Capítulo 19: Robert

Dos horas después de hallar mi habitación bañada en sangre y con una amenaza dirigida solo a mí continúo estando atrapado entre los brazos de Castiel. La única diferencia es que ahora, luego del tiempo transcurrido, todos abandonamos la habitación y nos marchamos a la sala de reuniones donde se había efectuado el primer asesinato; aunque ya la habían limpiado el olor de la muerte continuaba un poco apegado a las paredes y la mesa. Es irónico, jamás hice demasiado hincapié en como olía la muerte hasta este instante; es putrefacta y fría, quizás como la carroña después de varios días de descomposición; no es como ese olor idealizado del exquisito azufre, por el contrario, es tan repugnante que puedo sentir como mi cabeza duele debido a la exposición al aroma.

Todos estamos sentados alrededor de la mesa de reuniones en silencio, incluso Declan y Reyes tienen la mirada perdida en algún punto y se mantienen callados. Samson tiene las manos en su rostro como si intentara serenarse y susurra pequeñas palabras a Liar para relajarlo dado que el chico tiembla, evidentemente afectado por todos los sucesos ocurridos en tan pocos días. Dylan se mantiene cerca de Reyes, pero se hace notar que el antiguo cambiaformas se encuentra preocupado por el psicópata que persigue a su pareja, porque esa es la única manera de describir al asesino, como un psicópata.

El resto de los ancianos que quedan vivos en el consejo también se encuentran aquí; sus rostros están pálidos y sus manos temblorosas, su aroma es de puro miedo y no es de extrañar, ya dos de ellos han perdido la vida, quizás tres si contamos que falta un anciano y la sangre de mi habitación debió de salir de algún lugar.

Castiel me mantenía en su regazo y me abrazaba con fuerzas, aunque sospecho la acción no era solo para tranquilizarme a mí, sino también necesitaba relajarse él y tenerme cerca de su cuerpo le recordaba que no estoy herido; en lo poco que había hablado estas dos horas me comentó lo feliz que estuvo porque le desobedeciera y fuera a ver a Declan, de estar en mi habitación quien sabe lo que habría pasado. Pero no voy a mentir, yo también me alegro de su cercanía y de que no me haya soltado ni una sola vez, la imagen de la sangre con el mensaje referido a mi continúa en mi mente.

Giro mi rostro como si con ello pudiera hacer desaparecer la imagen mental y oculto mi cara en el cuello de Castiel, me percato de que mis brazos se agarran con más fuerza a su costado, pero al dragón no parece molestarle, sino que una de sus manos acaricia mi espalda con pequeños círculos relajantes de forma suave mientras que sus labios se posan en mi frente.

—Todo va a estar bien cariño— el suave susurro en mi oído es como un oasis de calma en medio de todo el caos de pesadillas del momento.

Castiel me abraza con fuerzas e incluso me cubre con sus alas y yo me siento verdaderamente protegido. Quizás en otro momento me hubiese opuesto a ese comportamiento y me habría alejado de su toque pensando que sería un símbolo de debilidad, sin embargo, las palabras de Castiel jurando protegerme vuelven a mi mente y por primera vez en mucho tiempo siento que no tengo que velar yo solo por mí.

Todo ha sido tan rápido que ni siquiera he tenido tiempo para hablar del shock que me provocó saber la verdadera identidad de Declan, ese tema tendría que esperar a que todo lo de los asesinatos llegase a su fin.

—¿Qué se supone que haremos ahora? —pregunto con suavidad recostándome al cuerpo de Castiel—. ¿Tienen algún plan?

Noto que el cuerpo del dragón se tensa y su mirada busca la de Samson que parece devolverla. Puedo notar como las cejas de Castiel se juntan otorgándole a su rostro una expresión molesta y como los latidos de su corazón aumentan. Por el contrario, Samson luce sereno mientras que examina con la mirada a cada uno de los miembros de la habitación hasta que sus ojos vuelven a caer en Castiel y en mí.

—Castiel y yo teníamos una idea…

—¡No estoy de acuerdo con esa idea! —ruge molesto el hombre a mi lado—. ¡Fue tú idea!, ¡a mí no me interesa!

