Capítulo 18: Robert
A pesar de que Castiel me dejó en mi habitación para que no corriese peligro parte de mi mente continuaba trabajando a la velocidad de la luz, me sentía ansioso y nervioso y, desgraciadamente, no puedo decir que fuese solo por el cuerpo que acababa de ver.
Le prometí a Castiel que le dejaría cuidarme, pero yo necesitaba hallar mis propias respuestas sobre algunas interrogantes, por lo que, cuando el antiguo sobrenatural estuvo lo bastante lejos como para no sentirme, salí de mi habitación con rumbo a la biblioteca en busca de Declan, quizás me diese chance encontrarle ahí antes de que Castiel le llamara y de esa forma poder hablar con él.
Las palabras escritas en sangre que vi minutos antes continuaban en mi cabeza provocando que un escalofrío aterrador pasara por mi cuerpo, pero si soy totalmente sincero ese no era el verdadero motivo de mi ansiedad, he visto demasiados cadáveres a lo largo de mi vida como para asustarme solo por eso. ¡No!, la verdad era otra.
La noche pasada algo había cambiado para mí con respecto a Castiel, mi forma de ansiarlo y verlo dejó de ser la misma. No había sido por el sexo, al contrario, no soy tan superficial; sin embargo, el hecho de despertarme en sus brazos, la forma en que conversamos durante horas, la manera en que Castiel no dejó ni un solo segundo de acariciar mi piel, como me narró cosas sobre su vida y se preocupó por la mía…
Todo eso provocó que una nueva necesidad naciera en mi interior y me sorprendí cuando me encontré a mí mismo anhelando que el amanecer no llegase. Me siento un poco confundido, siempre supe lo que quería y necesitaba, pero es como si hubiese sido todo falso hasta ahora. No voy a mentir, cuando Castiel me marcó anoche cada célula de mi cuerpo gritó y exigió que clavase de igual forma mis colmillos en la suave piel de su clavícula y le reclamase como mío, pero el miedo me lo impidió.
No recuerdo la última vez que algo me causó tanto miedo en mi vida, horror hacia lo desconocido, a darme cuente que lo que siempre dije que sería no fue más que una mentira. Tengo terror al cambio y es por eso que continúo diciendo que no lo reclamaré, que no necesito una pareja.
Por otro lado, ese no es el único motivo por el que voy en busca de Declan, hay algo más. Anoche, en uno de esos pocos instantes en que quedé dormido, los sueños volvieron. En esta ocasión ya Castiel no era un niño, sino que se notaba mucho más parecido al Castiel que conozco, solo que con sus ojos menos fríos. Volvía a estar sentado en el lago y, por segunda vez no estaba solo. En esta ocasión no le acompañaba el alto hombre de cabellos rubios largos y lacios, sino que sobre su regazo Declan se hallaba a las espaldas de Castiel y, mientras le sonreía, los brazos de este le rodeaban con cariño a la par que depositaba suaves besos en las mejillas del dragón.
Castiel le sonreía y el ambiente era cálido y acogedor, casi parecía algo íntimo, algo que yo no debiese ver. Por segunda vez, no pude aguantar la ola de celos que me recorrió con respecto al rubio y, aunque Castiel dice que nunca han sido parejas no puedo evitar pensar que hay algo más ahí; solo que en ningún momento me armé de valor para preguntarlo, sobre todo, cuando Castiel afirmó que confía en Declan con su vida.
Llego a la biblioteca y para mi sorpresa Reyes y Dylan también se hallan en la estancia en conjunto con el pequeño rubiecito de ojos azules y cabellos rizados. ¿Cómo es posible que un rostro tan tierno y adorable como el de Declan tuviese tantos años?
Me acerco a ellos intentando parecer tranquilo, pero no he avanzado nada que el pequeño rubio alza sus ojos hacia mí en una sonrisa; mis propios celos intentan encontrar algo malo o forzado en esa risa, pero no hay nada falso en él, de verdad le agrado.
—Me sorprende verte aquí, —me dice Declan provocando que mis dos amigos también miren en mi dirección—. Castiel me pidió que fuese a tu cuarto a vigilarte.
—Prefería venir aquí.
