Capítulo 12

Christian

Aun tenía las mejillas y el cuello rojo varios minutos después de que llegásemos a la biblioteca, habitación que Reyes parecía haber elegido como oficina particular. Maddox me había sentado encima de una de las mesas y aunque su atención se dirigió completamente a la información que el híbrido le estaba dando, cada poco segundo, su mirada volvía en mi dirección.

«Maldito humano engreído y molesto». Soy capaz de sentir aun los toques de esta mañana en mi cuerpo, calentando mi piel y alterando mis nervios. Aunque no quiera admitirlo en voz alta, he disfrutado hasta el último segundo volver a ser el centro de atención de alguien, que me miren a mi sobre todo y, para mayor sorpresa, Maddox tiene una particular manera de observar. Como si fuese mi dueño, pero al mismo tiempo cuidando y preocupándose de mis necesidades, como si pudiera mirar a través de mí. Está adaptado a ejercer el poder y el control y, a pesar de no querer admitirlo, es agradable por una vez solo dejarse llevar.

La apuesta que me ofreció esta mañana también me ha dejado un poco desubicado. En pocas palabras, volvió todo el juego a su favor. Mi plan había llegado hasta la seducción; sin embargo, Maddox ofreció más, habló de emociones y la verdad es que siento terror. Porque sé, de primera mano, que además de odio, nunca he logrado despertar más.

El gruñido de Maddox hace que me desvíe de mis pensamientos. Reyes había puesto un video del pueblo donde viven en un proyector que daba imágenes contra la pared. Se podía visualizar a un grupo de personas en un bar; si bien no hubiesen llamado la atención en algún otro sitio, reconocí los rostros de las fotografías que Maddox siempre ve cuando hace ejercicio.

—¿Tus amigos? —pregunté y rápidamente la mirada de los dos se dirigió en mi dirección—. ¿Qué? ¿Acaso es demasiado confidencial y el Dios malo no puede saberlo porque sino acaba con la humanidad?

No pude evitar el sarcasmo que salió de mis labios. También la nota amarga, porque no importa la mierda que continúe diciendo Maddox sobre mis emociones, al final del día eso es lo que ven todos y ni siquiera son capaces de decirme quienes están en las imágenes.

Reyes mira a Maddox alzando las cejas, este último continúa viéndose molesto. Aunque las negativas emociones no parecen dirigirse de forma particular hacia nadie dentro de la habitación. Guarda silencio por unos segundos y, cuando pienso que solo me volverán a dar por loco, se acerca a la mesa en que me encuentro y coloca algunos papeles a mi lado. Los tomo uno por uno y me percato que son los expedientes de los mismos sujetos de las fotos; varios hombres y una mujer. Cada uno entre los treinta y los cuarenta, con diversas especialidades y nacionalidades. Solo dos cosas poseen en común: cada uno perteneció a las fuerzas armadas en algún punto de sus vidas y, hace pocos meses, todos fueron contratados por la misma empresa.

—¿Quiénes son? —pregunto alzando la mirada a los oscuros ojos de Maddox y, incluso entre tanta oscuridad, puedo notar la ira y el tormento en ellos.

—Hace varios meses fui contratado para matar a un traficante de drogas, disfrazaba su empresa como farmacéutica, pero digamos que lo que realizaban ahí era más fuerte que simples aspirinas y había demasiados muertos involucrados. —Tomó una pausa, como recordando—. Para hacer la historia corta, uno de los informantes me vendió a la competencia y me dieron una pista falsa; prepararon una emboscada donde casi muero. —Alzo la mirada y antes de darme cuenta estoy levantando su mano para acariciar la cicatriz de su ojo. Esa blanca cicatriz que rompe con la zona bronceada de su piel, que casi le mata y acaba con su vista. Puedo sentir las emociones que emanan de él con mi tacto, las emociones sobre los recuerdos: dolor, ira, había tanta sangre...—. Hay precio por mi cabeza y con cada día que pasa va en aumento. Ellos fueron enviados a por mí.

Entonces recuerdo algo.

—¿Ese es otro de los motivos por el que viniste?

Asiente.

—Samson me lo iba a pedir de todos modos, pero venir me vino de perlas; necesitaba desaparecer mientras me recuperaba. Sigo siendo un blanco fácil aún dado que mi visión está dañada.

Mis dedos vuelven a acariciar la zona de su rostro. Antes de que pueda evitarlo, siento la ira recorrerme.

—¿Puedo ayudarte? No tengo mucha magia, pero podría intentarlo.

Eso parece sorprender tanto a Maddox como Reyes, ambos hombres solo me observan. Cual de los dos con los ojos más abiertos y rápidamente intento evitar la atención.

—Quiero decir, si lo hago ya no serás mi niñera...

No puedo mirar directamente a Maddox, pero por la sonrisa divertida del híbrido, sé que no le he engañado ni un poco y me vendrá una buena encima. Maddox solo carraspea su garganta.

