CAPITULO 6

Darren se dirigía a las clases de Gimnasia cuando alguien en el umbral de las puertas, le saludaba. Se trataba de Will Collins. Su amigo era un chico negro, de complexión deportiva y fuerte, de estatura promedio, con cabello rapado y una actitud tenaz. Will era de los amigos más cercanos de Darren, y éste a la vez le encantaba hacer bromas junto con él.

Solo que las bromas de Will no eran tan explícitas y violentas como las que hacia su amigo. Aunque de todas formas le ayudaba, debido a que, gracias a él, pudo entrar en el equipo, y ayudarlo a ser popular.

Él correspondió a su saludo. Aunque en las ocasiones en las que Darren estaba molesto, usaba a sus amigos para subir su ánimo. Solo que con Will eran pequeñas excepciones.

—Hey, Darren, ¿por qué has tardado?

—Por un problema que tuve—explicó Darren mientras abría las puertas hacia la cancha de baloncesto. Ambos con dirección hacia los vestidores.

Will estuvo a punto de preguntar, pero sabía cuál podría ser aquel problema. Se detuvo en la entrada, Darren se dio la vuelta al ver que no lo seguía.

—Golpeaste a ese chico, ¿verdad?

—Golpeé a esa perra—le corrigió—, ¿y qué?, ¿acaso piensas reclamarme?

Will trataba de apaciguar la ira de Darren, con algo que no lo haga enfadar más. Solo que el inconveniente era saber qué no haría enojar a Darren, ya que se molestaba casi por todo.

—Hubiera preferido una broma pesada en vez de recurrir a la violencia, Darren. Puede que tengas problemas en casa, pero no es motivo para que descargues tú...

—Cállate, Will. En serio, no quieres hacerme enfadar más de la que ya estoy.

A Will no lo golpeaba, sino que a los demás sí, sin embargo, James Lancaster, es el único que es más vapuleado que el resto. Darren volvió a recordar lo que James dijo en el despacho del director, y es como si haberle aplicado esa mirada asesina en él, tuvo un efecto de miedo, haciendo que James haya mentido.

Darren había golpeado más de lo que James había descrito en su versión (ya que también había atacado áreas del torso y las piernas). Así que fue un beneficio que haya mentido, ya que de seguro podía haberle dado una expulsión muy larga. O el castigo se habría prolongado hasta finalizar el sexto grado. Y había la posibilidad de que se le negará la participación en el equipo de baloncesto para el campeonato. Tal vez que le hayan dado un boleto para ir al Internado High Mountain, a donde van todos los chicos conflictivos.

—Está bien, está bien. Ya no diré nada. Solo que...

—¿Solo que qué...? —exclamó Darren mientras enarcaba una ceja.

Will cerró la boca y pasó por un lado de él.

—Solo practiquemos, ¿de acuerdo? —exigió Will, a lo que Darren asintió—. Hay que aprovechar ya que parece que el maestro que no ha venido.

Darren soltó una risotada y hurgó en sus bolsillos hasta sacar algo. Se lo enseñó a Will.

—¿Aún tenías del laxante que te di?

—Por supuesto que sí, Will—afirmó mientras arrojaba a la basura lo que le sobró—. Le dije a mi mamá que debía ir al baño; aproveché mi oportunidad, fui directamente al salón de maestros y lo vertí en su botella de agua.

Will resopló mientras negaba con la cabeza. Mientras tanto, alguien se acercó por detrás de Will, le tapó los ojos con las manos y con voz chillona dijo:

—¡Adivina quién soy!

—Eres Aylin—dijo Darren antes de que Will lo dijera—. ¿Es que vas a empezar el último año con tonterías infantiles?

—Por favor, es algo normal. No es nada infantil, Darren—respondió Aylin mientras apartaba las manos de los ojos de Will—. ¿Estás cabreado otra vez?

—Sí.

