capítulo final.
- Así que piensas seguir como policía, aún después de lo que sucedió con el fiscal.
- ¿Tengo alguna razón para no seguir siéndolo? -preguntó Bang Chan tras las palabras de su, ahora, suegro.
Heechul esbozó una sonrisa socarrona.
- Esto es lo que necesitas -le dijo, tendiéndole una carpeta blanca con varias hojas dentro-. Es el expediente de Jo Woohyun.
Bang Chan la recibió en sus manos y se predispuso a revisar el documento, se topó con cinco hojas sobre sus crímenes, desde robo de identidad hasta asesinato en tercer grado. También estaba un récord sobre su trabajo en la fiscalía de Seúl, añadiendo también varios cómplices dentro de la institución que le sirvieron como conducto para entrar al servicio público. Era un buen informe, y serviría para que Bang Chan lo presentara a sus superiores antes de que la noticia sobre la muerte del hombre saliera en los periódicos. Un accidente, muy típico de la mafia. Y nadie podría objetar nada con la evidencia clara.
- Se lo agradezco.
- Ahora eres de mi familia, Bang Chan, y es mi deber protegerte también, aunque creo que eso puedes hacerlo tu solo -señaló burlesco.
- Y cuidaré bien de Felix y de mi hijo.
- Lo sé, pero no dudes que en el momento en que cometas un error la mafia irá por ti -advirtió en tono sombrío que le hizo estremecer al Comandante.
(StarStruck - Hero)
No soy Superman.
No puedo tomar tu mano.
Y volar a donde sea.
Que quieras ir, sí.
Al regresar a Seúl, Bang Chan se enfrentó a sus superiores, fue casi un juicio como los de Park, y el policía se sintió como si fuera un hechicero apunto de ser quemado en la hoguera. Afortunadamente, tanto los papeles brindados por Heechul cuanto los testimonios de otros oficiales sirvieron para apagar el disgusto de los viejos oficiales.
Felix y Bang Chan regresaron al departamento del mayor, algo temporal pues planeaban buscar un lugar propio, uno donde hacer su vida juntos. Y Bang Chan tenía una idea de cómo le gustaría empezar esa nueva vida juntos.
Esa tarde al salir de la oficina, Bang Chan pasó por una joyería del centro de Gangnam. Buscó con la mirada entre los muchos anillos de compromiso que el dependiente le mostró, pero sus ojos se posaron en una argolla de oro y diamantes Harry Winston. Mandó grabar en el interior 'Para mi muñeco' en cursiva.
No puedo leer tu mente.
Como una valla publicitaria.
Y decirte todo.
Lo que quieras oír, pero.
Cuando salía de la joyería divisó a su pequeño muñeco cruzando la calle, llevando en sus manos una bolsa negra con letras rosas. A pasos rápidos le dio alcance, y de sorpresa lo sujetó por la cintura.
- Bang Chan -jadeó Felix al verlo.
- Creí que estarías en casa ya.
- Tenía que comprar algo antes -mencionó con cierto sonrojo en las mejillas.
- ¿Y qué compraste? -preguntó, intentando con sus manos alcanzar la bolsa, pero Felix fue más rápido y lo ocultó tras su espalda.
- Oh, nada, sólo..., nada.
Seré tu héroe.
Porque yo, puedo ser todo lo que necesitas.
Si eres la única para mí.
Como la gravedad seré imparable.
Bang Chan sonrió enternecido ante el vano intento de Felix de ocultarle lo que sea que estuviese dentro de esa bolsa. Actuando por astucia, el Comandante abrazó el menudo cuerpo de su amante, cuidadoso de no despertar sospechas mientras Felix le preguntaba.
- ¿No tenías turno esta noche?
- Me dieron el día libre luego de la audiencia del fiscal.
Y mientras hablaba, sus manos se movieron a quitarle la misteriosa bolsa de las manos. Bang Chan se apartó medio metro y revisó su contenido llevándose una grata sorpresa.
- Así que..., esto es lo que haces cuando estoy de turno durante las noches -comentó con mofa, mirando como las pálidas mejillas del joven abogado se teñían de carmín.
Yo, sí, creo en el destino.
Y puede que sea un chico ordinario.
Con corazón y alma
- Dame eso -gruñó.
- Te lo daré en casa -dijo entre susurros calientes contra el oído ajeno-, cuando te tengo en la cama con las piernas abiertas, ¿entendido?
- Bang Chan -rugió Felix.
- Te veré en casa, cariño.
Le regaló un beso en los labios antes de dar vuelta y caminar de regreso a donde su auto estaba, dos calles abajo, y en su mano aún tenía la bolsa de Felix pues no se arriesgaría a que esta desapareciera por la simple vergüenza del chico al ser descubierto. Mientras regresaba, a Bang Chan se le ocurrió la forma perfecta de darle su propia sorpresa a Felix.
Pisando al fondo aceleró hasta el límite permitido, irónico para un policía, y así pronto llegó al edificio de su departamento. En el parqueadero subterráneo se encontró con Felix recién bajándose del automóvil.
Pero si eres la única para mí.
