|CAPÍTULO 08|
Christopher tenía una junta muy importante con unos ejecutivos extranjeros estaban en la sala de juntas.
—Hola, ¿cómo estás?—dijo una voz masculina que me hizo sobresaltar y por poco tirar mi taza de café—. Tú debes ser Jane, la asistente de Christopher, no es así?
—Estoy bien y sí soy su asistente.
Sonrió y me estrechó su mano, la tomé y respondí su saludo.
—Soy Kenneth Brown, un placer conocerte.
—El placer es mío —le devolví la sonrisa.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Christopher?
—Casi un mes.
—Espero no te hartes pronto de él —soltó una risita—, sus anteriores asistentes renunciaron al puesto en unos cuántos meses —confesó.
¿Qué tenían que ver sus anteriores asistentes conmigo?
—¿A qué se refiere?—cruce los brazos y enmarque una ceja atónita.
—Hubo un rumor que él obligaba a sus asistentes a hacer cosas que ellas no querían y que andaba metido en cosas muy turbias.
Me pregunta si él sabía que Christopher lavaba dinero y a la trata de personas… Que era un hombre peligroso y que todos tenían por qué temerle.
—¿Podría ser más breve?
Él sospechaba pero no sabía realmente la verdad.
—Tienes una cara angelical y él es el diablo en persona. Es mejor que te alejes de él — replicó—. No es un tipo de fiar y tú pareces una buena chica, demasiado buena para su gusto.
Me miró de reojo y se despidió besando mis nudillos de mi mano.
Hice una cara de disgusto al ver qué retiraba sus labios de mi y retomaba su camino.
No sabía las siguientes atrocidades, corrupciones, delitos y asesinatos que él cometería. Si en algunos de esos me vería involucrada yo.
No podía alejarme de él y no sabía si lo que decía ese hombre era realmente en serio.
Me sumerjo tanto en mis pensamientos que no me doy cuenta que alguien me toma con brusquedad mi brazo y lo aprieta llevándome hacía otra habitación.
Gimo ante su toque.
—¿Que mierda te dijo ese maldito idiota?—su tono era fuerte y me intimidaba. Estaba furioso. Su mandíbula se puso tensa—¿Por qué te sonreía y te besaba las manos?
—¡Suéltame, me lástimas!—me queje.
Me soltó, me había apretado mi brazo que dejo una marca roja en mí.
—Lo siento, Jane. No quise lastimarte.
Me tomo de mi mentón y alza mi vista hacia él, vi como sus ojos se iluminaban y ardía la furia en él.
—¡Dime, maldición!
—Ese hombre sospecha de ti y de tus malos pasos —bufé—, dijo algo sobre tus asistentes que las obligabas…
—Eran mis Sumisas —sonrió maliciosamente—. Sospecha de mí pero es muy estúpido para descubrir lo que realmente soy.
—¿Todas eran tus Sumisas?
—¿Estás celosa, Jeanie?
Negué con la cabeza.
Mentí.
Lo estaba y no sabía porqué solo teníamos una relación de Amo y Sumisa.
—¿Quieres saber si ellas sabían mamarmela mejor tú?—inquirió.
—Eres un idiota —replique—¿Lo sabes?
Asintió.
Me toma con fuerza y me tumba sobre la mesa. Sube lentamente mi vestido hasta mi espalda. Me quita las bragas. Pasa su mano en mi trasero desnudo, lo pasa lentamente con suavidad. Lo acaricia suavemente, lo manosea.
Mmm sí, me gusta…
Acaricia suavemente y aprieta mis nalgas.
Dios… Chris comienza ya!
Ya no siento su mano la ha quitado. Estoy frunciendo el ceño confundida. Cuando de pronto me da una fuerte palmada en el trasero. Grito. Luego vuelve a acariciar mi trasero, suavemente, lo masajea y lo aprieta.
Ohhh... Chris.
Sin previo aviso me vuelve a dar una nalgada peor que la anterior. Grito.
—¡Ahhh!—grito.
—Si gritas más tendré que pegarte el culo más fuerte —replicó con malicia en los ojos—¿Entendido, Jeanie?
—Sí, Amo —dije entrando en mi rol de Sumisa.
Soltó otra palmada. Me dolía el trasero. Vuelve a acariciarme donde me ha pegado.
No otra vez.
Me pega fuertemente.
Ohh, mierda.
Me contengo tratando de no gritar, me muerdo el labio con fuerza y contraigo la cara de dolor.
—Eres solo mía —gruñó y suelta otra palmada. Luego otra—. Me perteneces solo a mí.
Me contengo a no gritar y me muerdo el labio fuertemente.
Luego me agarra de modo posesivo de la cintura y me penetra bruscamente. Hundiendo su polla en mí. Grito y me penetra más fuerte.
—¡Ohhh, señor!—gemí en voz alta.
