Capítulo 5: Robert

Eran pasadas la una de la mañana cuando Liar me dirigía hacia mi dormitorio; el anciano había esperado a que terminásemos la llamada con Marcos para llevarnos a nuestras habitaciones, pero la verdad es que solo le sigo en silencio. Mi mente sigue demasiado confundida por toda la información que el vampiro nos ofreció sobre Castiel y, la verdad, no se puede decir si en un hombre de fiar o no, por lo que Marcos y Tobías afirman nadie le conoce lo suficiente para determinar eso, solo una cosa es segura, el dragón apoyará donde estén sus mayores intereses.

«Un dragón». Aun no puedo creerlo, mi pareja es un ser del que solo he escuchado en leyendas e historias de fantasía. Un hombre que ha vivido más siglos que la civilización más antigua, un ser misterioso y solitario. Un sobrenatural al que no se debe tener como enemigo porque podría significar la propia muerte y, a pesar de todo ello, posee aromas tan suaves como el pino y la vainilla mezclados en su cuerpo y, cuando me observó minutos antes, sentí que me envolvía en un enorme calor, solo toco mi mentón unos meros instantes, pero la sensación se sintió como horas…horas en las que me mostró parte de su alma a través de sus ojos y pude ver el fuego de su deseo…lo único que me aterra es que el objetivo de ese fuego soy yo.

¿Qué es lo que se supone que haga con toda esta confusión en mi interior? No quiero una pareja, no quiero un vínculo, puede que me muestre celoso de la calidez que tienen las parejas a mi alrededor, pero no lo quiero, al menos ya no. Eso equivale un riesgo demasiado grande e incluso entre los vínculos he visto como las personas se lastiman unas a otras…

Dereck engaño a Michael y le rompió el corazón para salvarle la vida, Ryan negó todo lo que sentía por Tobías solo porque temor al que dirían de él, Marcos negó la posibilidad de un futuro con Logan y tuvo que intervenir Reyes para que el vampiro asumiese sus emociones y Reyes…Reyes le hizo creer a Dylan que su relación no fue más que una mentira solo para salvarle el pellejo; una y otra vez los vi sufrir y, aunque entiendo los motivos de todos, yo no quiero tener que soportar nada así.

Enamorarte de alguien equivale un acto de suma confianza, porque entregas todo de ti a una persona y le das las posibilidades de lastimarte solo con a vana esperanza de que no lo hagan; equivale a mostrar incluso tus lados más vulnerables, se vuelven tu fortaleza, pero a la vez tu debilidad. Existe una unión que va más allá del simple vinculo, una amistad, la entrega desinteresada y el anhelo de que se encuentra ahí para ti en las mañanas. Es un soporte…

No estoy preparado para eso, no quiero entregarle nada de mi a nadie, no quiero que nadie me vuelva débil; ya lo hice una vez y la sensación fue desastrosa incluso cuando comprendí que era lo correcto. ¿Cómo sería todo con una verdadera pareja del destino?
Dejo da caminar cuando Liar se detiene frente a una enorme puerta de roble antiguo y se gira para mirarme, hay curiosidad en sus ojos; quizás un poco de desconfianza también.

—Esta será su habitación, si necesita algo no dude en llamarme.

Hay un respeto en su tono de voz que no me cabe duda que no es legítimo, actúa así porque debe, no porque lo quiera; apuesto lo que sea a que si le diesen la oportunidad lanzaría esa interrogante que brilla en sus ojos.

—¿Qué ocurre? —Me recuesto a la puerta sin dejar de mirarle.

—Creo que solo me despiertas curiosidad, hemos oído de ti los ancianos. —Noto que no hay acusación en su voz y eso me molesta. La verdad deseo que alguien me grite o me chille por todo lo que hice.

«Quizás porque el enojo y el odio son más fáciles de llevar que el cariño o la compasión».

—¿Qué has escuchado?

—Trabajaste para los híbridos, espía doble; la verdad es que te admiro, el alfa de los híbridos parece un poco psicópata. — Tuve que reír, Reyes no parece un psicópata, lo es—. Y, sin embargo, le hiciste frente y ahora te ha elegido.

Ahora es mi turno de alzar una ceja con curiosidad. No puedo evitar pensar en ello, ¿elegido?, ¿a qué se refiere? No obstante, no tengo tiempo de preguntar. Antes de darme cuenta Liar me guía un ojo y comienza a alejarse por el enorme pasillo del castillo a la par que se despide moviendo sus manos de un lado a otro.

Ahora que finalmente me encuentro solo siento como todo el cansancio del viaje comienza a invadir mi cuerpo, han sido demasiados sucesos en muy pocas horas y necesito descansar tanto mi cuerpo como mi mente. Abro la puerta y entro a la habitación que se me ha designado, a pesar de todo el sueño miro todo el sitio a mi alrededor con asombro. Para ser un antiguo castillo la modernidad se mezcla de manera exquisita con los elementos antiguos. Las paredes, al igual que en el resto de la fortaleza, son de piedra, a lo largo de ellas cuelgan pequeñas lámparas que mantienen la iluminación al mínimo, el cuarto estaría sumergido en penumbras en su mayoría de no ser porque una cálida chimenea alumbra la mayor parte del espacio.