Aylin Green puso los ojos en blanco. Ella tiene diecinueve años, de estatura alta, melena pelirroja natural y la chica por la que muchos babean, por la excelente razón de tenerla en su cama (incluido uno que otro maestro). Lo que ella practicaba, era Natación (también había alguno que otro mirón mientras ella estaba en traje de baño); y asiste a la mayorìa de las fiestas de Darren. Ella quiso por un tiempo salir con él en tercer grado, pero al darse cuenta de lo que era é, prefirió no seguir perdiendo su tiempo.

—¿Por qué se ha enojado el señorito está vez? —preguntó Aylin haciendo una especie de puchero: como si le hablará a un bebé o un cachorro.

—Golpeó a un chico—respondió Will.

Aylin se volvió a él con la expresión dubitativa.

—¿Cuál de todos?

—Al estúpido de James—dijo Darren.

Entonces ella se puso a meditar a cuál era el que golpeaba más. Después de descartar varios James, se dio cuenta a cuál se refería. James Lancaster.

—¿A ese feo de mierda? —Darren asintió y Aylin continuó—. Creí que te habías aburrido de golpearlo... Aunque no creí que fuera el primero en ser atacado este año. ¿No tienes suficientes problemas en casa como para tener más?

—Cierra la boca. Tengo que seguir repitiéndolo porque ustedes no lo entienden.

Will y Aylin se miraron por un momento, tratando de pensar en que Darren debía tomar calma ante las situaciones que había emergido en su vida y lo convirtieron en lo que es hoy en día.

—Parece que para lo único que sirves es para el baloncesto, para enfadarte y para golpear al resto como un completo idiota—enumeró Aylin, diciéndolo de un modo en que él pudiera entender como una simple broma.

Aquello lo irritó a él de repente. Darren solía ser una bomba sin tiempo determinado, podría estallar con lo que sea.

—Y tú, para lo único que sirves es para menear el culo por aquí y por allá, haciéndolo como una puta barata—vociferó Darren.

Aylin se quedó boquiabierta, el labio le temblaba. Comúnmente los chicos le decían lo guapa que se veía. Pero Darren fue muy lejos, igual como lo fueron en anteriores veces.

—¡Qué te pasa! —Chilló Aylin— ¿Cómo te atreves a decirme eso?

—Es la verdad. Oh, sí, olvidaba que tú también eres una tipa que se desquita y se aprovecha de los demás— se colocó a un cuarto de metro de Aylin— ¿Quieres seguir escuchando más sobre tus verdades?

Ella no dijo nada. Darren sonrió victorioso y se dirigió a los vestidores. Aylin dio media vuelta y fue donde sus amigas, indignada. Will entró a los vestidores.

—¿No crees que fuiste muy duro? —le preguntó Will a Darren.

—Me da igual.

Will trató de convencer a Darren que, lo que había dicho, estuvo mal. Sin embargo, Darren, hacia caso omiso de lo que le decía. Darren dejaría pasar los días hasta pedir una disculpa. Para ese entonces ya no estarían molestos. Él y su amigo salieron a la cancha, listos para jugar.

— — —

"Sabía que, si decía la verdad en aquel día, en el despacho, todo habría sido peor".

A James le daban hormigueos en el estómago, que le rugía exigiendo comer. Solo que James hacia caso omiso de ello y seguía escribiendo. La discusión que había descrito fue casi del todo exacta. Ya que escuchaba de los demás sobre cómo Darren ofendió a Aylin.

James le daba igual lo que pasaba con ellos. Incluso él había sido usado por Aylin. Ella le pedía a James que le prestará su tarea porque "no tuvo tiempo", incluso le pedía que le hiciera la tarea. Aylin prometía pagar en efectivo cuando James le hacía las tareas. Pero en la mayoría de las ocasiones que la ayudaba, no recibía pago alguno.

