Capítulo 7: Robert

Debí de haberme resistido, una parte de mi cabeza me ordenaba a no seguirle cuando Castiel tomó mi mano y se dirigió hacia la puerta, sin embargo, la curiosidad por este ser antiguo era demasiada. Las palabras que me había dicho minutos atrás aun daban vueltas en mi cabeza como si fuesen una noria en un parque de atracciones.

«No te deseo porque el vínculo lo dice, te deseo porque en estos dos días que te he observado has llegado a llamar mi atención. No mentí con lo que te dije, cuando deseo algo no dudo, voy por él y lo tomo». Es cierto que el vínculo crea una sin igual atracción, yo mismo lo he sentido en el poco tiempo que llevo en el castillo, siempre puedo decir si Castiel está cerca o lejos, si me observa o pasa de largo, no obstante, sus palabras denotaban una promesa hacia mi persona la cual no estoy preparado m´ionmhas para enfrentar; tiene decisión y deseo, pero, aunque en el fondo me encantaría probar esta posibilidad, no estoy dispuesto a arriesgarlo todo por ello.

A diferencia de Castiel yo no buscaba un vínculo, no lo anhelaba. Hubo un tiempo pasado que habría hecho todo en mis manos para conseguir una unión así de fuerte, pero ya eso no existe en mí.

A pesar de ello, todavía estoy permitiendo que Castiel tome mi mano y me guie entre los diversos pasillos del enorme y antiguo castillo; puertas secretas y pasadizos se abren a nosotros. Lugares que solo el dragón parece conocer y no tiene problemas para identificar las rutas correctas. Mientras que subimos por unas estrechas escaleras no me queda más remedio que observar su espalda delante de mí. Puedo observar sus oscuras alas a cada lado de su espalda, estás emanan de su piel a través de dos pequeñas aberturas de su negra gabardina; jamás le he visto sin esta pieza de ropa o con las alas ocultas lo que me hace pensar que quizás no pueda esconderlas.

También provoca que mis pensamientos vayan más al plano de lo obsceno preguntándome como se verá la ancha musculatura de su espalda sin la gabardina, como será el tacto de sus alas contra mi mano; su cuerpo contra el mío…

Niego con la cabeza rezando internamente para que mis mejillas no se coloreen de rojo y no me delaten cuando Castiel me observe. Sin lugar a dudas este hombre es el sobrenatural más extraordinario que he conocido en mi vida, bajo la mirada hacia nuestras manos entrelazadas y un pequeño escalofrío me recorre cuando noto su pulgar acariciar el dorso de mi mano. ¿Cómo es que ni siquiera me percaté de que el dragón ha estado haciendo esto todo el tiempo? ¿Por qué se siente tan bien ese tacto?

—¿A dónde vamos? —Las palabras salen de mis labios en un vano intento de distraerme de mis pensamientos actuales.

—Necesitamos un lugar privado para conversar.

—¿Mi habitación no es privada?

—No lo suficiente, hay demasiados oídos curiosos en el castillo, además, —Gira un poco su rostro de manera que puedo notar la sonrisa burlona en sus labios y la mirada pícara de sus dorados ojos—, pensé que podríamos tener menos distracciones sin una cama de por medio.

El calor de su mirada se traspasa a mi cuerpo provocando que mi garganta se seque y desee más de esto. No he sido un santo luego de mi noche con Michael, no voy a mentir; he tenido otros encuentros sexuales y, siguiendo el mismo patrón que tuve con el rubio, ninguno de ellos pasó de ser algo más que una noche, sin embargo, este calor es totalmente nuevo e inexplicable, ni siquiera el lobo provocó eso en mí.

Llegamos a la parte superior de las escaleras y Castiel abre una puerta que se encuentra ante nosotros. No puedo ver demasiado debido a su enorme cuerpo delante de mí, pero puedo sentir una brisa fresca acariciar mi rostro. Avanzamos solo unos pasos más y, finalmente, me doy cuenta de donde estamos. Las rutas por las que Castiel me condujo dan hacia una de las torres que, desde el exterior del castillo, no parece tener entradas que la conectaran con el resto de la fortaleza.

