|CAPÍTULO 02|

Jane

Suena el teléfono, contesto y me responde una voz femenina.

—¿Me comunico con la señorita Collins?.— pregunta la chica

—Sí, soy yo —balbuceo—¿Con quién me comunico?

—Con Susan, secretaria de Christopher. Hablo para hacerle saber que usted ha sido elegida para la vacante de asistente personal del señor Barber.

No puedo creerlo, suponía que me iba a descartar de su lista y me quedaría sin empleo.

Me quedo perpleja al escuchar lo que dijo. Estoy sin poder articular una sola palabra.

—¿Señorita Collins? —pregunta—¿Se encuentra bien?— pregunta nuevamente.

—Estoy bien —respondo finalmente.

—El señor Barber, quiere verle hoy a primera hora, para hacerle saber todo lo que debe hacer, ya sabe la programación de las reuniones, la correspondencia y la toma de notas.

—De acuerdo, programación de las reuniones y la correspondencia —digo mientras hago apuntes en mi libreta.

—Es algo estricto y le gusta que sus asistentes sean puntuales —añade—. Debes ser perfeccionista para él, organizar todo.

—¿Tengo que tener algún uniforme en específico?

—No, no señorita Collins, únicamente debe venir con ropa formal.

Durante el transcurso de la llamada. Ella siguió explicándome las tareas que debo realizar. comencé a tomar nota de absolutamente todo para no fallarle al señor Barber.

Me apresure por llegar temprano, me despedí de Alyssa.

Subí al coche y retomo el camino a la carretera de Santa Mónica, California. Hoy no hay tanto tráfico, pero aún así piso el acelerador para llegar más temprano a mi trabajo.

Enciendo la radio y suena la canción "Everybody wants to rule the world" de tears for fears.

Es una de mis canciones favoritas.

Los kilómetros pasan volando así que no me percaté de que había llegado a la sede principal de la multinacional del señor Barber.

Me saluda una rubia, muy elegante, vestida con una blusa americana blanca y una falda gris.

—Tome señorita Collins, es su pase para que pueda entrar a la sede, firme aquí por favor —me da un bolígrafo para firmar una libreta, donde se encuentran todas las visitas de la sede.

Me tiende un pase de seguridad que tiene impresa la palabra "ASISTENTE PERSONAL" y tiene mi nombre.

¿Estoy soñando? Díos mío aún no me lo creo.

La rubia había mencionado que era Susan, la chica que llamó hoy en la mañana para darme la noticia.

—Gracias —susurre—. Hasta luego Susan— sonreí y me despedí de Susan.

Subo rápidamente al ascensor y me dirijo a la planta trece. Las puertas se abren y salgo. me dirijo al escritorio de recepción y me saluda melissa.

—Él señor Barber la está esperando. Puede pasar.

Me dirijo a la oficina del señor Barber y abro la puerta.

—Buenos días señor Christopher Barber.

—Tienes prohibido llamarme «Christopher» —gruño—. Solo te dirigirás a mí como «Señor»

Que ridículo. Solo por tener mucho dinero se cree superior a los demás y cree que tiene el derecho de poder pisotearnos.

Asentí y se me escapo una risita.

—¿Qué le causa tanta gracia?

—Nada, señor —respondí, esforzando mantener la compostura—¿En qué necesita mi ayuda?

Sus ojos me escrutaron por un momento, evaluándome.

—Tendrás tu propia oficina, pero antes de eso, tomarás nota de mi agenda del día de hoy.

Asentí.

—Bien, por el momento harás eso y contestarás las llamadas que sean importantes para mí —comentó—. Me gusta que mis asistentes hagan bien su trabajo, espero sepas lo que estás haciendo. Me gusta el perfeccionismo y la organización y tú te encargas de eso —recalcó.

Comenzó a pasarme todas las reuniones y citas que para el día de hoy. Añadió que quería ver mi habilidad y que debería ganarme su confianza.

—Espero que estés a la altura de mis expectativas —murmuro—. No tolero ningún error.

—Claro, señor. Lo tengo todo bajo control.

Mientras tomaba nota, sentí su mirada sobre mí. Sabía que formar parte de este trabajo implicaría enfrentarme a desafíos diarios, pero está dispuesta a enfrentarlos y a no rendirme.

