CAPITULO 36
El tiempo había corrido mucho más que los dos días anteriores. Eran las 13:38.
James resopló al finalizar ese fragmento. Todo eso se lo contaría Judy al ser ella la que obró en aquella noche, sin omitirle nada. Él no sabría nada eso, si no hubiese sido por ella.
Ahora concentró su mirada en la pantalla. Todo estaba tan cerca de terminar y empezó a lamentarse al creer que solo había perdido el tiempo con algo que no pensó en encontrar. Se acercaba al último de todos esos días que transcurrieron. Y se sintió molesto con lo que iba a escribir ya que sabía que al final, eso lo traería a lo que inició desde la tarde del 5 de enero, luego de hablar con una persona.
Llegó el momento, debía hacerlo. Se inclinó sobre la mesa y empezó a teclear con rapidez.
———
(Viernes 5 de enero del 2018)
La puerta de la habitación de Lancaster se abrió con fuerza y chocó contra la pared. James se despertó sobresaltado y sin pensarlo se sentó, olvidando que se encontraba al final de los síntomas de la ebriedad: una excesiva jaqueca, ardor en los ojos, boca seca y con el estómago revolviéndole.
—Levántate.
Él apenas sabía que es lo que estaba pasando. Escrutó con confusión cada rincón de su habitación. Se tapó los ojos con una mano y con la otra se masajeaba la cabeza. Los ojos y la cabeza eran un caso terrible. Recordaba que en ocasiones por anochecer con el móvil por terminar un libro en digital, sus ojos le ardían. Pero esto era mucho peor y el ardor era el doble.
Vio a su madre que estaba abriendo las cortinas y la luz le atacó aún más sus ojos.
—He dicho que te levantes. Vas a clases.
Él la miró confundido. Ya ni siquiera recordaba que día era.
—Apresúrate—le espetó su madre y le dejó la mochila a un lado—. Al menos espero que el director Jenkins me crea lo que le diré.
—Mamá...—dijo James casi en susurro, ella enarcó una ceja—. ¿Qué hora es...?
—Van a ser las diez de la mañana. Ya mejor muévete, James.
Ella salió de la habitación y él puso ambos pies en el suelo. Al momento de levantarse, tuvo que sentarse de nuevo. La cabeza le daba vueltas, como si hubiese estado girando al igual que las hélices de un helicóptero. Dio unos pocos pasos, apoyando las manos sobre la cama, para no caer.
Fue cuestión de tres o cuatro minutos hasta que James pudo poner las piernas rígidas y tomó los cuadernos. Al menos los que tendría para llevar en las pocas horas que iba a tener de clases.
Las guardó en la mochila y bajó a la cocina. Pero no había nada sobre en la mesa.
—Vamos. El taxi ya llegó—dijo la madre de James que lo escuchó a sus espaldas.
James se volvió y vio a su madre abrir la puerta y salir.
James cargó la mochila y se puso una gorra porque su cabello estaba despeinado. Luego de calarse la gorra, la siguió. Afuera estaba un taxi frente a la casa. Ambos subieron al taxi y sin decir nada fueron al instituto (tampoco con una conversación con el taxista, que gracias a su madre, fue de lo más cortante y él prefirió no hablar más).
***
En el despacho del director Jenkins, se encontraba la madre de James convenciendo a él con una excusa que se la había ingeniado. James escuchó la conversación ya que estaba fuera, en el pasillo, arrimado a la pared y a unos centímetros de la puerta al despacho.
La madre inventó una excusa de que James tenía una cita con el ortodoncista, para el tratamiento de James (supuestamente habían tardado porque no se daban prisa en atender a su hijo). Fue una buena mentira, vaya que sí. Al final escuchó que el director entendía la razón y dejó que James siga a las clases.
Pero el taxi tenía ante sí a tantos coches estancados en el tráfico que hizo demorar mucho más el viaje. Al menos llegaron a las once de la mañana.
La madre de James salió del despacho y le entregó a su hijo un pequeño papel.
—Un permiso para que accedas a clases—dijo ella—. Pueda que llegáramos tarde, pero importa que sigas aquí. No debes perder nada. Dile a Logan que te ayude con las clases que faltaste.
—Bueno...—respondió James mientras agarraba el permiso.
Su madre se despidió y dejó a James de pie en el pasillo.
