|CAPÍTULO 07|

La única luz que iluminaba, era la de una vela, él estaba de pie y yo de rodillas desnuda con las manos descansando en mis muslos con las palmas volteadas hacia arriba.

Leía los términos de nuestra relación sadomasoquista para reafirmar que aceptaba ser su Sumisa.

—¿Prometes cumplir estrictamente tu apariencia, conducta, deberes como sumisa?

—Prometo obedecer todo lo que me ordene, Amo.

—¿Cumplirás sin titubear cada una de mis normas y sobre todo aceptar la seguridad que te brindaré al ser mi sumisa?—dijo con voz áspera que hizo estremecerme.

—Cumplire cada una de ellas y si no cumplo con lo ordenado, asumiré las consecuencias —murmure—, y me castigará cómo a usted le plazca, Amo.

—¿Aceptas como forma de castigo los azotes, latigazos, mordiscos, pinzas para pezones, hielo, cera caliente?

—Sí, señor.

—¿Deseas que realice prácticas como el spanking, waxplay, ending y shibari?—me observó por unos segundos, sus labios estaban de un color rojo carmesí.

Me moría por morder sus labios y sentir como estos mismos recorrían cada centímetro de mi cuerpo.

—Sí, mi señor.

Al final del contrato salía los significados de cada práctica y la forma en que se practicaba, todas eran demasiado interesantes en especial el shibari.

—Al terminar nuestra sesiones se evaluará los cuidados necesarios, me encargaré de cuidar de ti emocionalmente, mentalmente, físicamente —murmuró—. El aftercare se acabará al finalizar todos los cuidados posteriores de las prácticas, ¿entendido?

Asentí.

—Yo Christopher, te bautizó a ti sumisa con el seudónimo Jeanie —me acarició la mejilla y luego colocó un collar de cuero negro alrededor de mi cuello—. Haré de ti una gran Sumisa.

—Me gusta ese seudónimo, Amo.

Sonreí y él me devolvió la sonrisa.

—¿Alguna vez has metido el dedo en la cera derretida de la vera?—preguntó mientras tomaba la vela.

—Sí, señor cuando era niña —comente burlona.

—¿Estás lista?—susurro—. Puedes usar la palabra de seguridad cuando sientas que no puedas soportar el dolor.

Asentí.

Derramó un poco de cera caliente sobre su brazo para verificar si estaba lo suficiente y luego dejó caer el goteo de la cera desde una altura alta en mis muslos.

Estaba fría por lo cuál no sentía que me quemaba demasiado.

—Mm sí, me gusta, Amo —jadee excitada.

Dejo caer otra gota de cera caliente sobre mis muslos, está vez un poco más baja.

La cera estaba caliente quemaba pero era un dolor soportable.

Sentía un subidón de adrenalina, mis mejillas me arden y el cuerpo me hierve. El deseo caliente me recorre en todo el cuerpo hirviendo y desciende en mis venas quemándome.

Sonrió al escuchar como mi respiración se acelerada y jadeaba excitada.

Su mano se posaba en mi vulva. Desliza sus dedos y me acaricia suavemente el clítoris, trazando círculos muy despacio pasa su lengua lentamente, comienza a trazar círculos, cada vez más intensos.

—Estás muy húmeda, no sabes cuánto te deseo —jadeo y vertía la cera caliente sobre mis pechos y metía y sacaba sus dedos dentro de mi húmedo coño—. Quiero estar dentro de ti.

La combinación de caliente con frío era una sensación excitante, que me prendía. Mi cuerpo estaba ardiendo en llamas y mi corazón estaba acelerado, quería más de esto.

—Te quiero dentro de mí, Amo —gemí.

Habría las paredes vaginales con sus dedos y estimulaba mi clítoris palpitante, mi coño estaba goteando y podría sentir como mis fluidos se extendían por mis muslos. Grito mientras lo saca y lo vuelve a meter. Vertía nuevamente la cera en mis pechos, quemaba un poco pero era una sensación que te encendía.

—Ruégame que te folle —ordenó con voz desafiante y acelera sus movimientos, continuaba vertiendo la cera pero está vez en mis muslos. Estaba fría.