***

La oficina era más grande de lo que esperaba, con una vista impresionante de la ciudad. En el había una mesa donde se encontraba una cafetera y diferentes tipos de cafés, incluso había café colombiano. Decidí preparar uno, cuando el café ya estaba listo me serví una taza y me senté en mi escritorio, tomaba mi café caliente mientras escribía en la agenda de mi nuevo jefe sus citas programadas.

Primero, revise la agenda de mi jefe. Tenía reuniones con varios ejecutivos importantes, una llamada con inversores extranjeros y una cena de negocios.

Prepare recordatorios y documentos importantes para cada reunión.

No quería defraudar a mi nuevo jefe, anhelaba tanto llegar a la cima y poder cumplir mi meta.

Golpean la puerta dos veces. Es Susan, se asoma y sonríe.

—Sí, ¿Diga?

—Lamento interrumpirte —dice con voz seria y hace una pausa—. Él señor Barber quiere que vayas de inmediato a su oficina

—Gracias por avisarme Susan, en un momento estaré allá.

Ella asiente y sale de la oficina.

Dejó de escribir en el cuaderno de citas de mi jefe y voy directo a la oficina del señor Barber.

—Necesito que reserves una mesa en el restaurante "Perch"—hace una pausa—. Son para dos personas, aquí está el número para que llames—me entrega una tarjeta de papel.

—¿A qué hora sería?—pregunto.

—A las siete en punto.

—¿Alguna cosa más señor?

—Eso sería todo, te puedes retirar, gracias Collins.

Saliendo de la oficina del señor Barber. Hago la reservación para dos personas en el restaurante "Perch".

Llamo al restaurante y me contesta una voz masculina. Contesta al instante.

—Buenas tardes, hablo directo del restaurante "Perch"—¿A qué se debe su llamada?—dice en tono amable.

—Quiero hacer una reserva para dos personas.

—¿A qué horas sería su reservación?—pregunta la voz masculina.

—Sería a las cinco en punto de la noche.

—¿A nombre de quién está la reserva?

—Al nombre del señor Barber —hago una leve pausa—. Christopher Barber —al tiempo que lo digo mi cuerpo siente un escalofrío.

—Listo ya está su reservación para esa hora.

—Muchas gracias.

—Hasta luego.

***

El reloj marca las cuatro de la tarde, es la hora de comer para todos.

Estoy por salir a almorzar, cuando veo a Alyssa. No esperaba encontrarla aquí, debería estar en la clínica donde trabaja, pero no.

—Hola, linda —me da un beso en la mejilla.

—No te espera ver por aquí —balbuceó

—¿No leíste mis mensajes?—pregunta.

—No he tenido tiempo para revisar mi teléfono, he estado muy ocupada.

—Seguro tu jefe te tenía muy ocupada —murmura.

Asentí.

—¿Te gustaría almorzar en un restaurante mexicano?—propone

—Está bien, solo déjame pedirle permiso a mi jefe.

Subo para avisarle a mi jefe. Golpeó la puerta y me asomo.

Él estaba atendiendo una llamada, me indica que pase y tome asiento.

—Si, nos vemos ahí —alcanzo a escuchar lo que dice.

—Bien —susurra—¿Qué es lo que quiere señorita Collins?—alza una ceja.

—Necesito salir un rato a almorzar, he terminado de agendar tus citas, reuniones de está semana.

—Puedes retirarte.

Salgo de su oficina y tomo el elevador para bajar a la planta baja.

Llegamos al restaurante "The Border Grill". Es muy lindo, tiene un toque mexicano.

Había cuadros de personas. el lugar era de un color naranja. en el techo había estrellas de color blanco y el fondo era azul. Las sillas eran de madera pintadas de naranja y la mesa de un color café oscuro. En el centro había un mini bar, donde te servían bebidas alcohólicas.

Tomamos asiento y un mesero se dirige a nuestra mesa, nos entrega un menú a cada una.

Yo pedí para comer enchiladas de pollo poblano y para tomar zumo de manzana. Alyssa pidió unos tacos a la plancha y una limonada.

Tiempo después, él mesero trajo la comida.

—Gracias —dijimos las dos al mismo tiempo

Era mi primera vez comiendo comida mexicana, tenía un sabor...

¡Exquisito!

—¿Cómo te trata tu nuevo jefe?—pregunta Alyssa.

—Bien, no me quejo.

—¿Cómo va tu trabajo en la clínica?

—Agotado —murmuró—. Mi paciente tiene trastorno límite de la personalidad.

—¿Cómo es ese trastorno?—susurre—. Me imagino que ha habido casos peores, ¿cierto?

