CAPITULO 29

(Domingo 7 de enero del 2018)

Ahora ya no hubo pesadillas a medianoche. Pero si hubo un sueño tan corto, que al despertar, sentía que su corazón le ardía y sus ojos se abrieron, exasperados y asustados. No le tomó ni un segundo adaptarse a la luz que entraba por su ventana. Aún seguía en una esquina de su habitación.

Soñó que Scarlett le repetía la frase de "... ya no sé si pueda confiar en ti, James..." una y otra vez, hasta irse por la salida principal del instituto. Puso una mano en el corazón y trató de apaciguarse. Se removió un poco en la esquina que se encontraba, la espalda y el cuello le dolían.

Ambas piernas estaban entumecidas, las estiró y sintió cierta relajación. Se levantó lentamente y estiró todo su cuerpo. Los brazos y dedos crujieron y, al mover su cuello a ambos lados, pensó por un momento que su cuello se había partido como varias ramas delgadas que hubiesen sido pisadas. Lo mismo fue con su espalda.

Ya estaba mejor, de cierto modo, pensaba que la circulación de la sangre corría mejor. Dejó el móvil en la mesita de noche y se encaminó hacia el escritorio, arrastró la silla y se sentó tan lentamente, que las piernas le temblaron. Encendió la laptop y las comisuras de su boca se alzaron ligeramente al ver que nada se había borrado, todo seguía tal y como lo dejó hasta el final.

Recordó que al llegar a casa aquella madrugada, su madre no se enfadó mucho, ya que el señor Lancaster trató de calmarla y en realidad funcionó. Tuvo mucha suerte como para no tener un castigo.

Observó la esquina de la laptop para verificar la hora:

7:57

"Hora de continuar con esto..."

Tomaba en cuenta que estaba cerca de terminar. La fecha límite en su escrito iba llegando al punto final...

Algo que él sí sabía, es que después de estar desconectado de toda red social, sus tres amigas no tendrían un modo de contactarlo. James fue lo más precavido para ser invisible de nuevo. Aquello le funcionó el primer día; el segundo ya no.

— — —

(Martes 19 de diciembre del 2017)

Algo que él sí sabía, es que después de estar desconectado de toda red social, sus tres amigas no tendrían un modo de contactarlo. James fue lo más precavido para ser invisible de nuevo. Aquello le funcionó el primer día; el segundo ya no.

Para esconderse el primer día, tuvo que ir hasta los asientos de atrás, como era de costumbre el año pasado. Y llegar cerca del último instante en que el maestro ya iba a cerrar la puerta de su salón. Al momento de que cada clase acabase, él salía primero. Y para esconderse de ellas en el receso, no iba a la azotea ya que Scarlett podía encontrarlo. Así que se quedó en el baño de hombres. En la última hora de clases (la cual era literatura en la misma clase que Scarlett), él no asistió ya que volvió al baño para encerrarse ahí, para luego ir a casa caminando, usando una ruta diferente.

No era algo sencillo. Pero pensó que funcionaría por el resto de la semana. Sin embargo, esa rutina tan planificada, no ocurrió como quería.

James salió de su última clase (un salón en el segundo piso). Escuchó detrás de él, a unos metros que alguien lo llamaba. Él ignoró esa llamada y siguió caminando como si nada. Escrutaba hacia la izquierda y derecha para ver que ellas no estuvieran cerca. El instituto ya estaba casi vaciado. No se dio cuenta que iba tan distraído y chocó contra alguien.

—¡Hazte a un lado feo de mierda! —exigió Aylin, apartándose por un lado y bajó por las escaleras.

Ya no había casi nadie en el segundo piso.

Alguien lo tomó del hombro. Y James dejó de moverse.

—James, ya no huyas, por favor—dijo Scarlett. Aunque él esté de espaldas, reconocía su voz en tono severo.

No dijo nada, se dio media vuelta para verla mientras que ella soltaba su hombro. Scarlett no parecía tan molesta, pero solo era una expresión, una máscara de emociones, y James no sabía cuán molesta podría estar en el interior. Estaban solos allí.

Él evadía sus ojos, con cierto recelo.

—Las chicas y yo te buscamos e intentamos hablarte, pero no respondías y supimos que te escondiste ayer—explicó Scarlett con detalle—. Debemos hablar y no quiero que sigas huyendo así. ¿Quedó claro?

Asintió. Parecía que sus labios estaban pegados y no había voz que sacar. Ella suspiró como si estuviese agotada.

