Capítulo 17: Castiel

Tener a Robert en mis brazos fue como una droga que no estaba dispuesto a abandonar de una manera tan sencilla; la sensación de su piel desnuda contra mi cuerpo solo pudo describirse como embriagadora. La necesidad de su toque en mi piel provoca el lado salvaje de mi mente, tan solo deseaba tenerle y abrazarle durante horas, olvidarnos de la sangre, las muertes, los híbridos y el consejo sobrenatural, solo anhelaba volver a marcarlo como mío, como mi pareja.

Adoro la forma en que su blanca piel pecosa resalta con un rojo intenso debido a mi mordida y las marcas de los colmillos se mantienen visibles. Puede que esa mordida aun no cierre nuestro vínculo dado que Robert continúa sin reclamarme, pero definitivamente demuestra que es mío, que me pertenece.

No pensé en poseerle cuando le llevé al lago, tan solo deseaba mostrarle una parte de mi vida, compartir con él cosas sobre mí que prácticamente nadie había visto antes. Sin embargo, la muestra de celos de Robert sobre Declan fue demasiado encantadora como para tentarme. Las mejillas sonrojadas del lobo mientras intentaba parecer ajeno a su molestia eran sencillamente adorables; fue como si por unos instantes toda la máscara de chico duro se hubiese desvanecido demostrando un mar de inseguridades. Quizás debí de haberle contado más sobre mi pasado con Declan, pero tuve miedo de hacerle sentir incómodo.

No pude en toda la noche dejar de acurrucar a Robert en mis brazos dejando pequeños besos en su cuello y espalda. No hablamos demasiado, ya habría tiempo luego, en ese instante solo me deguste en disfrutar del cómodo silencio que nos rodeó, aunque en algunas ocasiones respondí preguntas que tranquilizaban la curiosidad de Robert, es como si el lobo quisiera saber algo en particular, pero al mismo tiempo no se atreviese a lanzar la interrogante, tan solo me dejaba narrar mi vida como si fuese un libro de historia, así que lo hice.

Le conté sobre mis viajes, sobre lo complicado que fue ocultarse cuando las nuevas tecnologías y la expansión humana comenzó; le narré lo duro que fueron las guerras sobrenaturales y como eso casi acaban con todas las razas. Le hablé también de los primeros antiguos y de las viejas criaturas.
No obstante, que yo hablase tanto no representa que no preguntase sobre él de igual manera. Descubrí lo mucho que a Robert le gustaba su puesto de guerrero en la manada y como consideraba a cada uno de los miembros de la misma parte de su familia. ME contó lo divertidas que eran las fiestas que organizaban en el bar de Michael y como las risas aumentaron luego de que Tobías y Reyes se unieran al grupo. Es evidente su pasión por sus amigos y el respeto que posee por su alfa.

Robert se preocupa tanto pos su manada que hizo un trato con Reyes para protegerlos, aunque después de esto nadie confiase en él y fura considerado un traidor.
Toda esta nueva información me hizo pensar: ¿qué pasará si aceptamos nuestro vínculo y nos volvemos una pareja real? Siempre esperé que el lobo se quedase aquí conmigo, sin embargo, no es justo apartarlo de las únicas personas que considera su familia. Por otro lado, llevo tanto tiempo alejado de la civilización que, la verdad, no sé si pueda ser capaz de vivir de nuevo en ella.

Pero todo eso puedo pensarlo después, mi primera prioridad es que mi lobo me acepte.

Cuando la mañana llegó y el sol iluminaba gran parte del paisaje verde escocés supe que era hora de retornar al castillo. Para que Robert no sintiese el frío de la mañana quite mi gabardina y se la puse en los hombros, en verdad no quería que este encuentro terminase, pero la hora de enfrentar la realidad estaba de vuelta y, para mayor inconveniente, en el castillo las cosas no habían estado muy bien.

