CAPITULO 49
(Viernes 12 de enero del 2018)
No fue hasta este día, que Scarlett pudo leer el relato terminado de James, que él lo finalizó en el capítulo 44. Ambos tuvieron tareas y no pudieron hablarse tanto, aunque Scarlett pudo leer lo poco que le quedaba del relato de James. Y James le había confesado a Scarlett que debía ser ella quien fuese la primera en terminar lo que escribió.
Él estaba sentado en el banco, expectante a las reacciones de Scarlett. Y vio que ella reaccionaba de diversas maneras que James pensó que había logrado el final adecuado a su relato. Ella bajó las hojas impresas (al no tener su Cuaderno de Pensamientos, tuvo que imprimir).
—¿Y bien...?—inquirió James, un poco nervioso.
Scarlett aún parpadeaba.
—Es increíble... tienes gran potencial para el concurso, chico.
—¿En serio?
—¡Sí! Está muy bien narrada y has puesto el suspenso que hace que todo lector siga leyendo. ¡Es perfecto para el concurso y sé que vas a ganar!
—Gracias, Scarlett—suspiró—. En serio te agradezco por haberlo leído. Y sí, espero que sea el relato que gane en el concurso.
—No digas espero—farfulló Scarlett, en un tono más estricto a pesar de estar sonriendo—, porque eso no promete nada. Tú, vas a ganar y así será.
James soltó una risita y prefirió hacerle caso a ella. Después de que ella lo terminara de leer, James, prometió pasar el escrito a Judy, Kate y Mike, incluso a su padre (que esperaba leerlo, pero cuando haya terminado de que su hijo lo escribiera). Ellos también querían dar una opinión. Ahora ya se los podría enviar esa misma tarde.
***
Darren Madison vio a James y Scarlett, tan sonrientes, tan felices, tan íntimos.
No estaba mirando a James con desprecio, sino que los vio con aire desanimado y vago. No los estaba observando o espiando, solo caminaba por los pasillos y su mirada se detuvo en ellos.
Bien hecho, Lancaster... en verdad lograste quedarte con la chica. Soy el malo de la historia, lo que significa que no me quedo con la chica. Ni siquiera con ninguna.
Suspiró y siguió caminando, solo. Él estaba afrontando el hecho de ser ignorado e invisible, tomando el cargo de Lancaster. Es lo que se merecía. También comenzaron a llegarle bromas y molestias. Principalmente de Aylin. El día de la entrega de la papeleta de calificaciones, esa chica se le había ocurrido presumirle en cara que era mejor que él.
—Mírame, idiota... soy mejor que tú.
Pero cualquier otra persona podía enseñarle sus calificaciones a ella y hacerla sentir mal del mismo modo en que Darren estaba. Ya le daba igual casi todo.
En su mente estuvo pensando en mucho de las cosas que fue en el pasado... y en las cosas que llegaría a ser en el futuro. Si antes era un niño malcriado, en el futuro sería nada más que un adolescente malcriado. Nunca se imaginaba como el adulto maduro y que se hacía responsable de lo que hacía.
Al salir del instituto a las cuatro y media de la tarde (luego de limpiar con los conserjes, bajo las órdenes de Arthur Simons), no se dirigió a casa. No quería estar allí.
Se dirigió a un pequeño y modesto restaurante a la que no había ido hace años. Conocía a una chica allí, sin embargo, desde un problema que surgió, no volvieron a dirigirse la palabra. Pero el problema había surgido por culpa de él, por haberse involucrado con otra chica, al ver que ella no parecía sentir nada por él.
La misma chica por la cual su actitud se oscureció con violencia cuando cortaron toda relación: Deysi Henderson. Ella trabajaba en ese restaurante desde que cumplió catorce años y trabajaba junto a sus padres. Un buen lugar con buena comida, eso siempre decía Darren cuando iba a comprarles a ellos.
Al empujar la puerta, encima de su cabeza escuchó el estridente sonido de una campanilla, resonando en el interior. Algunos comensales levantaron la mirada al verlo pasar. Darren esperaba ver a Deysi.
Escudriñó a cada persona. Antes de que dejara de ir, había más de una sola mesera. Deysi era una de ellas pero no sabía si ella trabajaba esa tarde.
—Disculpa, ¿qué puedo servirte?
Darren volvió la mirada y vio a Deysi, con una camiseta polo color celeste, unos vaqueros ceñidos a las piernas y su peinado estaba envuelto en una coleta. En sus manos llevaba una libreta y un lápiz, preparada para pedir la orden. La expresión de ella se iba borrando en el momento en que le vio la cara a él.
—Ah... eres tú.
