CAPITULO 38
Todo ha terminado. Llegó al punto final de ese largo escrito del cual empezó al volver de la conversación que tuvo con Mike. Sintió que toda esa especie... de ciclo finalizó, pero... algo faltaba.
Era consciente de que el "error", no era aquello que sucedió para que surja la discusión entre Scarlett y él, ya que de aquello lo sabía, pero no se trataba de eso. No, era algo más. Ignoraba qué era...
Volvió a releer el principio, también por las partes en las que había algo difícil que surgía de la nada. Releía unos cuantos fragmentos para ver si encontraba algo... alguna pista.
Se decepcionó mucho al pensarlo mucho y no haber encontrado el error, esperaba ver algo en específico o que alguna persona en concreto tuviera la culpa. Apagó la laptop y bajó la pantalla. Ya había escrito suficiente... tal vez más que suficiente...
Se puso de pie con dificultad: las piernas estaban débiles y torpes. Arrastró los pies hacia la puerta. La abrió lentamente y vio a su perro, Francis, que lo estaba esperando. Apenas lo vio y fue hacia el cuarto de baño. Al entrar, lo primero que hizo fue mirarse al espejo antes de encerrarse (Francis se había escabullido justo a tiempo y entró). Al mirar su reflejo, se dio cuenta cuán terrible se veía...
El cabello estaba grasoso, largo y enmarañado por todas partes (había mucho cabello que tapaba las orejas), tenía los ojos rojizos y casi entrecerrados como si los estuviese forzando, bajo sus ojos estaban unas terribles ojeras por las pocas horas de sueño que había tenido en estos últimos días. La piel y los labios se veían secos, las mejillas sin rubor y color, en su mentón y alrededor de la boca, tenía la poca barba que no había afeitado desde el 22 de diciembre.
No puedo creer lo mucho que me he descuidado.
De repente, pudo olfatear un hedor horrible. Era él, que no se había bañado desde la noche del día miércoles 3 de enero.
Se veía agotado, entecado, sin ánimos y sin vida.
Debí ser mejor persona...
Y al considerar ese pensamiento, se sobresaltó de repente. ¿Y sí en realidad él era el "error" todo este tiempo? Claro que debía serlo, ¿por qué culpar a otra cosa o otra persona?. Entonces empezó a recordar más fragmentos de su pasado.
En su infancia, de haberse defendido de las burlas de Steve y su ex mejor amigo George, habría sido diferente. Si hubiese convencido al resto de que en realidad, no era lo que sus prejuicios destacaban... lo habrían considerado distinto, ajeno a lo que los demás rumoraban.
Si en su anterior instituto hubiese encontrado un modo de salir adelante, a pesar de que sus mejores amigos empezaron a ignorarlo y la chica que le gustaba se fue con alguien más, todo seguiría siendo diferente, no haber huido como niño por cuatro personas.
James tenía que considerar alternativas a cada situación crítica, intentando seguir adelante. No huir, como lo hizo cada vez, al igual que con Scarlett. Y ella también ya se habría cansado de ver qué él, ya cerca de cumplir dieciocho años, sigue llorando como un niño por lo que en realidad, se trataban de bobas trivialidades sin importancia.
"No, si hay cierta importancia. Pero debo reconocer que mi propia debilidad, mi poca voluntad y mi exagerada inseguridad provocaron todas estas cosas... nunca fue culpa de nadie más, todas mis decisiones me llevaron a esto, a como me veo ahora."
Miraba sus ojos en el espejo, mientras él retrocedía tres pasos. Su espalda chocó contra la pared.
Pensó en Darren, que tiene una vida peor y lo que había escrito casi desde el principio, explicando lo que sucedía en su familia, justificaba que iba mal y eso lo hacía obrar de ese modo. Pero Lancaster no tenía bajo nivel económico y tampoco era alguien hiriente como Darren. Lo que a James le importaba, era el forma en la vivía la familia Madison.
Sus padres estaban (o están) cerca del divorcio. Había más dilemas en la familia de él y yo me estoy quejando demasiado, por haber perdido unas pocas personas. Estoy llorando por algo menor, en vez de superarlo y tomar en cuenta cosas de mayor relevancia.
He llorado en vano... durante todo este tiempo... el problema... soy yo. Yo no tenía problemas en casa, pero sí de abuso escolar. Algunos se dejan llevar por eso, pensando que su vida es sólo para ser abusado.
Yo me dejé vencer por mi inseguridad y timidez. Nunca me enfrenté a las adversidades cómo debía ser. Por eso soy débil. Y además, eso solo me ha llevado a que pierda tantas cosas.
