CAPITULO 73
Por la tarde, Will había salido entre los primeros estudiantes para ir al centro comercial y comprar los boletos. Al menos tenía que ser rápido porque no sabía si antes, por la mañana, había personas que les habían ganado lugares.
Pero al llegar, se percató que en no había casi nadie fila para la compra de las entradas. Solo vio a dos personas. Se trataban de Hazel Madison que estaba con un chico. Ambos tomados de la mano. Ellos ya habían comprado y se estaban marchando.
Ellos habían ido en taxi. Will, había estado yendo a pie. Por eso razón llegaron más pronto que Collins.
Vio que pasaron a comprar las palomitas y gaseosa.
La van a ver antes que nosotros.
Will se apresuró a comprar en la Caja. Pidió cuatro entradas y del mismo modo en que llegó, se fue con brío a casa.
***
Judy, Scarlett y James, recibieron el mensaje en el que notificaban que ya tenía comprado y que lo único que quedaba por hacer, era encontrarse a las cuatro para poder verla.
Los cuatro se apresuraron en hacer las tareas que les quedaba (no era demasiado) para ya estar libres.
Cuando ya eran 3:15, Judy salió de casa con su coche y fue pasando por la casa de sus amigos. Al menos llegar al centro comercial con ellos serían las 3:55.
***
Él, es decir, Brad Moore, salía con Hazel Madison del cine. La película ya había terminado y quería darse prisa con lo que tanto esperaba hacer. Aunque no iba a excederse mucho, lo que más esperaba, era que fuese, en cierto modo, no tan escandaloso para que la inocente de Hazel pueda caer con facilidad.
Sabía ser convincente con los demás (empleando muy bien su fluidez y seguridad al hablar), y ese factor solo provocó que lo vean como un buen tipo, alguien agradable.
Inclusive desde sus doce años, en la que empezó a introducir mentiras en las cabezas de todos y saber cómo manipular y controlar. Y él no era de aquellos mocosos que sufrían en su infancia como para hacer ese tipo de acciones. Empezó con eso, porque buscaba saber los límites de sus habilidades al hablar. De niño, su padre le decía que podría llegar muy lejos con la influencia que destacaba.
Inclusive la señora Moore opinaba lo mismo.
Solo que ellos dos, nunca se enteraban de los daños que causaba. Cuando cumplió doce años, fue haciendo mentiras leves para ver qué impacto llegaban a tener los demás.
Y poder ser amenazante para que le tuviesen tanto miedo, para que puedan callarse y sonreírle con total cordialidad. A Brad se le daba bien lograr eso y le satisfacía mucho.
Los años de practicar eso, lo veía con excelentes resultados. Aunque muchas veces pensaba que había pequeños fallas en los cálculos de las falsedades que decía. Aun así, lo hacía muy bien.
Solo que tres años repitiendo el proceso para lo mismo, ya lo estaba cansando. Hasta le parecía tedioso. Quería hacer algo nuevo y mejor. Y entre sus opciones, consideró usar a una de las chicas del instituto para sus fines. Y de cada una que iba tachando, la última opción que pensó que valía la pena, era Hazel.
Él era lo que muchas chicas buscaban, por ser no solo guapo y atractivo, sino por esa forma de expresarse que lo hacía lucir tan humilde y en ciertos casos, caballeroso. Pero él no estaba dispuesto a dar oportunidades a cualquiera. Quería una presa sencilla, vulnerable y fácil de usar. A pesar de tanto tiempo perdido (analizando el comportamiento de todas las chicas), se percató que si podía lograr aquello nuevo que tanto quería.
Ya sabía que una niñata le suspiraba en secreto, pues tan discreta no era. Luego de considerar su forma de ser, consideró que ella era la indicada. Él solía verla con sus amigas y la seguía. Para saber qué hacía, por qué lo hacía y cómo hacía diferentes actividades. Era una niña aún y para cuando ya quiera abrir la boca para denunciar, sería muy tarde.
También tuvo conocimientos de los antecedentes que ocurrieron en su casa y eso le otorgó más conocimiento de Hazel.
Fue entonces cuando se decidió a actuar. Siendo amable, amistoso y simpático desde el principio. Para después volverse más y más cercano a ella. Era tan sencillo hacerse pasar por el noviecito perfecto que pensó que podría hacerlo cualquiera. Le fue muy sencillo porque llenaba a Hazel de puros pensamientos románticos.
Ninguno era impuro, sucio, ni nada parecido.
Y sin necesidad de hacerlo, podía obligar a Hazel que hiciera lo que pidiera. Eso aplicaba a poder tocarla.
Mierda... si tan solo alguien se diera cuenta de la verdad de Brad Moore... el chico que sabía cómo usar a una persona, de un modo tan perfecto...
—¿Quieres que te acompañé a casa? —preguntó Brad, mientras caminaban hacia las escaleras eléctricas.
Ella le sonrió y negó con la cabeza.
—No, me parece que aún no es tiempo, tan solo mira el día—señaló con la mano hacia la ventana. Se podía ver que la sombra que el sol hacía, apenas rozaba la mitad de las montañas—. ¿Podemos alargar esta cita?
Brad tomaba en cuenta que ya eran más de las cuatro de la tarde y tenía entendido que la madre de Hazel, solo le dio el permiso para salir con él hasta que pudiera ver la película y regresen a casa (aunque tomaría algo más de tiempo, debido a que la mochila de ella seguía en su departamento).
—Tendrás que decírselo a tu mamá—respondió Brad con voz suave y le sonrió.
—De acuerdo... se lo diré—Hazel puso los ojos en blanco y sacó el móvil, antes de encenderlo, vio a Brad a los ojos—. ¿Me puedes invitar una gaseosa más? No me pareció suficiente la que tomé.
Brad asintió.
—Está bien, iré por ella. Hasta eso pídele a tu mamá un poco más de tiempo. Si quieres, toda la tarde—Brad le hizo un guiño.
Él se fue por la bebida y Hazel aplastó el botoncito para que su móvil se encienda. Solo que... no se prendía.
Hazel estuvo intentándolo varias veces pero la pantalla no pasaba al inicio.
¿La batería habrá muerto?
Eso era lo más probable.
Si no tenía el móvil para llamar a su madre y pedirle más tiempo con Brad... entonces lo que quería ya no podía hacerlo.
A menos que...
A menos que le pida el celular a él... pensó Hazel. Aunque lo meditó un poco más.
Yo vi que dejó el suyo en casa, en su propia cama. Entonces no se lo podría pedir prestado y en el departamento que estamos arrendando, no se puede llamar a nadie. Mejor le mentiré a mamá y a Brad.
Brad regresó con un pequeño vaso de gaseosa y se lo tendió a Hazel.
—¿Se lo has dicho ya?
—Sí—Hazel asintió con la cabeza mientras daba un sorbo a la gasosa—. Puedo volver a casa más tarde.
—Está bien, entonces vámonos.
Salieron del centro comercial. Mientras tanto, Judy, Scarlett, Will y James, ya estaban entrando al cine para la película.
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