CAPITULO 10
Salió de la habitación y bajó lentamente por las escaleras. Arrastraba los pies por el suelo hacia la cocina. Sus padres estaban sacando víveres recién comprados del supermercado que supuso que debía ser de los que estaban a tres calles cerca de casa.
—Buenas noches—dijo James muy bajo, como un susurro. Con lo de anoche sus padres siguen estando muy molestos.
Su padre fue el primero en responder al instante, pero no lo miraba a los ojos. Su madre guardó un galón de Yogurt en el refrigerador. Fue ella quien tardó más tiempo en responder. Era ella quien se encontraba más molesta que su esposo.
—Buenas noches, James.
Percibía un toque glacial y serio en la voz de su madre. Incluso los embargó un silencio incómodo. Ella seguía guardando las compras. El padre tampoco parecía estar de mucho humor. No después de aquella estupidez que James hizo anoche.
Su papá le prometió que haría lo que pueda para hacer que su esposa se calmará de aquello que sucedió. Él lo había conseguido, pero no del todo. Al volver a casa y recordar lo que su hijo había hecho era más que suficiente como para volver a estar enfadada.
—En verdad lo siento mucho—dijo James con la cabeza gacha y voz apesadumbrada. Y antes de regresar a su habitación, su madre lo detuvo.
—Espera—suspiró con dificultad para decir lo siguiente—: Si te perdonaré, James. Pero por favor, no quiero que vuelvas a salir a beber por la noche sin dar señales de vida. No quiero volver a saber que lo hiciste de nuevo.
—Lo juro. Voy a cambiar esa actitud que tuve durante estos días. Por ti y por papá.
—Eso espero.
Ese simple perdón no parecía suficiente, su padre también se encontraba molesto aunque él era más calmado y pensaba que el modo de arreglar las cosas, era a través de la típica discusión "Padre e hijo". Además, debía cumplir esa promesa. Y a James Lancaster, no se le daba esa facilidad de cumplirlas. Aunque en esta ocasión era diferente y debía admitir que no solo lo hacía por sus padres.
Sino que también pensaba en Scarlett mientras lo juraba. Solo habían pasado cinco días desde que empezó el año y espero que la promesa que hizo, se hiciera mientras pasaba el tiempo.
—Hemos traído chocolate en polvo, para que te hagas una leche chocolatada—dijo el papá.
—Ah, de acuerdo... vendré al rato para hacerlo.
Subió de nuevo a la habitación arrastrando los pies como un zombie. Pero él ya no bajó para hacer esa leche chocolatada.
— — —
Habían transcurrido dos semanas. Al menos por el 11 o 12 de Octubre, James Lancaster se había decidido. Scarlett White se había emocionado y llamó a sus amigas en aquel día soleado, en la hora de recreo. Él se había quedado sentado en uno de los bancos del patio mientras esperaba a que ellas lleguen.
En aquellas dos semanas James ya conocía gran parte de Scarlett (pero en cosas que le gustaban y en algunas cuantas anécdotas). Cosas como el color favorito de ella, que no era solo uno, sino que era el rojo, morado y negro (aunque también el verde marino, pero eso era reciente); su comida favorita, que era la pizza o patatas fritas; los lugares a los cuales quería viajar, que al que más deseaba ir, era a las Bahamas; que por su gusto al café, podría tomar cuatro al día; que de los libros, el género que más le gustaba leer, eran aquellos de Romance (cosa que James ya sabía); lo mejor fue cuando James le hizo la pregunta de cuál sería su tipo de chico, y ella le respondió con toda sinceridad las cualidades, cualidades de un chico que fuera atento, que sea caballeroso e inteligente. James pensó que le faltó decir que si ese chico era lector, podría ser mejor. Él era el único y primer lector que Scarlett conoció. Y eso era algo que a James le gustaba.
Claro, solo que debía ser atento y que en verdad la quiera. Eso sonaba sencillo. Lo difícil era creer si podía hacerlo. Con la timidez que James tenía, las cosas que Scarlett quería en un chico, parecían estar mucho más apartadas de lo que él pensaba, por mucho que las destacará frente a ella.
Solo que en el aspecto de la vida privada de Scarlett White, no sabía casi nada. James, siempre trataba de evitar hacer preguntas personales y aún más después de que ella tuvo que mencionar lo de su madre... esas preguntas parecían una especie de zona de peligro para James, como si caminase por un terreno repleto de esas minas explosivas, en que cual pregunta errónea, en este caso como pisar una mina, lo haría volar a él en pedazos. Pensaba que al hacerlo, alguna de ésas, pudieran terminar siendo incómodas, molestas o posiblemente deprimentes.
No sabía por qué las preguntas que hacía, siempre despertaban en las personas algo malo que les haya sucedido. Siempre analizaba no hacer las indebidas pero al final, no solía ser bueno cuando las expresiones de una persona cambian y en caso de que pasarán, las conversaciones se volvían silenciosas y/o sin motivos de continuar.
