|CAPÍTULO 14|
Christopher estaba enfrente de mí, sentado en su silla, recostaba su cabeza sobre el respaldo de la silla. Llevaba unos minutos sin decir ni una sola palabra, luego de regresar de su junta.
—¿Sucede algo?—incline mi cuerpo sobre la mesa, mirándolo a los ojos.
Frunció el ceño y negó con la cabeza.
—Llevas rato sin decir una palabra —susurre—¿Qué ocurre?
—No ocurre nada, Jane —bufo—. Siéntate bien, sino quieres que te arranque la ropa y follarte duramente sobre mi escritorio.
Sabía que ocurría algo pero no quería decirme.
Obedecí y me sente rectamente sobre el respaldo de la silla.
Alzó la vista y me miró fijamente a los ojos. Se le notaba que estaba cansado y que no había dormido del todo bien, a pesar de que durmió conmigo luego de terminar de follarme en su habitación, a partir de la medianoche ya no estaba a mi lado, se había ido.
—¿Ya has acabado con todos tus pendientes?
—Sí, he llamado a los embajadores de New York y a los proveedores —murmure—, para que estén informados sobre cuando será su cita contigo, ¿necesitas algo más que yo pueda hacer?
—No —dijo en tono bruscamente—. Te llevaré a comer, ¿a dónde quieres ir?
—Donde usted quiera llevarme, Amo.
Sonrió.
—¿Quieres ir por unas hamburguesas?—me tomo del mentón.
—No deberías cuidar de mi salud y mi dieta, ¿no es así?
—Consentir a mi sumisa por respetar las reglas y acuerdos establecidos, no está de más.
***
Habíamos llegado al restaurante se ubicaba en un lugar concurrido donde iba gente de dinero a comer, la mayoría eran padres con sus hijos o con sus novias.
El lugar era un establecimiento bastante grande y amplio, su temática era elegante pero se basaba en un restaurante retro tipo los 90 's.
Ya había dado mi primer bocado a mi hamburguesa y Christopher bebía su coca cola.
—Tienes un poco de ketchup en la boca —dice mientras limpia con una servilleta la ketchup embarrada en mi boca—¿Qué más quieres ordenar?
—Quiero un poco de tus papas fritas —tome una papa frita y le di un mordisco, luego dirigí mi mirada hacia él, mirándolo coquetamente.
Tomo una papa entre sus dedos y me lo ofreció, acepté sin reproches.
—¿Segura que no quieres nada más, Jane?
—No, estoy bien así.
—Está bien, pediré que nos den la cuenta.
Le hizo una seña a la mesera para que se dirija a la mesa y le pido la cuenta.
Le pregunte a la mesera en donde estaba ubicado el baño, ella amablemente me indico en donde se encontraba.
—Te veo en el estacionamiento.
Asentí.
Salí del baño y subí al coche.
Christopher está hablando en italiano por teléfono, sé que está molesto por su tono de voz.
—¡Dannazione!—gruñe—Cosa è successo adesso? Sono due idioti che non riescono a salvarsi il collo!
—¿Dici sul serio, Christopher?—reclama la otra voz en la línea telefónica, es Nick, esa voz podría reconocerla en cualquier parte.
—Estaré allí en breve, haz todo lo que puedas para salvar a Enzo —murmuro, encendió el coche y empezo a conducir —. No podré llevarte a tu casa, Jane
—No importa, ¿podrías dejarme en el paradero más cercano de aquí?
—¿No quieres que te pida un taxi?—pregunto.
—No, estoy bien, no te preocupes —musite.
Ya habíamos llegado a un paradero un poco cercano de la ciudad y aparco el coche.
Metió su mano en el bolsillo de su pantalón, saco su billetera y me dio cien dólares.
—Christopher, en serio —negué y le devolví el dinero.
—No acepto un no como respuesta, Jane y tú mejor que nadie lo sabe —aprieto mi puño y empujó mi mano hacia mi pecho.
No me queda de otra que aceptarlo, no quería discutir con él en este momento.
Asentí.
—Llámame cuando llegues a tu casa —musito.
—Lo haré —respondí y le di un pequeño beso.
Me tomo del mentón y me acerco más a su boca, besándome apasionadamente, bajando sus labios en dirección a mi cuello, mordisqueando mi piel.
