61.
—Leí el mensaje antes de que lo borraras.
—Ah... —México rio nervioso—. Déjame explicarte.
—Así que el comunista me engaña contigo... —USA suspiró—. Y se citan cuando yo estoy ocupado.
—¡Solo era una broma! Yo no... —estaba en pánico.
—Tranquilo, Mex... Ya lo presentía... —rio forzosamente—. ¿O crees que todos los mocosos de URSS son del mismo padre?
—Ey... Yo no quise lastimarte.
—Me duele que hayas sido tú, Mex... Porque se supone que volvimos a ser amigos.
—¡Lo somos!
—Pero... me traicionas con URSS.
—Ay... —dejó caer sus brazos, le evitó la mirada—. Si me pasé...
—Solo te pido una cosa.
—No, no, espera... Te cuento cómo son las cosas.
—Al comunista le gusta beber vodka helado a las 5 p.m., desayuna con leche tibia... Y aunque no lo diga, le gustan mucho las muestras de afecto.... Especialmente... los dedos entrelazados.
—USA...
—Terminaré con él... Tienes vía libre... —se dio media vuelta y agitó su mano—. Cuídalo bien.
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