Capítulo tres

Aquella noche terminó siendo agradable en compañía del caballero de Virgo.
Pocas veces ha tenido el gusto de platicar con alguien que no le hiciera perder la razón.
El sol se situaba justamente en medio del cielo, el clima era totalmente caluroso de esos que terminan desesperando al caballero de Acuario, aunque por fortuna su aura fría le servía para sentirse como en aquellas tierras gélidas que tanto adoraba.

Mientras bajaba por las escaleras para llegar al templo de Virgo, recordaba las palabras de Shaka, cada quien es feliz como quiere.
En eso tenía la razón, aunque el francés se encontraba tan sumido en sus pensamientos que no se dió cuenta que sus pasos lo llevaron justamente a la entrada del templo de Capricornio.

Ahí se encontraba Shura quien permanecía con los brazos cruzados recargado en la columna del templo.

— Buenas tardes Shura.

— Oh Camus, que gusto verte — Respondió sin mirar al francés de frente, seguía con la mirada en el paisaje que esas tierras griegas le daba desde aquella altura.

— No te veo muy animado que digamos.

Con pasos firmes se fue acercando hasta quedar a la par de aquel español.

— Como estar animado si los demás no se toman las cosas con seriedad, todos piensan que estar aquí custodiando los templos se trata de un simple juego.

Camus colocó su mano sobre el hombro del español — El hecho de que ellos salgan no significa que olviden sus responsabilidades.

— Ayer me tocó cuidar de todos los templos, inclusive el tuyo, no sueñes salir a menudo en las noches ¿Donde estabas?

El caballero de la preciosa urna dio un gran suspiro — Ayer salí con los demás, aunque terminé dejándolos en ese bar. Después Shaka fue el que me invitó a pasar el resto de la noche en un restaurante y eso fue todo — Cuando terminó de dar su explicación, Camus alzó los hombros de manera despreocupada.

— Creí que te había pasado algo malo — Susurró en un tono audible solo para él, sin embargo el galo logró escucharlo.

Sin pensarlo dos veces, Camus tomó de la mano a Shura para poder llevarlo hasta la sexta casa, seguramente a Shaka le vendrá bien más compañía en su templo.

— ¡Espera Camus!

— Deja por un momento tu templo, no se va a ninguna parte.

Mientras los dos corrían tomados de la mano bajando las escaleras, en el tiempo de Virgo, Shaka permanecía con un semblante serio y demasiado quieto.

Aunque tuvo una mala noche a causa de los gritos de Aioria después de que todos regresarán a sus respectivos templos, procuraba mantener un semblante tranquilo y sereno.
Ya le había hecho la invitación a Camus, no podía rechazar su visita, eso no es algo propio de él.

Está ocasión decidió dejar por unos momentos el trabajo de la meditación, mientras terminaba de preparar las infusiones de azahar, los ruidos provenientes de la salida de su templo interrumpieron su labor.

— Ya verás que te sentirás en confianza Shura.

El caballero de Acuario llevaba al español del brazo, aunque esté se negaba a entrar al sexto templo.

— Vaya Camus, hiciste bien en traer compañía — Respondió el rubio recibiendo a sus invitados.

— Lamento tomar esa idea a la deriva Shaka pero... Shura ha estado demasiado molesto desde que ve a los demás irse a la aldea para emborracharse y perder la razón.

— No me molesta, al contrario... Si ellos pueden irse a divertir, no veo por qué nosotros no — Shaka se dió la media vuelta y se dirigió a su cocina para terminar de preparar su infusión.

Shura desconocía totalmente a Shaka, si bien siempre había sido conocido como el hombre más cercano a dios, le resultaba extraño que fuera él quien los alentara a divertirse.

— ¿Dónde dejaste al Shaka que conocemos?

Preguntó con curiosidad el español siguiendo los pasos de su compañero. Camus también caminó detrás de ellos para poder llegar a la cocina del rubio.

Al entrar, el aroma de aquella infusión invadía sus fosas nasales, en el centro de la mesa de madera se encontraba una charola plateada con distintas variedades de galletas.

— ¿Por qué las dudas Shura?

— Por qué jamás imaginé que tú siendo el caballero más puro y casto que el resto de todos nos alente a la diversión.

Shaka se colocó frente al comedor y extendió su mano invitando al francés y al español a tomar su lugar en alguna de las sillas.

— No necesariamente la diversión debe ser alcohol y mujeres. Me parece que entre los tres podemos pasar el tiempo tranquilos, además le hice la propuesta a Camus de que pasara a mi templo para meditar ya que lo noto un poco tenso... También te vendría muy bien meditar un poco Shura — Agrego Shaka mirando al español mientras tomaba las tazas que descansaban sobre la mesa para poder servir aquella infusión lista.

— Solo vine por qué Camus me trajo en contra de mi voluntad.

— De lo contrario seguirías con ese semblante serio y enojado por qué te dejaron solo anoche para resguardar la integridad del Santuario — Añadió el galo mientras recibía entre sus manos la taza que Shaka le había entregado.

— ¡Claro que molesta! — Exclamó con enojo — Mientras todos ustedes se divierten, tengo que quedarme a cuidar de este lugar.

— Te quedas por qué así lo deseas, bien puedes salir y distraerte en algo diferente a los demás — Respondió Shaka entregando una taza al español.

— ¿Ustedes piensan que esto de ser caballeros es un juego verdad? — Se quejó Shura — Tenemos que estar al pendiente de cualquier eventualidad, no es momento de tomar todo como diversión.

El rubio tomó asiento en el extremo derecho del comedor, aún manteniendo sus ojos cerrados entendía las molestias de Shura.

— Nadie dice que hay que dejar nuestras responsabilidades, no neguemos que seguimos siendo seres humanos que amamos y sentimos. Nosotros no somos la excepción.

El guardian de Capricornio alzó una ceja, incrédulo ante lo que escuchaba, jamás imaginó escuchar aquellas palabras del caballero de Virgo, aunque sus palabras tenían sentido.

— Entonces.

Shaka esbozó una sonrisa antes de responder — Terminen de disfrutar de esta infusión y después nos pasaremos a la sala gemela para que puedan meditar y relajarse un poco del día a día del santuario. Necesitan sacar todas aquellas ideas negativas que rondan por sus mentes.

— ¿Así como venimos vestidos? — Interrumpió Shura mostrando su atuendo de civil. Al menos no portaban la armadura que terminaba siendo incómoda para todos.

Llegaba el momento que ni con la armadura tenían un momento de descanso,  incluso hasta para tomar un breve descanso la armadura no ayudaba en mucho.

— Tengo algunas tunicas blancas para que usen.

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