CAPITULO 59

Scarlett White, la chica de cabello rizado de la que James Lancaster se había enamorado desde hace un año. Ella se había convertido en la primera estudiante en la lista o cuadro honor, por encima de los demás estudiantes. Una chica inteligente, sencilla y divertida a su modo. Ella también había pasado pos varios dilemas en su vida.

Scarlett en su niñez, vivía muy bien. Como cualquier otro niño, muchos dirían que no tienen preocupaciones, ya que aún no ha desarrollado su mente adecuadamente para lo que el mundo tiene por delante y que su hábito es ser fantasioso, alegre y risueño. Y sí, ella tenía ese hábito.

Hasta que llegó a tener los ocho años, esa felicidad se esfumó.

Ella podría recordar esa noche de noviembre a la perfección. El trágico día en que su madre falleció...

Scarlett estuvo a la espera de que su madre volviera, le dijo que iría a comprar algo de comer (Scarlett pidió pizza) y volvería rápido. El padre de Scarlett aún trabajaba y no llegaría a casa hasta después de una hora.

En aquella época, los padres de ella, tenían dos coches. La madre de Scarlett se despidió de ella con un beso en la frente y le dijo: Volveré pronto, no tardo.

La hija asintió y se quedó mirando la televisión, esperó que ella llegase rápido para que lograse alcanzar una película que les gustaba mucho. Sin embargo, ya había transcurrido más del tiempo debido y su madre aún no volvía, la película ya iba casi por la mitad.

Scarlett se preguntó el por qué tardaba tanto. Se abrió la puerta principal, pero era su padre. Le preguntó a Scarlett donde estaba su mamá.

—No lo sé, papi. Ya debería haber vuelto.

—¿Hace cuánto salió aquí?

—Debió ser más de una hora...

Y con la expresión horrorizada del padre, Scarlett se preocupó más. Ambos sabían que para comprar en la pizzería, ir y volver, solo tomaba entre diez y veinte minutos. Era mejor ir a comprarla, que esperar a un repartidor que solo se demoraba más de lo debido y que a pesar de que tardaban tanto, exigían que se les pagase. Por eso la madre salió esa noche.

El padre salió de casa y fue en su auto a ver qué había pasado, pero él no volvió esa noche y no fue así, hasta que llegó a ser la tarde del día siguiente.

Scarlett se había ido a dormir por sí sola, cosa que no le era habitual y tuvo que aguantar el hambre por más horas. No cenó, y a la mañana siguiente desayunó, pero algo sencillo (leche fría y unas galletas que ella había guardado). Se había preocupado mucho.

¿Y si ellos no vuelven? ¿Les habrá pasado algo muy malo?

No sabía que pensar, ella se exasperaba cada vez más. Hasta que en la tarde, su padre había vuelto a casa. Ella corrió a abrazarlo y saludarlo como era de costumbre, pero se dio cuenta que venía solo, ¿dónde estaba su mamá? El rostro del señor White, se veía sumamente angustiada, dejada llevar por una intensa depresión y cólera; lo que él más había temido, sucedió.

La madre de Scarlett había perdido la vida en un accidente. Ella iba de regreso a casa con la pizza en el asiento (teniendo cuidado que no se caiga o se vuelque) y mientras iba tan tranquila, el semáforo se había puesto en verde y siguió manejando de largo. La razón de su muerte, estaba ahí. Los conductores de autobuses terminan su turno casi después de que el sol se haya puesto, pero para ellos, debía ser un trabajo difícil y posiblemente el conductor que chocó contra el auto de la señora White, no había dormido en mucho tiempo (quizá por preocupaciones) o solo quería irse rápido a casa, ignorando el semáforo que estaba en rojo en su vía.

El autobús impactó con brusquedad, haciendo una herida de gravedad en la señora White, del cual no pudo soportar. Aquello, era la peor coincidencia.

El esposo de ella pasó por esa calle y vio todo el desastre que se había formado. Solo él supo de qué modo murió ella (nunca se lo contó a su hija, eso destrozaría aún más su corazón). Lo que seguía después, era más difícil.

¿Cómo decirle a una niña, de tan solo ocho años, que su madre había fallecido?

No fue hasta la noche en la que sentó a Scarlett en el sofá y le contó todo omitiendo el peor detalle: cómo murió ella.

Scarlett White no dejaba de culparse que había sido su culpa el que saliera a comprar esa pizza. La quería devuelta, quería que ella nunca se hubiese ido de casa, quería abrazarla y sentir su beso sobre la frente cada día de su vida. Pero ya no podía pedir nada de eso. Ella, se había ido en verdad.

Scarlett dejó de ser aquella niña risueña de la que todos sus amigos veían rutinariamente, por un tiempo. No sabía qué hacer para distraerse. Jugar con sus amigos, no ayudaba y la ayuda de los maestros era poco efectiva. Sin embargo, encontró una especie de salvación para sí misma.