—Por favor..
—Me encanta tu olor —me subió encima de sus piernas, podía sentir lo duro que estaba.
¡Dios, me moría por tenerlo dentro de mí!
—Tengo que irme —paso sus dedos por mis labios y apretando sus mejillas.
Asentí y me baje de sus piernas.
—No olvides llamarme cuando hayas llegado a tu casa, Jeannie —murmuro mirándome mientras me baja del auto.
—Sí, Amo.
***
Había salido de la tienda en donde me había comprado dos trajes de baño, ya que Alyssa y yo planeábamos ir a la playa este fin de semana.
El sol se ponía lentamente sobre la ciudad, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados.
Caminaba sobre las concurridas calles de Los Ángeles dirigiéndome al paradero más cercano que había pero para eso tenía que pasar por un callejón, puesto que era el único atajo para no caminar por calles traficadas, las cuales a esta hora se hallaban llenas de coches.
Camine un poco más para ya acercarme a ese callejón, solo faltaba unos cuantos metros para llegar a el.
Ya había llegado al oscuro y estrecho callejón, cuando de pronto sentí una sensación inquietante de que algo o alguien me perseguía.
Me detuve un momento, mirando a mi alrededor con precaución para ver si alguien no me seguía, pero no había nadie detrás de mí.
Suspire.
Quizás era el viento.
Continúe mi paso y está vez escuché algo caer.
Mi cuerpo sobresalto al escuchar ese ruido, mi mirada iba en busca de aquel ruido y encontre a un gato callejero husmeando entre la basura que había en ese callejón.
¡Qué alivio, creí que alguien me seguía!
—¿Estás bien, hermoso?—murmure y me puse de cuclillas para intentar acariciarlo—. Ven, pequeño no te haré nada.
El gato al ver que estiraba mi mano para poder acariciarle, pego un grito de enojo y se fue corriendo velozmente del lugar.
Me puse de pie.
Pobre pequeño, ¿qué tanto daño le han hecho para no confiar en los humanos?
De pronto sentí a alguien de pie detrás de mí, gire bruscamente.
¡Carajo!
Lo tenía a unos cuantos metros de mí.
Era un hombre alto misterioso, vestido con un abrigo oscuro y una fedora que ocultaba su rostro.
—¿Quién eres?—grite—¿Y por qué me sigues?
Él hombre no respondió mi pregunta y comenzó a evaluarme de arriba a bajo con una mirada penetrante que me hacía temblar.
—No importa quién sea yo, lo importante es quién eres tú, Jane —respondió con una voz grave y penetrante, que me erizaba mi piel—. Hay personas que están interesadas en los pasos que das últimamente.
Sentí una oleada de preocupación recorrer todo mi cuerpo.
Fruncí el ceño.
¿Quién querrá saber lo que hago? ¿A quién le importaría saber cada uno de mis movimientos? ¿Quién?
—¿Cómo sabes mi nombre?—espete, quería demostrarle que no le temía, aunque mi cuerpo demostraba lo contrario—¿Quién carajo te ha mandado a seguirme?
Él hombre alzó la vista, sonriendo con malicia.
¡Dios!
Pude ver su piel quemada de su cara, era un hombre que era atractivo por su rostro, pero paso de ser atractivo a ser un monstruo, tenía un ojo café oscuro y un ojo completamente blanco, lo había perdido y esté le recorría una cicatriz enorme desde el comienzo de su cráneo hasta el final de su pómulo derecho.
—Deberás descubrirlo por ti misma, Jane, por lo visto sé que eres una mujer inteligente —dijo arrastrando mi nombre—. Pero déjame advertirte, estás entrando a un mundo del que no podrás salir fácilmente.
—¿Cómo sab...?—murmure sin poder terminar la frase—¿Qué quieres decir con eso?
—Yo estaré observando cada paso que das.
Con esas palabras, el hombre misterioso desapareció en las sombras, dejándome sola en la oscuridad de la noche, con una sensación de peligro acechando a su alrededor.
Oscurecía más a mi alrededor y recogí mis bolsas de compra, sin percatarme que los había tirado al suelo y apresure mi paso.
Llegué al paradero y tome el primer autobús que se dirigía a mi casa.
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