CAPITULO 51
(Sábado 13 de enero del 2018)
Muchos pensarían que James Lancaster, al fin se sentía libre de todo lo que pasó. Sin embargo, había una preocupación nueva que surgió en él, durante aquella semana. O más bien, desde la semana pasada. No hay que negar que incluso él se sintiera inquieto al ver un problema nuevo.
Bueno... tan nuevo no podría decirse que era, ya que eso debió estar allí desde que James era un niño.
Se trataba de la debilidad de su cuerpo.
Durante su inactividad y desaparición ante sus amigas, entre el 22 de diciembre en adelante, se la pasaba sin hacer casi nada. En la casa de sus abuelos, apenas hacía alguna que otra cosa sencilla, como pasar esto y aquello. Se quedaba largas horas mirando por la ventana, aún preocupado por lo de esa tarde que no pudo entregar el regalo a Scarlett.
Eso era algo a diario cuando estuvo por allá. Para disimular que no pasaba nada, ponía un libro en el regazo y seguía mirando por la ventana. Así sus padres creerían que estaba ensimismado en su lectura. Lo mismo seria con la laptop.
Sus brazos y piernas estaban de mal en peor.
De por sí, ya era delgado o ectomorfo, como se lo había dicho a Scarlett, desde hace mucho tiempo. Pero antes no era un problema.
Ahora sí.
Sumando los días de poca actividad entre el 22 de diciembre y 7 de enero, podríamos considerar que el problema de su debilidad corporal iba en aumento. Mientras escribía lo sucedido con Scarlett, estiraba sus piernas casi a menudo y al hacerlo, sentía como temblaban levemente. Al volver a doblarlas, volvía esa debilidad. Cuando se agachaba a recoger algo, sus piernas se removían inquietas, como si tiritaran por frío y al levantarse, eso desaparecía o había la mayor probabilidad de que sus rodillas y tobillos crujan.
Antes y después de crujir sus delgados dedos por tanto escribir, estos también temblaban. Eso no sucedía tan a menudo. Sus brazos seguían siendo igual de flacos, pero pensaba que pudo haberlos flaqueado mucho más.
Se estaba volviendo más débil.
Durante esa semana, los temblores de sus piernas y manos se hacían más presentes y Kate al verlo temblar de ese modo, le recomendó que hiciera ejercicio. Entonces James, se obligó a sí mismo a hacerlo, por su propio bien.
Empezó con algo sencillo para sus piernas, salió a correr por la mañana. No con rapidez, sino que estaba entre trotar y correr, neutralidad entre ambos para no cansarse mucho, ya que su resistencia física era solo de correr dos cuadras.
Al diablo, debo aumentar esa resistencia.
Se agotaba mucho, el sudor brotaba y el corazón se le salía del pecho. Apenas había corrido cuatro calles y sentía cansancio. Tomó una bocanada de aire y se esforzó por correr un poco más.
Pero apenas podía resistir... disminuyó su velocidad, su cuerpo parecía gritarle: ¡Detente de una vez, joder!
Eso estuvo a punto de hacer, hasta que escuchó una voz. Al lado se apegó una persona.
—No sabía que corrías por las mañanas, James—dijo Will, poniéndose a la misma velocidad a la que corría él.
—Empecé hoy—comentó James entre jadeos.
Will lo miró analíticamente de pies a cabeza. En serio se daba cuenta que James jadeaba mucho.
—Se nota que no vas mucho tiempo con esto, ¿verdad?
—Tienes razón—jadeó James, deteniéndose en la esquina y apoyó sus manos en las rodillas—. No hacía esto y en serio me cansé.
Will trotaba sin moverse, frente a James. Se veía enérgico, como si él hubiera corrido una cuadra. O la mitad de la cuadra.
—Eso veo, James. ¿No prefieres que te ayude?
James lo miró a los ojos, con curiosidad. Will le había ayudado un poco con lo de la Batalla de licor y ahora lo estaba ayudando de nuevo. No le estaba pidiendo un favor, como lo fue con el gordito cabrón de Anderson.
—¿Cómo me ayudarías?—inquirió James.
—Fácil, yendo al Gimnasio.
Ante esa respuesta, negó con la cabeza, aún dando bocanadas de aire. Will no dejaba de trotar en el mismo punto.
—No puedo pagar eso, Will. Se lo pediría a mis padres, pero dudo que me den para algo así.
—No vas a pagar nada, James. Si aceptas, será gratis para ti.
