21.


USA a veces creía que URSS no era un buen padre, porque no lo veía cuidando de sus propios mocosos...

O eso pensó hasta ese día.

—¡Soy más alto que papá! —elevaba sus manos al cielo.

—Azerbaiyán, sujétate de mi mano o caerás —regañó URSS antes de que el pequeño obedeciera.

Pero nadie le quitaba la felicidad a esa carita, del pequeño niño que paseaba sobre los hombros del imponente líder soviético.

Y no era el único feliz.

El bebé, Turkmenistán, que jugaba con los botones de la camisa pulcra, reía a la par que su hermano mayor, aferrado al pecho de URSS, quien no dejaba de verse prepotente e intimidante.

—Papá... mira —Kazajistán, tiró suavemente del pantalón de su padre.

—¿Qué cosa?

—Es mamá.

USA quiso fingir demencia, pero la mirada de URSS se encontró directamente con la suya, y esa sonrisa se burló de él.

No tuvo opción.

Kazajistán corrió hacia él, lo arrastró para que se uniera a esa "tarde familiar", y sin pensarlo, estaba cargando a Azerbaiyán en sus hombros para que Kazajistán se paseara en hombros de URSS.

—Una familia...

—Dices algo más y te parto la boca.

—¿A besos?

—Con un balazo si es posible.

URSS reía ante esas palabras y el pequeño Turkmenistán lo acompañaba con sus ruiditos agudizados.

Era incómodo para el americano, sentirse parte de aquella numerosa y disparatada manada de eslavos con complejo de postes andantes.

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