CAPÍTULO 33

En su propia casa, tendida en la cama, se encontraba Scarlett mirando trivialidades en el móvil. Debía ser cerca de medianoche y empezaba a cabecear. Por la mañana había buscado a James en el instituto. Lo estuvo haciendo, con la esperanza de que al volver podrían hablar con claridad y tranquilidad de todo lo sucedido. Pero no pudo encontrarlo.

Por la tarde fue peor.

Fue con sus amigas a casa de él, pero no estaba allí, solo su padre. Él dijo que, según en palabras de su esposa que fue al trabajo y le mencionó la salida de su hijo: James se había ido con su amigo. Ellas tres recordaron a ese amigo.

Logan. El mayor problema fue que no sabían en dónde podía estar, la ciudad era grande y James podría perderse por cualquiera parte.

Se encontraba con un gesto inexpresivo y ausente. Extrañaba a James, en serio que lo extrañaba.

Un mensaje llegó y ella, con la esperanza de que fuera Lancaster, se apresuró a responderlo. No se trataba de él, sino de Judy.

JUDY: Nena, debes ver el directo que está transmitiendo Will en estos momentos.

Ella frunció el ceño. Hace unos segundos salió una notificación de que Will transmitía el cumpleaños de Darren, pero no quiso mirar nada que tuviera que ver con ese patán en su fiesta.

SCARLETT: ¿Por qué, qué pasa....?

JUDY: James está en la fiesta sentado en frente de Darren.

***

Al momento en que entró a la casa, un olor de cerveza llegó a su nariz. No es que solo se tratara de un hedor leve, sino muy intenso. Todo esquina de la casa parecía apestar a cerveza. Todos ya parecían en completo estado de embriaguez.

Debo encontrarlas rápido.

James empezó moviéndose por la derecha, por donde estaba la cocina. Algunos chicos le dibujaban con un rotulador negro varias figuras que James pensó que eran demasiado vulgares. A uno de esos ebrios que ya estaban tumbados en el suelo y sin camiseta, alguien le había escrito en el plano y blanco estómago:

No holviden yenar esta panza basia...

Sea quien haya sido el que escribió eso, o ya era iletrado, o ya estaba completamente ebrio.

Anduvo buscando a sus amigas por todo la casa, pero no las vio por ningún lado. Fue en aquel instante en que se sintió más que aliviado y decidió salir de una vez. Sin embargo, una voz lo detuvo:

—¿Lancaster, qué haces aquí?

La voz llena de confusión de Darren hizo que James no se moviera. Al contrario, lo dejó petrificado.

—¡Oye, pedazo de mierda, te estoy hablando!

James tragó saliva y se dio la vuelta, sin decir nada.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó él—. Si no me equivoco, este tipo de ambiente no es para ti.

—Solo... vine un rato...—se excusó James.

—¿Estar aquí por un rato? —Inquirió Darren con curiosidad—. No, no es cierto. ¿Buscas a alguien? Me pareció haberte visto desde que llegaste, pero no me lo creía. Ahora veo que sí. Dime, ¿a quién buscas? —pregunto de nuevo.

Las personas dejaron de beber o hacer otra cosa por un momento. Algo estaba a punto de suceder. James aún no respondió a la pregunta. Él soltó una risotada.

—Estás buscando a más de una persona—comentó Darren acertando— Ellas no están aquí. Tus amigas no vinieron.

¿Cómo lo supo? ¿Cómo sabía que estoy buscando a Judy, Kate o Scarlett?

Aquella era la razón por la que estaba allí. Pensó que sus amigas estarían en alguna parte de la casa. Según le comentó Judy, habían estado en el cumpleaños de Darren el año pasado. De ser así, deberían haber estado aquí. Cometió una grandísima estupidez...

Solo se metió otro problema peor o algo que lo perjudicaría aún más.

—Bueno, solo dos de tus amigas no están aquí—dijo Darren, con una sonrisa dibujada—. Scarlett está arriba, tal vez ya se puso la ropa. Ella se divirtió tanto conmigo...