Mientras deslizaba su espalda apoyada a la pared, iba cayendo lentamente. Sus ojos se volvían llorosos, cristalinos. Francis lo miraba con curiosidad, ladeando la cabeza de un lado a otro.
Debí ser mejor persona... dejar mi timidez, mi inseguridad y mi miedo a que el fracaso estén frente a mí en todo momento. Debía dejar toda esa negatividad desde hace años... y ahí no sólo cambiaría... sino que mejoraría como persona.
Tal vez tardé años en darme cuenta. Pero...
James entonces apretó los puños.
Aún hay esperanza... o una oportunidad para cambiar. No es demasiado tarde.
Se tapó la cara con ambas manos y sollozó.
¿Pero cómo lo hago? ¿CÓMO?
Francis estuvo allí a su lado. Se acurrucó cerca de él. James Lancaster siguió llorando sin lograr con mucho éxito que las lágrimas puedan detenerse... y en unos cuantos minutos...
Cayó en un sueño. Tal y como él esperaba.
***
Apenas se movió y no emitió palabra alguna. James estaba seguro de que oyó un ruido en la sala. Se trataba de su televisión, alguien la había encendido.
De nuevo se había dormido y esta vez, sí sabía que estaba en un sueño (pesadilla), en el que Darren aparecería.
Ahora las cosas serían diferentes.
Se levantó del suelo. Francis ya no estaba al lado de él, como era de esperarse. Se volvió a la puerta, la abrió un poco para escuchar. Al abrirla, escuchó una fuerte carcajada. James salió del cuarto de baño y bajó a ver quién se reía.
Desde el segundo piso, vio que Darren parecía ver un programa de TV en la sala. Cuando James pisó la escalera, un crujido lo delató y eso hizo que Darren mirara a Lancaster por encima del hombro. Se veía muy sonriente.
—¡Ah, Lancaster, eres tú! —Exclamó él, que se encontraba sentado en el sofá—. ¡Ven aquí! Tienes que ver esto.
James hizo caso y bajó la escalera con completa normalidad, sin apurarse. En la pantalla del televisor de la sala, se estaba reproduciendo a Darren golpeando a alguien y todo era visto desde la perspectiva de la víctima, a través de sus propios ojos. James miró por unos segundos, de pie y frente al sofá a ver de qué se trataba y al darse cuenta, apretó su mano, haciéndola un puño: la víctima se trataba de él.
Las veces que era golpeado por Darren Madison. La televisión emitía, cada cierto tiempo, otra ocasión diferente, otra ocasión en que James era golpeado por él.
—Anda, siéntate—le recomendó Darren a James.
Él no ignoró la orden y procedió a sentarse en un sofá que estaba al lado. Cuando se sentó, pudo ver que Darren llevaba en su mano, el bate plástico de color azul y, en el suelo, estaba una botella de vidrio con licor hasta la mitad. Darren se inclino y sostuvo la botella entre sus dedos y luego le dio un trago muy largo.
—Que buena bebida—miró a James—. ¿Ya piensas beber un poco?
La expresión de James era dura , pétrea y severa. Negó con la cabeza.
—Olvidas que te estás perdiendo de mucho, amiguito—levantó la botella y bebió otro poco, cuando dejó de beber, le enseñó el bate azul—. Quizá obligándote a la fuerza hará que me hagas caso.
—Tú no podrás obligarme a nada, estúpido.
Darren lo vio perplejo, pestañeando rápidamente por la sorpresa.
—¿A qué viene ese halago, James? —dijo él con voz sarcástica—. Creo que olvidas que puedo dominarte... poner un control sobre ti y que también puedo...
—Cierra la boca, Darren. Tú no eres nadie para amenazarme y menos aún, para decirme qué hacer.
Darren levantó la botella y bebió el resto de un trago. Luego arrojó la botella hacía atrás, por encima de su cabeza y James escuchó como se quebró en varios pedazos.
Fuera, las nubes se teñían de color gris y eso provocó que la claridad en el interior de la casa de James, todo fuera de un tono opaco, una iluminación tenue.
—Tengo más fuerza, rapidez y agilidad que tú, Lancaster. Y he tenido más experiencia al pelear al igual que tú leyendo libros. Así que... ¿aún crees que no puedo arrojarte al piso con una mano y poner mi pie en tu cara mientras me pides clemencia?
Es como si esas palabras llevaran a lo que Darren estaba esperando el día de su cumpleaños: darle una paliza a James.
—Eso es pura cháchara. Aquí no será igual.