Excelente. En serio que esto es excelente. Mi mamá me obliga a venir al instituto, a pesar de lo mal que estoy.
Y en serio se sentía mal, no solo por la cabeza (que era un dolor que iba disminuyendo a pesar de que no tomó una aspirina, sin embargo, iba disminuyendo tan lentamente que el dolor parecía casi el mismo desde que despertó), sino que también se sentía deprimido.
Al rato escuchó el móvil timbrar. Al verificar la llamada vio que era su papá. Respondió de inmediato.
—Hola, James. Pensé que ya habías despertado y quería saber si te encontrabas bien...—hizo silencio por uno segundos—. ¿No te llamé en un mal momento... o sí?
—Sí. Mamá me trajo al instituto. Así que es un buen momento—respondió James con amargura.
—Espera... ¿lo hizo? —Silbó entre dientes—. Le dije que no lo haga. La entiendo, ya que no solo se preocupó por ti, sino por mí. Ya sabes que eso no le haría bien a mi corazón el recibir malas noticias—comentó el padre y James olvidó el detalle de que su padre tenía el problema del corazón—. En serio nos diste un gran susto anoche, hijo.
—Lo sé... lo siento...
—Ya, tranquilo. En casa hablaremos de eso—James escuchó rechinar algo al otro lado, como si se hubiera acomodado en el asiento—. Creo que buscaré el modo de calmar a tu madre... saldré un poco antes del trabajo y veré qué puedo hacer. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
—Pero eso no quita que también esté molesto contigo. Bueno, solo llamaba para eso. Cuídate hijo.
Y colgó. James caminó a su salón, con la cabeza gacha y sin dejar de pensar, en la estupidez de anoche.
***
Las clases le parecieron diferentes en realidad. Cuando entró a su salón de matemáticas, el maestro recibió el permiso firmado por el director y lo dejó pasar. Los demás chicos de la clase lo escrutaban con curiosidad, sin comentar nada.
James tenía el rostro en una emoción neutral, aunque por dentro, estaba melancólico y enfadado, es decir, con una cara de pocos amigos. Se sentó al final y algunos se volvían a verlo por encima del hombro.
Cuando las clases finalizaron, él fue el primero salir. Claro, él quería huir sin llamar la atención por algún idiota indiscreto que quiera vociferar su nombre. Aunque en la puerta principal, chocó con Judy. Él intentó pasar pero ella no se lo permitió.
—Hay que hablar, James.
—No hay nada de qué hablar, Judy—protestó él—. Quiero irme a casa.
—Pues eso tendrá que esperar, sígueme.
Algo que Lancaster llegó a comprender, es cómo Judy supo que estaría ese día. Los rumores de los chicos de seguro mencionaban al chico de la fiesta de anoche, o tal vez, al chico que venció a Darren. Los rumores corrieron y llegaron a sus amigas. Ya sabiendo eso, pensaron detenerlo en la puerta.
Mientras ella lo guiaba a un salón, le iba contando sobre lo ocurrido anoche. Lancaster se moría de la vergüenza con todo lo que le dijo. También le comentó que no les dijo todo a sus amigas (como el momento en que preguntaba sobre Scarlett y lloró) y que lo dejaba a él decidir si quería contar todo eso.
Al llegar al salón del segundo piso (el cual pidieron permiso al conserje Simons solo por un rato), se encontraban Kate y Scarlett. Ya debieron haber salido y eran pocos los que se quedaron allí, por los pasillos.
Kate se encontraba sentada en un pupitre y Scarlett estaba apoyada en el borde del escritorio. Cuando llegó él, las dos chicas reaccionaron volviendo a la realidad. Judy cerró la puerta tras de sí y James no quería acercarse a sus amigas. Ni siquiera podía mirar a los ojos de ellas.
El silencio era completamente incómodo.
—Hola...
Sólo eso supo decir Lancaster. Sin dejar de mirar a otro lado.
—Hola—respondió Kate y se volvió a Scarlett que estaba esperando a que respondiera, pero no lo hizo.
Scarlett suspiró y le señaló un pupitre.
—Es mejor que te sientes, James.
Él se dirigió al asiento, que quedaba al lado de Kate. Judy también se acercó, aunque no fue por mucho tiempo. Le hizo señas a Kate para que ambas salgan. Aquello, según Scarlett, sería un tema privado y que solo necesitaba hablarlo con él. No quería que nadie más llegara a escuchar.