Suelto la mano de Castiel para avanzar varios pasos hasta estar delante de él y poder observar todo el paisaje que se extiende ante nosotros. La mezcla de colores verdes y azules de los cielos hace que el aire abandone mis pulmones del asombro. Montañas y llenuras se ven a lo lejos creando una visión dispareja como sacada de un cuento de fantasía medieval. Me acerco a las almenas decidido, incluso el lago que rodea el castillo es como si poseyera algún tipo de magia ancestral que te impidiese apartar la mirada de el.

Los campos y bosques junto al poblado son lindos, pero no recuerdo que ninguno de ellos conservara la belleza de este lugar. Una nueva brisa pasa cercana a nosotros, el aire helado provoca un temblor en mi cuerpo, pero no tengo demasiado tiempo a acostumbrarme al nuevo clima dado que los fuertes brazos de Castiel rodean mi cintura pegándome a su cálido cuerpo y sus alas nos rodean a ambos como si fuesen una barrera protectora. Me encantaría admitir que quiero alejarme del tacto, pero mi cabeza recostándose contra su pecho desmentiría por completo mis palabras.
Castiel alza una de sus manos de mi cintura hacia mi rostro y pasa sus dedos con suavidad por mi mejilla, el toque es tan gentil que ni siquiera me preocupa que pueda hacerme daño con las garras que posee en lugar de simples uñas.

Pero no puedo permitirme a mí mismo adaptarme a esta calidez.

—¿Por qué estamos aquí?

—Ya te lo dije ionmhas, quiero que conversemos, que al menos nos demos la oportunidad de eso sin que tus amigos ni los ancianos nos interrumpan.

—¿Y qué se supone que debemos conversar?

—Quizás podríamos comenzar por conocernos, sería bueno que me vieses más allá de lo que te han dicho de mí y a cambio yo también deseo conocer cosas sobre ti.

—¿Qué ibas a querer saber tú de mí? —No hay acusación en mi tono de voz, tan solo autentica curiosidad. Aun me sorprende que el destino me haya unido con un ser antiguo y poderoso; si Marcos se siente como un niño pequeño a su lado que se supone que sea yo.

—Hay muchas cosas que quiero saber de ti mi querido m´ionmhas. —Otra vez pronuncia el apodo con suavidad, como si la palabra llevase consigo un gran valor, la curiosidad de saber que significa continúa, pero sé que por ahora no obtendré respuesta, así que mejor fingir que no causa tanto efecto en mí como en verdad lo hace—. Por ejemplo, ¿tienes a alguien en casa esperándote m´ionmhas? ¿Alguien especial?

La sola sugerencia tensa mi cuerpo ¿A qué juega el dragón?

—Si te dije que no deseo una pareja que te hace pensar que tendré a alguien esperándome en casa. —Intento que mi voz suene carrasposa mostrando mi incomodidad.

—Entonces, ¿quién es Michael? —Me tenso al escuchar sus palabras, pero eso no quita que no sea capaz de escuchar la amargura en su voz.

—¿Celoso? —provoco, sin embargo, esa diminuta aspereza en él me siente alfo de regocijo.

—Mucho. —gruñe y no puedo evitar la ola de placer que eso me causa—. Reyes dijo que era especial para ti, ¿es cierto?

Me lo pienso unos instantes. Poco a poco me giro para poder mirarle a los ojos; su rostro esta serio, sin embargo, una llama florece en sus ojos que me inquieta más que cualquier híbrido al que me haya enfrentado.

—Si te digo que tengo a alguien especial esperándote o si te dijese que Michael es importante para mí, ¿me dejarías en paz?, ¿olvidarías nuestro vínculo y continuarías con tu vida?

Los labios de Castiel se curvan en una sonrisa peligrosa, su rostro desciende hasta el mío, soy capaz de sentir su aliento contra mi piel. Cierro los ojos regocijándome en la sensación, soy muy consciente de que si solo alzo mi rostro un poco más mis labios tozaran con los suyos. Su mano vuelve a tocar mi rostro, sus garras contorneando mis labios, jugando y provocándome.

—No soy una buena persona Robert; si tuvieses a alguien esperándote en casa haría hasta lo imposible para seducirte aquí y ahora, haría que te convencieras de que estar conmigo es mejor que con cualquier otra persona porque tenemos un vínculo real, una unión que va más allá de nada. Te haría mío sin importarme una mierda la persona que te esté esperando en casa; no soy un hombre bueno y no fingiré ser uno…

Esa declaración tan egoísta no debió de haberme excitado, pero lo hizo. Lo hizo demasiado. Volví a abrir los ojos para encontrarme con la intensidad de los suyos. No voy a volver a responder a eso, en lugar de ello no vuelvo a contener lo que quiero hacer hace tanto y estiro mi mano para acariciar las oscuras alas.

