capítulo seis.
Felix se acercó a la secretaria del Comandante para regresarle unos documentos sobe un caso que estaba llevando, esa mujer era bastante meticulosa con lo relacionado a los documentos, y era casi un dolor de cabeza tener que lidiar con ella. La mujer le dio una mirada ceñuda recorriendo con la mirada al joven de pies a cabeza, entonces hizo un comentario mordaz.
- Deberías ser mas cuidadoso, no está bien visto que una persona, menos un abogado, vaya al trabajo luciendo tan descuidado, tan vulgar.
El muchacho, con desconcierto, se echó una mirada rápida a su atuendo, nada fuera de lo común ni nada fuera de lugar, entonces, contestó:
- Mi ropa está bien, no puedo decir lo mismo de la tuya, claro.
- ¿Y qué me dices de ese moretón en tu cuello? -preguntó ella con malicia-. Mi atuendo bien podrá no gustarte, pero nunca llegaría aquí con ese tipo de marcas.
El joven se cubrió inmediatamente el cuello suponiendo que hablaba sobre un hematoma producto de Bang Chan; se sonrojó en inmediatamente se movilizó hasta el despacho del policía, llamó a la puerta y esperó a ser invitado a entrar.
- Adelante.
Entró, y tras suyo cerró la puerta para que nadie los escuchara.
- La próxima vez que vayas a hacerme un moretón en el cuello, juro que voy a patearte -amenazó totalmente avergonzado.
Bang Chan lo miraba divertido, encantado por la molestia del bajito que lucía una adorable expresión de amenaza en el rostro. Sus labios abultados, las cejas fruncidas, sus ojos vivaces, y aquellas mejillas tan coloradas. Era un avergonzado muñeco molesto.
- ¿Quieres que te haga otro al otro lado del cuello? -increpó molestoso haciendo rabiar al muchacho.
- Idiota -masculló.
Felix sacó una carpeta de su pequeño maletín negro y se lo entregó al Comandante, era una orden del juez para realizar el allanamiento de un presunto sujeto acusado de lavado de activos. Bang Chan recibió la carpeta y le dio una mirada rápida.
- Gracias.
- Entiendo que van a realizar el allanamiento tan pronto como sea posible.
- Sí, ¿por qué?
El joven se mordió el labio inferior nervioso, sus ojos bajaron a sus inquietas manos sobre su regazo.
- ¿Felix?
- Debes tener mucho cuidado cuando vayas, él... es parte de la mafia.
Los ojos de Bang Chan se agrandaron significativamente ante un hecho que nunca antes contempló. Ahora tendría sentido el cuan fácil era para ese delincuente lavar dinero sin que nadie lo notara, las mafias usualmente tenían su territorio y a las autoridades compradas. La misma policía sufría esos desperfectos.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes?
- No se supone que deba decirte nada acerca de la mafia.
- ¿Es de tu padre?
De ser así, tendría sentido la actitud de Felix, pero Bang Chan intuía que su muñeco nunca soltaría nada relacionado con sus padres, y por ello su premisa no era válida.
- No, sólo lo conozco. Es de la contraparte, la mafia enemiga de mi familia, y sé cuan peligrosos son.
- Está bien, Lix, sé cuidarme.
- Sólo... ten cuidado, ¿sí? Su casa está llena de trampas, además de un jodido sistema de seguridad demasiado bueno.
- ¿Has estado en su casa? -increpó con cierto tono molesto.
- ¿Escuchaste lo te dije?
- Sí, escuché lo que me interesó.
Felix bufó por lo terco o posesivo que podía llegar a ser Bang Chan, en lo poco que lo conocía siempre mostró una actitud curiosa para con él. El problema era que esa misma actitud volaba su cerebro y aceleraba su corazón. No debería interpretar aquello como romance, ni siquiera como que Bang Chan estaba interesado más allá de lo que tenían. Hacerlo sería un error aún más grande que haberse acostado con él en primer lugar.
- ¿Por qué estabas en su casa si eran de mafias enemigas?
El policía se puso de pie mientras hablaba y comenzó a rondar alrededor del chico, como un buitre deleitándose con la agonía de su indefensa presa, en esta ocasión Felix era como un tierno conejo herido, tendido en el piso dispuesto a ser devorado.
- Felix...
- Contesta, muñeco, o voy a castigarte.
- Sospecho que no importará si te lo digo, igual vas a castigarme.
- ¿Tendré razón para castigarte?
Felix pasó saliva con dificultad.
- Quizás.
Bang Chan rugió por esa tentativa de respuesta que le dio, su sangre hirviendo ante la inminente verdad que debía escuchar de labios del bajito.
- Él era mi novio cuando tenía quince años.