Antes de que Darren pudiera comentar algo, ella frunció la mandíbula. Darren continuó:
—Tenemos que hablar...
Se detuvo en seco y se giró al chico.
—¿Hablar?—se cruzó de brazos— ¿Después de lo que hiciste hace dos años? Ni lo creas.
—Es importante, Deysi... por favor...
La mesera no pudo evitar mirar a los lados y percatarse de que estaba cerca de hacer una escena frente a los comensales. Puso los ojos en blanco, resopló hacia arriba y unos cabellos sueltos se agitaron con la brisa.
—Bien, hablemos. Sígueme.
No podían salir, ella tenía que estar pendiente por cada cliente que entre al restaurante. Por el momento no había muchos, Deysi sabía que llegarían más tarde. Se dirigieron a una mesa que estaba al fondo, en una esquina, sin nadie alrededor.
—Ahora sí... ¿qué querías decirme que es tan importante?
Madison tenía un propósito por el cual fue a hablar con ella. Uno que esperaba recibir.
—Quiero pedirte perdón.
Deysi se encogió de hombros.
—Debe ser una broma.
—Primero escúchame, luego puedes juzgarme.
Escuchó como ella suspiraba con fuerza y volvió a sentarse.
—Supongo que te habrás dado cuenta—prosiguió Darren— que desde que dejamos de hablar, yo había cambiado bruscamente.
—Muchos lo sabían—dijo ella con cierta frivolidad.
—Sí, pero a lo que voy, es que tú me digas cómo era antes.
—¿Antes? ¿O sea...? ¿Cuándo querías conquistarme?
—Exacto.
Deysi apoyó un puño en el mentón, mirándolo a los ojos.
—Eras una persona amable—Deysi sonrió a medias—. A veces creía que eras un niño inocente que intentaba llamar la atención de la niña, es decir yo. Te veías más pasivo al momento de tratar a los demás. Sin embargo, yo no había hecho nada en esa ocasión como para que seas de esa forma. Fuiste tú—recalcó ella.
Eso era totalmente verdadero. En aquel tiempo, Will, se quedó perplejo al ver a un Darren que no era explosivo y alocado con sus recurrentes bromas. Era una versión más dócil, por así decirlo.
—Querías demostrar lo contrario para estar conmigo—mascullo Deysi—. Te aferraste a mí como un método de cambio.
—Eso es lo que se me estaba escapando...—dijo Darren entre dientes.
—¿Quieres volver a ser esa persona, Darren?
—Sí—asintió él, un tanto distraído.
¿Se supone que esa era la forma de cambiar? ¿Aferrarse a una persona que pueda amar? En el pasado fue algo que él hizo, pero no esperaba que fuera la misma razón lo que lo ayudase.
—No va a funcionar—comentó Deysi—. Porque de haberte quedado del modo que fuiste antes conmigo, tú, hubieses seguido así todavía. Cuando te dejé, te convertiste en una peor versión de ti.
—No sabes lo que sucedió...
—¿Qué cosa?
—Mi lado agresivo surgió por la burla que te hacían a ti.
Quitó la mano del mentón y se inclinó más para escuchar de nuevo lo que dijo.
—¿Burlarse de mí?
—Sí, lo hicieron. Se reían de ti por... por... por tu...
No terminó la frase, no quería y no podía decirla... es como si volviera a tener quince años y estuviese en el tiempo en que la conoció, complicando lo que quería decirle, para no hacerla sentir mal.
—Por mi boca, ¿verdad?
Darren asintió con la cabeza.
—Era de esperarse de los idiotas que se burlan por cualquier cosa—dijo ella negando con la cabeza. Ya le era predecible ese tipo de burlas y aún más en sus clases.
Darren continuó hablando:
—Alan estaba riéndose y burlándose de ti—explicó Darren, ella hacía memoria de Alan, que apenas lo recordaba—. Muchos del equipo de baloncesto lo estaban haciendo, pero yo ya no podía contener más esa ira que llevaba en mi interior... y le rompí la nariz.
Deysi se veía sorprendida ante esa revelación. Nadie le comentó de eso y se debía a que era algo que solo era entre el equipo.
—Eso explica lo de su nariz. Es decir, vi cómo estaba, pero no sabía el motivo.
—Fue por aquella expulsión de ira lo que me cambió y eso solo provocó más problemas. Ya sabes que en mi casa hay varios dilemas y sacar toda esa ira contenida, fue lo que generó la persona que empezó a golpear a los demás, ese lado agresivo que ninguno esperaba ver. También quería decirte de lo que le hice a Alan, pero no pude hacer nada.
—¿Por qué?