Los ojos de James se iluminaron por un momento. La propuesta que Collins le ponía, era impactante para él.
—¿Gratis has dicho?
Will se detuvo, torciendo la mandíbula mientras asentía.
—Sí, James.
Will le hizo a un ademán a James, y ambos quedaron sentados al borde de la acera, estirando los pies sobre el asfalto. Solo Will se veía melancólico y eso se debía a algo que no podía cargar por más tiempo: era la culpa.
—No entiendo, ¿por qué...?
James no siguió, se quedó mirándolo con más curiosidad. Will tenía la cabeza gacha, algo iba mal en él.
—James... quisiera... pedir perdón por lo que yo te he hecho.
Lancaster parpadeó sorprendido.
—En serio lamento las bromas y molestias que te había causado hace un año con Darren—antes de que James diga algo, Will se apresuró—. No, no quiero que malinterpretes que estoy pidiendo perdón por Darren. Lo digo solo por mi cuenta. Quiero disculparme por las bromas que a veces te hacía... quiero que me perdones, por todo lo que...
—Sí te perdono, Will—manifestó James.
Cuando Will volvió a verlo, pudo darse cuenta que Lancaster le sonreía.
—Empezaba a creer que tus bromas ya no eran con intención—continuó James—. Sino que lo hacías por seguir en el puesto que tienes en el instituto. Lo entiendo. No hay que preocuparse, de todos modos ya pasó. Aunque de todas formas, al que no perdonaré nunca, es a Darren.
—Supuse que no—Will asintió nuevamente con la cabeza—. Y es por eso que quiero que vayas a un Gimnasio. En realidad, es de mi papá y mi hermano.
El magnífico gimnasio de los Collins, ubicado en el centro de la ciudad, era un lugar maravilloso, debido a lo inmenso que era. Muchos conocían al físico culturista Jim Collins (padre de Will), ganador consecutivo en varios concursos. Así vivió por un tiempo, casi como un famoso en la ciudad, hasta que decidió inaugurar el mejor gimnasio jamás hecho, aunque ya no lo ha estado manejando del mismo modo que fue en tiempos de antaño. Antes sí le era divertido estar trabajando en lo que más le encantaba, y actualmente, no se sentía igual. Ahora el dueño (más bien, el próximo dueño), llegaría a ser Jason Collins, que seguía los mismos pasos que su papá.
Will no pensaba imitar a ninguno de los dos, porque era algo momentáneo y prefería seguir lo que él deseaba.
Sin embargo, los amigos de Will siempre eran bienvenidos gratuitamente a dicho gimnasio. Y él simplemente, quería convencer a James que acepte.
—Pero no puedo aceptar algo así...—empezó a decir James.
—Quiero que lo hagas. Por favor—miró los ojos de Lancaster, rogando—. Kate le comentó a Judy, y Judy me comentó a mí, que tú querías hacer ejercicio, porque tus brazos y piernas no van del todo bien.
James pensaba que Kate no lo diría a nadie más, se avergonzaba de eso y de sí mismo , por no haberse preocupado antes de ese problema.
—Sí, lo sé... pero que acepte algo sin costo, me parece incorrecto.
—Acéptalo, James... al menos quiero compensarte de algún modo, las bromas que te causaron molestias el año pasado.
James pasó a poner una mano en su mentón, pensando en sí debía hacerlo. Examinaba mentalmente lo que Will le recomendaba, sin embargo, lo que más le preocupaba, era cómo se llevaría a cabo eso. Sino va a ir gratis, ¿qué diría Will a su hermano (o a su papá), que él no iba a pagar un centavo?
De seguro Will ya tenía pensando aquello y prefirió contarle que cualquiera que él diga que es su amigo, no deberá pagar nada.
—Está bien—respondió James finalmente, convencido—, si tú insistes.
—¡Estupendo, James! —Will brincó para ponerse de pie y volvió a trotar en el mismo punto, sin moverse—. Vamos de una vez. Solo hacía esto por calentamiento.
—¿Justo ahora?
—¡Sí, vamos! ¿Qué esperas? —Will le hizo una señal de cruzar la calle—. Pero vamos a correr para llegar pronto, porque allá sí es forzado. Súper forzado
Will empezó a correr y James, reaccionó rápidamente y empezó a seguirlo. Al menos debía hacer un esfuerzo extra. Lo malo es que ya iba muriendo por el cansancio, aún antes de llegar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top