La expresión de James pasó de normal a alarmante y eufórica.

—¡Eso no es cierto!—gritó James. No iba a creer algo semejante a lo que él dijo.

Darren seguía riendo y movió la cabeza un poco como si hubiese dado una señal o mover un mechón de cabello de su lugar. Lancaster no creía que eso era cierto, de ningún modo podía ser cierto. Ya no quiso ver cómo seguía riéndose igual que un loco, se dio la vuelta y chocó contra alguien.

Levantó la mirada y vio a una persona con la cara sonriente cruzado de brazos. Lo reconoció, era uno de los chicos que ayudaron a Madison el día en que el cuaderno se haya ido por las alcantarillas. Era el de cabello rapado al ras.

—¿Pensabas irte a algún lado? —dijo Darren.

Ya casi todos estaban a la expectativa de que algo estaba sucediendo allí, escuchó que algunos chicos llamaban a otros. James pasó del nerviosismo al pavor. Después fue conducido hacia la sala por el chico y empezaba a acumularse la muchedumbre, que aún estaban en sus cinco sentidos.

El que tenía el cabello rapado, lo iba conduciendo por el interior de la casa. La sala era sencilla, dos muebles que se hallaban uno frente al otro, y que en medio tenía una mesa con unas cuantas botellas y vasos de plástico.

—¿A dónde vamos? —preguntó James y se apartó bruscamente de él.

—Tú y yo vamos a pelear afuera—respondió Darren que iba al frente y se detuvo al ver que James no cedía a seguir.

—¿Estás loco? Yo no voy a pelear contigo.

—Yo estoy seguro que aún no entiendes que Scarlett no es para ti. Así que lo vamos a decidir con una pelea.

Y la muchedumbre clamaba por ver aquella pelea. Ahora no solo era el amigo de Darren quien lo empujaba, sino que los demás lo hacían. James trataba de entorpecer o ralentizar el hecho de que lo estaban sacando afuera por algo que no quería. Ya estaban cerca de la puerta hacia el patio trasero hasta que Will se interpuso bloqueando el paso a los demás. James lo vio quedarse frente a Darren con los brazos cruzados.

—A un lado, Will.

—No pienso moverme de aquí—sentenció Will—. A Lancaster no vas a hacerle nada. ¿Entendiste?

—¿Quieres ponerte del lado de esta basura?

—Sí y deja de insultarlo. No voy a dejar que le hagas daño, ya sea que yo deba recibirlo.

James sentía arder sus ojos y apretar la mandíbula.

—Escúchame bien, Will. Tú no estás pensando bien las cosas...

—¿Y tú crees que lo que piensas es mejor? —Su mirada frente a él se tornó severa—. Darren, ya basta, solo déjalo ir. Las peleas no llevan a nada, sólo quiero que lo mires a él por unos instantes y razones contra quien vas a pelear. James no es lo suficientemente fuerte como para enfrentarte a ti.

Darren miró por encima de su hombro a James, observando con total detenimiento la complexión física que él tenía. Con los brazos tan delgados que tenía, podría llegar a romperle un brazo de un solo puñetazo. No entendió cómo es que antes no se habían roto con los golpes que le daba. ¿Y si en serio llega a romperlos? ¿Qué es lo que pasaría después?

Es obvio que algo mucho peor y eso sumaría posibles gastos en cuanto arreglar solo uno. Eso nunca lo había considerado antes. Pero en cierto modo, no se tomaba la delicadeza de usar toda su fuerza.

Y él pensaba en propinarle una paliza pero como aquella vez. Se volvió hacia Will.

—Ese idiota no va a irse de aquí hasta que pelee conmigo.

—Si vas a hacerlo, entonces que sea de otro modo, no con golpes.

Darren lo miró con expresión dubitativa.

—¿Sin golpes has dicho?