Eran las 16:47 de la tarde. Sus padres aún no habían llegado y al parecer, ya no llevaba el olor de esa extraña cerveza en el cuerpo, que tuvo que ingerir obligatoriamente el día anterior. Le pareció genial ya no apestar con ese hedor.

— — —

En la hora del recreo, la cafetería se llenaba de estudiantes. Muchos iban ocupando las mesas y había más personas que entraban en vez de las que salían.

Scarlett estuvo buscando a James con la mirada por unos cinco minutos. Tal vez más. Se prometió a sí misma que le devolvería el cuaderno este día.

—¿... ustedes que creen?

Scarlett no había prestado atención a la conversación. Se volvió en el asiento hacia Judy que dijo algo.

—Perdón ¿Qué dijiste?

—Sobre lo que le han dicho a Aylin. Yo pienso que fue algo muy fuerte—repitió Judy—. No es que quiera ponerme del lado de Aylin, porque también la odio, pero no me parece correcto. Darren, podrá ser guapo, pero es un patán. Sigo sin saber que le encuentran algunas chicas.

Ambas amigas se volvieron a Kate, que estaba mirando a Darren mientras se reía con sus amigos sobre algún chiste o broma que habían hecho.

—Pueda que él...—mascullaba Kate— tenga un lado amable y gentil...

—¿Amable? ¿Gentil? —Preguntó Judy justo antes de dar una mordida a su pastel de chocolate—. Tipos así, no cambiarían, ni aunque les paguen. ¿Verdad que no, Scarlett...? ¿Scarlett?

Ella se volvió a su amiga en cuanto escuchó su nombre. Seguía sin sumarse a la conversación. Scarlett se disculpó de nuevo.

—Mejor podríamos ayudar a buscar al chico que dices.

—Les agradezco, pero no lo han visto.

—Lo hemos visto en una fotografía—comentó Kate.

—Lo sé—dijo Scarlett. Levantó una comisura de su boca. Pensaba que ella tenía que devolverlo, debido a que fue la persona que había estado hablando con él la última vez; tampoco sabía qué pasaría si se lo entregaba alguna de sus amigas, ya que James, nunca había hablado con ellas—. Prefiero entregárselo yo misma. Iré a buscarlo, las veré después.

Scarlett salió de la cafetería, con dirección hacia los pasillos. Estuvo rondando por todos, incluso pasó por el patio, esperando verlo sentado ahí leyendo, o en la biblioteca. No hubo suerte después de cinco minutos perdidos. Pensó que no había venido.

Faltaban treinta minutos más antes de que el recreo terminara. Aunque estuvo buscando por mucho tiempo, no lo veía. También en el segundo piso lo había estado buscando. Decidió volver a buscarlo allí arriba.

En cuanto subía las escaleras, pudo observar a James, que caminaba muy rápido y a la vez algo nervioso. Él miraba por encima de su hombro con cierto recelo, como si alguien le siguiera. Scarlett iba hacia a él, pero entonces James subió por las escaleras, que daban al tercer piso, la azotea del instituto.

¿Por qué se va por allí?

Ella caminó rápidamente para alcanzarlo. Subió las escaleras de dos en dos. Había una puerta de metal negra que estaba entreabierta y un fuerte haz de luz salía por allí.

La abrió lentamente y se asomó para buscar a James con la mirada. Miró a la izquierda, no había nadie; a la derecha y lo vio a él sentado, detrás de una pequeña bodega en la que tenían guardado varios pupitres, escritorios y sillas. Estaba sentado en la sombra, donde la luz apenas rosaba la punta de sus pies. Tenía la espalda pegada a la pared, al igual que su nuca, mientras miraba hacia arriba, con los ojos cerrados.

Scarlett se acercaba lentamente, sin saber cómo hablarle. Ayer fue algo raro. Tampoco esperó que fuese igual. Sus zapatos rasparon el suelo y James abrió los ojos de golpe, para ver a quién tenía en frente de él.

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