—Te equivocas—dijo Darren Madison mientras se ponía de pie, apoyándose en el bate para hacerlo—, yo puedo acabar contigo. ¿Sabes por qué?
Él negó con la cabeza. También se puso de pie.
—Porque yo soy todo lo que no puedes vencer. Represento tu excesiva inseguridad y timidez para todo y soy lo que más temes. Yo, soy lo que nunca podrás derrotar, soy aquello que te aterra por sobre todas las cosas. Estaré perturbando tu vida en cada sueño que tengas, hasta el día de tu muerte.
¿Esto es mi subconsciente o algo así?
James apenas daba crédito a ese pensamiento y aún menos a las exageraciones de Madison. Pensaba que los sueños eran raros y lo que dijo Darren, representaba como claro ejemplo de ese pensamiento. Pero... ¿y si en verdad aquello era todo el mal que se había formado con los años?
—Ya te he derrotado una vez, Darren, y lo volveré a hacer.
—No me hagas reír. Es obvio que te fastidiaré por siempre.
—Entonces tendré que demostrarte de nuevo que puedo derrotarte, para que así me dejes en paz de una vez por todas—dijo James con voz soberbia, preparándose para pelear.
—¡Ni siquiera tú puedes creerte eso, maldito imbécil! —dijo Darren riéndose.
—Ya cierra esa maldita boca—dijo James entre dientes.
Lancaster tenía en frente, una pequeña mesa de vidrio y que encima estaba un pequeño florero blanco sin flores. Darren preparó un ataque, levantó su bate y lo dejó caer en la mesa. El cristal se partió en miles de grietas en forma de telarañas. James pudo agarrar el florero justo a tiempo.
Empezó a cortar distancia entre Madison y él. Se separó por uno o dos metros. A sus espaldas, el bate de Darren blandía cerca de James, intentando asestar un golpe.
Este espacio es muy pequeño para él, no puede moverse con mucha facilidad.
El bate de Darren golpeaba varias cosas: muebles, armarios, cuadros que su madre había comprado, destruía el empapelado de la pared, sin embargo, ningún golpe pudo rozar a James.
Lancaster corrió a la cocina, sin dejar de llevar en su mano el florero, esperando el momento para atacarlo. Se deslizó por debajo de la mesa y se agazapó lo suficiente.
—¡Deja de huir como siempre, nenita de mierda!
Darren intentaba estocar a James con el bate, pero no podía, tampoco patear... la mesa era demasiado ancha para que pueda ejecutar algún golpe. James quería quitarle el bate de algún modo y así usarlo a su favor. Pero era complicado y cada vez que agarraba el bate, Madison tiraba de él con fuerza. No podía quitárselo y solo por ello, quedó acorralado. Era un buen plan, aunque no dio resultado.
Si tan solo Francis lo distrajera por unos segundos... podría salir de aquí.
Aquella batalla la tenía que lidiar él solo, no con ayuda de nadie más. Después de que Darren gruñera ante los fructuosos intentos de atacar a James, por la poca capacidad de moverse, vio que él salió debajo de la mesa y corrió de nuevo a la sala. Se apresuró para alcanzarlo y preparó el bate.
James miró por encima del hombro y lo que pudo ver, fue el bate le golpeó el cuello. Él torció el cuello (pensando que se había quebrado) y sintió que sus pies resbalaban hasta caer de rodillas. Mientras Madison preparaba otro ataque, James se dio la vuelta con rapidez y le arrojó el florero al pecho haciéndolo añicos y Darren retrocedió tres largos pasos.
Lancaster aprovechando la ocasión, se levantó de inmediato, apoyando su mano en el sofá para ayudarse. Lanzó golpe tras golpe a Madison y vio como el daño sí hacía efecto en él. Se desquitó como nunca antes... el sueño anterior, al golpearlo, era como intentar romper una pared de ladrillos, en este caso, ya no era así. Mike tenía razón en cuanto a romper una pared a puñetazos. Cada golpe se sentía tan real. El choque de su puño contra el estómago, nariz y todo lo demás; eran golpes que sus nudillos pudieron sentir sobre el cuerpo de Madison. Incluso se desquitó más, en el momento en que pudo golpear en el ojo.
Darren apartó los golpes de Lancaster usando sus brazos y el bate; lo agarró del cabello y apegó su cara a la de él, muy, pero muy de cerca.
—¿Eso es todo lo que tienes, Lancaster?