Al llegar a la entrada de la fortaleza volví a mi forma humana y casi al instante contemplé la oscura figura de Samson frente a nosotros. La tensión en el cuerpo del hombre mezclado con la preocupación en su mirada me hizo comprender que la situación no era para nada favorable, esas dos emociones nunca eran una buena mezcla si de Samson se trataba.

Casi por intento apegué más a Robert a mi cuerpo como si mi mano alrededor de su cintura pudiera protegerle de cualquier tipo de peligro.

-¿Qué sucede? -le pregunté al sobrenatural cuando estuve lo suficientemente cerca como para hacerme escuchar.

-Dos muertes Castiel.

La breve respuesta no dejó de poseer cierto carácter preocupante. EL hecho de que Samson esperase en persona mi retorno al castillo también dejaba pistas de la fragilidad de la situación; el sobrenatural jamás contaría conmigo a no ser que el caso fuese extremo y con tres ancianos muertos hasta el momento creo que este es uno de esos casos.

-¿Cómo pasó eso?

La pregunta proviene del lobo en mis brazos y no puedo evitar mirarle con preocupación. El ceño de Robert se encuentra por completo fruncido, puedo ver una postura de tención en su cuerpo la cual no era perceptible minutos atrás, sus manos se aferran con fuerza a mi torso, sin embargo, continúa demostrando un aura de guerrero digna.

-No sabemos, esta mañana encontramos a otros dos ancianos muertos y un nuevo escrito en sangre, su sangre -aclara-. Nuevamente no tenemos sospechosos de asesinato, se supone que ambos hombres debían de protegerse y vigilarse entre ellos al mismo tiempo.

-¿Quiénes eran los ancianos?

Samson suelta un gruñido, no obstante, es evidente que el enojo no va hacia mí. La muerte de los ancianos le puede traer demasiados problemas dado que él es el dirigente de los mismos, eso por no mencionar todas las respuestas que tendrá que darles a los familiares de los fallecidos.

-El anciano de los cambiaformas águilas y el anciano de los elfos. -No fue necesario especificar sus nombres dado que tan solo había un anciano por especia o raza.

-¿Qué decía el escrito?

Samson se tensó antes de responder.

-Lo mejor será que lo vean ustedes mismos.

No espero respuestas, el hombre dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la fortaleza que se alzaba delante de nosotros. Un nudo se formó en mi garganta al pensar que uno de mis hogares preferidos acababa de convertirse en un sitio de masacres.

Solo comienzo a caminar cuando siento la mano de Robert sostener la mía y guiarme dentro de la estancia; su tacto es cálido y suave entre mis manos, su apoyo es reconfortante y, por unos instantes, me hace creer que todo no es más que una pesadilla.

Samson nos dirige hacia una de las habitaciones que servía como sala de estar en la antigüedad en el castillo; el lugar es bastante espacioso con algunas sillas y chimeneas para el calor. Lo que antes era una habitación que gozó de rizas, fiestas y alegrías en estos instantes se halla por completo llena de sangre.

Si pensamos que el primer asesinato fue una masacre, no le llegaba a este ni a los talones.

Los dos ancianos se encontraban en las paredes crucificados con pequeñas estacas de madera atravesándoles las manos; como la vez anterior los cuellos de los hombres se notan cortados y derramando sangre aun fresca. Es como si les hubiesen torturado hasta el último instante, el asesino demuestra su poder, juega con nosotros como gatos y ratones.

-¿Cómo es que nadie les sintió? -pregunto mientras me acerco a los cuerpos a la par que Samson me responde.

-No tienen lenguas, se las cortaron y hasta este instante no sabemos dónde están, sin embargo, sus lenguas no son lo único que faltan.

Cuando finalmente estoy cerca de los cuerpos comprendo lo que el sobrenatural dice. Si bien en un inicio pensé que los rostros se notaban extraños por las manchas de sangre ahora veo que poseen sus propias heridas; a cada uno de los cadáveres les sacaron los ojos.

-¿Y el mensaje?

