1.


Se habían conocido en uno de esos intentos por establecer buenas relaciones políticas, y nunca iban bien.

Tenían un carácter fuerte. Ambos. Y siempre terminaban peleando.

Pero era divertido también.

—Sal conmigo.

Su voz firme como siempre, la mirada prepotente, y esa sutil sonrisa que adornaba esa joven carita.

—Estás muy chiquito para mí.

—¿En serio dijiste eso?

USA miró divertido a URSS, el cómo cambiaba esa faceta confiada y se volvía una enfadada.

—Sí... Tal vez en unos veinte años más te haga caso... Sigue participando.

—América, vuelve aquí.

—No, querido.

—¿Quieres pelear de nuevo?

—¡Eso sí me gusta!

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