CAPITULO 39
James se acomodó el cabello para que se vea más presentable, después salió del baño con su perro. Desde arriba, James y Francis vieron que sus padres habían estado quitándose los abrigos. Alzaron la mirada para ver a James.
—Buenas noches, James. ¿Cómo la pasaste?
—Buenos noches—respondió con voz alta y clara mientras bajaba por las escaleras, sonriendo—. Pues bien. Todo estuvo tranquilo.
—Estupendo—dijo su padre y junto a su madre que dejaban dos maletas al lado del sofá. James bajó a la sala y Francis se dirigió a su cojín.
—Estuvo lloviendo muy fuerte—dijo su madre que se quitaba la bufanda.
—En la calle estaban corriendo algunas personas—explicó su padre—. Había una pareja cubriéndose con un suéter, un chico iba a toda velocidad en su bicicleta... y un señor parecía disfrutar de la lluvia, porque iba caminando tan tranquilo que ni siquiera se inmutaba.
Después sus padres se dirigieron a la cocina. James los siguió.
—¿Pudiste terminar tus tareas? —inquirió su madre.
—No, aún no. Me falta un poco.
—Yo esperaba que ya hayas terminado—comentó su padre mientras rebuscaba algo en el refrigerador, después sacó una caja de jugo de dos litros sabor durazno—. ¿Cuánta tarea les han mandado esta vez?
—Demasiada. Dijeron que fue mucho descanso para nosotros y nos enviaron más de lo debido.
—A veces creo que se exceden—musitó su madre.
—No importa. Tal vez sea algo que dure por estos días.
Hablaba con tanta normalidad, que ellos dos apenas notaron que había cierta severidad en las palabras.
—Si tú lo dices, James—respondió su madre y vio el cabello de su hijo—. Ese pelo está muy largo. Debería cortarlo.
—¿A esta hora?
Ella miró en el reloj que tenían en la pared.
—Son solo las 19:25.
—¿No están cansados? —preguntó él.
—Yo no, pero tal vez tu padre deba descansar un poco—dijo ella haciendo un ademán con la mano—. Ven, que hay que cortar ese cabello. No quiero que te vean así el día de mañana. Que vean que mi hijo es muy guapo cuando tiene el cabello corto.
James enarcó una ceja mientras alargaba su sonrisa. Llevaba cerca de cumplir dieciocho años y no dejaba de escuchar a su madre decir eso.
Fueron a la sala, mientras que el padre fue a dormir después de comer algo. Él se mantuvo despierto durante el viaje de vuelta a casa. En cambio la madre pudo dormir en todo el trayecto. Según le dijo su mamá, el tío Louis tenía un colchón más duro que una piedra que no les favorecía el sueño, sino que les podía favorecer el insomnio.
Su madre tenía algo que James conocía como El Kit de emergencias para cortar el cabello. Que sólo consistía en una, unas tres peinillas, una capa roja y un rociador de agua pequeño.
Todo aquello lo llevaba en esa caja. No sin empolvar. Ya que de vez en cuando suele trabajar en fines de semana cortando cabello de sus amigas y vecinos en la casa. Un ejemplo era la señora Johnson.
Lo que no tenía era un espejo, y tomaba el del baño.
James se sentó en una silla de la cocina y pasó la capa roja para dejar cubriendo a James, ajustando detrás de su cuello. Y antes de que su mamá empezara, James la detuvo al ver que se acercaba con las tijeras y el rociador.
—Creo que hoy quiero un corte diferente, mamá.
—¿Y cuál quieres? —preguntó ella, deteniéndose antes de mojar el cabello de James.
—Rapado a los lados de la cabeza.
—¿Cómo la que tienen los chicos de ahora?
—Exacto.
—Buena variación—dijo ella, soltando una risita, sabía cómo hacer ese peinado.
Entonces su madre tomó el cabello de su hijo entre sus dedos y se dio cuenta de algo.
—¿Cuándo te bañaste?
—Hace dos días—respondió él de inmediato. Debió darse cuenta de lo grasoso que estaba el cabello.
Y es que en realidad James descuidó mucho su aseo personal.
Ella tomó la máquina y fue rasurando poco a poco.
James miraba su reflejo en el espejo, con un gesto inexpresivo. Se dio cuenta que era momento de cambiar no sólo personalmente, sino de forma física, que sea vea más presentable.
Después de que ella finalizó, James vio una imagen distinta de sí mismo, un poco más limpia que antes. Fue al baño para darse una ducha caliente y se afeitó toda la barba que tenía (a pesar de no ser demasiada, se veía acumulada en el mentón y en la parte superior del labio). Su rostro se veía más blanco que antes. Después se dispuso a ir a la cocina y comer mucho. Su estómago lo exigía.
Subió al cuarto de baño para cepillar sus dientes. Finalmente fue a la habitación y se preocupó por las tareas que tenía pendiente por hacer. La terminó en una hora o dos, no era mucho como le había dicho a sus padres. Guardó sus cosas para el día de mañana y fue a su cama, a dormir con tranquilidad, sabiendo una cosa...
Ya no habría más pesadillas con Darren.
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