12.


—¿Por qué estamos en tu maldita oficina?

USA admiraba al comunista idiota con el que lidiaba cada día sin descanso.

—Me gusta la privacidad.

—Ah... —hizo una mueca—. Es porque este lugar es el único en el que tus hijos no pueden interrumpirnos —sonrió divertido.

—También.

—¿Y qué pretendes?

—Tener sexo contigo —se acercó cauteloso.

—Iugh... No gracias.

—Eso no dijiste ayer —sonrió de lado.

—Fue un desliz... ¿bien?

—Pues que hoy también lo sea.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top