Capitulo 10: Robert

No sé en qué momento ocurrió el cambio, sin embargo, antes de darme cuenta me encuentro sentado a horcajadas sobre el regazo de Castiel; en otro momento me hubiese quejado, no habría permitido que el encuentro llegase tan lejos, no obstante, las grandes manos del hombre arrullándome y acariciando la desnuda piel de mi espalda estaban siendo un completo consuelo para los temblores que aun recorrían mi cuerpo debido a la reciente pesadilla.

Su singular olor a vainilla y pino relajaba cada uno de mis músculos tensos, dejando que mis instintos y deseos dominaran enredé mis dedos en sus cabellos ocultando más mi rostro en la cuenca de su cuello para poder olerle y, debo admitir, que se sintió demasiado bien.

—¿Por qué hueles así?

—¿Así como? —sus palabras salieron en bajos susurros como si temiera asustarme o algo por el estilo.

—Así de bien, como lo que más me gusta en el mundo.

Un resoplido divertido escapó de los labios del enorme dragón.

—Quizás sea nuestro vínculo, tú también hueles bien para mí.

—¿Qué aroma tengo?

En respuesta a mi pregunta las manos de Castiel se afianzaron más a mi espalda apegándome a su duro pecho; el dragón no evidenció ni una pizca de timidez cuando comenzó a acariciar mi pecho, cuello y mejillas con su nariz; el recorrido de su piel sobre la mía enviaba olas eléctricas por todo mi ser y entrecortaba mi respiración provocando que pensar se volviese más complicado a cada segundo que pasaba.

—Hueles a lluvia fresca, es agradable; es el aroma que suele tener mi lugar preferido en el mundo.

—¿Tienes un lugar preferido?

Dejé que mis manos se deslizaran por su espalda y, por primera vez desde que le conozco, soy capaz de sentir el inicio de sus alas con las yemas de mis dedos. Castiel cierra los ojos con fuerza y puedo ver como su cuerpo se tensa ante mi toque, un pequeño jadeo involuntario escapa de sus labios y no puedo evitar la necesidad de volver a tocarle mientras el hombre intenta conformar palabras coherentes.

—Puedo llevarte ahí conmigo, nunca nadie ha ido…

El simple hecho de que me brinde la posibilidad de compartir algo tan íntimo conmigo detiene mis manos. Me aparto solo unos centímetros para mirar sus ojos y, aunque su rostro continúa tan inexpresivo como siempre, sus pupilas de gato revelan toda una ola de necesidad y hambre.

—No puedo aceptarte como mi pareja Castiel. —No puedo permitir que esto vaya tan lejos, sin embargo, lo quiero, anhelo llegar más allá.

Nada más las palabras salen de mis labios mi propio pecho se oprime por ellas, sobre todo, cuando noto los labios de Castiel tensarse más.

—No fue eso lo que te pedí ahora querido ionmhas, solo quiero llevarte conmigo.

—¿Eso significa que renuncias a mí?

Sé que soy un hipócrita por lanzar la pregunta, pero no puedo evitar la mezcla de alivio y decepción en mi interior. Castiel sonríe y llevando su rostro al mío pasa su lengua por la comisura de mis labios en una pequeña muestra de provocación. Sentir su tacto, su aliento sobre mi piel…cada uno de estos detalles hacen que mi cabeza de vueltas y tan solo desee cerrar nuestros labios en un abrazador beso como el que compartimos en la torre. Aun así, intento que mis pensamientos salgan racionales.

—Eso significa que no voy a forzarte a nada, pero tampoco dejaré de luchar por ti.

Me forcé a respirar para ocultar el nudo que se conformó en mi garganta y no me dejaba hablar. Hasta ahora no tuve nadie que luchara por mí, solo era la persona dispuesta a pasar una noche de diversión mientras llegaba la verdadera pasión de la otra persona. No pude evitar soltar una sonrisa.

—Ni siquiera me conoces, quizás mis gustos sexuales te hagan salir corriendo de la habitación en tres segundos.

Una carcajada escapó de los labios de Castiel y, ¡joder!, que venga un híbrido y me mate si no es uno de los sonidos más sexys que he escuchado en mi vida.

M´ionmhas, con la edad que tengo podría ser yo quien te pervierta a ti, son muy poco las cosas que me asustan hoy en día, además, puedes apostar que siempre pondré tus necesidades antes que las mías, sin importar lo locas que sean.

El calor subió por mis mejillas a la par que una sonrisa se conformaba en mi rostro.

—No puedes asegurar algo que no sabes si cumplirás.

—Ponme a prueba. —Y en verdad sentí la necesidad de hacerlo—. O quizás debo ser yo quien siga los consejos de Reyes y te amarre a la cama para explorar cada parte de tu cuerpo.

