CAPITULO 43
La pequeña Hazel Madison, de trece años, era posiblemente, el miembro de la familia que podía sobresalir más. Mucho más que su hermano. Su madre albergaba más esperanzas y la tomaba en cuenta como ejemplo a seguir. Obvio que eso era algo que también lo hacían los maestros.
Hazel destacaba muy bien en sus clases. Los maestros no dejaban de sorprenderse por lo intelectual que era. Todos decían que ella llegaría muy lejos. Y así sería. Su madre le dijo que no desaproveche las oportunidades que la vida le pone frente a ella. Ese consejo lo tomó en cuenta desde que era niña y sirvió muchísimo.
Su madre no tuvo inconvenientes en cuanto a educarla. Fue sencillo; más que sencillo que lo que fue con Darren. Hazel toleraba demasiado a su hermano, con todas sus bromas absurdas y cosas peores, como el maltrato que le suele causar. No maltrato físico, sino verbal. Darren siempre soltaba cualquier palabrota que se le escabullía de la boca, Hazel se sentía denigrada e inferior por cada una de esas palabras que decía su hermano. Le confesaba estas cosas a su madre y así arreglaría cuentas dándole con el cinturón, a que entienda que no sea un maldito machista y denigrador.
Y Darren, entendió en parte el mensaje cuando su madre le pasó el cinturón por la espalda repetidas varias veces. Al menos podía sentirse mejor al no ser tan humillada y poco valorada por las palabras de él. Eso debió ser cuando Hazel tenía entre cinco y siete años (muy pequeña para sufrir ese tipo de abusos). ¿Y la participación de su padre en todo esto? ¿Intervenía en estos dilemas? Estas preguntas solo se responden con una palabra:
No.
Tanto Darren como Hazel, escuchaban a su padre decir que la familia es importante, que debe estar unida y sin conflictos. Si esas eran sus palabras, ¿por qué diablos le daba igual lo que pasaba en casa? Era un adulto frívolo. Solo trabajaba por obligación en una carpintería para pagar algunos cuantos costos y su verdadera familia eran esos vagos con los que se juntaba.
Muchas veces, Hazel, se preguntaba cómo fue posible que su madre se haya casado con él. A lo que ella respondía: amor ciego; lo peor de aquello, era que su hermano le había dicho una vez que cuando él tenía cuatro años (un mes antes de que Hazel naciera), su padre golpeaba a su madre. Ella no creía eso posible, puesto que eso nunca lo había visto en ningún momento.
Debió ser en el momento en que el señor Madison recapacitó a lo que hacía.
Hazel, al considerar ese tipo de resultados, pensó en tener cuidado con cualquier chico que intente pretenderla.
Eso empezó a suceder desde hace dos años. Ella ya estaba creciendo y las cosas habituales como gustarle algún chico, ya era algo común en ella. Aunque no se hacía muchas ilusiones, a pesar de que en su primer año, sus amigas la molestaban un poco con que un chico era el ladrón de las miradas cautivas de Hazel. Sonaba ridículo, pero era verdad.
Le fue gustando un chico que le llevaba dos años más. Y ese chico, era uno llamado Brad Moore, que era listo, atractivo, atlético y a la vez atento. Eso pasó en segundo grado. Aunque el problema, eran los rumores que llegaban a ella por parte de los años superiores. Ya muchos sabían que la hermana de Darren entraría al instituto y varios estuvieron al pendiente de las acciones de ella, vigilándola como una cámara de seguridad, analizando todos sus movimientos. Muchos decían que era igual a su hermano.
Y desde el primer año, Hazel, con toda paciencia y sin dejar de ser ella misma, demostró lo contrario a esos comentarios. Incluso ese Brad empezó a verla de un modo distinto. Y por ahí andaban rumorando que algo se estaba cocinando.
Eso hacía reír mucho a Hazel. Todo iba bien para ella en el instituto, en donde podía sentirse libre de lo malo. Era una chica agradable, intelectual, independiente en varios aspectos y simpática. Todo eso al mismo tiempo.
En casa volvía a lo de siempre, soportar a su hermano, aguantar la frivolidad y escasas ausencias de su padre en el hogar y el amor de su madre.
Mientras iba por los pasillos charlando con sus amigas, encontró a su hermano. Les dijo que volvería al rato, quería saber qué le dijo el director. En gran parte, se preocupaba por su hermano, a pesar de lo tedioso que podía llegar a ser.
—¿Qué te dijo el director?
—¿Tú qué crees? Ese viejo de mierda me va a poner limpiar este basurero por la eternidad—dijo Darren a la vez que traía una cara malhumorada.