En el centro de la habitación hay una enorme cama con cuatro bastidores cubiertos de finas telas que vuelven el mueble cómodo para dormir. Hay un pequeño escritorio en una de las esquinas con algunos libros sobre él. Al otro extremo de la habitación un pequeño balcón da al paisaje de Escocia permitiendo que la fresca brisa llene de estancia. El sitio está lo suficientemente amueblado como para adivinar que alguien se ha quedado aquí en el pasado, pero lo exactamente desolado para darse cuenta que nadie está aquí hace tiempo. Me acerco a la cama y dejo que mis dedos jueguen entre las sábanas de pieles, no dudo que son lo suficientemente exquisitas como para mantenerme cálido en la fría noche. En una esquina de la cama están mis maletas, algunos de los moradores del castillo debieron de traerla mientras que yo estuve en la sala de reuniones.

Me acerco a la maleta y comienzo a retirar mi chaqueta para dejarla sobre la misma. En la habitación también me percato de que hay una puerta que da a un diminuto cuarto de baño. Termino de desnudarme y no dudo en dirigirme a el para una rápida ducha caliente, el agua ayuda a que cada uno de mis músculos se relaje y a que parte de las tensiones del día desaparezcan. Quizás cuando llegue la mañana todo parezca un lejano sueño y me encantaría que así fuese.

Luego de varios minutos en la ducha por fin cierro el grifo y enrollo una toalla alrededor de mi cintura mientras que, con otra, seco mi cabello intentando que la textura de esta no se enrede con ninguno de los pendientes en mis orejas. Salgo del baño y me encamino nuevamente a la habitación en busca de unos bóxers para ponerme. Sin embargo, no he dado ni dos pasos cuando le siento.

Es como un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo y no puedo decir que sea una mala sensación. Los pelos de mi cuerpo se ponen de punta y puedo sentir el cosquilleo en mi bajo vientre a la par que los olores de pino y vainilla inundan mis fosas nasales. No debo de verlo para saber que está aquí, en mi habitación, aun así, doy media vuelta hasta que mis ojos se encuentran con las pupilas amarillas rasgadas de manera vertical como las de un gato.

Castiel está de pie a la entrada del balcón, sus alas extendidas detrás de su espalda retractándose poco a poco. La gabardina negra sobre su cuerpo abierta mostrando su pecho abierto y sus pantalones de cuero. Su mirada intensa está fija en mí, abraza todo mi cuerpo, puedo notar como me examina por completo, como se detiene en cada centímetro de mi cuerpo. Comienza a caminar hacia mí de manera lenta, como una sombra…

—¿Qué haces aquí? —Me felicito mentalmente porque mi voz ha salido relajada y no con todos los nervios que siento.

—Es mi habitación. —Sus palabras provocan que todo mi cuerpo se tense de repente, ¿su habitación? ¿cómo es posible?

—No puede ser, Liar me dijo que era mi recamara.

—¿Quieres decir que no sé reconocer mi cuarto en mi propia casa?

Castiel se acerca y me rodea con suaves pasos a medida que me examina, es como una fiera catalogando a su presa, puedo sentir el sonido de sus alas arrastrarse por el suelo a medida que avanza.

—¿Tu casa? —Mi confusión solo va en aumento.

—Por supuesto, este casillo me pertenece.

—¡No! Pertenece a los ancianos.

Puedo sentir la risa carrasposa escapar de sus labios y, para mi desgracia, el sonido envía corrientes eléctricas directo a mi entrepierna provocando que me endurezca. ¡Mierda! Hace demasiado tiempo esto no me sucedía, no quiero sentirme tan vulnerable, su mirada me hace consciente de que solo llevo puesto una toalla en todo el cuerpo.

—Te equivocas mi hermoso, este sitio es mío, se lo he prestado a los ancianos para que los vean a ustedes, es uno de los motivos por el que estoy aquí.

Trago en seco intentando ocultar mis nervios.

—¿Y si es tu habitación porque estoy yo aquí?

Castiel se detiene delante de mí, su cuerpo a muy pocos centímetros del mío, alza su mano y acaricia con suavidad mi rostro.

—Eres mi pareja, debemos dormir en la misma habitación. —Ladea su cabeza hacia un lado y su dedo comienza a recorrer la piel de mi mejilla—. Quiero conocerte, quiero estar contigo, he esperado mucho tiempo por ti mi hermoso lobo.

Esa declaración es la que me deja reaccionar y me aparto de su toque como si quemase.

—Mira, lo siento, pero no yo estoy interesado en ser tu pareja, no quiero una pareja ni un vínculo; no quiero. —Nos señaló a ambos—. No quiero esto.

No veo ira en sus ojos, quizás solo un pequeño destello de diversión.

—Lo mejor será que me vaya de esta habitación.

—¡No! —Sus palabras muestras la decisión de alguien que no está adaptado a que le lleven la contraria—. Quédate aquí, de todos modos, no suelo dormir en la cama. —Por algún motivo esas palabras me dan un toque de tristeza, sin embargo, no me da tiempo a pensar demasiado cuando Castiel vuelve a estar a mi lado—. Vas a ser mío Robert, tengo la edad suficiente para tener las cosas que quiero cuando quiero.

Eso me roba una sonrisa.

—No soy tu juguete, a mí no me tendrás.

—¡Oh!, si lo hare cariño, porque eres mi pareja y, aunque tenga que esperar otro millón de años más te tendré conmigo.

Su cercanía me abruma y cuando quiero darme cuenta sus labios rozan los míos con suavidad, sin embargo, antes de que pueda moverle, el sonido de un rápido aleteo aleja a Castiel de mí dejándome solo en la enorme habitación, con un repentino frío en mi cuerpo que ni siquiera la chimenea puede quitar.

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