Mis ojos se abrieron de par en par y sentí que mis mejillas se calentaban. ¡Mierda con Reyes y su boca!, y lo peor, ¿cómo diablos sabía él esos detalles? Porque debía de conocerlos, de otra manera no se lo hubiese sugerido a Castiel. Cerré los ojos con fuerza intentando no crear una visión de mi amarrado en la cama con Castiel encima de mí, sin embargo, el solo hecho de mencionarlo me tenía duro y necesitado. A pesar de que en muchas ocasiones he estado en la parte superior del acto sexual eso no significa que fuese lo que mayor placer me causaba, todo lo contrario, la idea de ser dominado y deseado coloca mi pulso a mil latidos por segundo, no obstante, no muchos saben de esto, incluso en la cama las personas mantenían una visualidad de mí como un guerrero dominante y fue la que corroboré; ni siquiera Michael llegó a saber de mis mayores necesidades.

Cuando Castiel bajó su mirada hacia su regazo, donde mi erección apretaba contra su cuerpo solo con las separaciones de la ropa del pijama mi vergüenza aumentó e intenté alejarme de su lado, no obstante, el dragón agudizó su agarre en mi cuerpo a medida que la lujuria se encendía en sus ojos.

—¿Es eso lo que le gusta a mi pequeño lobo? —No pude contestar su pregunta, pero no hizo falta, soy consciente de todo el aroma de excitación emanando por mi cuerpo, aroma que cualquier cambiaformas podría detectar con solo unos metros de distancia. Castiel acaricio mi mejilla a medida que sus labios rozaban los míos sin llegar a besarme, solo en una lenta y exquisita tortura—. Déjame cuidarte bebé.

Quiero negarme, pero Castiel se apresura a añadir.

—No tienes que prometerme nada, solo permíteme hacerte feliz.

Y la verdad es que no lo pude negar porque, aunque mis labios se negaban a admitir la verdad, cada célula de mi cuerpo necesita al cambiaformas frente a mí. Solo pude asentir.

—Buen chico. —La sonrisa se agudizó y un brillo lujurioso despertó en su mirada, sus rasgos se agudizaron y mostró el verdadero alfa que lleva en su interior—. Tus manos en mis hombros, no puedes levantarlas sin mi permiso ¿entendido?

Una pequeña nalgada en mi trasero me hace brincar, pero no hay dolor en el acto, tan solo puro placer. Mis manos se posan en sus hombros abrazando su cuello con ansiedad mientras asiento y una segunda nalgada llega a mi trasero.

—No escuché tu respuesta bebé.

—Entendido.

El hombre sonríe complacido y no se hace de rogar. Sus labios chocar con los míos, su boca reclamando mi esencia con hambre y necesidad. No puedo evitar enredar mis dedos en sus largos cabellos negros mientras que Castiel desliza sus manos por mi cuerpo. Puedo sentir sus colmillos extendidos rozando mis labios, pero no me muerde. No tengo miedo, a pesar de todo sé que Castiel no me reclamará contra mi voluntad a pesar de que ha jurado estar conmigo y, por esta preocupación, no puedo evitar que mi corazón lata nervioso por el cambiaformas.

Cuando sus labios abandonan mi boca y suelto un sonido de protesta que parece divertir al sobrenatural delante de mí.

—No seas desesperado bebé, voy a cuidarte bien.

Y no lo dudo, sin embargo, con el tiempo que llevo sin tener ningún encuentro y la intensidad que produce estar con la pareja destinada no creo que llegue a durar demasiado si todo sigue así, ¡joder! Castiel da los mejores besos que he probado en mi vida y cada vez que le pruebo las sensaciones tan solo mejoran y no puedo anhelar desear más. Es como hacerse adicto a una droga; ahora entiendo porque la mayoría de los cambiaformas buscan tanto a su pareja destinada, porque le esperan con tanta necesidad, es para poder sentir esto.

Castiel me alza lo suficiente de su regazo como para bajar mis pantalones hasta mediación de mis muslos dejando mi trasero y otras zonas intimas al desnudo sobre él. A pesar de que no soy virgen no puedo evitar el toque de timidez que me llena, un pequeño miedo se posa en mi interior de que después de todo no le guste tanto al dragón. No obstante, con solo una frase Castiel envía todo eso al demonio.

—Eres perfecto.

—No lo soy.

—Lo eres para mí.

Los labios del dragón se posan en mi cuello creando su propio camino de besos y caricias, sus manos recorriendo mis muslos acercándose a mi pene duro y lleno de necesidad. Pequeños quejidos escapan de mis labios, quiero que me toque, quiero sentirlo…

—Castiel…

—¿Qué necesitas M´ionmhas?

—Tócame…

—Haz algo para mi primero —La sonrisa maliciosa se implanta en sus labios y antes de que pueda preguntar de qué se trata una gruesa cola con escamas se mueve delante de mi rostro de un lado a otro. Es de un color negro azabache como las alas de Castiel; no puedo evitar abrir mis ojos de par en par debido la asombro.