—Declan lo ofreció, pero lo rechacé. No me molesta tener la herida Christian, me recuerda que la vida puede ser muy delicada, todos mis trabajos lo hacen a su manera; pero este me dio una buena lección. Yo solo... —Miró las imágenes en la pantalla—. Solo necesito un segundo y tomar un café, te traeré uno.

No me dio tiempo a contestar, solo salió por la puerta, dejándome solo con el híbrido y todas las imágenes de los asesinos. Reyes camino hasta llegar a la mesa y con un impulso de sus manos se sentó a mi lado. Ambos guardamos silencio unos segundos.

Finalmente, es el híbrido quien rompe la tensión del momento.

—Samson y yo pensamos que están esperando por él. —Observo a Reyes con curiosidad, pero este solo observa la pantalla—. Han estado rondando por semanas, se dejan ver como un señuelo; incluso creo que saben que le tenemos escondido, solo esperan a que Maddox salga o delatemos su ubicación. De no ser por los poderes de Castiel para proteger este sitio, hasta diría que ya le habrían encontrado.

Arrugo el papel en mis manos sin darme cuenta.

—¿Por qué me dices todo esto?

Reyes se encoge de hombros.

—Parece importarte.

Solté un bufido divertido.

—Acaso no te lo han dicho niñato, soy peligroso y voy a utilizar a Maddox a mi favor para salir de esta mierda y matarlos a todos ¿qué te hace pensar que me importa?

Para mi sorpresa, ahora es Reyes quien luce divertido. Riéndose como si le hubiese contado el mejor chiste sobre la faz de la tierra y, cuando me mira, no me juzga, no hay acusación en sus ojos.

—Es duro ese papel ¿no? Tener que ser siempre villano en la historia de alguien.

Sus palabras son como un golpe directo a las entrañas. Solo puedo observar al pequeño psicópata con aire desconcertado. En cambio, Reyes luce sereno, sus carmesíes ojos estudiándome.

—Me has robado el protagonismo Christian, hasta hace uno o dos años, el villano era yo. —Se encoge de hombros—. El asesino despiadado que creaba híbridos por doquier para hacer un enorme ejercito y dominar el mundo, asó rollo Marvel —Se ríe de su propio sarcasmo—. Incluso creamos unas armas de mierda, se supone que hasta secuestré a mi propio hermano. Aun algunos en el pueblo me miran mal; porque fui creado para eso según ellos y no te engañes, amo la imagen de psicópata que me dan, es sumamente divertido; pero. —Luce pensativo, como si ya no estuviera en esta sala ahora viajara a través de sus propios recuerdos—. A veces era tan agotador, ni siquiera podía visitar correctamente a mi hermano y mis sobrinos, comenzaba a cansarme y luego estaba este hombre. —Volvió a sonreír, por otro lado, ya no era como antes; sino que un verdadero brillo resaltaba en sus ojos—. Me odiaba tanto, pero no por el simple hecho de existir. Me aborrecía porque yo era un dolor en el culo cada vez que le veía; así que lleno de curiosidad comencé a acecharlo en secreto.

—¿Y qué sucedió?

—Vi que su tío iba a matarlo y me lo llevé a pesar de que todos dijeron que fue un secuestro. Pasó que estaba enamorado y obsesionado antes de darme cuenta. Que lo transformé a una bestia como yo, solo porque no soportaba verlo morir y pasó que en una semana voy a casarme con él.

Silencio nuevamente.

—¿Cuál se supone que es la moraleja de esto?

—Manda a la mierda que digan que eres el villano; si quieres serlo hazlo, pero no actúes solo porque estén esperando eso. No tienes que fingir solo porque esperan que lo utilices. No si él te importa.

—¿Qué te hace pensar que me importa?

—Básicamente estabas abrazado a él cuando los vi esta mañana y ahora de verdad parecías intranquilo por no poder ayudarle; no digo que sean una historia de amor de Hollywood, pero te preocupas. Además, sigues odiándome porque el me ve caliente.

—Un día, voy a quemar esa lengua tuya con un hierro al rojo vivo.

Mi amenaza parece divertirlo.

—Sabes que te engañó, ¿verdad? No me ve caliente. —Ahora el hombre vuelve captar toda mi atención—. He pasado meses con él en el pueblo y ni una sola vez me ha observado siquiera con la mitad de curiosidad que te mira a ti.

Esa simple confesión enciende algo en mi interior. Algo que no quiero sentir. Que me aterra.

—Fijarme en alguien no es lo mío. Ya lo intenté una vez y fue una mierda.

—Quizás no estabas con la persona correcta. —Se coloca en pie y me da una palmadita en el hombro—. He decidido que tu y Robert son mis mejores amigos, así que pórtate bien; quiero conservarte.

Voy a abrir la boca para quejarme, pero en eso Maddox vuelve a entrar a la estancia y no me atrevo a decir nada. Solo continuamos hablando; aunque, la verdad, mi cabeza está demasiado lejos de ahí. Solo logro visualizar las palabras de Reyes y al hombre que tengo delante de mí.

«¿De verdad solo quiero seguir siendo el villano?».


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