—Sí, Darren—Y entonces Will pensó por unos instantes y continuó—. Creo que tengo la forma de que sea sin golpes.

—¿Cómo?

—Con licor—musitó él y la muchedumbre empezó a opinar entre ellos—. Es una manera indolora para James.

La alternativa que Will le dio lo dejó reflexionando un poco. Prefirió una buena batalla del debilucho contra el corpulento, un buen modo de humillarlo frente a los demás. Luego de pensarlo mucho, accedió a la opción de licor.

—Trae mi bebida casera—dijo Darren. Al principio Will lo miró perplejo (como si viera a Darren usar la cabeza por primera vez) y luego fue por la bebida.

Para James, a pesar de que era una manera indolora, no le parecía la mejor opción, pero solo así podría salir de esa casa.

—Damas y caballeros—gritó Darren a la muchedumbre—. Lamento decirles que reemplazara mi pelea contra este trozo de mierda, a una excelente batalla de licor.

Y algunos de ellos estaban en desacuerdos, y otros les parecían mucho mejor. Los chicos levantaron sus vasos de plástico, solo los que estaban de acuerdo con Darren. James fue obligado a sentarse a la fuerza por el muchacho de cabello rapado. Ocupó uno asiento en la sala, mientras que otra persona quitaba el resto de botellas y vasos de la mesa. Frente a él, estaba el asiento que Madison ocuparía.

Darren Madison se veía animado y puso un puño a centímetros de la boca, como si estuviera tosiendo, aunque sólo lo hacía para darle forma a un micrófono y anunció:

—Muy bien, señoras y señores. Hoy volvemos con una nueva y emocionante... ¡Batalla de licor! Y no es una cualquiera, por supuesto que no lo es. La bebida que mi amigo Will traerá, para los pocos que no la conocen, es mi obra maestra. Una bebida mezclada entre otras bebidas alcohólicas de gran calidad —dijo Darren en voz de anunciante. James no pudo evitar pensar que se veía como aquellos que salían en la lucha libre—. Sin embargo, tiene gran reconocimiento porque puede dormir los sentidos por un corto tiempo. Claro, pero aquel que pueda dominar mi gran trago, solo quedará ebrio y despierto para soltar una que otra tontería, ya saben, lo típico de borrachos en tabernas.

Lancaster estaba con una capa de sudor frío por todo el cuerpo. Los nervios solo se acentuaban más.

—Lo digo en serio, señoras y señores, esto lo he comprobado yo mismo—los chicos se rieron ante el comentario de Darren y luego él se apartó una lágrima falsa, y al instante, Will trajo una botella y un par de vasos de vidrio con un líquido café que estaba a la mitad y se agitaba en el interior. Will lo dejó todo sobre la mesa—. Sí, pero también he visto cómo ha podido surtir efecto en otros.

Darren, fabricante de esa bebida, la llevaba a una que otra fiesta para hacer batallas de licor. James apenas sabía si eso era verdad o no. Ahora podía comprobarlo por sí mismo.

—¡Y ahora pasemos a los contrincantes! —Vociferó Madison y procedió a acercar el puño frente a James—. Tu nombre, muchachito.

El silencio se apoderó de la sala.

Él no respondió, se mantuvo con la mirada fija entre Darren y el improvisado micrófono de puño. Luego de perder unos segundos sin responder, la cabeza de James se sacudió por la bofetada que él le dio. La muchedumbre reaccionó ante ese golpe. James sentía un tremendo ardor en la mejilla y se obligó a no llorar.

—Habla, o te sacaré a pelear—susurró Darren para que él lo escuché.

James jadeaba un poco y entre dientes hablando alto y claro, respondió:

—Soy... James Lancaster.

—¡James Lancaster, señoras y señores! —él pasó a sentarse en el otro extremo, para quedar frente a James—. Y el otro participante voy a ser yo, lo cual es muy obvio. Y ambos vamos a apostar algo, algo que no es tan delicado. ¡Vamos a apostar por quien se queda con la chica!

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