Fue la lectura la que cambió su vida. Cuando se sentía deprimida, sacaba algún libro infantil que había en su salón de clases y que la maestra guardaba para poder mejorar rapidez en la lectura y así dar una buena comprensión. Cada libro nuevo, hacía que olvidase todo por un largo rato.

Y fue cuestión de tiempo para que ella volviera a sonreír, aunque el recuerdo y la melancolía, volviesen cada año.

Aquella experiencia es la que la madurar, en cierto madurar. No solo eso, también a apreciar las personas que la rodean. Las personas que amamos no son para siempre. Pero aun sabiendo eso, se debe aprovechar cada minuto como si en realidad fuese el último. Eso era cierto y Scarlett ama a su padre, ama a sus inseparables amigas, ama el modo en que vive, ama la lectura y ama a James.

Después de ver aquel cambio en él, lo amó mucho más. Ya no lo veía como el chico tímido que conoció hace varios meses. Ahora él se aventuraba con varias preguntas para saber más sobre Scarlett y ella, le era sincera en cada respuesta. Incluyendo, la pregunta más difícil: ¿Cómo había fallecido tu madre?

James dejaba de ser inseguro con ella y también preguntó de los ex novios que ella tuvo (dos en total) y el por qué había terminado la relación.

Scarlett no se quedaba atrás, también le formulaba toda clase de preguntas a él.

Lo que debían tener entre ellos, era esa importante confianza en el que no hubiera secretos de los cuales no había que callar (estaba el caso de James al decirle que le gustaba, entre otros). Pero había un tipo de secreto que se podía callar y eran de dichas sorpresas. Como la que Scarlett vio en su habitación ese domingo 14 de enero del 2018, una gran sorpresa que la hizo sollozar.

Y esa sorpresa, era pedirle que sea su novia.

Esa tarde, Judy decidió llamarla para ir con Kate y ver alguna que otra película en su casa. Luego de un rato llegaron, charlaron sobre las posibles opciones de películas (terror, aunque algo ligero porque a Judy le asustaba mucho ese tipo de películas) y antes de salir con ellas a comprar algunas cosas, solo una se quedó en casa.

—¿Por qué quieres quedarte, Kate?

—Ah, pues... está afuera haciendo mucho frío. Aquí está muy calentito.

Scarlett dejó que ella se quedará. Salió con Judy a comprar golosinas y gaseosa, pero ella estaba indecisa con lo que debían llevar. Al volver, vio a James en la entrada de su casa.

—¿Qué haces aquí, James? ¿Kate te invitó?

—No, nada de eso—respondió James y soltó una risita nerviosa.

—¿Entonces...?

—Entra a casa y lo descubrirás.

Scarlett contrajo las cejas y pasó a la sala. Allí, había una pancarta mediana pegada a la pared, tenía la pregunta escrita en letras rojas: ¿Quieres ser mi novia?; bajo eso había un texto que James había escrito en letras azules: Mirarte hace que siempre sonría, mirarte hace que mi corazón se altere y mirarte hace que me enamore de ti cada vez más.

En la mesa y alrededor de esta, había pétalos de flores rojas y blancas esparcidas. James se puso a su lado.

—Tú decides—le susurró Lancaster.

Y sin esperar más, ella dijo lo que él esperaba:

—Sí...

Fue entonces cuando ella sonrió y sollozó. Se tapó la boca por unos segundos. James se apegó más a ella y la abrazó, Scarlett dejó reposar su cabeza sobre el pecho de James.

—Te amo, Scarlett.

—Yo también te amo, chico.

James la condujo hacia el centro de la sala y le hizo unas señas a Judy para que tomase una fotografía. Ella aún seguía siendo abrazada por James y él, se inclinó un poco para besar su frente. Y esa muestra de afecto, la hizo retroceder a esos felices y viejos recuerdos. Sonrió y juró que no lo dejaría.

Judy tomó la foto en el momento del beso.

—Oye, James. Espero que no te hayas olvidado de nuestro regalo, que nos lo debes—comentó Kate, bromeando.

Y los cuatro soltaron una risita.

Scarlett agradeció el gesto y con la ayuda de los tres, pidió que ayudasen a recoger todo lo que había. Su padre no podía ver eso, sabía de la existencia de Lancaster, pero le costaría mucho decirle que se convirtió en su novio.

No tardaron tanto. De la misma bolsa en la que Lancaster trajo los pétalos, los guardó allí mismo. La pancarta se la guardó Scarlett.

Judy y Kate se despidieron de los dos. La llamada de ella era para que James pudiera enseñarle esa sorpresa y que ahora, preferían que se quedasen los dos a solas. Lo que compraron, se compartieron en partes iguales para que no quedaran sin nada.

Scarlett White se despidió de ellas y tuvo su cita imprevista con James Lancaster.

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