—Sí, Jane —susurro—. El trastorno de personalidad es una trastorno mental grave que afecta tus relaciones interpersonales, es decir las relaciones se vuelven inestables y caóticas, mientras que en tu autoimagen ocasiona que te sientas vacío, los pacientes suelen presentar comportamientos autodestructivos y muchas veces suelen tener miedo al abandono.

—Entiendo —respondí sorprendida—¿Qué tipo de medicamentos y tratamiento llevará tu paciente?

—Principalmente, usaremos estabilizadores del ánimo, como lo son el ácido valproico y la lamotrigina, mientras que también usaremos antidepresivos para tratar lo síntomas más agudos, estos son útiles en los trastornos como la depresión y la ansiedad

—¿Qué hay de la terapia?

—Él se encuentra tomando terapia conmigo —sonrió con tristeza—. Me encargo de ayudarle a manejar sus emociones, mejorar sus relaciones interpersonales y cambiar sus pensamientos negativos.

Alyssa le tiene un gran aprecio a sus pacientes. Da lo mejor de ella para que ellos puedan salir adelante,

—Parece un tratamiento muy exhaustivo —comenté, admirando su dedicación.

—Lo es, Jane. Pero también requiere mucha paciencia, tanto del paciente como la mía como su terapeuta —respondió mirando el vacío de su vaso—. Es un proceso largo, pero con el tiempo él estará bien y tendrá una vida más estable.

—Debe ser difícil verlos luchar tanto.

—Sí, lo es —admitió—. Pero también es lindo verlos poder seguir adelante, continuar con su vida y tener control de ella, a pesar de lo mucho que han sufrido. Es por eso que hago lo que hago, Jane. Deseo que ellos aprecien que tienen una vida por delante y que la vida es bella, sé que suele ser difícil verlo por lo mucho que han sufrido y el daño que les han generado por eso decidí estudiar psicología para poder salvar sus vidas.

—Salvarás muchas vidas, Aly —aprete suavemente su mano.


Christopher

Un chico abre la puerta de la entrada al restaurante y yo me adentro al lugar. El lugar ofrece una entrada espectacular combinando la elegancia con un toque vintage, en el hay mesas de madera elegantes y sillones de cuero. Sus paredes están decoradas con arte contemporáneo.

Él chico teclea en su tableta inteligente y toma un menú del restaurante.

—Señor Barber, por favor sígame —murmura.

Asiento y le sigo el paso. Me lleva hasta el elevador, nos adentramos y pulsa la última tecla.

Hemos llegado a la terraza, la cual me ofrece una vista panorámica del horizonte de la ciudad durante el atardecer. La terraza está adornada con una combinación de luces suaves y cálidas creando un ambiente cálido, en las mesas hay velas y pequeño faroles, dándole un toque acogedor y elegante.

—Por aquí, señor —indica el chico rubio.

Tomo asiento en la mesa que está reservada para mí. Él chico me extiende el menú, lo tomo. Decido ordenar filet mignon au poivre y una botella de Domaine de la Romanée-Conti.

Él mesero regresa con mi orden, abre la botella de vino y vierte el líquido en mi copa. En cuanto ha llegado Farmer le indico al mesero que se retire, luego de haber traído la orden de mi socio.

—Edward, vaya que eres demasiado impuntual —comente sosteniendo la copa de vino y darle un sorbo.

—Estaba ocupado, ya sabes, negocios.

—¿A quién chiquilla estabas follando?—inquirí—¿O acaso estabas apostando?

Sabía que era un adicto a las apuestas y tan estúpido para ser capaz de apostar su casa.

Rio.

—Se llama Shayla, es preciosa.

Me asqueaba la idea de ver un viejo con una menor de edad, follandola, hasta desgarrale por completo la vagina.

—¿Ah sí?

Asintió.

—Señor, el último envío no salió como esperábamos y nuestros contactos comienzan a impacientarse.

—¿De qué mierda estás hablando?—exclame colérico.

—Revise los reportes y parece que hubo un problema en la aduana —murmura—. Parece que alguien quiere jodernos.

—¿Quién crees que nos quiera joder?

—Quizás el bando contrario, hemos tenido ciertas disputas con ellos —susurra—. Buscan apropiarse de nuestro territorio. Tenemos que silenciarlos a los malditos hijos de perra.

—No podemos actuar precipitadamente —ordene—. Necesitamos saber quién está detrás de esto.