—Vale. James, ¿por qué huiste luego de que me hayas confesado que te gusto?

—Tenía miedo de lo que pensaba que ibas a decir—respondió susurrando.

—¿Y qué fue lo que pensaste que yo diría? —preguntó ella, su expresión no cambió.

Se tomó unos segundos para idear una respuesta. Una respuesta que sea una verdad y no una mentira. No se le ocurrió nada, su mente estaba vacía y en blanco.

—No lo sé...

—Exacto. Tú no sabías que iba a decir. Y quiero que también sepas unas cuantas cosas—se encogió de hombros—. Entiendo que me oíste hablar de mi ex por cómo me encontraba y algunas cosas que pasé con él, pero eso ya quedó atrás. No te mentiré. Sí, lo extraño, pero ya no es lo mismo de antes, aquel sentimiento es diferente y ahora solo es un amigo el cual, apenas he visto y hablado con él.

No la interrumpió y dejó que siga hablando.

—En cuanto a lo que sientes por mí, me tomó por sorpresa—dijo ella. La boca de James se secaba y sus manos estaban aferrando su camiseta con mucha fuerza—. Ya que no creí que yo te gustara... pero... lamento decirte algo...

—¿T...te... te gusta... alguien más?

—Sí—respondió ella y la respuesta quedó por el aire.

James tragó saliva y apretó la mandíbula, estaban tan cerca de sollozar.

—¿Quién? —preguntó James con un hilo de voz.

—Me gusta Darren.

—¿Qué has dicho? ¡Debe ser una broma!—James sentía sus ojos ardiendo por las lágrimas que brotaron.

Ella simplemente asintió con la cabeza y miró en otra dirección. James se encontraba devastado con la respuesta y antes de decirle algo, vio que la cara de Scarlett, parecía contener una leve sonrisa.

—¿Acaso me estás haciendo una broma?

Ella aspiró con fuerza y lo soltó sin brusquedad. Estaba conteniendo la risa. Scarlett lo confirmó con un movimiento de cabeza.

—¡Esto es serio! No es algo para que empieces hacer ese tipo de cosas, Scarlett.

—Sí... lo sé... lo siento, en verdad lo siento.

Él se llevó una mano a los ojos para quitar las lágrimas que estuvieron saliendo desenfrenadas.

—Diré la verdad de la situación—musitó Scarlett—. Tú me dejabas confundida, James. No tenía idea si te gustaba o no. Yo decía alguna indirecta y me dejabas aún más confundida... y no sabía si en realidad debía arriesgarme a intentarlo contigo.

—¿Sabes que los hombres no somos buenos para indirectas, verdad?

—Principalmente tú—advirtió ella—. Eres pésimo para darte cuenta.

—Tienes razón...—James parpadeó muy rápido y la miró a los ojos—. Un momento... ¿eso no quiere decir que te gustaba...?

—Eso es porque no me gustabas, torpe. me gustas—respondió Scarlett sonriendo.

La respuesta de ella desconcertó tanto a James que la boca iba formando una curva sonriente. Sentía que los ojos volvían a estar llorosos.

—Esto... no me lo creo...—susurró James.

—Mejor cree, James, mejor cree. ¿Pero sabes qué debemos hacer?

Él negó la cabeza al no saber qué era lo que debían hacer.

—Conocer más el uno del otro—comentó ella—. Hace unos días te acabas de enterar que antes tuve novio. Prefiero que sigamos siendo amigos y conocernos más antes de intentar algo.

James se relamió la boca. Se veía muy feliz.

—Claro que sí—susurró. Detrás de él escuchó pasos.

Al darse la vuelta vio que Judy y Kate se acercaban.

—Veo que ya dejó de huir—dijo Kate.

—¿Ya se lo has dicho, nena? —interrogó Judy.

Scarlett lo afirmó. James seguía sorprendido y parecía que todo aquello formaba parte de un sueño maravilloso.

—Sería genial irse de aquí—aconsejó Kate mientras hacía un ademan a las escaleras—. El conserje Simons suele ponerse molesto si nos ve por aquí.

—Tienes razón—exclamó Judy—. Vámonos ya.

Los cuatro bajaron al primer piso y salieron corriendo a la salida principal. Los autobuses ya se habían ido y solo quedaban ellos. Tomaron caminos diferentes para irse a casa. Y al final solo quedaron Scarlett y James, que volvían a casa por la misma ruta.

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