Entonces seré tu héroe
- Llegaste rápido, por un segundo creí que escaparías.
- Se me pasó por la cabeza unos segundos, pero a nadie de mi familia le haría gracia verme llegar avergonzado porque mi novio me encontró comprando consoladores -masculló.
Entraron en el ascensor e inmediatamente Bang Chan puso en marcha su plan. Siendo pasadas las siete y media de la noche no había muchos que usaran el ascensor, y en ello ponía Bang Chan su fe.
Se puso de rodillas detrás de Felix y de la bolsa sacó uno buttplug de cola de gato rosa. Una sonrisa siniestra afloró en sus labios. Abrió el pantalón de Felix y se dispuso a bajarlo.
(Podrías ser la única, podrías ser la única.
Podrías ser la única para mi)
Seré tu héroe.
- ¿Qué crees que estás haciendo? -chilló Felix asustado.
- Jugando -dijo simplemente.
Y sin que Felix lo pudiese evitar sus pantalones cayeron por sus piernas hasta tocar el suelo, luego fue el turno de su ropa interior. El joven estaba asustado y terriblemente avergonzado, tan nervioso por si en algún momento el ascensor se abría y alguien los encontraba así. Sería su fin, y se encargaría de asesinar a Bang Chan entonces.
- ¡Ah! -gritó al recibir una nalgada en sus nalgas.
- Chúpalo -ordenó Bang Chan una vez puesto en pie y enseñándole a Felix el juguete seleccionado.
- Ni creas que voy a hacer eso.
- Lo ibas a hacer sin mí para presenciarlo, ¿no es así? Ahora que sé lo que haces quiero que me complazcas.
Tan increíble.
Alguna clase de milagro.
Y cuando esta destinado a ser.
Me convertiré en tu héroe.
Así que esperaré, esperaré, esperaré, esperaré por ti.
Seré tu héroe.
Felix no podía negarse, no cuando sentía su vientre calentarse anticipadamente por el placer que recibiría, y su morbosa mente le dijo que esa era una oportunidad única que no debía ser desperdiciada.
Abrió la boca y le permitió a Bang Chan ingresar el buttplug, así comenzó a lamerlo y chuparlo, torturando al Comandante con los húmedos sonidos que producía, y sus ojos firmemente clavados en los de Bang Chan.
- Enloqueceré contigo.
- Esa es la idea, Comandante.
Bang volvió a estar de rodillas frente al trasero del chico, lo obligó a separar las piernas para tener acceso a su dulce entrada. Su lengua acaricio el contorno dejando un camino de caliente saliva antes de empujar para entrar en el chico, lentamente, arrancándole gemiditos a Felix quien todavía tenía preso entre sus labios el juguete.
Sabiendo que el tiempo en el ascensor se les acababa, Bang Chan le pidió el juguete para meterlo en el cuerpo del chico, empujando suave para no dañarlo.
Porque yo, puedo ser todo lo que necesitas.
Si eres la única para mí.
Como la gravedad seré imparable (seré imparable)
- Agh... mmm, Chan.
Le subió la ropa, acomodando la cola peludita bajo esta para que no se notara justo al abrirse las puertas en su piso.
- Quiero matarte -farfulló Felix casi sin poder caminar.
- No, tu quieres que te folle duro.
No podía negarlo, claro, pero Felix debía recuperar algo de la poca dignidad que le quedaba. Con expresión seria, aunque bajo el manto de la vergüenza, caminó a lo largo del pasillo hasta la puerta negra con el numero treinta y cinco escrito en una placa de metal. Entraron.
- ¿Quieres pedir comida a domicilio? -preguntó con descaro.
Felix frunció los labios y continuó derecho hasta la recámara, ahí comenzó a desvestirse esperando también retirarse el tampón de su trasero. Estaba excitado, algo mojado por los espasmos y con el vientre contraído por la dulce incomodidad que le causaba.
Yo, sí, creo en el destino.
Y puede que sea un chico ordinario.
Con corazón y alma.
- Estás ansioso -comentó Bang Chan entrando en la habitación luego de haber llamado a un restaurante para pedir la comida.
- Sólo por quitarme esta cosa.
- Si no te gusta, ¿por qué lo compraste?
El muchacho comenzó a morderse los labios con nerviosismo sin saber qué responder. Era obvio que si lo compró era porque le resultaba atrayente.
- Te quiero en la cama ahora -demandó.
Bang Chan, vistiendo aún con el uniforme de la policía, vació la bolsa sobre la cama, moviendo las cejas sugestivamente. Tomó la pequeña cajita de su bolsillo, esa que llevaba sus argollas, y se la enseñó.
- Si eres una buena princesa te lo daré.
- ¿Qué es?
- Pórtate bien y lo sabrás.
Pero si eres la única para mí.
Entonces seré tu héroe.
Felix entornó los ojos, pero en seguida hizo lo que su amante le pidió, se tumbó sobre la cama y con expresión maliciosa abrió las piernas, enseñando el juguete aún dentro de su cuerpo.
- ¿Va a castigarme, Comandante?