—Estoy de acuerdo con ello, señor, pero —recalcó con voz seria—, si no actuamos rápido, no solo perdemos este envío sino que podríamos perder todo.

—Lo sé —propuse—. Por eso implementaremos un plan para eliminar a las personas correctas, no quiero generar un caos y que nos tengan en la mira.

—¿Qué propones?

—Reforzar nuestra seguridad, monitorear nuestras rutas, una vez que tengamos nuestras pruebas sólidas, tomaremos medidas para atacar —respondí, jugando con la botella de vino para luego darle sorbo y responder—. Les daremos un golpe directo, como cortar sus suministro o infiltrar a alguien su organización.

—¿Qué hay de los clientes?

—Manténlos calmados. Diles que estamos solucionando un problema y que recibirán una compensación por el retraso de nuestra parte.

—Lo haré, señor —comento—. Solo le diré que el tiempo no estara de nuestro lado, cuanto más nos retrasemos, más estamos corriendo el riesgo de perderlo todo y que la policía se entere de nuestro negocio.

—¿Te olvidas que junto a Nick compré a gran parte de ellos?—escupí—¿Qué tanto te preocupa, Farmer?

—Perderlo todo, señor.

—Mientras solucionamos esta mierda —recalque—. Tú seguirás bañándote en una tina de oro junto con un millón de billetes y una puta, si es que no es una niña recién parida por su madre, ¿entendido?

Asintió.

***

Salí a la planta baja a fumarme un cigarrillo. Inhale el humo, sintiendo como llenaba mis pulmones, mientras mi mente no dejaba de darle vueltas al asunto que había sucedido en la aduana. Nick fue unos de los segundo en enterrarse para luego informarles a mis socios.

Expulse el humo y entonces la ví. Allí estaba mi asistente, Jane. Intentando encender su auto pero este no arrancaba.

Mi angelo —susurre e inhale el humo, para luego desechar la colilla de cigarro al suelo.

Cuánto tiempo llevaba allí que ni siquiera la nota. Era tan escurridiza.

Me dirigí hacia donde estaba ella.

—¡Maldita, sea!—bramó furiosa—¡¿Por qué no puedes arrancar?!

—¿Necesita ayuda, señorita Collins?

—No, señor —susurro, evitando mi mirada—. Yo puedo sola.

¿Está nerviosa?

—Bien —dije dando media vuelta, cuando ella hablo:

—Sí —respondió, bajando del coche y cerro la puerta del auto—. Llevo rato intentando que arranque, ¿puede ayudarme?

Sonreí complaciente.

Asentí con la cabeza.

Me quito el chaleco negro y la corbata, subiendo las mangas hasta mis codos. Levanto el capó del coche de Jane y comienzo a revisar su auto, mis músculos se flexionan en cada movimiento que hago.

Podía escuchar la respiración agitada de Jane mientras empezaba a ajustar varias piezas.

Alcé la vista para dirigirle una mirada. La atrape observándome con una expresión coqueta, mientras se mordía el labio inferior y recorría mi cuerpo con su mirada.

Como deseaba morder sus labios.

Regrese mi vista hacia el auto y seguí ajustando algunas cosas.

—Tu coche no arranca porque hay un fallo en el motor de arranque y la batería.

—¿Qué?—balbuceo.

—¿No estás prestando atención?

—Supongo que no.

Claro que no. Estabas tan distraída mirándome de esa forma que hace que me den ganas de follarte encima del capó de tu coche.

—Podría pedir algunas piezas para reparar tu auto, ¿tienes tiempo para esperar?—dije, mientras me enderezaba y cerraba el capó del coche.

—No, creo —susurro—. Será tardado y necesito llegar a mi casa para ayudar a mi mejor amiga con su equipaje.

¿Cuál es la prisa?

Fruncí el ceño.

—Entiendo —respondí—. En ese caso podría llevarte a casa y contactar a alguien para que repare tu auto, me encargare que tengas tu coche listo lo antes posible.

—¿No puedes hacerlo tú mismo?

—Soy un hombre de negocios —dije con voz firme—. La mayor parte de mi tiempo la paso ocupado.

Asintió, avergonzada.

—Voy por mi auto.

Abrí la puerta del piloto y me adentre a mi auto. Un Audi RS7 Sportback en color negro.

Encendí mi auto y me dirigí a donde Jane, aparque mi auto y baje la ventanilla de este.

—Sube al auto —ordene.