—¿Y qué harás? —Aunque Samson no alza la voz hay una frialdad incalculable en sus palabras, un desafío a que proponga algo nuevo—. Pensé que tú antes que nadie apoyaría ese plan, sobre todo luego de lo que acabamos de apreciar.

Los músculos de Castiel se contraen en una protesta silenciosa como si su cuerpo se apresurase a colocarse en pose de ataque. Toco su piel con suavidad y acaricio su rostro intentando que luzca como algo inconsciente, pero que al mismo tiempo que se relaje. Cuando veo que las caricias surgen efecto miro en dirección de Samson para preguntar.

—¿Qué es ese plan que pensaste?

La mirada del anciano pasa de la pareja de híbridos hacia mí y viceversa; una ligera inquietud se apodera de mi cuerpo ante la intensidad de la mirada del cambiaformas. Por último, sus ojos recaen en Declan y en Castiel.

—Ustedes deben irse —dice señalándonos a Reyes, Dylan y a mí.

Siento como mis ojos se abren de la sorpresa y la confusión, ¿es este el maravilloso plan?

—¿A qué mierda están jugando? —interroga Reyes evidentemente molesto por la sola sugerencia de nuestra partida, aunque no creo que el enojo en sí sea por irse—. Primero nos obligan a venir a esta mierda de castillo, a alejarnos de las personas con las que estábamos cómodos solo porque una partida de vejestorios prejuiciosos quería verme como animal de exhibición…

—¡Exigimos un respeto! —gruñe uno de los ancianos, pero Reyes no aparta su mirada de Samson mientras suelta una fría carcajada, por un instante siento que tengo delante de mí no al Reyes que daría todo por su hermano y por Dylan, no, la persona que ven mis ojos en este instante es a un cruel asesino sangriento, el líder de los híbridos.

—Respeta tú mi culo saco de carne vieja. —Se burla Reyes—. Ustedes a mí no me han respetado, sino que me han tratado como una rata de laboratorio a la que pueden observar al modo que se les antoje y ahora como tienen miedo de que un loco llame mi atención quieren deportarme de nuevo.

—Señor…—Liar va a hablar, pero con una sola mirada de Reyes el joven vuelve a guardar silencio.

—Dulzura, deja que los mayores hablen; tú también lo sabes después de todo, que para eso nos trajeron. —Luego su mirada recayó en Samson—. ¿Por qué diablos debería de hacerte caso?

Samson solo suspira.

—Porque no dejaré que ninguno de los ancianos te persiga a América, a ninguno de ustedes y menos a tu hermano y a tus sobrinos.

No puedo evitar la sospecha en mi cuerpo.

—¿Por qué harías eso? —pregunto curioso sin poder contenerme.
Samson suspira y me observa y, por unos pocos segundos, sus ojos lucen cansados.

—Reyes tiene razón, les retuvimos aquí por un maldito experimento; teníamos la idea de que los híbridos fueron creados para volver a gobernar, para volver a mezclar la sangre, pero ninguno de ustedes parece interesado especialmente en ellos.

Reyes se encoje de hombros y se lanza sobre Dylan.

—Tener novio ayuda a aclarar prioridades, deberías intentarlo viejo, desastres mucho.

—¡Cállate! —Chillán Samson y Declan al mismo tiempo y todos en la habitación les miran sorprendidos; no puedo evitar sentir sorpresa al ver como Declan baja la mirada con las mejillas un poco sonrojadas y por primera vez desde que le conozco puedo jurar que le veo inseguro por su falta de control. Reyes solo sonríe con malicia y Samson carraspea su garganta antes de volver a hablar.

—Como decía, el asesino está interesado en que ustedes estén aquí y le vean, incluso ha puesto en peligro la vida de Robert al amenazarle; la idea es que ustedes vayan a su hogar nuevamente y nosotros nos mantenemos aquí para atrapar al asesino; incluso hay una posibilidad de que sea una de las personas de esta habitación, por lo que quiero controlar a cada uno de los ancianos de forma personal.