James pateó a Darren en el estomagó y se separaron. Lancaster quedó de espaldas ante la ventana con vista al patio y la calle. Madison sostuvo el bate por encima de su hombro, como si estuviera a punto de arrojarle una lanza. Apuntó a él y con fuerza, el bate pasó silbando con el viento, sin embargo, pasó a atravesar la ventana para aterrizar en el patio, ya que James lo evadió moviéndose a un lado.
Esta vez, James corrió hacia las escaleras, a su propia habitación, aprovechando que Darren estaba desarmado. Al llegar al piso de arriba, se detuvo antes de empujar la puerta y entrar. Hizo algo distinto. Pasó la mano al otro lado de la puerta, agarrando el pomo y dejó colocado el pestillo, después cerró la puerta con fuerza. Aún seguía en el pasillo y no en su habitación.
Que se lo crea... por favor... que se lo crea...
—¡Ja! Para mí no existen puertas cerradas, Lancaster—gritó Darren, como si creyera que James entró en su habitación—. ¡Encerrarte no te va a salvar!
Las pisadas de Madison crujían en la escalera con fuerza. Se estaba acercando. James estaba apegado a la pared, sin moverse. Las pisadas de él crujían cada vez más. En el instante en que Lancaster escuchó que ya estaba en el los últimos tres escalones... apareció frente a Madison y lo empujó.
Darren aleteó sus brazos con exasperación por intentar aferrarse a la barandilla y, sus ojos se habían abierto mientras veía a James. Un pie no piso con firmeza e hizo que Darren vaya cayendo y golpeándose con los bordes de cada escalón. Era una caída con golpes contundentes, más doloroso que simples golpes.
Hasta que el cuerpo de Madison quedó tendido en el piso y quedando frente a la puerta. James jadeaba y observaba el cuerpo de Darren el suelo.
"Por fin... todo esto ha terminado... por fin ha..."
Pero escuchó a Darren como carraspeaba y se iba incorporando sobre una rodilla y luego sobre la otra para ponerse de pie. Él también estaba jadeando, por consiguiente, sus piernas le temblaban al igual que el resto de su cuerpo.
James bajó a toda prisa, saltando los escalones de dos en dos, casi tan cerca de caer. Y lo que hizo, fue dar otra patada a Madison.
Él se estampó contra la puerta y tan fuerte fue el impacto, que las bisagras de la puerta se despegaron de su lugar, haciendo que Darren caiga de bruces hacia el patio con la puerta en su espalda, quedándose en el patio. Darren ya no se movía.
Empezó a toser y eso le dolió. James salió y vio que afuera llovía a cantaros.
—No es... posible...—dijo Madison con voz agotada y el cuerpo adolorido—Esto no debía...—tosió con fuerza.
James se limitó a verlo por unos segundos y reflexionar un poco con un pensamiento.
En cada sueño, él me golpeaba y yo podía despertar de inmediato. Darren no me golpeó en el rostro en ningún momento... entonces... ¿yo deberé golpearlo a él? Sí... creo que eso es lo que debo hacer.
Y su mirada posó en el bate azul de Darren, que yacía en el suelo, mojándose con la lluvia luego de haber destrozado la ventana. James se acercó para tomarlo con ambas manos. Y parecía que todo ese sueño, se volvía mucho más real que hace unos segundos; sentía la ropa húmeda por la lluvia que lo estaba empapando, sentía el bate al igual que su peso. Todo se sentía real al igual que su corazón latiendo irregularmente. El resto de casas o calles, no le dio importancia.
Se encaminó hacia Darren que no se había movido y tenía la puerta tras de sí, recostado encima como si fuese una cama. Él jadeaba y el dolor no le daba más que un tormento terrible, James le dijo:
—Maldito imbécil, arruinaste mi vida—alzó el bate por encima de su cabeza, como si fuera un leñador a punto de partir un trozo de leña en dos partes.
Dejó caer el bate en el rostro de Madison y en ese momento, James pudo escuchar dos cosas.
Lo primero, fue el impacto del bate con el cráneo de Darren, que sin duda, lo escuchó como si se tratara de romper un cristal o una ventana; el segundo ruido fue...
***
... el trueno que profano el cielo, anunciando que la lluvia ya estaba sobre su casa. James miró en derredor, todo se encontraba en su lugar, despertó del sueño y sabía en dónde estaba.
Se encontraba sentado, abrazando sus piernas y con Francis dormitando a su lado. Aún seguían en el baño. Había un tercer ruido que surgió.
Se trataba de la puerta principal, que se había cerrado. Se dio cuenta de lo que pasaba y Francis levantó la cabeza perezosamente para ver a su dueño.
Sus padres habían vuelto a casa.
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