Escuchó un gruñido provenir del pecho del policía, y con violencia se vio preso entre los brazos del alto, tan fuerte que le cortaba la respiración. Bang Chan tenía una mirada afilada, sus ojos increpando al chico aún sin decir nada. Le tenía algo de miedo en ese momento, pero ese mismo miedo envió una oleada de excitación que chocó brutalmente contra su entrepierna.
- ¿No es eso muy cliché?
- Te aseguro que enredarme contigo también es un cliché.
- No lo creas, es menos común de lo que podría parecer.
- Está bien -susurró algo temeroso de esa mirada-. De todas formas, no tienes porqué disgustarte, eso pasó hace mucho.
- Eras un niño.
Y Bang Chan parecía no querer soltar el tema.
- Sólo éramos novios. Claro que a mis padres casi les da un infarto cuando se enteraron.
- Coincido con ello, aunque yo te hubiera mantenido encerrado para que no volvieras a involucrarte con un hombre así. Ese hubiese sido un castigo ejemplar para ti.
- ¿Me quieres cautivo en una torre?
- Después de todo eres un muñequito, ¿no? Mi muñequito mafioso.
"¿Tuyo?... sí, quiero ser tuyo"
Oh, cielos, cuanto añoraba pertenecerle enteramente a Bang Chan, y que este se entregara de la misma manera. Era un sueño que por momentos lograba rozar con los dedos, antes de ser sacudido lejos, sin pena.
- ¿Y tú serías mi caballero con una brillante placa de policía?
Bang Chan sonrió de medio lado, entonces dirigió sus labios al cuello del joven, justo del lado izquierdo donde le dejó una marca hace unas noches. Felix reprimió un gemido producto de aquel violento espasmo que le recorrió el cuerpo al sentir los labios de su amante tocar su piel.
- Creo que prefiero ser el fiero dragón que te cuide.
Aún cuando lo dijo con un tono ronco, y omitiendo la situación, esa frase fue muy dulce, e hizo temblar a Felix. Sí, quería ser cuidado por Bang Chan, quería convertirse en su mimado muñequito, quería... Sólo que no podían. En algún momento llegó a pensar que quizás ellos podrían saltar ese muro pasional construido para no inmiscuirse en un terreno lodoso que bien podría absorberlos.
"Te quiero", quiso decir Felix mas se mordió los labios de modo que de ellos nada comprometedor saliera.
- Puedes cuidarme luego, debo ir a trabajar o mi jefe va a matarme.
Bang Chan le dejó un rápido beso en los labios antes de soltarlo para que saliera, a pasos veloces, del despacho del Comandante que lo miraban irse como un conejo asustadizo. Parece que su presa se escapó muy rápido.
"¿Es correcto que mi corazón se agite tanto al verte? ¿qué significa ese sentimiento cuando te pienso con alguien más?"
Un celular en la oficina de Minho sonó, el tonó era el de su celular, y al revisar el nombre del contacto reparó en que se trataba del ardilla en peligro de extinción. Contestó.
- Buenos días, ¿hablo con la estación de policías? -preguntó con voz de ciudadano inocente y en peligro.
El policía sonrió ladino y le respondió:- Sí, ¿en qué puedo ayudarle?
- Tengo un problema que involucra a un policía rubio muy, muy alto -dijo con un tono infantil que le sacó risas al oficial.
- ¿Me diría qué fue lo que ese oficial le hizo?
- Resulta que ese desvergonzado oficial olvidó su bóxer en mi departamento, lo encontré tirado debajo del sofá esta mañana. Me pregunto, ¿qué se siente regresar a tu casa sin llevarlos puestos?
- Fue una pesadilla -confesó con una avergonzada sonrisa en el rostro.
- Pues para la próxima, si es que hay una, asegúrate de llevarlos contigo, puestos o en la mano, no me interesa, porque es muy incómodo explicarles a mis amigos de quién son cuando los hallan tirados por ahí.
- ¿Qué te hace pensar que no habrá una próxima vez? ¿acaso no te gustó la nuez que te di, ardillita?
- Es una buena nuez, pero no si es mal utilizado -jugueteó con el fin de hacer rabiar al oficial.
- Eres una pequeña ardilla mentirosa. ¿Acaso no estabas gritando y gimiendo por mi nuez? Te recuerdo que cuando te comiste mi nuez no fuiste precisamente silencioso.
- ... fuiste muy brusco -murmuró avergonzado en tono acusatorio.
- Lamento eso, prometo que no seré tan cruel la siguiente vez.
- ¿Lo prometes?
- Sólo si tu prometes vestir esa camisa mía con la que te quedaste, pequeño ladrón.
- Es un trato -aseguró y continuó-: Minho.
- ¿Mmm?
- Te extraño.
E inmediatamente después, colgó la llamada sintiéndose demasiado abochornado como para escuchar lo que el mayor tenía que decir.
- Te extraño también, ardillita, no tienes idea cuánto.
꒰୨ 💣 ୧꒱
¡gracias por leer! <3
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