Asiento, la verdad es que el plan parece bastante coherente; sin embargo, logro continuar sintiendo la tensión de Castiel a mi lado, su ceño está por completo fruncido y mira en la dirección de Samson con molestia.

—¿Y a ti por qué no te gusta esa idea? —interrogo.

Los ojos del dragón se fijan en mi rostro y en menos de cinco segundos su mirada se ablanda, la curvatura de sus labios se vuelve menos tensa y puedo sentir su cuerpo relajándose.

—No me gusta la idea de que te marches solo y que no pueda ir a cuidar de ti.

La sonrisa se posa en mi boca hasta que me doy cuenta de que las palabras del dragón son en serio.

—No voy a estar solo Castiel, voy a estar rodeado de las personas de mi manada; con mis amigos y mi alfa; además, siempre he sabido cuidarme y estar seguro con ellos, ¿por qué ahora iba a ser diferente?

—No confío en ellos para cuidarte.

—Pero yo sí confío en mi gente. —respondo molesto por la falta de confianza de Castiel en mi manada.

—No puedo confiar en una manada que ni se dio cuenta cuando el líder híbrido entro a su pueblo cada vez que le dio la gana, —Señala a Reyes—. Te recluto como uno de los suyos y ninguno de ellos se enteró.

—Ahí tiene razón— escucho a Reyes hablar y gruño.

—No te dijeron que te callaras. —Miro a Reyes molesto antes de retornar la vista a Castiel—. Esto es ridículo y apoyo la idea de Samson, nos vamos.

Me pongo en pie y salgo de la sala dando tumbos hacia las habitaciones, sin embargo, cuando he avanzado varios metros me detengo, ahora mismo no tengo una habitación a la cual retornar; no obstante, antes de que poder decidir qué hacer o a donde ir siento la mano de Castiel sostener la mía y guiarme por el ancho pasillo sin ni siquiera decirme nada.  Puedo notar la tensión en su espalda mientras camina, pero ninguno de los dos dice nada; intentando contener mi enojo tan solo me dejo guiar por el camino.

Imagino que Castiel desee hablar sin la presencia de tantas personas a nuestro alrededor de metiches y yo…yo no quiero estar enojado con él cuando siento que le necesito tanto.

Castiel me encamina hacia una de las muchas puertas que posee el castillo y al atravesarla me percato de que es una habitación muy parecida a la mía, solo que un poco más pequeña y sin balcón; la decoración de la estancia es casi la misma a base de piedras rústicas y pieles de animales, la enorme chimenea a un costado calienta el lugar e ilumina la enorme cama en el centro; noto que a los pies de la misma se encuentran mis maletas y parpadeo sorprendido al ver mis cosas aquí, cuando me giro a Castiel para preguntarle solo se encoge de hombros.

—Imaginé que no querías regresar a esa habitación llena de sangre, por lo que pedí que trajeran tus cosas a esta.

Asiento a modo de agradecimiento y camino un poco por la estancia fingiendo explorarlo todo cuando la verdad es que solo huyo de la pelea; no tengo ni la menor idea de cómo debo de comenzar nuestra conversación y el silencio alrededor de nosotros casi se está volviendo insoportable. No es como el agradable silencio que compartimos anoche cerca del lago, ¡no!, este está repletos de tensiones y nervios. Cuando finalmente me decido a girarme para encarar a Castiel me sorprendo al ver al dragón a pocos pasos de donde me encuentro.

Su tan cercana presencia me obliga a retroceder para ser capaz de mirarle a los ojos, esos hermosos ojos amarillos como los de un gato, tan llenos de preocupación.

—No quiero que te vayas. —Las palabras salen casi como un susurro de sus labios y solo puedo imaginar lo difícil que debe ser para un hombre tan poderoso mostrarse tan vulnerable.

—Aquí estamos es riesgo Castiel.

—Yo puedo cuidarte.

—Lo sé, pero los ancianos te necesitan centrados para que les cuides a ellos, para que les ayudes a atrapar al culpable.

Castiel vuelve a tensarse a medida que sus manos se alzan y sus dedos acarician la suave piel de mis pómulos.

