17.

—Mami.

USA suspiró, hasta el más pequeño de esos mocosos lo llamaba mamá.

—No soy tu mami, Moldavia —lo cargó en brazos—. Soy América, o Ame.

—Mami.

—¿Y tú qué quieres?

Pero el niño no hablaba mucho, apenas si estaba aprendiendo, pero tenía otras formas de comunicarse.

Le tocó el pecho y tiró de su camiseta.

—Oh no, ni creas —quitó esa manito de su pectoral.

—Mami —hizo ojitos.

—En primera, soy tan hombre como tú... En segunda, del que succionas es del comunista, no de mí. Así que vamos a buscar a tu padre imbécil y gruñón.

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