—Quiero que me folle duro, quiero sentir su dura polla tocar lo más profundo y oscuro de mí.

En cuestión de segundos hizo que yo me derritiera en gemidos al sentir el tacto.

—Ponte de pie.

Obedecí y tomó mis manos y las levantó sobre mi cabeza. Rápidamente lo amarró a la cabecera de la cama.

Desabotonó sus pantalones rápidamente sus pantalones para liberar su gran erección.

Mis piernas abrazaron su cintura, haciendo que su gran polla entrará con más facilidad dentro de mí.

Sentía su polla pesada. Mi coño se contrajo y lloriqueé.

—Me encantaría poder sentir la humedad de nuestros cuerpos —comente excitada.

—¿Ansiosa, Jeanie?—sonrió y la mirada sádica en sus retinas se apoderó de él.

Asentí.

Tenía que esperar el primer y quinto día de la menstruación para que me apliquen la inyección y las demás inyecciones se aplican cada treinta días.

No prevenía las ETS. Por lo que debería hacerme exámenes para verificar que esté todo bien.

Empezó a embestirme con fuerza. Mis mejillas ardían. Salía dentro de mí una y otra vez. Yo gimoteaba cada vez que él entraba por completo en mi vagina.

—Eres la jodida fruta prohibida que quiero probar y envolverme a ese jugoso sabor tan prohibido.

—Envuélvete a esta fruta prohibida y no te arrepientas de ser un pecador —gimotee.

—No sabes cuan duro me pones —gruñó mientras movía sus caderas para entrar completamente en mi vagina sus testículos chocaban contra mi pelvis, excitandome más.

—Señor, quiero más, por favor no pares —gemí mientras mi Amo me follaba con brusquedad y mi coño se estaba acostumbrado a ello.

—Podría hacerte mía una y otra vez —susurró en mi oído—. Me encanta ver cómo te muerdes el labio mientras te follo.

Mi espalda se arqueaba de placer y me sentía excitada por la posición en la que me encontraba. Tiré la cabeza hacia atrás gimiendo su nombre.

Comenzó a abofetear mis pechos con rudeza. Deléitandose con el rebote que ocasionaba entre ellos. Lloriqueé cuando jalaba de mis pezones y los retorcía en sus largos dedos. Me torturaba de una manera que me hacía retorcerme de dolor. Mordía bruscamente de mis pezones atrayéndolos a su boca, chupando con fuerza mis dañados pezones.

—Sujetate —susurro señalando con la mirada mis manos.

Tome con fuerza las esposas con la que me encontraba suspendida en la rejilla. Entra de nuevo en mí, gime y vuelve a penetrarme. Colocó mis piernas en su cintura y comenzó a bombear adentro de mí. Sus manos se situaron en mis caderas atrayendome más a su cuerpo. Grito de nuevo, él se detiene. Duele. Mucho. Me retorcía infelizmente por el dolor, pero me gustaba sentir ese dolor. Ese maldito dolor.

—Bésame —le supliqué.

Ahogue gemidos en su boca.

Su polla es demasiado grande y pesado. Gimo y me embiste con fuerza, cada vez más deprisa. Mi cuerpo se pone rígido.

—Señor, por favor...

Mi coño comenzó a palpitar goteando, anhelando más estimulación. Deseando que lo llenará con su esperma y lo dejará satisfecho con su líquido blanco.

Coloca una mano frente a mi cuello aplicando una ligera presión.

—Quiero dejarte marcas y que todo el mundo sepa que eres de mi propiedad —dijo mientras besaba mi cuello, justamente donde estaba su mano.

Asentí.

Me beso apasionadamente, degustando el sabor de mi boca y mordiéndome el labio inferior.

Yo era como Eva me dejé engañar por la estúpida serpiente y terminé comiendo el fruto prohibido, pensando que iba a tener vida eterna pero terminé perdiendo. La serpiente ganó el juego. Yo me volví su esclava en cuerpo y alma.

Explotamos al mismo tiempo, sentía el esperma caliente que salía de su polla. Me quemaba desde lo más profundo de mí.

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Nota de autor: El capítulo de hoy será algo corto, espero poder actualizar pronto, gracias a las personas que están votando en mi historia <\3

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