—Pero tú eres mi prioridad, prometí protegerte a ti antes que a nada.

—Pero yo estaré bien. —Coloco las manos en su pecho para intentar calmarlo—. Aquí el asesino solo me quiere utilizar como un cebo para llamar la atención de Reyes y lo sabes. Tienes que dejar que me vaya.

Castiel baja si mirada tenso y puedo ver como sus manos tiemblan a mis costados.

—Si te marchas no vas a querer regresar conmigo.

Esas solas palabras, esa sola muestra de debilidad y miedo a perderme hace que toda la lógica se desmorone en mi mente y que todo el enfado que poseía hace unos instantes quede en el olvido.

Colocándome de puntillas me pongo rodeo el cuello de Castiel con mis manos y le acerco a mi cuerpo para poder juntar sus labios con los míos. Hay necesidad en el beso, pero también hay calidez y ternura. Toda la ansiedad que ambos sentimos desde que nos enteramos del asesinato de esta mañana sale a la luz y solo nos deleitamos el uno en el otro. Me maldigo mentalmente al ver lo mucho que necesito a Castiel como un consuelo, lo cerca que me he llegado a sentir de él y la necesidad que tengo por él en las pocas semanas que han pasado desde que le conozco.

Con dedos un poco temblorosos bajo mis manos para recorrer su pecho y su abdomen, por otro lado, Castiel también se deleita retirando la gabardina que él mismo me dio esta mañana y antes de darme cuenta nos encamina a ambos a la cama. En ningún instante nuestros labios separan ni nuestras manos dejan de explorar nuestros cuerpos.

Jadeo cuando siento mi espalda chocar contra el suave colchón de la cama y mi cuerpo queda encerrado entre la musculosa figura de Castiel y las blancas sábanas. El dragón baja sus besos hacia mi cuello y de manera ágil retira mis zapatos y mis pantalones al mismo tiempo, digamos que la presencia de su cola en un alivio para estas labores. Yo, por otro lado, con mis manos un poco torpes por la ansiedad demoro varios segundos en desabotonar el pantalón del hombre y comenzar a retirarlo. Es divertido y un poco bochornoso como la necesidad de tocar a Castiel en todos los lados se apodera de mi cuerpo y que mis manos, al mismo tiempo, no sean capaz de tener todo de él.

—Tranquilo m´ionmhas —susurra Castiel contra mis labios y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo por el apodo, es como si la palabra es sí fuese una fuente de lujuria—. No te desesperes, prometo llenarte de cariño y atención.

—Te necesito Castiel, te necesito ahora.

—Yo también.

Luego de un fuerte beso en mis labios Castiel comienza a descender por todo mi cuerpo hasta llegar a mi trasero; sus dedos bordean mi entrada de manera eficaz y provocadora. En esta ocasión ninguno de los dos queremos preliminares, estamos tan llenos de preocupaciones y nuestros únicos consuelos son el cuerpo del otro; Castiel necesita pensar que no voy a abandonarlo pase lo que pase y yo…yo quiero darle la tranquilidad que el desea por primera vez.

Castiel baja su rostro hasta mis glúteos y pasa su lengua sobre el agujero para dejarlo mojado y listo para prepararme con sus dedos. Cuando siento el primero de ellos en mi interior mi espalda se arquea y mis caderas se mueven hacia abajo por puro instinto, buscando mi propio placer. Castiel introduce un segundo dedo y cuando los gira y le siento rozar mi próstata el grito escapa de mis labios casi de manera involuntaria; siento las corrientes eléctricas sacudir mi cuerpo y anhelar…

Castiel me embiste con sus manos, abriendo y cerrando los dedos en forma de tijeras.

—¿Otro? —pregunta con suavidad, aunque puedo notar como le cuesta contener su propia voz.

Asiento a la interrogante, sin embargo, rápidamente me percato de que, aun con los dedos de Castiel en mi interior no me siento completo, quiero más, lo quiero a él.

