50.
Lo persiguió por días, con la mayor tranquilidad del mundo, porque no era nuevo. Lo había estado acosando durante meses, fingiendo que el actual Rusia no tenía nada que ver con URSS.
Lo acorraló, evitó las salas recurrentes, y sonrió ante esa expresión molesta.
—¿Ya podemos hablar?
—Me molestaste tanto, casi acosándome hasta que creyera que perdí el juicio... ¡Solo por jugar!
—Eh, sí —sonrió hasta denotar sus dientes semi puntiagudos.
—Hijo de perra... ¡Sí eres URSS!
Porque nadie había tan retorcido como para jugar a una especie de tortura mental, emocional, o... ¡Ese idiota!
—Eres muy torpe si te diste cuenta de eso hasta ahora.
—¡Voy a matarte!
—No puedes... Nunca pudiste cumplir con tu amenaza.
—Bitch!
—Idiota —enfrentó sin inmutarse.
—Cabrón hijo de...
Pero no pudo más, mientras lagrimeaba de rabia y alegría, temblando de impotencia y con unas ganas inmensas por romperle la cara a ese imbécil... USA se desmoronó.
Se abrazó a ese poste andante con desesperación, creyendo que era una broma el tener una oportunidad de sentir el calor ajeno tan cerca, escuchando el latir constante del que consideró su más grande y demente amorío.
—Aún te amo con devoción y pasión —recitó Rusia con suavidad.
—Eres un infeliz —USA sollozó—. Al que le haré pagar cada lágrima con uno de mis mejores berrinches y un beso.
—Pero ya no me iré.
—Te amo, URSS... —se aferró a ese feo abrigo y ahogó un sollozo—. Y ahora te amo igual, Rusia.
—Я тоже тебя люблю.
—Pero sí eres un hijo de perra.
—Lo sé —rio bajito.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top