—Marcos dice que te conoce. —No es una pregunta, Castiel asiente, si se sorprendió por el cambio de tema ni siquiera lo demostró en su rostro.

—Le conocí hace siglos atrás, cuando dirigía su propio aquelarre, fue triste lo que le sucedió; fueron muchos años sin saber de él y debo de admitir que me sorprendió verlo a las órdenes de otro vampiro siendo él un alfa, eso por no decir que está casado con un híbrido omega y va a tener su segundo bebé ya.

—Marcos dice que eres fuerte y peligroso.

—Marcos es un hombre inteligente…

—También dice que estuviste en el inicio y se dice que estarás en el final de todo. Qué eres el único dragón que existe, ¿qué significa eso?

Castiel suspira y retrocede unos pasos, vuelve a tenderme su mano y solo por instinto la tomo. Con un gesto tan delicado que me sorprende Castiel me indica que tome asiente entre los muros de las almenas. Lo hago y el hombre vuelve a rodearme con sus alas como si tuviese miedo de que me fuera a caer o algo.

—No soy un sobrenatural normal Robert. Fui el primero creado. —No puedo evitar la sorpresa que me recorre el cuerpo ante su creación—. No nací de otro sobrenatural, a mí me crearon los dioses; estuve en esta tierra incluso antes de que los humanos la poblaran, se supone que tengo la fuerza suficiente para llegar al final de los tiempos y tú, como mi pareja, llegarás conmigo, nuestras fuerzas vitales se entrelazarán cuando nos reclamemos.

—Das por sentado que estaremos juntos.

—Eres mío desde que te conocí lobito, lo decidí, serás mío.

No puedo evitar sonreír, discutir con este hombre es como hablarle a una pared, una enorme pared llena de músculos.

—¿Y en verdad eres el único dragón?

—Lo soy, no sé porque no crearon más…y como no tuve pareja no tuve descendencia, hasta ahora.

—Pero soy hombre, no puedes tener descendencia conmigo.

—Claro que puedo m´ionmhas, pero no voy a discutir eso contigo mientras continúes rechazándome, mejor no crear una mala impresión desde ahora. ¿Algo más?

Si hay más, hay muchas preguntas más, pero no se cual decir primero.

—¿Puedes ocultar tus alas?

Digo una de las cosas que me daban vueltas por la mente antes de venir aquí.

—Puedo, soy capaz de lucir tan humano como tú, pero he pasado tanto tiempo solo que casi nunca las oculto, incluso suelo pasar largos milenios en mi forma de dragón ¿Quieres que las oculte m´ionmhas?

—No —Mi respuesta es sincera, por algún motivo me gustan así.

—Bien, dejémoslo aquí hoy, las temperaturas bajan y es hora de regresar al interior; seguro que quieres volver a despedirte de tu alfa y su pareja antes de que se marchen.

Castiel comienza a retroceder y no puedo evitar ponerme en pie sorprendido y, quizás, un poco decepcionado también. De alguna manera pensé que haría…más.

—¿No me preguntarás nada a mí?

Castiel se detiene y vuelve a girarse para mirarme, me arrepiento de haberle llamado, esa hambre en su rostro penetra cada poro de mi piel.

—¡Oh m´ionmhas! No te preocupes por mí, habrá tiempo de sobra, por ahora tu cuerpo tú me han dicho lo que quiero saber.

«No le preguntes, no le preguntes, no le preguntes».

—¿Y qué te he dicho?

Castiel vuelve a mi lado y antes de que puede reaccionar sus manos sostienen mi rostro. Su boca se lanza contra la mía furiosa y demandante, su lengua abriéndose paso en mi interior, puedo sentir sus colmillos morder mis labios. Actuó guiado por el deseo y entrelazo mis dedos con sus largos cabellos ébanos. Siento sus manos deslizándose por mi figura hasta llegar a la zona de mis glúteos donde me aprieta y me apega a su cuerpo provocando que sienta su erección, sin embargo, tan rápido como todo comenzó se termina. Castiel se aleja con una sonrisa pícara.

—Me has dicho que serás mío.

Y sin más, se retira por donde mismo vino, dejándome tembloroso y confundido.

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