—¿Eso es una cola?

Bajo la mirada y efectivamente noto que la oscura extremidad sobresale de la parte baja de la espalda de Castiel y se mueve como si tuviese vida propia. El dragón solo asiente.

—Abre tu boca para mí bebé.

Dudo por unos instantes, pero la sola posibilidad de lo que esté pasando por la mente del dragó y sus labios de vuelta a mi cuerpo silencian la parte lógica de mi cerebro. Abro mis labios y la punta de la colita de Castiel se mueve frente a mí.

—Mójalo por mí cariño.

No puedo evitar que mis mejillas se sonrojen, nunca he hecho nada de esto con una extremidad sobrante como una colita, ni siquiera he estado con alguien que tenga una cola así. Con un poco de timidez saco mi lengua y la paso sobre las negras escamas. Son suaves al tacto y, al ver como Castiel jadea y cierra sus ojos, solo siento que mi confianza aumenta y chupo la punta de la cola como si mi vida dependiese de ello. Utilizo mi lengua para crear mayor fricción con la extremidad y, cuando Castiel la aparta de mí, debo de admitir que me sentí un poco molesto.

—Suficiente.

—Quiero…

Pero la petición se queda a mitad de mis labios cuando siento la cola moverse en mi trasero, jugando con mi entrada, pero sin llegar a introducirlo. Tan solo torturándome con la necesidad.

—¿Color?

La pregunta de Castiel no me desconcierta, he visto este juego en otros lugares. Es como el juego del semáforo que juegan los niños, pero creado específicamente para los adultos en plano más lujurioso. Si digo amarillo todo será lento, deteniéndose poco a poco, representará que necesito tiempo o espacio, si contesto rojo todo terminará, el calor que Castiel me produce desaparecerá y este pequeño juego habrá terminado. Verde representa mi consentimiento completo y mis deseos de continuar.

Una parte de mi cabeza, la que me continúa recordando que no debo hacer esto porque solo estrechará más nuestro vínculo me grita que diga rojo; sin embargo, cuando mis labios se abren solo respondo una palabra.

—Verde.

La sonrisa de Castiel se acentúa y el calor invade mi cuerpo cuando la gruesa colita comienza a penetrarme, el placer me recorre y mi espalda se arquea automáticamente para facilitarle la entrada a mi interior. Hay un poco de molestia debido a todo el tiempo que llevo sin relaciones sexuales; no obstante, el placer rápidamente es lo que recorre por completo mi cuerpo superando cualquier otra sensación que pueda existir.

Cuando Castiel comienza a entrar y salir de mí con su colita no puedo evitar que mis caderas se muevan el mismo ritmo, cabalgándole, buscando placer mientras que roza el dulce punto en mi interior que provoca que mis gemidos se agudicen.

Sé que no voy a durar, solo necesito un pequeño empujón para llegar al clímax y Castiel me lo sosteniendo mi miembro y dándole pequeños toques. No pasa demasiado cuando comienzo a correrme, gotas de semen llenando los vientres de ambos. Los movimientos de mis caderas se van ralentizando hasta que por fin me detengo. Castiel saca la colita de mi interior y la lleva a sus labios pasándola por su boca y saboreando toda mi esencia para después besarme.

—Eres maravilloso —susurra entre mis labios.

Siento como mi cuerpo agotarse, pero no deseo que Castiel se quede sin disfrutar; para mi sorpresa el dragón me levanta de su regazo y me deposita en el colchón con suavidad; tomando una de las sábanas sobrantes nos limpia a ambos y luego de dejar esa tela en el suelo vuelve a colocar mis pantalones de forma correcta.

—Deberías descansar M´ionmhas.

El asombro no deja de crecer por las repentinas palabras de Castiel.

—¿Y tú? No quiero que pienses que me aproveche o que no encuentres tu propio placer.

Castiel solo sonríe y desciende sus labios para besar mi frente mientras que acaricia mis cabellos.

—Mi placer es el tuyo, hacerte feliz y complacerte; esto era un regalo para ti bebé, estaba preocupado por la forma en que despertaste, quería hacerte sentir bien; hacerte olvidar la pesadilla que te atormento.

Y lo logró, porque ahora solo pienso en él.

—Duerme Robert, debes descansar.

—¿Te irás? —No sé quien de los dos se ha sorprendido más por mi pregunta y el miedo detrás de ella.

Pero la respuesta es obvia, claro que se irá, siempre se van… Sin embargo, Castiel vuelve a sorprenderme.

—Estaré aquí cuando despiertes, estaré aquí para ti siempre.

Y mientras me abraza contra su cuerpo y cierro los ojos, por unos momentos deseo que eso sea cierto. Aunque algo es seguro, junto a Castiel, en el resto de la noche, no volví a tener pesadillas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top