Pero no solo malhumorado por el castigo, sino por Alan. Cuando Alan lo vio perder, al momento dijo: Con este idiota no vuelvo a hablar más. Y cumplió esa promesa, ignorando a la petición de buscar a un culpable el cual haya entregado el vídeo al director. También ignorando el hecho de que alguna vez fueron amigos. Darren no pensaba que haya sido Alan el verdadero culpable incluso lo tachó como posible, ya que no tenía la inteligencia para hacer eso, debía ser alguien más listo.
—Eso pasa por salir de casa.
—Eso pasa por salir de casa—mascullo Darren en voz aguda e infantil, intentando imitarla.
Ella suspiró, rodando los ojos por las tonterías de él. Se veía totalmente infantil en alguien que acababa de cumplir dieciocho años.
—Entonces no vas a ir a casa—sonaba más a pregunta que afirmación.
—No, por lo visto me quedaré hasta muy tarde—respondió Darren mientras fruncía la mandíbula—. ¿Puedes sobrarme algo del almuerzo cuando llegue?
—No sería correcto... ya sabes que mamá no quiere que...
—A mí me importa una mierda eso, Hazel. No he podido comer bien desde el viernes.
—¿Y acaso es mi culpa? —Se quejó ella mientras arqueaba una ceja y se cruzaba de brazos—. Has hecho demasiado como para merecer ese castigo, Darren.
—Vale, déjalo así y ya. Al volver haré algo yo mismo.
Darren continuó su camino y pasó por un lado de Hazel, empujando un hombro con su brazo, haciendo que ella se tambalee un poco. Volvió a suspirar, molesta y enojada -Prefirió ir con sus amigas. Cuando llegó a su grupo, no se percató de que Brad estaba al lado. Él estaba buscándola.
Se detuvo en seco al verlo. Sonrió sorprendida y fue a platicar con él.
***
La hora del recreo no había finalizado del todo. James ya habló con Scarlett para poder reconciliar y admitir su error, para luego tener la confianza de sus amigas nuevamente. Hazel preguntó por lo ocurrido con su hermano y luego pasó a platicar con el chico que le gustó desde el segundo año.
Aún faltaba Darren.
Él estaba buscando a Will, desde la mañana, antes de llegar al instituto para hablar con el director Jenkins. Quería saber qué es lo que estaba sucediendo. Después de buscarlo por casi la mitad del instituto, lo vio frente a Aylin Green. Se acercó con paso breve.
—...por fis, en serio lo necesito...
—Aylin, creo que te he dicho miles de veces que no te ayudaré con tu tarea de matemáticas—dijo Will cuando apartó el cuaderno que ella le estaba intentando entregar.
Ambos miraron a Darren, que venía con una expresión severa plasmada en la cara. Ellos ya sabían que esa cara, solo presentaba que se hallaba molesto. Solo Will lo sabía bien.
—Ya mejor vete de aquí, culo gordo—dijo Darren mientras miraba a Aylin—. Debo hablar con él.
—¿Quién te has creído para...?—empezó a preguntar ella.
—¡Que te vayas he dicho!—sentenció Darren, imponiendo dureza en sus palabras.
—Ya mejor arregla de la cabeza a tu estúpido amigo—comentó Aylin a Will, mientras se alejaba de los dos chicos.
Will se volvió a Madison, con expresión agotada. Estaban hablando casi en el pasillo que tenía a unos metros, la puerta principal. Allí es donde Will tenía su casillero. Nadie estaba cerca para ver lo que iba a suceder.
—¿Ahora qué? —preguntó Will, sintiendo la molesta carga de Darren.
—Ahora quiero que me ayudes a buscar al culpable.
—¿Culpable? —volvió a inquirir Will, mirándolo con duda y vacilación.
—El que me hizo tener el nuevo castigo.
Will apretó la boca y miró en otra dirección.
—Necesito que me ayudes, Will. Luego de eso veré qué hago con Lancaster. Me la debe ese cabrón—suspiró y se tapó la cara por unos segundos, aún seguía pensando en cómo es que James pudo sobrevivir a su bebida—. Ese maldito imbécil pudo soportar mi licor por más de dos vasos, Will. La mayoría ya tiene la cara contra la mesa luego de haber bebido el primer vaso, ¿qué fue lo que pasó? ¡En serio no entiendo qué hizo para aguantar tanto...!
