Capítulo dos
El sitio donde ambos acordaron ir se trataba de un pequeño restaurante, se situaba justamente a la vuelta de la esquina.
Poco les importaba a los dos que pasaba con el resto de sus compañeros que seguían en el bar.
Mientras los dos avanzaban Shaka no dudó en comenzar una plática con el francés.
— ¿Milo te trajo en contra de tu voluntad?
— Así es, dice que soy un aburrido como Shura; que no me gusta salir como ellos. Pero sencillamente a mí no me gusta esos lugares donde beben hasta perder la razón, además luego les sale su lado conquistador y quieren ligarse a cada chica bonita de Rodorio que se encuentran a su paso.
Aún con los ojos cerrados Shaka se colocó justamente en la puerta de madera — En este lugar me gusta venir a comer porque el ambiente es un poco más tranquilo que en bar donde estuvimos.
— ¿Entonces ya has estado aquí? — Cuestionó el joven galo, pensaba que realmente Shaka era de lo que no salían para nada de su templo, ahora se dió cuenta que no es así la situación.
— Claro... ¿Porque la pregunta?
El rubio colocó sus manos sobre cada una de las puertas que abrían juntas al empujar hacia dentro.
El sitio era totalmente tranquilo y rústico, las mesas eran de madera, las sillas del mismo material pero lo que más le llamó la atención al francés es que contaban con un variedad de libros en la esquina.
Algo muy diferente porque además de servir como restaurante también funcionan como un servicio de cafetería donde más al fondo podías tomar asiento en uno de los mullidos sillones y leer un buen libro mientras degustabas tu bebida sin ningún problema y lo más importante sin interrupciones.
— No, yo... Solo por curiosidad.
— También hay un sitio a unos minutos caminando dónde te ofrecen baños de vapor y masajes relajantes... Yo acudo cada vez que me siento muy estresado después de regresar de las misiones; cuando gustes puedo llevarte.
Mientras los dos entraban al restaurante un joven de cabellos azabache se acercó a ellos para poder atenderlos. Los guió hasta un de las mesas que se encontraban al rincón y les entrego las cartas para que pudieran ordenar algo para cenar.
— Creí que realmente no salias.
— Todos piensan lo mismo... La verdad cuando haces las cosas callado sin que los demás se enteren salen mucho mejor — Respondió Shaka tomando su menú para revisar que pedir esta noche además de un te relajante de azahares.
Camus sonrió de lado al escuchar aquella confesión, era cierto, realizar ciertas acciones sin estarlas divulgando como el resto de los caballeros suele hacer no salían a la perfección.
Quizá en estos momentos ellos pueden estar en su tercera ronda de bebidas y ni siquiera se han percatado que tanto como Shaka y él ya no se encontraban en el bar.
— En eso te doy la razón — Camus tomó su menú para ver qué pedía para esta noche — También cada que podía me daba la buena vida en Siberia, sobre todo cuando los muchachos no se encontraban conmigo.
El rubio dejo su menú sobre la mesa, le señalo al mesero lo que ordenaría, era un Pau pequeño de frutas junto con su infusión de azahares, Camus también ordenó una rebanada de pastel junto con un buen café.
— Me imagino que salias a la aldea cercana a distraerte — Shaka siguió platicando después de que el mesero se fuera de su mesa.
— Así es, es por ello que me molesta los comentarios de Milo... Piensa que jamás he tenido una vida cuando es todo lo contrario.
— De algo estoy seguro — Agrego el rubio — El hecho de no ser como los demás, no significa que seamos unos santos... Piensan que por ser el más cercano a Buda no he cometido ningún pecado cuando en este mundo nadie es perfecto.
Las palabras de Shaka llevaban un gran argumento de razón, a los pocos segundos el mesero les entrego a los dos sus órdenes, al mirar su humeante taza le surgió una enorme duda a Camus.
— Incluso nosotros las cometemos, matamos a los enemigos en nombre de Athena... ¿Eso no nos hace pecadores? — Cuestionó Camus con curiosidad, esperando pacientemente la respuesta del caballero de la sexta casa.
— Por supuesto, tampoco tenemos permitido dejarnos llevar por nuestros sentimientos y mira al resto... Se aman entre ellos.
Aquella plática comenzaba a ser un poco más profunda para ambos, al mismo paso que disfrutaban cada bocado de su postre, las dudas e inquietudes por querer saber un poco más del contrario comenzaba a invadir sus mentes, pero entrando en confianza los dos se volvían un poco más abiertos.
— Camus — Lo llamo el rubio mientras bebía un poco de su te.
— Dime.
— Te invito mañana al medio día a la casa de Virgo, me gustaría que fueras a meditar un rato... Te noto demasiado estresado.
Aunque era verdad, el francés a veces no podía descansar porque tenía que soportar las visitas inesperadas del caballero de escorpio, así mismo como su altivez cuando le hacía mención que nadie podía resistirse ante la sensualidad que desprendía el caballero de escorpio.
Las veces que Aioria subía a molestar a Shura y que sin duda los reclamos por parte del español se escuchaban hasta en el templo de Acuario, sin mencionar que no podía disfrutar de la colección de libros de la biblioteca que alguna vez le perteneció a su predecesor.
— La verdad es que sí lo necesito.
— Me lo imaginé, de vez en cuando Aioria también sube para molestar.
Nuevamente el silencio llegó en esos momentos a la mesa mientras terminaban de disfrutar de sus postres.
A pesar de que anteriormente los dos no habían tenido un trato muy directo, a Camus realmente estaba disfrutando de la compañía de Shaka, mientras que el guardian de Virgo también se sentía pleno con la compañía del francés.
— A veces quisiera saber que piensan los demás de nosotros — Cuestionó Camus volviendo a retomar la plática.
— No dudó ni unos momentos que piensen que somos puros y santos que jamás hemos dado un casto beso — Contestó Shaka esbozando una sonrisa.
— Ja, ja, ja, no te creo — Se burló Camus.
— Es como decir que tú no has tenido jamás un encuentro sexual — Ahora era el turno del rubio saber un poco más del francés.
El galo desvío ligeramente la mirada — La verdad es que sí lo he tenido.
— De mi parte puedo decir lo mismo... por eso siempre he dicho que las apariencias engañan y sobre todo sirven para distraer lo que realmente aparentamos — Contestó Shaka con una sonrisa victoriosa mientras se terminaba su té.
Camus no podía creer que había encontrado una perfecta conexión con el caballero de Virgo, después de todo la salida al pueblo no salió mal como lo pensaba.
❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖❄️💖
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top