Tomo asiento cerca de ellos y ahora que me fijo bien puedo notar diversas líneas tensas y de preocupación en el rostro de Reyes. La verdad es que no es para menos, las actividades del asesino no parecen solo ser un mero capricho o simples intentos para llamar la atención; luego del asesinato de anoche siento que esa persona rinde un verdadero culto a los híbridos, anhela el poder que estos poseen, es un fanático.
—Sabes que no tienes nada que ver con esto Reyes— digo y el híbrido me dedica una burlona mirada.
—Eso es evidente cielito, pero en verdad me molesta que intenten llamar mi atención de una forma tan ratera. —El tono frío persiste en la voz de Reyes y recuerdo que este chico no es un híbrido normal, sino que también posee ciertos indicios de psicópata—. Odio los problemas innecesarios Robert y todos a mi alrededor lo saben.
Y para no saberlo, las personas que enojan a Reyes suelen terminar muertas. Dylan percibiendo la ansiedad de su pareja se pone en pie y le besa le frente, el humor del primero rápidamente mejore en el consuelo y nos sonríe.
Reyes se pone en pie sosteniendo la mano de Dylan.
—Iré a ver el nuevo cuerpo, ya que hay alguien tan ansioso de que vea los mensajes es descortés dejarle de lado.
—No te metas en problemas Reyes —le regaño y el híbrido me sonríe.
—Nunca lo hago, no difames mi buen nombre. —Tengo que reír con las palabras, todos sabemos que si Reyes es bueno en algo eso es creando problemas, sin embargo, no me opongo a que se marche, eso me dará la privacidad necesaria para conversar con Declan—. Por cierto, Robert— retorno la mirada a Reyes que me observa desde la puerta de salida—. Linda marca en el cuello.
Llevo mi mano por intento a la zona de la mordida mientras siento mis mejillas enrojecerse. Debido a las palabras de Reyes comienzo a ser más que consciente de mi propio cuerpo y aspecto, no solo estoy despeinado y con la marca de reclamación visible, sino que, además, estaba tan apurado por salir en busca de Declan que ni siquiera me cambié de ropa; continúo con el pantalón de pijama negro y la gabardina de Castiel cubriendo mi torso, incluso los más despistados en este castillo descubrirían mis actividades nocturnas.
Siento la mirada de Declan sobre mí y, cuando le observo, puedo notar sus labios en una reluciente sonrisa.
—Me alegro de que Castiel y tú ya estén juntos.
—No lo estamos, aun no. —me apresuro a agregar.
Declan solo me mira y asiente.
—Es una pena, creo que harían una pareja muy linda, soy fan de los finales felices.
—¿Y qué hay de tu final feliz? —interrogo antes de poder detenerme.
Declan vuelve a sonreír, pero me percato de que en esta ocasión hay algo distante en su mirada, como si su mente se sostuviera sobre un recuerdo o una persona.
—Hay seres en este mundo que no venimos a tener finales felices, solo somos el recorrido de otros o simples espectadores.
—¿Y con eso te refieres a Castiel o a Samson? —Esta vez la molestia en mi voz es perceptible incluso para mí.
Declan se pone en pie y se acerca con suavidad, no se nota enojado, pero definitivamente hay algo distinto en sus ojos.
—¿Por qué preguntas esto Robert? ¿Qué te han dicho?, ¿tienen tus preguntas algo que ver con el hecho de que me has mirado con ganas de estrangularme desde que entraste?
Me cuesta tragar el nudo que se conforma en mi garganta y que me impide hablar; la sonrisa de Declan no ha dejado de ser dulce y acogedora ni un solo instante, sin embargo, en sus ojos hay algo más, algo que no termino de comprender.
—¿Qué pasa por esa pequeña cabecita tuya Robert? —interroga el rubio dejando caer un pequeño toquecito de su dedo índice sobre mi nariz, ese simple acto abre el grifo de mis pensamientos y termino hablando.
—He estado teniendo sueños, sueños sobre el pasado de Castiel; había dos personas más en ellos, uno era un Dios, Castiel me dijo que ese hombre era lo más cercano que tenía a una familia de verdad.
—¿Y cuál es el problema entonces?