Escucharlo exclamar, quejándose de alguien o algo como siempre, ya le parecía rutinario. No obstante, también era tedioso seguir escuchando eso. Will veía del mismo modo a Darren: una persona infantil con razones e ideas absurdas para debatir.
Aún parece un niño...
—Alguien de la fiesta, debió grabar el vídeo, teniendo el ángulo perfecto para enfocarme a mí—dijo Darren, señalándose con los dedos a la cara.
—Darren...
—Sea quien sea el que lo hizo, va a merecer un buen castigo. Tal vez no tanto como el que me dieron a mí, pero sí que será jodido para esa persona.
—Darren...—masculló Will, un tanto exasperado e inquieto.
—Oh, que va a pagar, en serio que me las va a pagar. Lo voy a torturar de la peor manera por haberme metido en este aprieto.
—Darren... yo lo hice.
Madison estuvo cerca de seguir en su monologo de la tortura para el culpable. Cerró la boca y posó la mirada en Will Collins.
—¿Qué acabas de decir? —interrogó Darren lentamente.
—Yo lo hice. Yo envié el vídeo al director.
La misma expresión que James vio en su sueño, ese momento al ver a caer a Darren por las escaleras, era la misma que Will estaba observando. Los ojos de Madison se hallaban muy abiertos, sorprendido.
—Hice que alguien más te grabara a ti—continuó Will, explicando con detalle lo que sucedió en realidad—. Guardé el vídeo (eliminando el audio porque dijeron el nombre de James en un momento) y creé una cuenta de correo electrónica nueva (ya sabes que la mía tiene mi nombre). En la página oficial de este instituto se da la información, ¿verdad? Lo que hice, fue buscar en la información, el correo electrónico del director Jenkins y así pude enviarlo. Supongo que debió ver mi mensaje por la mañana, al llegar aquí.
Darren aún no borraba la expresión de su cara. No pudo creer lo que su amigo le había dicho. Fue así que, en un momento menos esperando, el aire se desgarraba con la manaza de Darren, la cual, llegó a bofetear a Will con tanta potencia, que un pequeño eco resonó en el pasillo, como un sonido casi estridente.
Will agachó la cabeza y los dedos pasaron alrededor de la mejilla, sin rozar mucho la parte golpeada. Jamás había recibido una bofetada así de fuerte y mucho menos de Madison, aunque en realidad, esperaba ser golpeado luego de decirle la verdad.
—¡Negro, hijo de mil putas! —Gritó Darren con euforia—. ¿Acaso tienes idea de lo que acabas de hacer?
Will cambió el gesto de dolor a una sonriente.
—Cumplir mi objetivo—apartó su mano de la mejilla, sonriendo—. Yo te voy a preguntar ahora a ti, ¿acaso tienes idea de lo mucho que has causado? Creo que esa pregunta es absurda para ti, ya que no mides el grado con el que atacas a los demás, Darren. Muchas personas ya no te soportan y la verdad... es que yo tampoco.
—Se supone que somos amigos...—masculló él.
—Desde hace tiempo dejé considerarte mi amigo.
Aquella corta frase dejó helado y destrozado a Darren. El chico que empezó siendo su amigo desde primer año, se revelaba contra él.
—Ya eres una molestia para la mitad de este instituto. Yo quería darte una... verdadera lección... —repitió Will, los dedos índice y medio de las dos manos, interpretaron la acción de comillas—. Quería hacerte probar tu propia medicina. O bueno, algo similar a lo que quería—ladeó la cabeza a un lado—. Sé lo que pasó en tu casa (Hazel me lo dijo) y ahora sé lo que ocurrió esta mañana. Logré el objetivo de que todo caiga sobre ti.
—¿Cómo te atreviste a hacerlo, Will? —Darren se veía más melancólico que furioso.
—Porque debes aprender que tienes ser otro tipo de persona—masculló Will—. Eso de la Batalla de Licor y las consecuencias que tuvieron después, fueron precisas para lo que tenía en mente. Tú mismo te has perjudicado, sólo que desde el inicio.
Ya no quería seguir hablando con Will. Darren se sentía frustrado, traicionado. ¿Cómo es que todo haya llegado a terminar de este modo?
—Si quieres volver a hablar conmigo, será cuando ya seas diferente a lo que eres ahora—comentó Will. Al alejarse de él, creyó que aquello sería imposible para Darren.
En ese entonces, Madison miró como su amigo se alejaba a lo largo del pasillo. Apretó la mandíbula al intentar contener las lágrimas. En ningún momento consideró que todo le iría tan mal, puesto que nunca lo hizo.
Ahora es cuando Darren Madison se encontraba verdaderamente solo.
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