—La mia Jeannie, il mio dolce angelo —dice algo en italiano que no entiendo—. Ti scoperò il culo così forte che non sarai in grado di alzarti.
Grito su nombre una y otra vez al sentir como aumentaba sus embestidas y chocaba sus testículos contra mi trasero enrojecido por las nalgadas.
***
—¿Con quién tiene cita Christopher a las siete?—preguntó Nick que ya se encontraba dentro de mi oficina. El maldito de Nick.
Nick antes había sido "amable" e incluso coqueteo conmigo el día de mi entrevista pero desde entonces se ha comportado grosero y prepotente.
—Con el señor Farmer.
Sin dudarlo dijo:
—Cancela su cita con ese idiota —gruñó—. Por cierto eres demasiado ruidosa desde la sala de juntas se escuchaban tus gritos y gemidos.
Sin más que decir salió de mi oficina.
¡Maldito, lo aborrezco!
Suena el timbre de mi celular al segundo timbre contesto. Es Austin.
—Hola Jane, ¿qué tal tu día?
—Algo agotado, ¿qué tal el tuyo?
—Emocionante tuve una sesión de fotos con varias modelos.
—Me alegro que estés bien y siento mucho que la exposición de arte se haya cancelado —susurré—. Sé que te emocionaba mucho al dar a conocer tu talento y de verdad estoy muy orgullosa de ti y lo que has logrado.
—No te preocupes, Jane —murmuró—. Es algo que inevitablemente sucedió sin embargo habrá una pequeña exposición está noche no estaré presente pero espero que puedas asistir.
—¿En serio?—chille—¡Claro que asistiré, no sabes lo emocionada que estoy por ver lo que has hecho!
—Espero que te guste tanto como a mí —río—. Te envío los boletos por correo para que puedas asistir junto con Alyssa.
Amaba mucho escuchar a Austin reír estaba demasiado feliz por él y siempre le demostraba lo mucho que le quería a pesar de la distancia.
Alyssa y yo habíamos llegado a la pequeña exposición, el lugar estaba a unos cuantos kilómetros de mi trabajo, casi en el centro del lugar. Estaba iluminado de luces con las paredes blancas y arte colgado por las paredes y con un montón de gente observándola.
Las pinturas de Austin eran magníficas era indescriptible poder describir lo que sentías al verlas simplemente eran hermosas. Sus obras se basaban en técnicas como el realismo, fotorrealismo y arte abstracto pintados con acuarela, acrílico, lápiz y óleo.
La primera imagen era de un paisaje rodeado de árboles de glicinas y en medio de estos había un lago en el cual nadaban un cisne negro y uno blanco, había un barquito en medio del lago y en el una pareja de enamorados, él la tomaba de la mejilla y ella lo miraba con deleite. La siguiente pinturas era de una mujer vestida con un vestido negro de tirantes elegante con una copa de vino tocando un piano y estaba un hombre en traje con sombrero apoyado junto al piano fumando mirándola solo a ella. Por consiguiente era una pintura de una mujer en lencería sentada y llorando mirando la ciudad y en medio estaba la Torre Eiffel.
Al parecer esa chica era su musa la había retratado en varias pinturas era muy bonita de cabello castaño, piel morena y ojos cafés oscuros.
La última pintura me sorprendió, Austin me había dibujado era yo caminando a la orilla del mar vestida con un vestido blanco sencillo de tirantes que se alzaba por la brisa del viento al igual que mi cabello, mi rostro se veía un poco, Austin realzo el fondo con colores vivos acordé a la pintura.
—Son hermosas las pinturas —dijimos Alyssa y yo al mismo tiempo.
—Lo son —solloce—. Mis padres deben de estar orgullosos de Austin.
—Lo están, Jane —me abrazo Alyssa —. Ellos siempre han apoyado a Austin en las decisiones que él ha tomado al igual que a ti.
Asentí.
Mis padres siempre me habían apoyado en mis decisiones tanto a mí con Austin solo que en algunas ocasiones no estaban presentes como en la graduación de Austin debido a que mamá tuvo un juicio y papá estaba de viaje.
—¿Les interesa comprar algún cuadro, señoritas?—cuestionó un empleado era alto, moreno y de ojos cafés vestido con un traje elegante gris—. El treinta por ciento se donará a una fundación para niños con cáncer.
—¿Cuál es el precio de ese cuadro?—pregunto Alyssa.
—Lamento decirles que ese cuadro no está a la venta. Solo esos tres de ese autor y de otros más que pueden observar aquí.
Creí que Austin iba a vender todos sus cuadros pero al parecer no será así.
Asentí.
—Quiero comprar esa pintura —señaló Alyssa la pintura de la chica en lencería sentada y llorando. La obra se llamaba "Les larmes de Paris"
—¿Pagará en efectivo o con tarjeta?