—En el último sueño estabas tú, le estabas abrazando ¿qué tienes que ver con el Dios?, ¿qué tienes que ver con Castiel, con todo esto? Él me dijo que confía en ti, pero no termina de explicarlo, ¿qué sucede Declan?, ¿por qué estás en los sueños en los que un poderoso Dios me está mostrando el pasado de Castiel, su vida?
Declan me mira, la sonrisa encantadora curva sus labios y su mano me acaricia el cabello; por unos instantes siento calidez emanar de su tacto, siento su protección y comprendo porque dicen que no es un mal hombre, pero sigo sin encontrar respuestas hasta que le escucho hablar.
—Pensé que a estas alturas ya te habrías dado cuenta Robert, pensé que ya entenderías la verdad después de que la viste.
Y entonces una rara idea viene a mi mente; Declan no parece para nada sorprendido con mis palabras y mis relatos sobre ver la vida del dragón en mis sueños, no me juzga ni me da por loco; sino que demuestra que era una información que él ya conocía y de la que yo debo de sacar alguna conclusión.
—Tú…
Las palabras salen de mi boca con un poco de duda a medida que la idea se forma en mi cabeza. Parece ridícula, pero a la vez es la explicación que encuentro.
—Veo que comienzas a entenderlo Robert, llevo mucho tiempo queriendo que me conozcas, pero a Castiel le aterra la idea de que te asustaras con todo lo que nuestro encuentro podía significar, con las verdades que puedo decirte y contarte; esa fue la manera que encontré, solo que no esperaba que vinieses a interrogarme tan rápido.
—Tú eres…
Las palabras salen confusas a medida que el entendimiento hace eco en mi cabeza; todo comienza a cobrar sentido en estos instantes. El rol de Declan en todo este asunto por fin tiene lógica y no puedo evitar que mis mejillas se sonrojen al comprender quien es la persona que tengo delante. No obstante, no soy capaz de formular la frase entera. El fuerte rugido de Castiel provoca que Declan y yo alcemos la mirada preocupados y salgamos corriendo de la biblioteca.
La tensión recorre mi cuerpo cuando el ligero aroma de la sangre llena mis fosas natales y me siento a mí mismo apurando el paso, todo el miedo solo aumenta cuando noto que tanto el olor de la sangre como la presencia de Castiel vienen de mi habitación, de nuestra habitación, en la que se supone que yo debería estar esperando a Declan.
Cuando llego al pasillo donde se encuentra mi habitación me sorprendo al verle lleno de personas, la tensión rozando a cada uno de ellos, incluso puedo divisar a Reyes entre la multitud con un brillo rojo frío en sus ojos; le he visto con ese tono en otras ocasiones y solo lo posee cuando desea matar a alguien.
En el sitio también veo a Samson y a Liar, el primero con cara serie y cuando choca su mirada con Declan puedo notar que respira con más tranquilidad; por otro lado, el segundo de los dos sobrenaturales posee un gesto de horror en su expresión, como si fuese un niño pequeño en medio de una masacre, asustado e indefenso. Incluso se apega un poco a Samson y oculta su rostro en el pecho de este mientras mira en nuestra dirección.
—Castiel —le llamo preocupado al percibir que es el único que se halla dentro de la habitación con el olor de la sangre y el miedo no deja de hacer eco en mi interior.
—No entres. —ruge, pero ya yo me estoy adentrando en la estancia.
Solo me da chance a contemplar por unos segundos el panorama antes de que Castiel venga corriendo a mi encuentro y oculte mi visión detrás de sus alas a la par que me abraza; puedo sentir como su cuerpo tiembla y solo se relaja cuando me ve y no es para menos.
—No mires por favor— susurra con suavidad en mi oído, pero ya es tarde.
Incluso antes de que Castiel me abrazara y me sacara de la habitación para impedir que viese las condiciones de la misma ya yo lo había visto todo. Mi cama estaba destrozada y bañada en sangre; las sábanas rasgadas, las mesas y adornos arrojados al suelo destruidos en cientos de pedazos; esto no estaba así antes, pero lo peor fue el cartel; al igual que en los asesinatos anteriores había un enorme cartel en sangre sobre una de las paredes y con solo tres palabras.
«Tú sigues lobo».
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