James hace unos años tenía un amigo que, cuando le hizo la pregunta sobre algo, que ya no recordaba bien (creo que de los primos de él), de repente su amigo se puso en un estado de cólera y empezó a farfullar que uno de ellos, era un grandísimo idiota. Otro caso fue, cuando le preguntó a una chica de su anterior instituto, que si tenía mascotas, ella había contestado que su perro había fallecido la semana pasada. U otra chica que le preguntó sobre su hermano, y ella le dijo que él ya no era el mismo con ella, que había cambiado mucho y eso sonaba muy triste.
Para que Scarlett pudiera hablar con James, él le pedía que se vieran en la azotea del instituto. A veces hacía mucho calor, a veces hacía mucho frío. Además, ella iba casi todo el tiempo. Aunque en las ocasiones en que Scarlett debía pasar con sus amigas, él también entendió que necesitaba salir con ellas. Según ella, le dijo a James que sus amigas quedaron encantadas con lo que les decía.
Dijeron que les agradaba ese chico. Solo que ese chico tampoco esperaba que ella les fuera a decir sobre él.
—¿En serio les contaste de mí? —dijo James asombrado y a la vez un poco asustado. Estaban saliendo de clases.
La mejor opinión para que salgas con la chica que te gusta, es saber que piensan su o sus mejores amigos o amigas. Él pensó que eso sonaba patético, por el simple hecho de creer que la opinión de sus mejores amigas, también fuese un modo de dar permiso de estar con alguien. Solo que ese pensamiento le daba miedo.
James, en serio quería agradar a aquellas chicas. Lo mejor es que había logrado un poco, de modo indirecto, gracias a Scarlett.
—¡Sí! Están tan emocionadas de conocerte—dijo ella con una amplia sonrisa—. Por favor, James, déjame presentártelas.
—Está bien—suspirando para luego sonreír—. Tráelas.
James siempre pensaba en sí mismo como alguien taciturno y muy callado. Como si en verdad no tuviera la intención de hablar con nadie. Pero él si quería hacerlo, solo que esperaba evitar aquellas malditas preguntas incómodas que debía hacer. Tampoco sabía qué decir.
Tragó saliva. Detrás de Scarlett venían sus dos mejores amigas: Judy y Kate.
Solo no lo arruines.
—Hola—saludaron ambas chicas al unísono.
—H-Hola.
No le gustaba titubear en lo absoluto al momento de hablar.
—James, ella es Judy Griffin—y Judy dio un paso al frente—, y ella es Kate Morton— Kate solo se limitó a asentir con la cabeza.
—Así que tú debes ser el famoso James Lancaster del que Scarlett nos habla—dijo Judy sonriendo.
—S-Sí, el mismo.
Las tres procedieron a sentarse junto a él.
—Ella nos ha contado mucho de ti—comentó Kate.
—Mucho sobre ti—masculló Judy—. Cuando nos topamos con Scarlett en los pasillos después del recreo sabe estar muy sonriente.
—Es que le suelo contar... muchas cosas graciosas—respondió James encogiéndose de hombros.
Veo que Scarlett les ha detallado muchas cosas. Tal vez la anécdota de mi viaje en la que tuve alergias.
—Yo creo que te he visto en uno de mis salones—confesó Kate—, creo que en... mi salón de Historia. Eres el chico que se sienta hasta atrás.
James asintió lentamente mientras reconocía que aquello que dijo Kate, era cierto. James ocupaba los asientos de atrás, en una esquina, al igual que en el salón de literatura. Igual que en todas las clases. Siempre se sentaba en una esquina al final. Los maestros apenas le tomaban en cuenta para las participaciones en clase.
Que Scarlett les esté presentando a sus amigas, representaba que no era del todo invisible, sino que simplemente, no se hacía mostrar ante el resto. Sin embargo, Judy y Kate, a pesar de saber quién era él (incluyendo la foto que vieron), no podían hablarle porque Scarlett les había dicho sobre ese tiempo sin amigos, esperando que ellas entendieran. Y es que ellas miraban a James y pensaban que era una persona agradable.
—Debo admitir que yo también lo he visto—dijo Judy—, pero en mi clase de Ciencias.
Eso sonaba bien para James. Ahora que ellas tomaban en cuenta que él estaba en el instituto, le hizo sentir vagamente mejor. Pero de aquellas tres chicas, no dejaría de tomar en cuenta que la que le hizo visible (o que al menos lo tomaran en cuenta), fue Scarlett. Aquella chica que le gusta, es la razón de esto.
—Quisiera que me ayuden—dijo Scarlett—. Él suele pasar algo solo en clases. Así que, pensé que sería mejor que le hicieran compañía de vez en cuando en las que estén con él.
—Por supuesto que sí—dijeron ambas al unísono.
James no dijo nada, solo sonreía. Pero en sus pensamientos decía muchas cosas. Cosas positivas, cosas que le hacían feliz, al igual que era tener a Scarlett frente a él. No debió ser tan tonto como para estar negando verlas en todo ese tiempo.
Y es que, ellas sí cumplieron con lo que Scarlett había pedido. Judy y Kate, se volvieron amigas de James...
Y a él no se le hizo difícil ser un amigo para las tres, como había pensado por estar solo durante mucho tiempo. Al contrario, parecía tan sencillo. Se sentía tan bien al tener a otras personas a su alrededor. Pero sentirse así de bien, solo fue gracias a Scarlett.
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