El hombre estaba con una sonrisa en el rostro. Al igual que Alyssa.
—Con tarjeta —comentó Alyssa.
El hombre la guío hacia la caja para hacer el pago y yo me quedo absorta en las pinturas. Sonreía mientras miraba cada una y me preguntaba cuál fue su fuente de inspiración de cada autor para plasmar cada obra.
Comenzó a sonar el timbre de mi celular, lo saco de mi bolso, es Austin, contesto de inmediato.
—¡Austin es fantástico, me encanta!—chillo emocionada.
—¿Te ha gustado tu regalo?
—¿Cuál regalo?—pregunte atónita.
—El cuadro del viaje a la playa, es tuyo —soltó—. Ya hablé con él organizador del evento y el director te darán el cuadro.
—¿En serio?—solloce—. Te quiero tanto, no sabes lo feliz que me haces.
—Yo también, Jane —musito—. En unos meses regresaré, estaré en Washington por un tiempo.
—Esperaré tu llegada.
Alysaa y yo habíamos llegado a casa. No tardaron mucho en entregar el cuadro en cuanto había terminado la exposición me lo dieron, era precioso. Colgaba en la pared de mi sala y el de Alyssa lo llevaría a su clínica.
Suena el timbre de mi teléfono. Es un mensaje de Christopher.
Te quiero en mi casa, te mando la ubicación para verte.
¿Sucede algo, señor?
No cuestiones mis órdenes sólo obedece lo que te ordeno, no uses ropa interior solo un abrigo.
Llegué a la dirección que me indicaba, creí que era su casa pero no era un parque estaba casi a oscuras en medianoche.
—¿Por qué no me dijiste que deberías salir?
¿Cómo sabía dónde había estado?
—¿Cómo sabes que salí? —musite—¿Acaso estuviste vigilándome?
—Cuida cómo me hablas, Jane —advirtió—. No necesito vigilarte para poder saber dónde estás, mi chófer te vió de casualidad —algo me decía que él mentía que sí me tenía supervisada —. Sabes que tienes un castigo por no pedirme permiso para salir —espetó.
—Lo siento, señor.
—Dame tus tacones.
Obedecí y se los dí. Los tomo luego se agachó hacia el piso y agarro un par de piedritas y las metió dentro de mis tacones.
—Ahora pontelos y desfila con ellos.
Lo hice, comencé a caminar con los tacones puestos, me pinchaba y lastimaba mi piel las piedritas.
—Da una vuelta —ordenó—. No parece que estás modelando.
Asentí y camine, me quejaba mientras lo hacía.
—Me duele, señor, por favor —lloriquee.
—Hazlo de nuevo —gruñó—. Posa para mí como si fueras una modelo de revista.
—Por favor, señor.
Lo hice posaba como si fuera una gran modelo de pasarela. Esto era humillante algunas personas me observaban cuando pasaban caminando a lado mío, no había muchas ya que ya que había caído la media noche.
Llevaba rato caminando como si estuviera en una pasarela quejándome de dolor y a él no le importaba, solo buscaba castigarme por haber desobedecido.
Mis piernas no podían soportar más y caí de rodillas rendida con los pies adoloridos.
—Amo, por favor.
—Ponte de pie y quítate el abrigo.
Lo hice, me la quité despacio mirando a todos lados y suplicando que nadie pasará y me mirará e intenté ponerme de pie pero caí de rodillas otra vez.
Me tomo de los brazos e hizo que me apoyara en un árbol. Rozo mis labios vaginales con sus dedos en los que ya había empezado a gotear mojando sus dedos.
—Estás tan húmeda y excitada —musito acercándose a mí oído —¿Qué quieres que haga, ahora?
—Follarme, señor —gemí.
Sin pensarlo se bajó la cremallera del pantalón e introdujo su glande a mí coño húmedo. Me tomo de las caderas y comenzó a penetrarme bruscamente, hundiendo toda su polla dentro de mí, gritaba al sentir como aumentaba su velocidad y se movía dentro de mí.
Metía y sacaba su polla dentro de mí, me torturaba con su acometidas y yo débilmente me apoyaba fuertemente del tronco del árbol.
—Me encanta sentir como te humedeces cada vez más que aumento mi ritmo —jadeó—. Tu coño está tan caliente y mi polla está tan duro.
Aumentaba su ritmo cada vez más y sus testículos chocaban contra mi clítoris haciendo que me excitara cada vez más. Él también estaba excitado podía sentir como su polla se hinchaba dentro de mí y su respiración aumentaba, jadeando y susurrando mi nombre en mí oído.
Había olvidado por completo que estamos en un lugar público y grite al sentir que llegaba al orgasmo cuando él embestía con fuerza al sentir como salía su semen y lubricaba mí coño. Él también grito, grito mi nombre y me importo una mierda que nos escucharán…
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