—Castiel…te quiero ya…

Por suerte el dragón luce igual de desesperado y en esta ocasión no me hace esperar. Rápidamente siento como su mano se retira de mi zona baja y en su lugar su exquisita longitud aprieta contra mi entrada. Castiel comienza a entrar en mi interior poco a poco esperando a que me adapte para no hacerme daño, sin embargo, no es suficiente. Quiero sentirme lleno por él; bajo mis caderas terminando de empalarme yo mismo hasta sentir como mis glúteos chocan con los muslos de Castiel.

Se siente apretado y estoy lleno por completo…y es magnífico.

Castiel comenzó a moverse en embestidas al mismo tiempo en que volvía a besarme, la sincronización era perfecta entre ambos, se sentía como si fuésemos uno, me sentí completo, justo como anoche mientras Castiel me abrazaba y me besaba en el lago.

Enredo mis piernas en su cintura y dejo que el hombre lleve el control mientras araño su espalda y dejo que mis dedos acaricien sus alas; siento como Castiel se estremece y jadea y es que me doy cuenta del nivel de sensibilidad en sus alas del dragón; siento como tiembla y como su autocontrol se pierde por completo de tal nivel que la fuerza de sus estocadas aumente y arremete directo en mi zona más sensible.

No pasa demasiado tiempo en que siento el calor formarse en mi cuerpo y llego al clímax entre fuertes jadeos. Mi agujero se cierra alrededor de la polla de Castiel y siento el momento justo en que el dragón alcanza su propio placer y entre gruñidos llena mi interior de su blanco y caliente líquido. Las embestidas, poco a poco, van perdiendo fuerzas hasta que Castiel cae sobre mi cuerpo saciado por el exquisito orgasmo; pesa un poco, pero la verdad es que se siente tan bien tenerle sobre mí que no quiero que se aparte.

Castiel se recuesta de lado sobre su mano para no dejar todo su peso en mi cuerpo y con suavidad pasa su nariz por mi cuello absorbiendo mi aroma, me doy vuelta para quedar frente a él y me acurruco a su lado colocando mi rostro en su pecho, el sonido de los latidos de su corazón me relaja más de lo que una vez imaginé.

—Cuando lo mate —Le escucho decir con suavidad en mi oído—. Cuando termine con la persona que te está amenazando voy a ir por ti bebé; no quiero dejarte.

Reconozco el miedo en mi interior, miedo a confirmarle que quizás me gusta más de lo que soy capaz de decir, pero que luego de eso me deje o lo pierda de alguna manera, sin embargo, no puedo contener la sonrisa que se forma en mis labios.

—Cuando vayas a buscarme —respondo—. Ya te daré mi respuesta como pareja, mi respuesta a nuestro vinculo.

Siento los ojos de Castiel observándome y alzo mi mirada para encontrarme con la suya, el dragón acaricia mis mejillas con suavidad y, antes de apegarme más a su cuerpo, deja un pequeño beso en mi frente.

—Esperaré ese momento con ansias m´ionmhas, esperaré el instante que pueda tenerte conmigo, como mi familia.

Esas palabras me hacen sonreír y a la vez me recuerdan algo.

—Una vez me preguntaste si quería bebés y me dijiste que tenías la habilidad de tener descendencia y familia. ¿Qué significa eso? —No puedo evitar sentir la curiosidad, después de todo en verdad estoy considerando afianzar mi vínculo con este hombre.

Castiel se encoge de hombros.

—No estoy del todo seguro sobre el proceso, pero los dioses me lo prometieron cuando me crearon, que me darían la posibilidad de descendencia para que no estuviera solo.

Asiento y recuerdo una segunda cosa.

—Ya sé porque confías en Declan, lo que es él y lo que es para ti; aun no entiendo mucho todo, pero…

—Prometo que te lo explicaré bebé. —El cuerpo de Castiel me abraza más fuerte—. Pero ahora solo déjame estar contigo.

Sentí tanto miedo en sus palabras que eso me hizo alzar la mirada y besarle.

—No me hagas esperar mucho por ti Castiel, creo que voy a extrañarte.

—Creo que yo a ti también m´ionmhas, creo que yo a ti también.

Y el dragón vuelve a abrazarme.

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