Ella asintió y abrió la puerta del copiloto.

Jane

Entré y tome asiento, me puse mi cinturón de seguridad, el olor del coche era embriagante, el interior era completamente negro, también era muy amplió, tenía dos pantallas táctiles en el interior que el superior indicaba el mapa y el inferior la calefacción para los asientos.

Luego él se dirigió a la otra puerta y entró. Encendió el auto para dirigirse a la salida del estacionamiento.

Durante el transcurso comenzó a llover, fue un silencio incómodo, solamente se escuchaban las gotas que caían en el techo, donde se hallaban un tipo ventanal, ninguno tomo alguna iniciativa de alguna conversación.

Su teléfono sonaba y rompió el silencio que había entre nosotros.

—Barber —dijo mientras tomaba su teléfono y lo colocaba en su oído.

—¿Dónde mierda estás?—respondió furioso la voz masculina.

—No es de tu incumbencia.

—Déjate de idioteces, necesito que vengas ahora mismo.

—No puedo ahora.

—La hija de la gran p...

Colgó.

No alcance a escuchar lo demás en cuanto finalizó la llamada.

Giro el manubrio de una forma rápida y aceleró velozmente dirigiéndose en una nueva dirección.

—¿A dónde vamos?

No respondió.

Pasaba tantas calles, que yo no conocía, aumentaba cada vez más su velocidad.

Hasta que por fin llegamos, era un restaurante elegante a las afueras de las calles de los ángeles. Dónde se veía que iba gente elegante y por supuesto con mucho dinero.

—Quédate en el auto —me ordenó mientras aparcaba el auto y se bajaba de él.

Se dirigía caminando rápidamente a la entrada del restaurante. Las gotas caían lentamente encima de su traje.

Había pasado un hora desde que entró a ese lugar y no había vuelto a salir de allí.

Abrí la puerta del coche para dirigirme a la entrada del restaurante.

Había tantas personas, gente vestida con trajes elegantes y vestidos de marcas lujosas.

—Disculpe, señorita —susurró una voz femenina—¿Busca a alguien?

Dirigí mi mirada hacia la chica, era alta, morena y con ojos cafés. Era la recepcionista del restaurante.

—Sí.

—¿Cuál es el nombre de la persona que busca?

—Christopher Barber —miraba a todos lados en busca de Christopher, él no se encontraba por ninguna parte.

—Él no tiene reservación aquí.

—¿Qué?

—No, él no ha hecho ninguna reserva acá.

—¿Está segura?

—Lo estoy, señorita —recalcó—. Por favor retírese.

—¿Por qué?

—Le dije retírese.

Me percaté de un hombre vestido de negro que se dirigía a una puerta en la parte de atrás del restaurante. La puerta decía "NO ENTRAR SOLO PERSONAL AUTORIZADO" en letras grandes.

Corrí en dirección hacia la puerta.

—¡Señorita, regrese!—grito la recepcionista—¡Señorita, por favor!

Abrí la puerta. estaba impactada, era un club nocturno dentro de un restaurante elegante. Había mucha gente y la música resonaba por todo el lugar.

Mi mirada recorría todo el lugar.

—¿Usted qué hace acá sin autorización?—gruñó un hombre atrás de mí.

Parpadeé un par de minutos.

Era un hombre alto, demasiado alto, usaba un traje oscuro. Supuse que era el guardaespaldas con la pinta que traía.

—Responda —bufó—¿Usted qué hace acá sin autorización?—repitió nuevamente.

Iba a responderle en cuanto un hombre vestido completamente de negro apareció.

—Déjala pasar, Denver.

El hombre bufó y obedeció la orden.

Caminaba hacia el interior en busca de Christopher. No sabía dónde mirar.

—¿A quién buscas, querida?—preguntó él mismo hombre de la entrada.

—No lo sé —respondí con voz temblorosa y luego corrí hacia otra dirección.

Caminaba nuevamente sin ninguna dirección.

Mi miraba se percató de un sillón donde había un hombre y dos mujeres, él hombre estaba sentado en el sillón y la rubia estaba de rodillas, mientras le chupaba el pene, la otra chica adentraba sus dedos en la vagina de la rubia. Ellos gemían al mismo tiempo, a punto de llegar al orgasmo.

Las luces parpadeaban y mareaba mi vista.

—¿Tienes dueño?—susurró otro hombre a mi oído.

—¿Dueño?—pregunté atónita—¿A qué se refiere?