Las dos chicas salieron y cerraron la puerta nuevamente. Scarlett posó sus ojos avellana en James.
—No entiendo por qué hiciste eso, James—comenzó Scarlett—. Tampoco lo de ayer, ni lo del año pasado...—Hizo una pausa—. ¿Por qué huyes así?
Apenas levantó la mirada y vio que los ojos de Scarlett se habían vuelto cristalinos. Lo había arruinado, en serio que lo arruinó todo. Si antes las cosas empeoraban por sí solas y sin razón, ahora él se había vuelto culpable de sus actos.
Sin ninguna respuesta por parte de James, ella prosiguió:
—Estuve muy preocupada por ti y esperaba que esto se resuelva hablando. Huiste todo este tiempo y no sabía qué hacer con respecto a ti—se apartó un mechón de cabello—. Me viste besando a Darren y sé que en vez de quedarte, saliste corriendo. En eso quiero ser comprensiva, pero al menos no esperaba eso. Yo tuve que quitarme de encima a ese idiota para ir a buscarte y que no te fueras.
»Ahora lo que más me importa en este momento, es lo de la fiesta. ¿Por qué tuviste que ir, James?
James entrelazaba sus dedos nudosos con nerviosismo.
—Responde...—insistió ella sin apartar su voz severa.
Tragó saliva y respondió con sinceridad:
—Porque creí que estarías ahí.
Ella frunció el entrecejo, confundida.
—¿Yo? ¿En el cumpleaños de ese patán? Claro que no. No comprendo qué hacías ahí. Y entiendo que no era por esa Batalla de licor de la que todos hablan.
Negó con la cabeza.
—Fui porque al creer que te encontrabas ahí, quería sacarte de en ese momento. No quería que se vuelva a repetir lo que pasó a la anterior fiesta que fui.
—Eso fue por accidente—replicó Scarlett—, ya que fue la primera vez que me pasó algo así y luego empecé a balbucear de mi ex como tú lo dijiste: la perfección absoluta. Fue un error, ya que esa vez fue la única que ocurrió. Siempre tenía cuidado con eso.
—Pero eso podría haber vuelto a suceder. Yo me preocupé por eso y fui allá.
—¿Y qué es lo que te llevó a pensar eso?
—Judy me había dicho que fueron el año pasado al cumpleaños de Darren. Y en caso de que eso se repita, yo iba a sacarte de ahí.
Ella se confundió aún más. Ella nunca había asistido a una de las que Darren organizaba. Judy y Kate, tampoco querían ir a la de él. Pero aquí la situación cuando pudo entenderla, se dio cuenta de que ella tal vez no le dijo muy bien sobre la fiesta.
—No se trataba de ese Darren. ¿Crees que es el único aquí? No, obvio que no lo es. El año pasado fue de un Darren diferente y la invitación fue por parte de un amigo de las primas de Judy. No era el Darren que tu pensaste—se tapó la cara con ambas manos y suspiró, luego negó con la cabeza a quitar sus manos— ¡Desconfiaste de mí, James, y por eso hiciste una estupidez!
—Lo siento, Scarlett. Estaba preocupado con lo que te iba a suceder. En verdad lo siento.
—No, no es cierto, James. No lo sientes.
Y de repente, algo en él se había quebrado, se corrompía por dentro y apretó los dientes porque trataba de evitar llorar.
—Lo digo en serio.
—No es cierto—luego ella continuó—. Al menos debiste tomarte la delicadeza de preguntar o volver a hablarnos cuando volviste. En vez de hacer eso, estuviste desaparecido por más tiempo, ¡y lograste preocupar a tus propios padres!
Scarlett ya sollozaba y se enjugó las lágrimas con la manga de su blusa.
—En serio no entiendo qué pasa contigo...—volvió a secarse los ojos—. James, ya no sé si pueda confiar en ti... con todo esto que ha pasado, ya no lo sé...
James aferraba el asiento del pupitre. Lloraba y gemía. Las palabras se desvanecieron en su mente y no sabía de qué manera arreglar eso. Scarlett salió del salón, abriendo la puerta por completo. Por el pasillo escuchó que Judy y Kate la seguían para tratar de calmarla.
En cuanto a James. Él se levantó, tomó la mochila y salió con brío del instituto, sin dejar de sollozar por la discusión que ocasionó por Scarlett.
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