Bang Chan se quitó la chaqueta y la corbata, entonces tomó las esposas de peluche y se las colocó en las muñecas a Felix. Su expresión de asombro fue rápidamente reemplazada por una llena de lujuria.
- Da la vuelta, en cuatro.
Con cierta dificultad por sus muñecas atadas, Felix hizo lo pedido, enseñándole el culo a su amante.
- Eres un muñeco sucio -murmuró Bang al verlo meneando su trasero de forma tentadora.
La camisa del comandante desapareció, así como su cinturón.
Tomó un consolador con púas en todo el largo, un consolador bastante curioso pues nunca creyó que al recto Lee Felix le gustase jugar con algo así. Sacó de un tirón y sin cuidado el buttplug del cuerpo del chico.
Podrías ser la única, podrías ser la única.
Podrías ser la única para mi.
Seré tu héroe
- ¡Ah, maldición! Mmgh...
- Así que compraste muchos consoladores, bueno, supongo que deberemos probar al menos uno de ellos hoy.
- ¡Bang Chan! -gritó ante la intromisión del consolador morado, sintiendo como su cuerpo se expandía y sufría por el tamaño y las púas que acariciaban tortuosamente su interior.
- ¿Te gusta, Felix?
- Mmmgh, s-sí.
Lo folló con el juguete por un tiempo, encantado al verlo retorcerse en la cama, llorando por el placer que le causaba. Y cuando lo sintió cerca del orgasmo retiró el objeto. Él mismo terminaría con Felix.
- Voy a joderte ahora; te joderé muy duro.
Sacó su miembro de entre su ropa, lo acarició con suavidad preparándose para entrar en el delicado cuerpo del bajito. La cavidad estaba estirada ya, pero aún necesitaba abrirse un poco más para recibir el grosor del oficial.
- Channie -gimoteó-, vamos, fóllame.
Podrías ser la única, podrías ser la única.
Podrías ser la única para mi.
Seré tu héroe.
Y Bang Chan lo cumplió. Lo jodió duro contra la cama hasta hacerla chillar al ton de los gemidos de Felix, hasta que sus cuerpos estuvieron cansados, y hasta que su dulce semilla caliente ingresó en el muchacho. Ambos cayeron rendidos sobre las sábanas, y en pocos segundos Felix estaba dormido.
Bang Chan lo miraba embelesado, grabando en su memoria las suaves facciones, sus labios rosados e hinchados, sus ojitos mojados por las lágrimas, su cabello castaño y su perfecta figura. Era un ángel. Tenía un ángel atado y jodido en la cama. No obstante, el Comandante aún necesitaba algo más. Tomó la caja negra de entre todas las cosas esparcidas en la cama.
"Mío por siempre"
Con la llave de las esposas soltó a su pareja. Abrió la caja y tomó las argollas, la una se la colocó el mismo en el dedo anular de la mano derecha, y el otro anillo lo deslizó con cuidado por el dedo de Felix. Lucía bien, como hecho a la medida o como piezas de un rompecabezas cuando se encontraban al fin.
- Te amo.
Seré tu héroe.
El timbre del departamento sonó. Bang Chan dedujo que debía tratarse del repartidor, así que salió de la cama sin preocuparse mucho por su desaliñado aspecto, apenas acomodándose el pantalón.
- Son cincuenta mil wons -indicó el hombre entregándole el paquete de comida.
El Comandante Bang le entregó el dinero y cerró la puerta, entonces avanzó a la cocina y comenzó a sacar la comida cuando escuchó los suaves pasos de Felix entrando en la cocina. El joven traía puesta la camisa de su novio y una expresión de duda en el rostro.
- ¿Puedo saber qué es esto? -preguntó señalando el anillo en su dedo.
- ¿Qué parece, cariño?
- Un anillo -soltó con obviedad.
- Entonces eso es lo que es. Tu anillo de compromiso.
- ¿Compromiso? -preguntó con cierto temblor en la voz.
- Sí. Te casarás con este atractivo ejemplar de policía.
Felix quiso reír por lo narciso que sonó Bang Chan, y aun así fue muy dulce.
Podrías ser la única, podrías ser la única.
Podrías ser la única para mi.
Seré tu héroe.
- Nunca me preguntaste si quería ser tu esposo.
- ¿Me hubieses dicho que no?
- No, pero sí me hubiese gustado que me lo preguntaras -explicó con una sonrisa.
Bang Chan sonrió y se puso de rodillas frente al jovencito.
- Lee Felix, eres lo más hermoso que tengo en la vida y en tu vientre llevas a la segunda persona que más amo -comenzó diciendo mientras con su mano acariciaba las piernas desnudas de Felix hasta toparse con su aún plano vientre-. He despertado a tu lado muchas mañanas, he dormido abrazado a tu cuerpo muchas noches, y he saboreado la vida en la miel de tus labios, y quiero seguirlo haciendo. Quiero verte cada día hasta mi último día, tenerte siempre a mi lado para amarte como esa primera noche. Te quiero como mi esposo. ¿Aceptas casarte conmigo?
- Sí, toda la vida.
Seré tu héroe.
FIN.
꒰୨ 💣 ୧꒱
¡gracias por leer!
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