—No tienes un collar de pertenencia —susurro en mi oído—. No tienes un Amo que te dé órdenes.

Se acercaba cada vez más a mí, me acorraló contra la pared. su mano se cerró en mi garganta y la otra se dirigía entre mis muslos.

—¡Suélteme!—le exigí—¡Por favor!—sus dedos iban en dirección en mi sexo.

—¡Shhh! —susurro—. Me encantaría poder dominarte.

—¿No escuchaste dijo que la sueltes, imbécil?—gruñó una voz fuerte detrás de él.

Un escalofrío recorría todo mi cuerpo al escuchar esa voz. Esa voz me hacía temblar. Detrás de nosotros se encontraba Christopher. se veía tan imponente y tan dominante.

—Vete a follarte a las zorras como Blair —le respondió el tipo sin soltarme.

—Cierra la puta boca, Oliver —bufó tomándolo de la camisa y alejándolo de mí—. No te vuelvas a acercar a ella, ni a ninguna otra mujer, mucho menos para obligarlas a ser tus...

—Hijo de la gran puta —escupió el hombre.

—Tienes prohibido venir a este bar —le advirtió—. Ahora vete pedazo de idiota—dijo mientras lo empujó.

—Me las pagarás, Christopher —le advirtió—. Por eso Blair se arrepintió que hayas sido su Amo por lo muy hijo de perra que eres— bramó mientras se perdían entre la multitud de gente.

Dirigió su mirada hacia mí. su mirada era fija y dura.

—¿Qué demonios haces aquí, Jane?—me cuestionó mirándome furioso.

No respondí.

—¿No escuchaste?—bufó—¿Qué demonios haces aquí?

—¿Quién es Blair?

—Eso no te incumbe, Jane.

—Quiero que me lleves a mi casa.

—Te dije que no te bajarás del auto —masculló molesto—¿No sabes obedecer?

—¿Qué es un Dom?

—Es hora de llevarte a tu casa —me ordenó mientras me tomaba con fuerza de mi mano.

En mi interior había despertado un cierto miedo hacia él. a éste hombre que tenía enfrente de mí, tan misterioso y una persona que no transmitía confianza.

—¡No quiero que me lleves!—exclamé—. Yo puedo irme sola.

—No sabes lo que dices —espetó duramente—. Cualquier hombre que te vea aquí es capaz de ponerte una correa.

—¿Y eso a ti que te importa?—mascullé molesta.

—¿Sabes en lo que te estás metiendo?

Negué con la cabeza.

—Lo suponía —soltó una risita—. Es hora de irnos.

Caminaba deprisa dirigiéndose hacia la salida. las personas entre la multitud abrían paso para que pudiéramos pasar. Corría rápidamente a su ritmo, siguiéndolo.

—¿Acaso eres un Dom?—grite.

Se detuvo y se dirigió rápidamente hacia mí. La música también se detuvo al mismo tiempo que él. Ahora todos nos miraban.

Me miró de arriba y abajo. No respondió y siguió su camino.

Habíamos salido del club nocturno. Luego apareció la recepcionista y venía en dirección hacia nosotros.

—Señor, le dije a la chica que no pasará —comentó con voz temblorosa.

No contestó.

Salimos del restaurante y se dirigía apresuradamente a su auto.

—No respondiste a mi pregunta.

—No tengo porque responderte —masculló.

Arranco el auto.

Llegamos a mi casa, él aparcó el auto y se bajó a abrir la puerta.

Me tendió su abrigo para que no me mojará.

—No necesito que te comportes como un caballero cuando ni siquiera lo eres.

—Dime, Jane —comentó—¿Estarías dispuesta a arrodillarte ante mí y pagar por todas las sanciones que has cometido?

No respondí.

—Ya me imaginaba.

—Enseñame —murmuré—. Quiero saber que es un Dom.

—Nunca tendrás lo suficiente para ser una buena sumisa.

Me tumbé en la puerta y sentía que me ardían las mejillas, me hervía la sangre, no sabía que me estaba sucediendo.

¿Por qué despertaba algo en mí?

Algo oscuro, tal vez. O quería saber sobre el mundo en el que vivía.

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│ ✐; Nota de autor: Christopher definitivamente no sabes lo que dices. Ya tenemos playlist del libro, estoy emocionada porque la mayoría de las canciones quedan con esta historia </3

Todos los créditos a hhoneyplnet por el crackship, gracias ✨
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