan se encoge de hombros.

—Un secreto que pocos saben, cuando nos unimos a un ser mortal, su vida se alarga par de años automáticamente si los reconocemos como nuestras parejas; a veces son décadas, otras son siglos. Pero, aunque para nosotros ese tiempo a veces no es nada, he aprendido que cuando tenemos con quien compartirlo se vuelve todo y eso es lo que importa.

Asiento un poco nervioso y Declan avanza par de pasos para agarrar mi mano.

—Yo encontré a la persona que lo significaba todo para mí y, debido a muchas dudas, perdí parte de ese tiempo a su lado. No quiero que te pase eso Christian, el arrepentimiento es una perra rabiosa.

—Perdiste parte de ese tiempo por mi culpa Declan.

El rubio de ojos azules niega con la cabeza.

—Intenté decirme eso a mí mismo para hacérmelo más fácil, pero somos responsables de nuestras propias acciones Christian y todas estas guerras, no fueron solo tu culpa.

Y, para mi sorpresa, Declan me abraza. Es cálido y cariñoso, casi fraternal. No pude evitar devolverle el gesto porque, a pesar de todo, el Dios es mi más antiguo amigo.

—Yo confío en ti Christian, sé qué harás lo correcto.

Susurra en mi oído con suavidad y luego se separa. Girándose para volver al interior y unirse a la fiesta. Por mi parte, me siento en el medio del jardín. Necesito aun unos segundos para interiorizar todo lo que acabo de hablar con Declan, para centrarme en lo que estoy sintiendo.

Siempre pensé que era un pasajero, solo una justificación para el nacimiento de otros seres. Nunca creí que importase lo que yo quería o deseaba, que yo no tendría eternos; pensé que tener corazón te volvía débil, que las emociones traicionaban y que si me deshacía de ellas sería fuerte. Pero ahora comprendo, que forman parte de lo que soy, de lo que todos somos; que mis sentimientos son válidos al igual que mis anhelos.

Que un tropiezo no significa caída...

Que la venganza no llena el vacío, solo lo profundiza y hace que sigas incompleto...

No tenía planeado marcharme porque fuera mi destino, sino porque tenía miedo de quedarme...

De ver que sucedería...

Pero Declan tiene razón, no se puede huir siempre solo para luego percatar que nos hemos perdido las mejores cosas de la vida...

Y yo quiero quedarme...con Maddox.

Me pongo en pie, finalmente animado y dispuesto a volver al interior de la fiesta. No obstante, una fuerte punzada en mi cuello me detiene; el dolor corre por mi cuerpo y todo comienza a dar vueltas. Llevo mi mano a la zona donde me arde y arranco un pequeño dardo de mi cuello, no sé que contenía, pero mi piel quema como si estuviera puesta en el fuego.

Y solo me mantengo despierto el tiempo suficiente, para saber que estoy en problemas.


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