-Está aquí. -afirma Robert desde el lado opuesto de la habitación, giro en su dirección y veo que su mirada recae sobre una de las paredes frente a él y pronto entiendo por qué.

Escrito en rojo carmesí las palabras resaltan a pesar del reguero del lugar fuertes y claras.

«Venzamos a los antiguos, los dioses han muerto. La mezcla de la sangre debe persistir, aquello que una vez se perdió retorno de los caídos. Larga vida a los nuevos dioses bañados en sangre, larga vida al nuevo imperio...la nueva era de los renegados».

Me adelanto varios pasos y tomándole las manos a Robert le apego a mi cuerpo con fuerza como si pudiese protegerle del significado de esas palabras. Noto la tensión en todo su cuerpo y su mirada centrada en Samson.

-No fueron ni Dylan ni Reyes, no harían esto.

-Lo sé, pero creo que ambos estamos de acuerdo en que el mensaje es para ellos.

-¿Y qué se supone que haremos? -ruge el lobo enfadado-. ¿Continuarás manteniéndonos prisioneros hasta que vengan a nosotros, hasta que nos maten?

-¡No dejaré que te maten! -grito molesto.

-Pero esto no es solo de mí Castiel, hay demasiadas vidas implicadas en este lío.

Sé que el lobo puede sentir la tensión de mi cuerpo porque rápidamente sus ojos se ablandan y me abraza, también puedo sentir su miedo. Robert ha tenido que ser fuerte por demasiado tiempo, ha tenido que enfrentar monstruos de pesadilla; se supone que esto era un descanso.

-Mírame bebé -le susurro y le sostengo las mejillas- quiero que vayas a tu habitación y yo le diré a Declan y a los híbridos que se reúnan contigo.

-¡No! No voy a esconderme mientras hay un loco suelto matando personas en el castillo.

-Castiel tiene razón. -ambos miramos a Samson sorprendidos, ni siquiera yo esperaba que el hombre estuviese de acuerdo conmigo-. Si bien hay un asesino, solo va detrás del consejo, quiere llamar la atención de los híbridos, pero como viniste con ellos podría ser peligroso para ti. Mientras más cerca de Declan y de los híbridos estés menos posibilidad de daños habrá.

-Pensé que ninguno de los dos me quería con Declan. -Nos acusa Robert.

-Confío en Declan, no lo quiero contigo porque suele crear problemas, pero también sé que te mantendrá a salvo.

Hay confusión en los ojos de Robert por lo que me adelanto y sacándole de la habitación para que no vea más la sangre le acaricio con cuidado.

-Por favor bebé, hazlo por mí; te pedí una oportunidad para dejarme ser tu pareja; déjame demostrarte mis ansias de cuidarte, de protegerte.

Los azules ojos de Robert están fijos en los míos y antes de darme cuenta de manera inesperada el lobo pasa sus manos alrededor de mi cuello y se coloca de puntillas para besar mis labios. No es un beso hambriento como los de la noche anterior, pero sin duda es igual de pasional. El lobo incluso muerde uno de mis labios con delicadeza y acaricia mis cabellos con sus dedos.

-Aun me debes explicaciones Castiel. -exige.

-Y te las daré, pero primero necesito protegerte.

Hay duda en su mirada.

-Siempre me he protegido yo solo.

Sonrío.

-Pero en ese tiempo no me tenías a mí a tu lado, no tienes que hacerlo todo solo, soy tu pareja y lo quiero todo contigo; mantente a salvo para mí ahora, eso es lo que necesito.

-¿Por qué confías es Declan tan ciegamente?

Suspiro.

-Porque antes de ti él era todo lo que yo tenía y te lo explicaré, pero primero debo resolver este asunto.

Robert asiente con ligereza y vuelvo a besarle antes de encaminarlo a la habitación. Sin embargo, debí suponer que alguien tan adaptado a luchar no iba a quedarse quieto, debí saber que correría nada más me diese yo la vuelta.

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