—Porque ya no querías hablarme, recuérdalo.
—Entiendo...—asintió distraída, volvió al tema anterior—. Eso no era lo que debiste hacer, tendrías que haber manejado lo ocurrido de otra manera.
Darren apoyó los codos en la mesa.
—¿Cómo debía hacerlo?
Deysi enarcó una ceja.
—¿Quieres que yo te lo diga? Yo no tengo ese tipo de respuestas.
Darren frunció la mandíbula y se retrepó en el asiento. Pensó en formular algo diferente.
—¿Por qué viniste a pedirme perdón, Darren? —Deysi formuló una pregunta más rápido que él.
—Porque la anterior vez, no lo habías hecho de verdad.
Él no se equivocaba, Deysi no iba a perdonarlo por lo que hizo, pero dijo que lo perdonaba por lo sucedido y dejaron de hablarse.
—Está bien... si es lo que quieres, te perdono, Darren. Ahora sí va en serio. Sé que cometiste un error que no quisiste hacerlo.
—Gracias— masculló Darren.
—Perdonado, o no, no me olvidaré de lo que hiciste.
—Lo sé.
Deysi se inclinó un poco más para susurrarle. Él levantó la mirada.
—Pero también quiero que me perdones por lo que te hice, Darren. Me sentía insegura y no me sentía lista para una relación contigo. Más bien creía que me forzabas a tener una contigo y eso me agobió. Aunque, al ver que te esforzabas a pesar de mis rechazos, pensaba que debía corresponderte... lo malo es que fue demasiado tarde—le sonrió—. También quiero agradecerte por haberme defendido esa vez... no fue del modo correcto pero aun así, te lo agradezco.
Darren sonrió junto con ella, no pudo evitar pensar lo siguiente:
Y esa fue la sonrisa que una vez me enamoró.
Entonces Darren pasó a un tema diferente, a hablarle de lo que sucedió en la batalla de licor y lo que trajo consigo al perder. Lo que sucedió en casa, en el instituto y su status social... le contó todo. Deysi reflexionó unos segundos lo que conversaron, ella sabía solo una pequeña parte sobre Lancaster y Madison en esa noche bebiendo.
—¿Quieres cambiar? ¿En serio viniste a mí para saber qué puede regresar a aquella versión más tranquila y controlada de ti? —preguntó ella lentamente, luego de tanto meditar.
—Eso es lo que quiero.
Deysi asintió la cabeza lentamente.
—Si quieres cambiar, no te aferres a nadie—aconsejó ella—. Si lo haces, no tendrás un verdadero cambio pues deberá quedarte muy en claro que las relaciones amorosas no son un centro de rehabilitación ni tampoco funcionan como la ayuda de un psicólogo. En ese cambio debes ser independiente en lo que hagas; pero si lo haces, significaría que solo te haces ver bien para esa persona y no por tu propia cuenta.
—¿Crees que yo hice algo así?
—Sí, yo lo creo así. Pero, ¿sabes? Si decides de forma definitiva hacer diferente las cosas, entonces eso hará que los demás vean una versión nueva de ti, aunque eso llegue a tomar mucho tiempo.
—Lo he estado pensando, pero aún no sé si en serio llegue a funcionar...
—Tendrás que comprobarlo, supongo que te refieres a recuperar tu anterior estilo de vida, es decir, el del chico popular antes de que lo perdieras. Ya me enteré del rumor con anterioridad—comentó Deysi, poniéndose de pie—. Creo que eso es todo lo que puedo ayudarte, Darren. Ahora debo seguir trabajando.
—Está bien...—hizo una pausa—. ¿Amigos?
Deysi negó con la cabeza.
—Creo que no, a mí me cuesta dar segundas oportunidades a quienes ya me han lastimado.
Hizo el intento, pero de todos modos no funcionó y él al menos consideraba que podrían ser solo amigos.
—Un gusto haber hablado contigo—dijo ella en modo de despedida y se alejó de él.
Darren se giró en el asiento.
—¿Eso lo dices de verdad? —gritó él.
Sin dejar de caminar, se volvió su hombro hacia él y ella respondió:
—¡Sí! —soltó una risita y ella entró en la cocina.
Fue la última vez que Darren hablaría con ella.
Él se levantó de su asiento y salió del restaurante. Había sacado unas monedas de su billetera y se las había guardado en el bolsillo.
No tenía pensado volver a casa aún. Lo que en verdad tenía pensado hacer, era beber hasta embriagarse, ésa sería la última vez que lo haría y lo decía tan en serio que sólo deseaba sentir esa sensación de ebriedad para dejarla por siempre.
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